Recibe y cría bebés junto a su familia sin fines de adopción: el amor incondicional de quienes hacen de “puente”

Fernanda Meritello forma parte del Programa de Acogimiento Familiar, del Consejo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires. En diálogo con Infobae cuenta los motivos que la llevaron a ofrecer su casa y su corazón a recién nacidos que fueron separados de su familia biológica por una medida excepcional. “Sí, ya viene mamá y papá”, las palabras que les dice cuando empiezan a hablar. Y los lazos únicos generados con las familias adoptivas

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Fernanda Meritello y uno de
Fernanda Meritello y uno de los niños a los que recibió en su casa

Hace 6 años que en la casa de Fernanda Meritello se escuchan sonajeros, llantos y carcajadas de bebé. La mujer de 60 años, que es catequista, politóloga, escritora y madre de 4 hijos, a lo largo de todo este tiempo, se dedica a tiempo completo, junto a su familia y en su propia casa a una tarea que exige mucha dedicación, compromiso y un amor incondicional: el acompañamiento y cuidado personalizado de niños- bebés recién nacidos en su caso- que le fueron encomendados por formar parte del Programa de Acogimiento Familiar, del Consejo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (CDNNyA) de la Ciudad de Buenos Aires.

Su aporte al programa consiste en ofrecer un ámbito familiar alternativo a niñas, niños y adolescentes sobre los cuales el Consejo adoptó una medida de protección excepcional que los separa de su familia de origen. El acompañamiento que ella y los suyos brindan no por finalidad la adopción. Se trata de otra situación. Las personas como ella que se adhieren a este programa funcionan como un puente hasta que se restituyan los derechos de esos niños, eso significa, que regresen con su familia de origen, si se lograron resolver los problemas que dieron origen a la medida de protección. O se dé inicio a un proceso de vinculación con una familia adoptiva, una vez declarada la adoptabilidad.

La Lic. Giselle Barrera, trabajadora social e integrante del equipo técnico profesional del Programa de Acogimiento Familiar del CDNNyA cuenta que se cumple dentro de pocos días el aniversario del programa que se creó como una alternativa de alojamiento al tránsito en hogares. La primera familia recibió el primer niño el 11 de mayo de 2015. “Se da inicio en el área de supervisión de hogares, como una alternativa de alojamiento, sobre todo en lo que es primera infancia para ponderar la atención individualizada, para que puedan recibir un cuidado más personalizado, individualizado sobre ese recién nacido, niño o esa niña. Y como eje, también, el derecho de vivir en familia.”, explica. El programa se encuentra regido por la Ley 6516, pero inicialmente la que lo regía era la Ley 2213, que se sancionó en 2006 y en el 2014 se reglamentó, por eso recién en el 2015 se empezó a poder aplicar”, precisa la trabajadora social coordinadora del programa, Leila Daniel.

La hija menor de Fernanda,
La hija menor de Fernanda, Clara con la primera niña que recibieron del programa: una recién nacida con desnutrición

Fernanda siempre es consciente de que ese bebé que acuna y se duerme plácidamente entre sus brazos, y que llegado un momento comienza a balbucear mamá, no estará en su casa por siempre y que llegará el momento de despedirse y hacerle la valija. Pero Fernanda dice hasta luego. Los chicos que gatearon y animaron su casa, vuelven de visita con sus padres adoptivos. Hoy sostienen grandes lazos con las familias adoptivas. Fernanda y los suyos dieron alimento y amor de familia a cuatro bebés y hoy esos chicos se conocen entre sí y juegan juntos. Los asados y juntadas en su casa son frecuentes. No existe obligatoriedad para las familias adoptivas, pero a ella le sucedió de esa manera desde el principio.

En este mismo momento está cursando el período de vinculación con una familia. Le parece raro no escuchar la vocecita del “chiquitín” que tiene hace un año y cuatro meses, que fue a pasar el día con su futura familia. Siente la ausencia, sin embargo, sabe que está dejando un huella positiva en un niño, una historia linda que se le podrá contar con el tiempo cuando lo pida y incluso visitar en un álbum. Es lo que le da sentido a su tarea y a la de toda su familia.

—¿Cómo llegaste al programa?

Lo que me motivó está relacionado con que hace más de diez años estoy en el Hogar de Cristo, con los curas villeros que tienen todo un trabajo territorial de centros barriales en casi todos los barrios de la capital de villas y barrios populares y con el tema de consumo problemático, por lo general de paco. Desde ahí se acompaña a todos los chicos y chicas que vienen y no solo ellos, sino a toda su familia. De repente vienen con niños, con madres, y empezás a conectar con toda su historia familiar. No es un lugar de rehabilitación, es un lugar de acompañamiento. Se empieza a restituir un poco su su vida desde la nada, porque son, por lo general, gente en calle, de extrema vulnerabilidad. Y ahí acompañé mucho a mamás. Y de repente empecé a ver un poco que había infancia ahí. En medio de todo eso empezó a dolerme mucho la infancia.

— ¿Tu llegada a ese hogar está relacionada a tu rol de catequista?

Primero soy licenciada en Ciencias Políticas, trabajé mucho en lo social, desde lo político. O sea, la verdad que mi primer vocación social fue desde lo político, pero después la política decepciona mucho y me convertí en docente y de docente en catequista de adolescentes de secundario.

La villa 31 le resultaba familiar desde su época de militancia y el Hogar de Cristo le dio un lugar de encuentro con el otro desde un lugar comprometido. En la parroquia del Padre Carlos Mugica cuando preguntó qué hacer el padre Eduardo le dijo que se sentara en el patio y escuchara. “Y venían los pibes, se te sentaban al lado y te empezaban a contar su vida”, relata. Eran casi todos mayores, de 20 a 30 años y pocos adolescentes. Con ellos empezó a generar un vínculo de apego, que es lo que la mueve, para ayudar a restituir vidas.

Después empezó a darles talleres de espiritualidad y a llevarlos de retiro. Y ahí empezó a ver a los niños de ellos. En ese contexto, habiendo acompañado el embarazo de una mamá, fue adoptada una medida “de abrigo” con un bebé, es decir, sería separado de su madre al nacer por su consumo problemático. La joven estaba muy mal. Ante la tristeza de perderle el rastro al bebé dentro del sistema de protección, se inscribió por una sugerencia en el Programa de Acogimiento Familiar, con la ilusión de poder cuidarlo. Y que en lugar de que fuera a un hogar, pudiera ir a una familia del Hogar de Cristo. Primero le preguntó a su familia, porque como bien su nombre lo indica, involucra a toda la familia la llegada de un menor. “Me dijeron que sí. Y ahí nos inscribimos. Yo no tenía idea. No estaba en mis planes, no era algo que yo pensaba hacer”, explicó.

Meritello junto a su familia
Meritello junto a su familia y el grupo de padres adoptivos de los niños que acogieron. Juntos forman una gran familia

— ¿Llegaste a poder cuidar ese bebé?

— Cuando me hacen toda la evaluación a mi familia, que es como una evaluación bastante importante. No es tipo de la noche a la mañana decir quiero ser familia de acogimiento. Tenés una evaluación psicológica, familiar, habitacional y eso tardó, ponele que dos meses y cuando nosotros ya estábamos aptos inscriptos, ese bebé ya estaba en un hogar, como que no había podido esperar el alta médica y demás lo habían llevado a un hogar. Al día siguiente de eso, y de una gran tristeza, le dijeron que había una bebé en el hospital Piñero y si estábamos listos para recibirla. Cuando me contaron la historia era bastante parecida. Y dijimos que sí. Empezamos con ella, la tuvimos 11 meses. Fue muy conmovedor. Es algo que no te lo esperas, estar con tu familia embarcados todos juntos en un mismo proyecto, que eso es algo que nunca me había pasado.

La coordinadora Leila Daniel destaca que “conformarse como familia de acogimiento implica un proyecto que atraviesa a toda la familia. No es una decisión para tomar de un día al otro, sino que justamente entendemos que la familia necesita un tiempo para, no solo procesar, sino que decantar también en que se van a ver inmersos en un proyecto que va a atravesar a todos, por el tiempo en que ellos se encuentren, alojando a un niño o niña o un adolescente”. Actualmente integran el registro un total de 82 familias. Son 25 a las que se les hace un seguimiento directo por parte del equipo técnico profesional desde el CDNNyA y otras 57 familias están divididas en tres organizaciones sociales civiles que están en convenio y tiene sus respectivos equipos interdisciplinarios.

Cuando llegó la primera bebé Fernanda tenía 54 años, su hija mayor 24 y la menor 16. La vivencia fue tan profunda y tan emocionante que decidieron continuar adelante dentro del programa, que se sumaba a su acompañamiento de madres y niños en el Hogar, lo que le permitió ver las dos caras de la moneda.

Fernanda Meritello y su familia
Fernanda Meritello y su familia con la que se embarcó en este programa. Hasta el momento recibieron en tránsito 4 bebés

— ¿La bebé estaba sana o llegó con problemas de salud?

— También era hija de una mamá en consumo. No tenía problemas de salud. Lo único que llegó a casa con una desnutrición. Finalmente a los 11 meses llegó su adopción. Y conocimos una familia hermosa de la cual somos familia hoy. Al día de hoy esa chiquita es parte de mi familia. Al punto que el papá adoptivo de ella es el padrino de mi primera nieta. Así que la verdad que sí, es una construcción de red y familia hermosa.

Meritello que estudió la teoría del apego, y tiene dos diplomaturas vinculadas a la temática, es una defensora de sostener este vínculo y no cortarlo. “El vínculo no es transitorio. Lo transitorio es el alojamiento. Lo más lindo que puede suceder en un acogimiento es la continuidad del vínculo. Primero porque el niño lo necesita, porque se supone que el acogimiento es para que ese niño pueda generar un apego seguro, que es todo lo que le construye la psiquis en los primeros años de vida y después se la reconstituye” y agrega: “Si se arma este vínculo no debe ser bueno cortarlo, porque justamente esos niños ya sufrieron un corte de vínculo y ya sufrieron un trauma. Entonces no es bueno cortar otra vez el vínculo. Entonces que sí, que sea un tránsito, pero que no haya corte de vínculo. Y si la familia adoptiva entiende lo bueno que fue ese vínculo para ese hijo suyo o hija. Cómo no seguirlo”, alienta.

Después de la primera nena, llegó la segunda, más tarde llegó otro recién nacido a quien tuvo durante dos años y cuatro meses hasta su adopción, con quien vivieron juntos la pandemia. Toda la familia en la casa con el bebé las 24 horas. Este nene también fue vinculado los fines de semana con sus hermanos que ya vivían en un hogar. De ese niño son los padrinos y tienen también una relación cercana con su familia. Igual que con las otras familias, con quienes se reúnen en su casa frecuentemente.

Las familias comparten sus experiencias
Las familias comparten sus experiencias sobre los niños que reciben en sus casas

— Al ser tan chiquitos y al pasar tanto tiempo con vos, en algún momento ¿te empiezan a llamar mamá?

Me gustaría saber qué sucede en una casa donde no hay otros hijos. No conozco una familia en tránsito que no tenga hijos en la casa, como que puedan decir la palabra mamá. No terminás de saber si el pequeño o la pequeña que está ahí lo dice porque escucha o lo dice porque es la palabra que sale ante el referente afectivo que te está cuidando. Es algo que sucede más o menos uno o dos meses antes del año. La primera chiquitita se fue diciendo mamá y rápido lo pude redireccionar: ‘sí, ya viene mamá y papá'. De hecho, uno también lo dice cuando empiezan a decirlo, aunque no se sepa si vienen, pero siempre lo decís ‘ya te van a venir a buscar mamá y papá'. Pero igual, por más de que vos le digas eso, cuando se refiere a vos te busca con mamá o papá. Para mí es desde un lugar medio, medio visceral y ancestral, que no sé de dónde vendrá, pero que realmente no depende de que otro te esté diciendo mamá alrededor.

“Mamá y papá ya van a venir. O mamá y mamá. O papá y papá. Te estamos esperando”. Y mientras tanto, te estamos cuidando y dándote amor acá”, esa sería la idea, de servir como un puente, en palabras de Barrera, la trabajadora social. Ser parte de la historia de ese niño o esa niña. Las familias de acogimiento hacen un libro de vida que acompañan al niño para que puedan conocer toda esa historia que vivieron. Que no existan baches, desde el momento, por ejemplo, desde que salió del hospital hasta que fue adoptado legalmente. ¿Y yo dormía aquí? ¿Y que a mí qué cuento me gustaba? ¿Qué comía? ¿Me gustaba que eso? De esa manera se asegura que ese niño tenga la posibilidad de reencontrarse y hacer preguntas sobre quienes lo criaron en los primeros momentos de vida

Quien también apoya a que este vínculo se sostenga en el tiempo es la hija menor de Fernanda, llamada Clara. Les hizo videos a los chicos que recibieron en su casa, musicalizado con su propia canción, musicalizada por Carolina de la Muela. También expuso la temática donde cursa sus estudios de publicidad. Los videos no pueden ser compartidos en público, porque se protege la identidad de los niños, pero es posible escuchar el audio de su canción, con la letra que empieza diciendo:

La hija de Fernanda Meritello compuso una canción para los chicos que crecieron en su casa dentro del programa de acogimiento familiar, con música de Carolina de la Muela

“Que va a pasar con vos. Qué va a ser de tu voz. Tengo miedo de no poder oírla cuando llegue su adiós. Tengo ese miedo atroz que inunda por dentro y me lastima.

... Tuve que aprender, a dejarte ir, a soltarte la mano y verte partir. Todo el tiempo siento que me quedé sin tiempo. De mi lado, te vas a ir. Pero lo cierto, es que sigues aquí...

La despedida no es nada fácil para ninguno. Las familias están todo el tiempo acompañadas por los equipos del Programa. Pero la recompensa en enorme.

En sus redes sociales, Clara expresa los sentimientos que la atraviesan durante las despedidas que al final, en su caso no terminan siendo tales.

“Qué difícil es cargar con tanta historia siendo tan chiquito. Tanta vida encima siendo tan frágil y sensible. Tener bebés en acogimiento no es fácil, pero lo elegís por el simple hecho del cambio abismal que le hacés a la vida de un niño, como de un día para el otro pasa a estar en otra realidad. Siempre nos preguntan cómo lo hacemos, cómo nos cuestan las despedidas, cómo hacemos para no encariñarnos con cada niño que entra en nuestra casa. Es inevitable no enamorarte de ese bebé que llega el primer día y no amarlo como si fuera tuyo, pero lográs entender que todo ese cariño le das le sirve para crecer más fuerte y sano. Cada despedida duele como si fuese la primera, ese vacío que se siente en casa, cuando ya se van. Pero a la vez la emoción nos inunda al ver la familia ideal que le tocó a cada bebé que estuvo con nosotros....

Cómo ser parte del programa

Uno de los requisitos para quien se anote en el Programa de Acogimiento Familiar es que no esté inscripto en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA) ni en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos, que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación (DNRUA), por tratarse, según explicó Giselle Barrera, de “proyectos incompatibles entre sí. Nosotros pedimos constancias a estos dos organismos dos para certificar que esa persona no está pensando en un proyecto que tenga que ver con la adopción. Quienes están interesados deben dirigirse por correo a acogimientofamiliar@buenosaires.gob.ar desde donde se los invita a participar de una charla informativa que por el momento es mensual y virtual. “En esa charla nosotros informamos sobre el funcionamiento del programa, damos lugar a preguntas o dudas y si esa persona, ya habiendo atravesado esa charla, sigue interesada, nos envía un correo electrónico diciendo que tiene interés de poder seguir participando en el proceso de admisión. Tiene que completar algunos formularios y se da inicio a lo que es la evaluación psicológica a cargo de una cátedra de la UBA, un equipo que está en paralelo al nuestro”, detalla Leila Daniel. Luego de esa instancia, continúa la visita socioambiental, que hace el equipo del programa en el domicilio de esa familia, donde se conoce al resto de los integrantes. También se organizan encuentros con familias que ya están dentro del registro para que puedan brindar su testimonio, como el de Fernanda. Se hacen dos, tres encuentros y si hay como una coincidencia entre lo que es la evaluación psicológica con lo que es esta evaluación de idoneidad, de resultar positivo y sumado al documentación requerida por protocolo, podrían conformarse como una familia de acogimiento. Más información en: https://buenosaires.gob.ar/cdnnya/acogimiento-familiar

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