Federico Wenger se dio cuenta que quería ser geólogo cuando estaba en los primeros años del colegio secundario. En geografía le salían con facilidad los mapas con relieve y el estudio de los suelos. Terminó el colegio universitario de La Plata Víctor mercante y se decidió a estudiar geología, pese a que su mamá soñaba con tener un hijo médico.
Una década después se viralizó en las redes sociales el momento en que Federico le cuenta emocionado a su mamá que se vuelve a la Argentina tras pasar dos años estudiando en un pueblo canadiense. El joven había conseguido una de las pocas becas del Conicet para hacer su doctorado en su pago chico, la Universidad de La Plata.
El Conicet sin financiamiento
El gobierno de Javier Milei otorgó 600 becas doctorales. El año anterior se habían dado 1400. Durante la campaña para la presidencia, el entonces candidato habló varias veces en contra del Conicet. Durante una entrevista en LN+, antes de las PASO, en agosto del 2023, el postulante de la Libertad Avanza había propuesto privatizar el organismo. Luego, ante las críticas que recibió le bajó el tono a su idea. Aun así, hubo despidos y los ingresos de científicos se redujeron a un tercio del año anterior.
Pero detrás de este momento viral, está la historia de Federico. Un chico criado sólo por su mamá en un barrio popular de la capital provincial. “Todo es en base a esfuerzo. Soy hijo único y todos mis estudios fueron en la escuela y la universidad pública. – explica Wenger en contacto telefónico con Infobae-. Por suerte, nací en La Plata y eso me permitió estudiar. Su hubiera tenido venir de otra ciudad y alquilar un lugar para vivir no hubiera podido hacerlo”.
Federico entró a la carrera de geología en el 2013 y se recibió en el 2019 con un promedio de 8. Hizo su tesis de licenciatura en el estudio de los sedimentos que fue publicada en una revista de Estados Unidos con referato. Su proyecto tiene como objetivo investigar los ecosistemas de hace millones de años y dilucidar qué tipo de seres vivos se desarrollaron. “Todo eso investigado por los científicos en el Conicet y publicados en paper luego puede ser usado por las empresas petroleras y mineras para sus explotaciones”, argumenta Wenger sobre la importancia de su trabajo.
Durante sus estudios hizo algunas changas y con la beca Progresar podía cargar la Sube para llegar hasta la universidad a estudiar. Apenas recibido, tomo como profesor uno de los cursos de ingreso a la Universidad de La Plata, pero la pandemia de coronavirus en el 2020 paralizó todos sus proyectos. “Me había quedado sin trabajo y sin la chance por el momento de seguir estudiando”, recuerda Federico.
La búsqueda del proyecto propio
Cuando se aflojó la cuarentena por el covid-19, el joven se contactó con el departamento de Ciencias Naturales de la Universidad de Córdoba. Allí no tenían nada para ofrecerle, pero si lo vincularon con profesores argentinos que trabajan en Canadá hace 20 años y buscaban un alumno de maestría para completar su proyecto de investigación.
Pero para poder viajar necesitaba juntar dinero para el pasaje. El joven consiguió un puesto en un hogar de chicos. Era una especie de celador que intervenía en los conflictos y controlaba que cumplan las tareas asignadas. “Eran chicos judicializados, pero no por causas penales. Sus historias tenían más que ver con abandono de sus padres. Por suerte, me escuchaban y me hacían caso”.
Luego de casi dos años, el geólogo juntó el dinero para el pasaje y se embarcó en la aventura. Federico aplicó al trabajo en América del Norte y allí fue a cumplir con su trabajo de maestría. Iba a seguir investigando los suelos de la precordillera de San Juan y Mendoza, financiado por un proyecto del estado canadiense. Su lugar de trabajo era en la Universidad de Saskatchewan.
¿Cómo es vivir del otro lado del mundo? Federico le quita el tono ideal que muchos jóvenes le ponen a la idea de irse de Argentina. “Comparto la casa con otros tres estudiantes porque alquilar es muy caro. Tampoco tengo celular de Canadá. Usó mi número de Argentina, en general en modo wifi. Lo que me pagan en la universidad me alcanza justo”.
Extrañar Argentina
Wenger completó dos años en Canadá, su trabajo termina en mayo de este año, y su idea siempre fue volver al país. “Los inviernos acá son muy duros, con temperaturas de hasta 50 grados bajo cero y todo el tiempo con 40 centímetros de nieve en las calles. Además, las personas son todas muy respetuosas pero le falta la calidez argentina. Por suerte me pude hacer un grupo de amigos latinos”, cuenta Wenger. Y otra cosa que falta en Canadá y que Federico extraña es ir a la cancha a ver a Gimnasia. “No pude encontrar nada que reemplace los domingos de partido. Los gritos, los cantos y la pasión del estadio. Es inigualable”, sostiene el geólogo.
Durante los dos años de trabajo en Canadá, Federico viajó tres veces a la Argentina a hacer trabajo de campo. “Por suerte me financiaron los pasajes para poder ir a recolectar pruebas para mi trabajo de campo”, explica el joven. También estuvo en España en un congreso de geólogos, a través de una beca que le permitió viajar.
En esos momentos, al mejor estilo Indiana Jones, Wenger vive durante dos o tres semanas al pie de la Cordillera de los Andes. En las imágenes se lo ve a Federico con la cara plena de felicidad y su ropa de trabajo. Pantalón y camisa de tonos marrones y las zapatillas de trekking para aguantar las caminatas entre las piedras. “Un rastro que encuentro en el suelo que analizo se puede convertir, luego del análisis, en la reconstrucción del pasado más lejano. Eso es apasionante”, afirma Federico. Se nota que lleva en la sangre su amor por la geología. Defiende su profesión. La importancia que puede llegar a tener descubrimiento en alguna roca. Esa marca que dispare teorías sobre el origen del mundo.
Cómo seguir investigando
Entonces llegó el momento bisagra en su vida. Se le terminaba el trabajo en Canadá y por ahora no había chances en el Conicet. “En diciembre con el triunfo de Milei y con todas las cosas que había dicho de los científicos tuve una gran angustia. Sentía que no tenía futuro. Que iba a quedar en banda sin chances de continuar mi carrera”, relata Federico. En esos momentos, empezó a buscar alguna chance para seguir sus estudios en Brasil o España. “Yo quería volver a Argentina. No soy de los jóvenes que piensan en irse a vivir a otro lado. Lo de Canadá solo lo tomé como una experiencia transitoria. Ir, aprender y volver a mi país a seguir desarrollando mi carrera”, sostiene el geólogo.
Entonce, en medio del crudo invierno canadiense y con la nieve hasta los tobillos, a Federico le llega la noticia sobre la publicación del listado de becarios del Conicet. El chico recorre la lista de los 600 científicos que se incorporan al organismo y de golpe las letras en la pantalla del celular se agrandan. Lee “Federico Wenger”. Primero tarda en caer. “Si soy yo”, piensa en segundos. Pero primero no lo puede creer y vuelve a leer su nombre. Ahora sí está convencido y se sonríe solo. Enseguida piensa: “Le tengo que avisar a mi vieja”. Y llama. Está en medio de la nieve con un sol débil que le pega en la sonrisa y lleva puesta una remera de manga corta. Su madre no lo puede creer y se larga a llorar. “Para ella fue muy fuerte, porque yo no tengo hermanos. Fueron momentos de mucha angustia cuando me fui a Canadá”.
La beca por 5 años le permitirá completar su investigación y estar, al mismo tiempo, más cerca de su mamá. Igual, cuando piensa qué es lo primero que hará apenas llegue a La Plata, la respuesta le sale casi automática: “Voy a ir a la cancha a ver a Gimnasia”.