El trágico final de Federico Rauch, el militar implacable en la lucha contra los indígenas

Fogueado en las guerras napoleónicas, este alemán se destacó por ser el terror de los indígenas, a quienes combatió sin contemplación en la pampa bonaerense. Su papel en el fusilamiento de Dorrego y su muerte a manos de “Arbolito”

La cuestión del indígena en la provincia de Buenos Aires preocupaba a las autoridades (La vuelta del malón, óleo de Angel Della Valle)

Al asumir la presidencia en febrero de 1826, Bernardino Rivadavia avaló lo hecho por Juan Manuel de Rosas por controlar a los indígenas desde su cuartel en la Guardia del Monte y fijó una nueva línea de frontera con tres fortines en las lagunas del Potroso, Cruz de Guerra y de Curalauquen, con el propósito de reforzar la frontera oeste.

Cuando Rosas se enteró de que un malón formado por pampas, ranqueles y araucanos planeaba atacar por el sur y por el norte lo puso sobre aviso pero éste, receloso del creciente poder del estanciero, dejó hacer. En el ataque indígena se llevaron cautivos, ganados y destruyeron tres establecimientos de Rosas. Cuando unos 400 indígenas arrasaron Salto en la madrugada del 31 de agosto de 1826, fue el coronel Federico Rauch el encargado de perseguirlos y eliminarlos, recuperando ganado y caballos que acarreaban lo robado.

Martín Rodríguez, cuando fue gobernador de Buenos Aires, ordenó expediciones contra el indígena

En octubre de 1826, Rauch salió hacia el sur y en Tandil se le unieron 18 caciques con 600 lanceros. Juntos marcharon hacia Sierra de la Ventana y en Quequén Grande realizaron un sorpresivo ataque a las tolderías, uno de sus modus operandi.

Rauch no era un militar cualquiera. Alemán nacido en Weinheim el 8 de mayo de 1794, atesoró una valiosa experiencia en el ejército prusiano que estaba al mando del mariscal Gebhard Leberecht von Blücher, un impulsivo que no rehuía estar en la primera línea de combate y cuya providencial intervención en la batalla de Waterloo resultó determinante en la derrota de Napoleón.

Con Bonaparte fuera de la escena europea, Rauch se vino, como otros tantos militares europeos, al Río de la Plata. Llegó a Buenos Aires el 23 de marzo de 1819 y se enroló a un ejército que valoraba el know how de estos oficiales que se habían fogueado en los campos de batalla de las guerras europeas.

Luego de participar en la batalla de Waterloo, Rauch quiso probar suerte en el Río de la Plata

Una de las cuestiones por resolver era la relación con los indígenas.

El 26 de septiembre de 1820 asumió la gobernación de Buenos Aires Martín Rodríguez, un militar que se había destacado en las invasiones inglesas y en la guerra por la independencia.

El río Salado era como una suerte de frontera natural con el aborigen. Más allá había tierras por demás productivas, ansiadas por terratenientes para ser explotadas. Hubo zonas donde convivía con el hombre blanco, produciéndose un intercambio de bienes. Pero el mundo indígena estaba compuesto de diversas tribus, muchas de ellas belicosas que encontraron en el malón un método rápido de hacerse de ganado y de cautivos.

Consciente de un problema que dominaba gran parte de la campaña bonaerense, Rodríguez firmó con tribus amigas un tratado de paz, que fue posible gracias a las gestiones de Francisco Ramos Mejía, quien tenía su estancia Miraflores en lo que hoy es el partido de Maipú. Entonces, convivió con los indígenas que poblaban la zona, estableciendo un ordenado e inédito sistema de convivencia.

Sin embargo, la paz poco duró, ya que diversas etnias organizaron malones produciéndose una violenta represión, que también incluyó la matanza de los indígenas que vivían pacíficamente en las tierras de Ramos Mejía, acción que solo provocó más violencia.

Los ataques contra Dolores, Chascomús y Pergamino provocaron grandes pérdidas materiales, robo de ganado y cautivos. Rauch y su implacable método de hacer la guerra fue recibido con los brazos abiertos por los pobladores y terratenientes bonaerenses, siempre a merced de los ataques indígenas.

Momentos previos al fusilamiento de Dorrego. Fue Rauch quien lo entregó a Lavalle

Entre 1827 y 1828 este oficial alemán encabezó tres campañas para dominar a los indígenas. La primera en octubre de 1826 en las inmediaciones de Dolores, en un punto conocido como Toldos Viejos, la segunda fue al mes siguiente y la tercera a fines de 1827. Se caracterizaba por organizar ataques sorpresa y por sus tácticas aplicadas en las luchas a campo abierto. “Hoy 18 de enero de 1828, para ahorrar balas, degollamos a 28 ranqueles”, reportó Rauch en una oportunidad.

Al parecer, su trabajo fue eficaz para el gobierno ya que Rivadavia había decidido premiarlo con un sable.

En marzo de 1828 fue nombrado jefe del Fuerte Federación, que fue el núcleo de lo que hoy es la ciudad de Junín. Cuando el 1 de diciembre de 1828 Juan Lavalle derrocó al gobernador Manuel Dorrego, Rauch apoyó el movimiento sedicioso. Su experiencia era por demás útil, ya que los federales habían reclutado a indígenas y el alemán los conocía muy bien.

Cuando estalló la revolución, Manuel Dorrego buscó refugio en la estancia de su hermano Luis, donde acampaba el Regimiento 5 de Húsares, comandado por el coronel Ángel Pacheco. El comandante Bernardino Escribano sublevó a ese regimiento y tomó prisioneros a Dorrego, a su hermano y a Pacheco y se propuso llevarlos a Buenos Aires. Cerca de la Cañada de Giles, el carruaje donde los trasladaban, fue interceptado por Rauch, quien liberó a Luis Dorrego y a Pacheco. Al gobernador derrocado lo llevó a Navarro, entregándolo a Lavalle, quien lo fusiló el 13 de diciembre.

Luego de que fuerzas federales al mando del alférez Prudencio Arnold derrotase a un grupo unitario en la Guardia del Monte el 4 de marzo de 1829, se enteró que fuerzas al mando de Rauch había salido en su persecución. Arnold cruzó el río Salado y fue hacia un paraje llamado Las Vizcacheras, con el propósito de unir fuerzas con los indígenas que habían partido de Azul e iban a su encuentro.

Su fin llegaría en Las Vizcacheras, ubicado a unas cuatro leguas de la Estancia Los Cerrillos, cerca de la actual localidad de Gorchs, en el partido de General Belgrano.

El 28 de marzo de 1829 en ese lugar se produjo un choque con las fuerzas federales. Famoso por sus cargas arrolladoras, lideró sus fuerzas y arremetió contra el centro enemigo y logró desbaratarlo, o eso fue lo que creyó. Atacó con tal fiereza que no se percató que tanto su ala izquierda como la derecha habían sido rechazadas.

Sintiéndose vencedor de la contienda, cuando escuchó a un trompa llamando a reunión, pensó que eran sus hombres. Hay que tener en cuenta que los federales se distinguían de sus enemigos solo por un cintillo que se habían atado en sus sombreros.

La realidad era que el enemigo que se estaba reagrupando. Cuando tomó conciencia de que estaba prácticamente rodeado de federales, intentó escapar y Manuel Andrada, cabo del cuerpo de Blandengues, le boleó el caballo. Nicasio Maciel, un capitanejo conocido como “Arbolito” de la tribu de Catriel, lo lanceó cuando estaba en tierra. Andrada, por su acción, fue ascendido a alférez.

El caballo de Rauch es boleado y lanceado en tierra (Dibujo de F. Fortuny, Archivo General de la Nación)

Fueron derrotados una división de 630 hombres, en el que también perdieron la vida Nicolás Medina, un oficial de 40 años veterano de las campañas de Chile, Perú y de la guerra del Brasil, y otros 17 oficiales. Los que lograron dispersarse, entre ellos muchos heridos, fueron posteriormente emboscados por un grupo de indígenas. Los que no pudieron huir, fueron muertos.

El cadáver fue decapitado y a alguien se le ocurrió arrojar la cabeza en la puerta de la casa de Magdalena Diana, la madre de Prudencio Arnold, en San Miguel del Monte, a quien Rauch había jurado matar. Luego el macabro trofeo fue llevado a Buenos Aires.

Escultura que homenajea al cacique Arbolito en la plaza Mitre de la ciudad de Rauch (x: @MuniRauch)

El 4 de agosto de 1827 Rauch se había casado con Narcisa Victoria Pérez Millán y Quintana; ella se volvería a casar, al año siguiente, con un estanciero alemán.

Hubo quienes pusieron en duda que Maciel y Arbolito hayan sido la misma persona. De todas formas, la fama de este cacique se acrecentó por los relatos de su vida escritos por Osvaldo Bayer que en parte inspiró a la creación, en 1997, de una banda de folk rock.

Rauch parece estar vigilando desde la Plaza Independencia (Facebook: Rauch Informa)

En 1865 fue fundada la ciudad de Rauch y en plaza Independencia, en el centro geográfico del casco urbano, hay un monolito del militar alemán. Enfrente, solo separada por la avenida Belgrano, está la Plaza Mitre donde montado en un caballo galopa en la eternidad de las pampas Nicasio Maciel, al que todos conocían como Arbolito.