La Capital Nacional de la Malvinización se comprime en la plaza Julio Saraví que explota todos los 1 de abril, pero que durante todo el año se convirtió en un faro que demuestra al transeúnte o al visitante que la cuestión de Malvinas se vive a flor de piel. Hace 27 años que una comisión de veteranos y organizaciones de la ciudad, organiza la vigilia “Malvinas, San Andrés de Giles te canta”.
Desde primeras horas de la tarde, la plaza se transforma en una exposición donde Malvinas es el denominador común: un veterano que se dedica a hacer réplicas de armamento, stands donde se venden libros, calcomanías y hasta un artista plástico pinta un mural. En un colegio cercano hay una exposición de elementos, efectos personales de veteranos y muchas fotografías.
La vigilia tiene una característica que le es única: nunca deja de sorprender y los veteranos que se dan cita, muchos acompañados por sus familiares, cuentan sus historias, casi todas desconocidas para el gran público.
Carlos Montiel armó su stand en tiempo récord y consiguió las maderas donde exhibir cerca de 600 libros sobre Malvinas, de un total de 1500 que fue comprando a lo largo de los años para entender qué es lo que había ocurrido. Este hombre, que en 1982 era cabo enfermero, combatió en la compañía de Sanidad primero en Puerto Argentino, luego en Monte Harriet y por último en la batalla de Pradera del Ganso, donde terminó como prisionero de los ingleses. Cuando hace muchos años criticó la decisión de algunos veteranos que pretendían tomar la Casa de Gobierno para que fueran escuchados, en tiempos en que el Estado y gran parte de la sociedad le daban la espalda, su esposa Lucía del Carmen lo desafió a hacer algo, que no servía criticar y no hacer nada. Si hasta no había hecho los trámites para cobrar la pensión de veterano.
De ese momento, Montiel quien se retiró en 1986, no paró. Intentó editar una revista, de cortísima aparición, que llamó “Revista Veteranos de Guerra de Malvinas – Actualidad”. Con la invaluable ayuda de su esposa, quien falleció en febrero pasado, armó una biblioteca itinerante “Pensar Malvinas, Sentir la Patria”. En forma gratuita, va con sus libros donde lo invitan, escuelas, instituciones, conferencias. “Es una muestra bibliográfica, temática, que incluye filatelia, numismática y diversos elementos que fueron rescatados del conflicto”.
Montiel confesó que el verdadero motor fue su esposa, quien se desempeñó como directora de diversos jardines de infantes, donde no solo se destacó por sus acciones solidarias con las familias de escasos recursos, sino que consiguió que a un jardín le pusieran el nombre de Crucero General Belgrano, y a otro lo bautizó como “Veteranos de Malvinas”, todos en el partido de General Rodríguez, donde el matrimonio vive con sus cinco hijos.
Tan comprometida estaba que, además de sus ocupaciones como directora, estudió bibliotecología para darle un orden a esa montaña de libros que su marido compraba con mucho esfuerzo. Así nació en el 2017 la Biblioteca Popular Puerto Argentino Malvinas, que funciona en un local alquilado en la calle Saavedra 510 de General Rodríguez. Lograron reunir 15 mil volúmenes, “de todas las áreas del conocimiento, haciendo hincapié en Malvinas y en la tradición”, explicó Montiel a Infobae.
El suboficial no se quedó ahí. Amante de los caballos, hace tres años armó, en tiempo récord, un raid que unió General Rodríguez con Yapeyú. Lo hizo con Pampa y Sombra, dos animales con los que recorrió mil kilómetros en 34 días. Lo recibían como una celebridad por cada pueblo que pasaba y ya antes de llegar a Yapeyú, fue escoltado por granaderos. En mayo del año pasado hizo la travesía a Toay, La Pampa, y en esa localidad dejó a sus dos caballos en una escuela de equinoterapia.
Tal como ocurrió el año pasado, se organizó una procesión desde Luján, no solo con la Virgen local sino en esta oportunidad con la de Fátima, imagen que también estuvo en la guerra y que recientemente fue rescatada del anonimato.
Un grupo de radioaficionados, nucleados en el Radio Club DX San Miguel decidieron participar. Ellos consideran que en Malvinas se pone el énfasis en el 2 de abril y en el hundimiento del Crucero General Belgrano, entonces se propusieron enlazar a todos los radioaficionados del mundo a lo largo de abril hasta junio. “Mantener vivo el espíritu y que hable siempre”, es la consigna que remarcó Alfredo Volk quien, con un grupo de colegas, instaló por primera vez un stand en la plaza, con un equipo Yaesu FT 80 BLU, que aseguran, tiene capacidad para dar la vuelta al mundo.
San Andrés de Giles tiene su caído. Se llama Jorge Alfredo Maciel, y en el monumento que le levantaron en la plaza se muestra sonriente porque, aclaran que había ido voluntario a la guerra.
Darío Boveri tiene 54 años y está por dejar su cargo de comandante del cuerpo de bomberos de San Andrés de Giles. Con 12 años desde el aula del primer piso del colegio frente a la plaza escuchó una y otra vez la sirena de la autobomba que le daba la bienvenida a los soldados que regresaban de la guerra.
El cuerpo de bomberos estuvo a cargo de la cantina de la vigilia, donde lo primero que se agotó fue el sándwich de cerdo, cocinado en un impresionante medio remolque convertido en una parrilla gigante. Como hace poco tuvieron un serio accidente en el que se averió uno de los vehículos, los veteranos organizadores de la vigilia decidieron donarles, este año, todo lo recaudado. Alberto Puglieli explicó a Infobae que era una forma de agradecerle el hecho de haberlos esperado en la ruta y escoltarlos hasta la plaza del pueblo. Puglieli y sus compañeros ignoraban cómo serían recibidos por los pobladores, incluso hubo quienes pensaron que los insultarían o los golpearían.
A lo largo de la tarde, participaron bandas militares y grupos musicales, destacándose Feed, una banda de rock cuyos temas giran alrededor de Malvinas.
Desde el Acceso Oeste los jeeps que iban en columna manteniendo una prolija distancia, llamaron la atención de automovilistas, al punto que en el peaje de Espil, algunos estacionaron sus vehículos para registrar el paso de estos vehículos que parecían regresar del campo de batalla. Algunos están adaptados como ambulancias, a otros le adosaron réplicas de armamento que los “Viejos Guerreros”, así se hacen llamar, hacen ellos mismos. Son un grupo de suboficiales retirados del Ejército, entre quienes hay veteranos de guerra, que desde 2018 se ocupan de este hobby, de rescatar viejos jeeps Willy y acondicionarlos como si estuvieran listos para la guerra. Se involucran en acciones solidarias y ya son un clásico en la vigilia. Aclararon que lo de “Viejos Guerreros” es por los vehículos y no por ellos.
Con su cocina de campaña restaurada hasta en los más mínimos detalles, el veterano Carlos Di Santo, del regimiento 6, se multiplicaba por servirle un locro caliente a los familiares de los caídos.
El padre Cirigliano fue el que ofició la tradicional misa de campaña. Pidió que en tiempos en la que la sociedad se vuelve más violenta, exigía poner todo lo mejor de cada uno y que Malvinas nos hermana en una misma fe, geografía y tradiciones. También se hizo la ceremonia de izamiento de la bandera, que estuvo a cargo de Miguel Víctor Pepe – sargento primero de Gendarmería en la guerra- y el periodista Guillermo Lobo, declarado padrino de esta vigilia.
El punto culminante es cuando minutos antes de la medianoche, se repartieron entre la gente 649 antorchas -una por cada uno de los caídos- que se encendieron en un fogón.
Luego del himno entonado en el primer minuto del 2, y del desfile de los veteranos, encabezado por los familiares de los caídos, María del Carmen Penón, mamá del soldado Elbio Araujo le dio las gracias a “nuestros 649 ángeles y héroes que dieron su vida por la Patria”. Lo hizo desde el escenario, parada delante de una larga bandera con la leyenda “Malvinas Volveremos”, que era sostenida por hijos de veteranos.
Puglieli, quien se multiplicaba para estar en todos los detalles, describió a la vigilia como “la gesta del pueblo argentino”.
Cerró el acto el padre Vicente Martínez Torrens, quien fue uno de los 22 capellanes que estuvieron en la guerra y es el último de los 14 que estuvieron en forma permanente hasta el fin del conflicto en las islas. Era la primera vez que iba a la vigilia. Antes de la bendición final expresó que “la causa Malvinas es nacional”.
No importó que con la bendición se dio por terminada la vigilia y se despidiera a los concurrentes hasta el año que viene. Muchos permanecieron en un ambiente de reencuentros, abrazos y mucha emoción, para prolongar el momento hasta volver a encontrarse en esa plaza donde, año a año, se logra el milagro de vivir Malvinas como si fuera la primera vez.