Quería ser docente pero una amiga enferma le cambió el plan: la sorprendente vida de Cecilia Grierson, la primera médica argentina

De muy joven luchó contra viento y marea para llegar a lo que fue: una destacada médica y docente, precursora en un incipiente sistema de salud, donde todo estaba por hacerse

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De niña soñaba con ser
De niña soñaba con ser maestra. El destino quiso se destacase en medicina

De niña sintió que sería maestra, que había nacido para ello. La desgracia llegó cuando, en medio de las convulsiones políticas generadas por la revolución de Ricardo López Jordán, su padre murió y la familia se quedó sin nada. Tenía 13 años cuando se le ocurrió la loca idea de aportar al esfuerzo que hacía su madre para mantener el hogar como institutriz, y para parecer con más edad de la que tenía, se alargó la pollera. A esa chica rubia le ayudaba su altura, que algunos años le agregaba.

Cecilia Grierson nació en Buenos Aires el 22 de noviembre de 1859, su mamá era la irlandesa Juana Duffy y el papá el escocés John Parish Grierson, descendiente de los primeros colonos que se había establecido por 1825 en la colonia agrícola de Santa Catalina, en los pagos de Monte Grande.

De muy joven, Cecilia Grierson
De muy joven, Cecilia Grierson debió luchar por alcanzar sus objetivos. Fue precursora en diversos ámbitos que la convirtieron en una personalidad sobresaliente

Primero se radicaron en Uruguay y luego en Entre Ríos y explotaban la estancia Bella Vista, en la provincia mesopotámica. Eran seis hermanos, dos mujeres y cuatro varones y Cecilia cursó la escuela primaria en un establecimiento inglés de Buenos Aires. Cuando el papá falleció, el gobernador entrerriano Leónidas Echagüe fundó una escuela rural en los campos que había explotado el padre, y quiso ponerla a Cecilia como directora, pero no tenía la edad. Así que la que figuró fue su madre y ella durante tres años fue la única maestra, quien ya contaba con una sorprendente formación, a pesar de su juventud.

En unas vacaciones viajó a la ciudad de Buenos Aires donde rindió los exámenes para ser docente en la Escuela Normal N° 1, en la que se graduó en 1878. Domingo F. Sarmiento, Director General de Escuelas, le ofreció la dirección de un colegio para niños, lo que generó fuertes resistencias porque la veían demasiado joven para manejar a varones. Entonces Sarmiento la nombró al frente de una mixta en el barrio de San Cristóbal. Hasta ese momento, no se le había pasado por su cabeza ser médica.

Londres, 1900. Cecilia Grierson participó
Londres, 1900. Cecilia Grierson participó del Consejo Internacional de Mujeres (Caras y Caretas)

A una amiga suya llamada Amanda Kenig los médicos la habían desahuciado y Grierson creyó que los profesionales no hacían lo suficiente para curarla: así ella se puso estudiar la enfermedad que la aquejaba porque había dispuesto hacer todo lo posible para que sanase. Tanto se había enfrascado en el problema, que su amiga le sugirió que estudiase medicina.

Para poder cursar, renunció a su empleo en la Escuela Normal y consiguió otro en una escuela nocturna para obreros, lo que le alcanzaba para ayudar a sus hermanos, a quienes había llamado para que fuesen a vivir a Buenos Aires.

Así fue como en 1882 se anotó en la Facultad de Medicina. Era la única mujer y, para no parecer demasiado distinta, lucía bien corto su cabello. Soportó con increíble entereza el bullying de muchos de sus compañeros.

Entre 1885 y 1888 fue ayudante de histología patológica y se recibió en 1889 transformándose en la primera mujer en obtener el diploma de médica en nuestro país. El examen final se lo tomó el decano doctor Mauricio González Catán. Su tesis doctoral trató sobre “Histerio-ovarotomías ejecutadas en el Hospital de Mujeres, desde 1883 a 1889″. Hizo sus primeras prácticas en el Hospital San Roque, actualmente el Ramos Mejía.

Fue médica, docente y precursora
Fue médica, docente y precursora de la escuela de enfermería en el país

Aún como estudiante, colaboró en la lucha de la epidemia del cólera de 1886, asistiendo a enfermos en la Casa de Aislamiento, actualmente Hospital Muñiz.

Fue una verdadera precursora en el ámbito de la salud, en tiempos en que todo estaba por hacerse, y también en la docencia. En 1886 fundó la primera escuela de enfermeras en Buenos Aires, fue diseño suyo el uniforme de las enfermeras y también su idea de colocar flores y plantas en las salas de internación, ya que decía que la salud entraba por los ojos.

No solo se dedicaba a la atención de los enfermos en su consultorio particular y en otros en los que atendía gratis, sino que concurría a los incendios e inundaciones para ayudar a los damnificados. Los Bomberos de La Boca la distinguieron como miembro honorario y ella se jactaba de ser la única mujer bombero.

Fue única en muchos aspectos: la primera mujer en participar en un nacimiento por cesárea; en traer al país el sistema Braille y la única médica de sordomudos y ciegos, a quienes atendía gratis. Los conocía muy bien porque era profesora de anatomía, fisiología e higiene en el curso normal, anexo al Instituto Nacional de Sordomudos. Introdujo el estudio de la puericultura en los colegios, creó la Asociación Obstétrica Nacional y fue la fundadora y profesora del Liceo Nacional de Señoritas, de 1907.

En 1916 se retiró y
En 1916 se retiró y vivió mucho tiempo en una casa que tenía en Los Cocos, Córdoba, que terminaría donando

Escribió varios libros, como Primeros auxilios en casos de accidentes, que agotó varias ediciones; Masaje práctico -precursor de la kinesiología-, Guía de la Enfermera y también obras sobre puericultura.

Creó que la Escuela Técnica del Hogar, que por años funcionó en un local en la calle San José. Llegaron a disponer de siete filiales. También fundó la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios.

El gobierno la envió a Europa, donde visitó distintos establecimientos. De Suecia, Dinamarca, Bélgica y Gran Bretaña trajo diversos elementos con los que elaboró el plan de estudios para escuelas profesionales, que lo plasmó en el libro Educación Técnica de la Mujer. En 1899 en Londres el Consejo Internacional de la Mujer le encargó la fundación de rama femenina.

En 1916 le dijo adiós a la docencia y se fue a vivir a “El Espinillo”, una casa de veraneo que tenía en la localidad cordobesa de Los Cocos. Allí donó una escuela, la N° 89, y una casa de descanso para maestros y artistas.

Falleció en la ciudad de Buenos Aires el 10 de abril de 1934 y sus restos descansan junto a los de sus padres en el Cementerio Británico.

Al año siguiente se puso su nombre a la Escuela de Enfermeras y los homenajes se sucederían: instituciones y calles llevan su nombre y su imagen puede encontrarse en el billete de dos mil pesos, compartiendo protagonismo con Ramón Carrillo.

Dos que hicieron mucho por
Dos que hicieron mucho por la salud en el país: Ramón Carrillo y Cecilia Grierson

Habían pasado muchos años desde que ella había mandado colgar en la Escuela Normal N° 1 un retrato de su amiga a la que nunca olvidó Amalia Kenig, quien la había alentado a incursionar en una profesión que la marcaría para toda su vida.

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