Imagine un país en el que ocho de cada diez estudiantes universitarios eligen formarse en instituciones públicas. El ejercicio de imaginación continúa: entre las universidades públicas, hay una que es más elegida que cada una de las otras. Esa, la más elegida, es una de las cien mejores universidades en el mundo y ninguna otra universidad del país imaginario está entre esas cien mejores, ni entre las doscientas mejores, ni siquiera entre las quinientas mejores. Y ahora imagine que esa, la universidad prestigiosa y masiva, cierra sus puertas. ¿Una distopía, no?
Fin del ejercicio. Ahora, datos concretos. La Universidad de Buenos Aires (UBA) cuenta en 2024 con el mismo presupuesto nominal que se le asignó en septiembre de 2022 para funcionar durante todo 2023. Las autoridades y la comunidad universitaria de la UBA aseguran que, con alrededor de 300% de inflación acumulada entre que se estableció el presupuesto para 2023 y estos días en los que hay que hacerlo rendir, la plata alcanza hasta mayo. “Ni un día más”, repite esa comunidad.
Entonces, ¿qué perdería esa comunidad universitaria y toda la Argentina si la UBA dejara de funcionar un año entero? Hablamos de la universidad que, en el prestigioso ranking QS que evalúa instituciones a nivel global, ocupa el 95º puesto en un país en el que la segunda institución en calificar para ese ranking es la Pontificia Universidad Católica Argentina, ubicada en el 514º puesto.
“No todos podemos pagar una privada”
“Un amigo me compartió una publicación en Instagram y lo primero que hice fue mostrarle a mi mamá. Le pregunté: ‘¿qué hago si no dan el CBC? ¿a dónde voy?”. Lautaro tiene 18 años y una flamante inscripción al Ciclo Básico Común para avanzar en la carrera de Kinesiología y Fisiatría que dicta la UBA. La semana pasada, apenas antes de empezar sus tres primeras materias, vio en redes sociales un flyer que lo impactó.
La Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) alertaba, en un guiño para los egresados del secundario más recientes, que el 3 de abril podía ser el UPD del CBC. El Último Primer Día. “No sabemos si la UBA podrá funcionar el próximo cuatrimestre. Entonces nos preguntamos: ¿será este el Último Primer Día del CBC?”, se preguntaban. “En mi casa decidimos que yo iba a ir la UBA porque tiene re buena reputación y salida laboral. Y además, no todos podemos pagar una privada”, dice Lautaro, que vive en Carapachay. “Para mi familia sería un esfuerzo que ahora mismo no podría afrontar. Me da miedo quedarme sin la opción que elegí para mi educación, que de verdad no pueda haber segundo cuatrimestre, porque es lo que mi familia puede pero sobre todo es lo que decidí para mí”.
No está sólo Lautaro. En el primer cuatrimestre de 2023, el último del que se tienen estadísticas consolidadas, 55.587 personas se inscribieron en el CBC para iniciar su vida universitaria en la UBA. Un poco de detalle: 9.669 lo hicieron para estudiar Medicina; 6.150, Psicología; 1.626, Enfermería; 200, Historia y 298, Letras; 1.450 Veterinaria; 3.578, Abogacía; 716, Ciencias de la Computación; 2.083, Diseño Gráfico; 2.193, Administración de Empresas y, como Lautaro, 1.120 Kinesiología y Fisiatría.
Parecen solamente estadísticas pero, como Lautaro, tienen nombre y un propósito cuando completan esa ficha de inscripción. Todos esos CBC interrumpidos serían apenas una de las aristas por las que mirar qué perdería la Argentina si la UBA no funcionara durante un año. Pero hay más.
71 nuevos profesionales por día
“Si la UBA no funcionara en un año, cientos de miles de argentinos y argentinas verían truncada su posibilidad de formarse. 350.000 estudiantes son más que números. Algunos estarían recién comenzando un trayecto académico, otros, dejarían sus carreras a la mitad de cursada y fundamentalmente, se perderían casi 30.000 nuevos profesionales provenientes de las más diversas carreras que tiene la universidad”, dice Emiliano Yacobitti, vicerrector de la UBA, a Infobae, y suma: “Esto repercutirá directamente en el mercado laboral público y privado, ya que la UBA es la universidad más grande del país y la que más profesionales aporta al mercado laboral, con profesiones que tienen un 100% de demanda en el mercado. Por poner un ejemplo, habría faltante de todas las especialidades médicas como ya ocurre en algunos países latinoamericanos”.
En 2022, el 27% de los egresados de las universidades nacionales fueron egresados de la UBA. Fueron 25.972 nuevos profesionales formados por esa institución en la Argentina, entre los que obtuvieron títulos de grado y de pre-grado (es decir, tecnicaturas). Las facultades de Ciencias Económicas, Derecho, Arquitectura, Diseño y Urbanismo, y Medicina encabezaron, en ese orden, el volumen de egresados con el que contó la Universidad de Buenos Aires hace menos de dos años. Si la UBA cerrara por un año, se perderían unas 71 “recibidas” de nuevos profesionales cada día.
Uno de esos nuevos profesionales, de acá a un año, podría ser Diego Riquelme. Le faltan seis materias para obtener la licenciatura en Sociología, viaja más de dos horas para llegar desde Villa Rosa, Pilar, hasta la Facultad de Ciencias Sociales, en Constitución, y está preocupado.
“La posibilidad de que la universidad cierre es como tener delante la chance de que te saquen un sueño que tenés desde hace tiempo y por el que venís peleando”, le dice Diego a Infobae. Además de estudiar, trabaja como ayudante docente en el CBC de la localidad en la que vive y cocina en el emprendimiento de comidas caseras que sostiene junto a sus padres, enfermeros los dos.
“Vi a mis viejos estudiar de grandes, se recibieron cuando yo ya era adolescente. Soy segunda generación universitaria en una familia a la que le costó mucho acceder al estudio. Entonces, que esté en riesgo de cierre o, incluso, de pérdida de calidad la institución en la que puedo estudiar es una angustia enorme”, explica. Y anticipa: “Sé que los estudiantes y también los docentes no nos quedaríamos cruzados de brazos en caso de parálisis. Saldríamos a la calle para evitar esa parálisis. No tengo duda de que ajustar la economía a través del presupuesto universitario le saca la oportunidad a muchísima gente. Sería dejar afuera de la universidad principalmente a los que somos trabajadores”.
Medio millón de pacientes en seis grandes hospitales
La Universidad de Buenos Aires recibe a algo más de 500.000 pacientes por año en su red de seis hospitales escuela: son 1.370 pacientes que, a diario, se quedarían sin atención si la UBA dejara de funcionar por su parálisis presupuestaria.
Sólo el Hospital de Clínicas recibe más de 365.000 consultas anuales y, en ese mismo tiempo, lleva a cabo unas 8.000 cirugías. Además, forma a 1.500 profesionales de la salud. El Hospital Odontológico de la Universidad de Buenos Aires recibe cada vez más personas que, en tiempos de ajustar el cinturón, se quedan sin prepaga o sin obra social, o incluso contando con esa cobertura, no consiguen turno para cuando lo necesitan. Ese centro, ubicado en la Facultad de Odontología, atiende a unos 250.000 pacientes anuales y, con sus móviles odontológicos, puede atender hasta a 500 personas por día en distintos puntos de la Argentina.
El Instituto Roffo, especializado en pacientes que ingresan con certificado positivo de patología oncológica, atiende a unas 110.000 personas por año, mientras que el Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, que es referencia en trasplantes, enfermedades hematológicas e inmunológicas, recibe unas 48.000 consultas al año. Todavía hay más: el Instituto de Tisioneumonología Raúl F. Vaccarezza, que se especializa en patologías respiratorias, se ocupa de unas 14.000 consultas por año. Y el Hospital Veterinario -también de eso se ocupa la UBA- atiende unos 36.050 casos en ese mismo período.
¿Y si todas esas puertas para todos esos pacientes se cierran? El contexto es conocido: el sistema de salud, tanto público como privado, ya está sensiblemente resentido.
Al servicio de la ciencia y de la comunidad
Una de cada cinco investigaciones científicas que se llevan a cabo en la Argentina se desarrollan a través de la UBA, que se ubica en el 36º puesto de un ranking global en cuanto a su Reputación Académica. Se trata de la institución que cuenta con más cantidad de institutos de investigación de la Argentina: son 72 en total, 44 de ellos articulados con el Conicet, que ahora mismo también enfrenta una crisis presupuestaria.
Además de todo ese trabajo de investigación, la UBA lleva adelante actividades que la ponen bien cerca de la comunidad. Entrega, por ejemplo, unos 120 pares de anteojos al mes en localidades con dificultades para acceder a ese servicio por otra vía. El área de Odontología del programa “UBA en Acción” lleva a cabo unas 120 prótesis dentales mensuales, hechas con impresoras 3D. Por semana, puede alcanzar los 600 tratamientos odontológicos, desde limpiezas hasta extracciones. A la vez, el área de Medicina realiza unos 20 análisis de sangre por día, unos 20 electrocardiogramas por día y unas 200 consultas médicas clínicas también por día.
“Ni un día más”
Hasta que no haya novedades presupuestarias, la Universidad de Buenos Aires asegura que le queda algo más de un mes para sostener su funcionamiento. En las últimas semanas, viralizó un video pero sobre todo un eslógan para sostener su autodefensa: “Cuidemos lo que funciona”.
“Nos cuesta explicar a nuestros colegas del extranjero lo que está sucediendo en Argentina: se está atentando contra el funcionamiento de una institución que funciona bien. No tiene lógica. Debemos ser una de las instituciones financiadas por el Estado Argentino más eficientes. Esto no lo decimos nosotros. La UBA, además de ser la mejor universidad de Argentina, es Top 5 en Latinoamérica según los tres principales rankings universitarios del mundo: el Ranking QS Global, el Shanghai Ranking y el Ranking Center for World University (CWU)”, reflexiona Yacobitti.
“Estamos entre las 100 mejores del mundo, según el Ranking QS a nivel global. Y somos la única universidad de Argentina en este puesto en forma ininterrumpida desde 2015 y nos ubica en el 1 por ciento de arriba entre más de 24.000 casas de altos estudios. ¿El propio Estado Argentino puede aspirar hoy a ubicarse entre los 100 mejores del mundo? Por eso estamos convencidos que tenemos que cuidar a la UBA por lo que representa, pero también porque es una institución que funciona”, agrega el vicerrector.
La UBA, cuentan sus estudiantes, es una elección por su reputación, por su salida laboral y por la oportunidad que brinda a quienes, además de cursar en sus aulas, trabajan. Es también una fuente de nuevos profesionales, de tratamientos médicos, de soluciones que llegan a rincones a los que no llegan otros servicios. Todo eso, cocinado en una institución prestigiosa, bicentenaria y masiva, podría paralizarse. ¿Una distopía, no?