“Ante tanta necesidad de mucha gente, que viene a pedirnos algo para comer, sobre todo niños, decidimos poner una cajita afuera para que quienes realmente necesite se sirva una bolsita sin vergüenza. Este ultimo mes, muchísimas personas se acercaron a preguntar si teníamos algo del día anterior”, dice Brenda Conti, la mujer que conmovida por la situación económica que aqueja a La Falda, Córdoba,, decidió hacer lo que está a su alcance y tender una mano.
Entendiendo que muchos de los que llegan hasta su mostrador para pedirle algo lo hacen con mucha pena, ella quiso evitar esas sensaciones. “¿Te hace falta? ¡Llevalo sin problema!”, dice el cartel sobre la caja donde hay bolsitas con pan y facturas.
“La gente está súper agradecida porque ahora por la situación actual creo que no todos lo hacen. Antes, preparábamos bolsitas con productos del día anterior a bajo costo, pero entendemos que aunque sea pocos, algunos no lo pueden pagar”, asevera la dueña de Choco Vainilla, la panadería ubicada en Carlos Gardel 134, en La Falda.
Empatía
Brenda tiene 26 años. Vive con su pareja y dos hijas, de 11 y 5 años, en Villa Giardino, a unos 20 minutos del local que abrió por primera vez hace seis meses. Como si debiera explicar su situación para que se entienda el noble gesto, dice: “No es que a mi me sobre, todo lo contrario, pero entiendo la situación de las personas. Hay quienes realmente sienten mucha vergüenza por tener que pedir para comer, que cuentan llorando que no tienen nada para comer... ¿Cómo no ayudarles con lo que está a mi alcance?”.
“Todo esto surgió hace un par de semanas atrás, un lunes, cuando al abrir el local vimos que había quedado mucha mercadería. Realmente habían sobrado un montón de cosas y representa plata que se pierde. Antes de esta idea, a ese sobrante, que es comida que quedó del día anterior y en perfectas condiciones, las preparábamos en bolsas a bajo precio así salían, pero cuando alguien entraba a pedir algo se la regalábamos. Entonces, justo estaba pensando en qué hacer con eso y vino una de esas personas a pedir algo, y se me ocurrió dejar una caja afuera para que la gente directamente se sirva. Así surgió la idea del banquito... Mientras este chico me pedía la bolsa yo ya estaba escribiendo el cartelito”, resume la panadera.
En la bolsa hay pan, facturas, criollitos y productos fritos. “Es como una viandita de panadería”, cuenta y lamenta: “Aunque decimos es para el que realmente necesita, vemos que también sirven personas que quizás lo puedan pagar, hay de todo... La caja siempre queda vacía”.
Lo que hace a este gesto algo más noble es que el pan no es elaborado en la panadería sino que lo compran. “Hacemos mercadería de pastelería y repostería, al pan lo compramos. Cuando no queda como para poner en las bolsitas, con mi familia ponemos un poquito cada uno y compramos uno o dos kilos más de pan para que siempre haya en la caja”, aclara Brenda y cuenta que antes de esta propuesta, por día compraba entre cuatro y cinco kilos de pan; ahora entre siete y ocho.
“Me dedico a esto hace cuatro años y hace seis meses pude abrir el local. Antes elaboraba tortas a pedido y otras cosas dulces y las ofrecía por las redes, para tener un ingreso. Arranqué en esto porque me gustó siempre, pero, sobre todo, por la necesidad porque hubo momentos en que la soga apretó fuerte y la comida a veces faltaba. Por suerte, cuando recibí un dinero compré unos electrodomésticos y cosas para arrancar el emprendimiento, que por suerte siempre funcionó. Cuando ya pude hacerme de unos pesos me perfeccioné y comencé el curso de pastelería en Córdoba. Luego se me dio la oportunidad de abrir este local en La Falda, a 20 minutos de mi casa”, agrega la mujer que antes trabaja en un supermercado y limpiando casas.
Brenda trabaja con tres mujeres, una de ellas es su mamá, y otras dos chicas que atienden al público en el local y otra chica la ayuda en las elaboraciones.
“Y bueno, yo vivo de esto, o sea, si no, no vendo, digamos, no como por así decirlo, gracias a Dios nunca nunca me pasó, pero pero bueno, es así vivo el día a día con lo que se vende acá. Eso es lo que también lo hace valioso, no? Porque por ahí como esto que te dicen muchas personas creen que a vos te sobra y realmente las personas más solidarias son las que están en la misma condición y quizás interpretando lo que el otro le está pasando son los más solidarios”, explica Brenda.
“La verdad que nunca imaginé que podría tener mi propia panadería. Me parecía un imposible. Es un trabajo que me gusta mucho, lo disfruto y puedo compartir con mi familia. Tampoco imaginé que un simple gesto de empatía tendría tantas repercusiones. Cuando dejé el banquito afuera con los alimentos, un cliente que salió de comprar le sacó la foto, la compartió en las redes y se hizo viral”, agrega.
Conmovida, la mujer admite: “Pese a que está el cartelito, algunas personas entran a pedir permiso y avisan que se van a llevar una bolsita. Hay otros que entran llorando por el gesto... Eso me conmueve, es increíble. Muchos son niños. En la ciudad hay de todo, como en todos lados, creo. Hay gente que realmente necesita y se les nota, pero desde que puse ese banquito lo veo más de cerca. Noto que hay personas que pasan hasta tres veces delante de la caja sin animarse a sacar la bolsa”.
Extrañada, revela que entre los comentarios que recibe desde que se hizo conocida su idea, hay quienes la objetaron: “¡Lo hacés porque a vos te sobra!”, le retrucaron. “¡La verdad que nada que ver! Estoy peleándola día a día como cualquier otro comerciante y nada me sobra. Zafo, digamos... Hay días que se vende bien y otros que no se vende nada. Yo vivo de esto y si no vendo la paso mal. Por ahora, gracias a Dios, desde que tengo el local nunca me faltó para comer. Mi marido hace changas y a veces no le sale nada”, cuenta. Emocionada, Brenda admite espera que su pequeño gesto siga ayudando a quienes lo necesiten.
Solidaridad para ella
La hija mayor de Brenda, de 11 años tiene una enfermedad respiratoria. No tiene obra social y ella también necesita ayuda para los tratamientos médicos.
“Tiene una mala formación del sistema respiratorio y hoy le tocó la primera consulta médica con el neurólogo infantil, que al ser particular, nos salió 50 mil pesos porque no tenemos obra social ni prepaga”, cuenta sobre la patología diagnosticada como arco aórtico derecho con subclavia izquierda aberrante y cuyo tratamiento es cardiológico y neurológico.
Para costearlo, una vez a la semana elabora alfajores y vende la bolsita a dos mil pesos, también hace bolas de fraile a pedido con el mismo fin. ”Necesito poder costear los gasto de mi hija porque son muchos. Este fin de semana vendimos alfajores para poder costear la consulta que tuvo de esta tarde”, remarca.
Como su auto no está en las mejores condiciones, el traslado hasta Córdoba, donde atienden a la pequeña es un gasto más. “Hoy fui en un coche que me prestaron sino hay que ir en colectivo, como el auto era a gas gasté $ 13 mil. Este diagnóstico es reciente así que no sé cómo seguirá. Tienen que hacerle un montón de estudios y creo que se podrán hacer en el hospital local para no tener que volver a viajar. Tengo que llevarla a otros especialistas a consultorios particulares porque en el hospital no está la especialidad y todo suma mucho”, finaliza.
*Quienes puedan colaborar con el emprendimiento de Brenda, la cuenta de Instagram es @chocovainilla.vg