Durante tres años dice que fue una “ama de casa perfecta”, dentro de un country elegante de Canning, con vecinas muy top. Viajaba tres veces al año a Miami y tenía el placard lleno de ropa. Hasta que se dio cuenta de que esa vida y la relación que tenía con su marido no la hacían feliz.
Yamila es periodista especializada en deportes, locutora y trabajó siempre en páginas Web argentinas, españolas y radios pequeñas. La relación que la llevó a esa vida de country durante esos años no era nueva. Llevaban 9 años juntos cuando decidió dar ese paso. “Mi pareja de ese momento me propuso si yo quería ser ama de casa, porque trabajaba muchas horas de redactora y estaba un poco quemada ya. La idea era que me encargara de todo lo que tenía que ver con la casa y él de su negocio de marketing digital. Yo quería meter todas las fichas ahí. Venía de una crianza muy tradicional de Buenos Aires, de colegio católico y demás. Supuse que la vida de ama de casa iba a ser lo que yo esperaba de la vida”, recordó.
Y así empezó su nueva vida en un country de Canning. Que no fue solo de ama de casa porque empezó a ocupar el tiempo en nuevas actividades al frente de un taller de cocina vegetariana, con su blog y canal de Youtube Mil recetas vegetarianas. Lo que sucedió es que el lugar soñado no tenía nada que ver con lo imaginado. “En ese country, mayormente la gente no vivía ahí. Era más de ir el fin de semana, por lo que durante la semana no había mucha gente. Además, me había costado mucho que me incluyeran en los grupos. Estaba el de hockey, yo no jugaba al hockey, había otros deportes que yo no hacía. Solamente estaba en clase de zumba”, relata la mujer que no lograba encajar con ese ambiente, a pesar de sus esfuerzos. “Medio que me dejaban un poco de lado. Porque la vida de country, sin generalizar, es muy del afuera, como te ves, qué auto usas, qué ropa tenés. Entonces, mis vecinas eran muy de eso y yo no encajaba con ese mundillo”.
Y empezó a sentirse sola, como nunca antes. Su pareja, a quien definió como un “workaholic” estaba en la casa, pero todo el día encerrado en su oficina. Y ella, encerrada en la cocina. Sintió que se había vuelto dependiente de su pareja y de la mirada de los demás. “Dejé de lado muchas cosas, por preguntarme “¿Qué van a pensar de mí? Dejé de hacer muchas cosas en lo que era básicamente una vida que se suponía perfecta. Tenía casa en un country, una cocina recontra equipada, el placard lleno de zapatos, carteras y bombachas de Virginia’s Secret. Viajes a Miami. Una vez estuvimos seis meses. Siempre íbamos ahí por el trabajo de él. Sin embargo, en esa vida no había espacio para lo que yo quería hacer, que era viajar a otros lados. No a Miami, porque además no me gusta”, aclara.
La aceptación de una vida que no era de su agrado lo atribuyó a una falta de amor propio y falta de toma de decisiones. “Eso era básicamente cómo era mi vida. Tenía una persona que me ayudaba con la limpieza, pero lo demás lo hacía todo yo: ir al supermercado, cocinar, trámites, arreglos, tintorería, comprar los regalos de Navidad para todo el mundo. Todo hacía yo. Muchas veces se cree que el ama de casa no hace nada y la verdad es que nada que ver”, afirma.
La liberación
Al mismo tiempo que su blog de cocina empezó a tener cierto éxito -Yamila enseñaba sin ser chef profesional, con el propósito de ayudar a que las mujeres cocinaran más sano-, comenzó a tener interés por el coaching. Se apuntó a clases y esos estudios la llevaron a analizar su propia vida, si le gustaba, cómo estaba en su día a día. “Me empecé a dar cuenta de que en realidad esto del cuento de la vida perfecta no era tan así. Yo pensaba que muchas mujeres querrían estar en mi lugar, pero yo no disfrutaba de esa vida. No era feliz para nada. Estaba cada vez más apagada, cada vez más triste, cada vez más sola. No tenía amigas en el country. No salía sola porque me daba mucha vergüenza, porque tenía la creencia que no estaba bien salir sola si tenía marido.
La decisión de dar un giro de 180 grados y dejar esa vida atrás fue durante un viaje laboral de su entonces marido a Villa La Angostura en abril de 2021. Dice que estaba muy aburrida y que finalmente decidió salir sola, a pesar de esos pensamientos que le sobrevolaban e impedían hacer algo tan simple como salir a tomar una chocolatada. “Estaba muy, pero muy aburrida. Me animé, agarré el auto que habíamos alquilado y me fui a dar una vuelta y llegué al lago Correntoso. No no había nadie. Me senté en la playita, me quedé ahí un rato largo, como meditando. Y me bajó la inspiración. Me di cuenta de que no había marcha atrás. Me dije no quiero más country. No quiero marido. No quiero nada. Volvimos del viaje y a las pocas semanas decidí separarme”, contó. No hubo intentos de reconciliación ni idas y vueltas. Con unos ahorros, se fue en su sencillo Clío, por el que se sentía discriminada porque no era como el que usaban las demás vecinas. Y se llevó a su perrita que murió meses después porque estaba enferma del corazón. “Me acompañó un par de meses en mi nueva vida”, agregó.
Vivir sola, viajar sola
Se alquiló una casa y por primera vez vivía sola a los 35 años. Consiguió trabajo como Social Media Manager y Community Manager para diferentes empresas. Le hizo frente a una fuerte depresión que la estuvo un mes en una cama. Hasta que de a poco empezó a animarse, a revivir. “Empecé a hacer cosas conmigo”. Primero fue ir a tomar un café, después un almuerzo y programó su primer viaje en auto sola a Colón, un fin de semana. Después se fue a Rosario, más tarde a Córdoba. “Y así empezó mi nueva vida. De ahí me fui a España. Al año siguiente, dos veces fui y vine. El año pasado empecé a recorrer Sudamérica, sin pasaje de vuelta. Renuncié al trabajo de Social media en una empresa de Estados Unidos porque estaba muy quemada. Trabajaba muchas horas. Vendí el auto “, explica. El viaje que iba a ser de 4 meses terminó siendo de 8 meses y este año se fue a vivir a Perú, donde tiene un novio.
En su cuenta de Instagram @Soyviajeralibre habla sobre su nueva vida de viajera, a veces con imágenes tomadas en medio de la naturaleza y cómo lo logra en diferentes aspectos. “Mi nombre es Yami y soy un fracaso. Tengo casi 38 años. No tengo hijos, casa propia o auto. Tampoco un trabajo de 9 a 5 ni muchas posesiones materiales. Sí, soy un fracaso… para la sociedad. Para mí misma soy un rotundo éxito. Porque pude salir de una vida que no me hacía feliz. Donde estaba apagada. No le veía sentido a mis días y me esforzaba por encajar y que me quieran. Tuve que romper muchas cadenas para vivir como quiero. Hoy viajo de aquí para allá llevando una maleta de 15 kilos y mi mochila […] Vivir viajando no es fácil, pero encuentro en mí misma la fuerza que me guía para seguir cumpliendo mis sueños”.
Si hay una palabra que más define esta nueva etapa de su vida es “libre”. Desde que comenzó a viajar no paró más. “Fue una liberación porque empecé a decidir por mí misma. Ir a los lugares que yo quería. En mi primer viaje a España fue a la Alhambra de Granada. Era el lugar al que quería ir hace muchos años. Mi cumpleaños 36 lo festejé ahí, porque me di cuenta de que los sueños me los iba a cumplir yo y nadie más que yo”.
Dice que en sus viajes se reencontró consigo misma, conoció más sobre sus gustos, preferencias, límites. La ayudaron a pararse de otra manera frente a la vida y también a relacionarse. “Ahora estoy de novia, pero la dinámica de la pareja es muy diferente. Dejé en claro muchas cosas, como que no iba a dejar de viajar ni de seguir trabajando. Cosas que no voy a dejar de hacer por estar en pareja”, concluyó.