Tenía un TOC con la limpieza y creó un servicio para acumuladores compulsivos: desorden, olores y animales muertos

Luján Mere se dedica al rubro de la limpieza desde hace 30 años. Pero hace 8 que se concentra exclusivamente a liberar del amontonamiento de objetos a personas que no pueden deshacerse de ellos, víctimas de un trastorno. Su emprendimiento nació por su obsesión por la limpieza y una recomendación de su psicóloga

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Luján Mere ingresa a la casa de un hombre en tratamiento que vivía en condiciones insalubres

Luján Mere era consciente de su obsesión. Era una limpiadora compulsiva. Desde que se levantaba hasta que se iba a dormir se la pasaba limpiando. “Antes de ir a trabajar ya limpiaba, venía a trabajar, limpiaba. No lo podía controlar. Tenía un TOC (trastorno obsesivo compulsivo) que me perjudicó en todo, en mis amistades, mi relación, mi trabajo. Así que empecé a hacer un tratamiento”, cuenta la mujer que se dedica hace 30 años a la limpieza, y en los últimos 8, en específico, a ofrecer un servicio especial para los acumuladores compulsivos. Aquellas personas que sufren un trastorno que les impide tirar o deshacerse de pertenencias porque creen que necesitan guardarlas a pesar de no tener espacio. Pensar en tirarlas les causa angustia, por lo que viven entre pilas de objetos, sobre mesadas, piletas, escritorios, camas, pasillos, escaleras y más superficies abarrotadas. De acuerdo a la gravedad del trastorno, llegan a vivir en condiciones insalubres.

Luján Mere se dedica a la limpieza hace 30 años y hace 8 a este rubro específico
Luján Mere se dedica a la limpieza hace 30 años y hace 8 a este rubro específico

El TOC por la limpieza de Luján afectaba su vida entera. Tenerla de amiga significaba llegar a su casa, tener que descalzarse (para no llevar la suciedad de la calle), lavarse las manos y ser observado todo el tiempo. “Faltaba que lo hiciera bañar, no más. Siempre me cargaban. Cuando ellos estaban en casa, yo miraba todo, hacía una radiografía en mi cabeza, viendo qué tocaban, si tocaban la mesa, la silla, el mantel, el picaporte, las paredes. Cuando se iban, a las 2 o 3 de la mañana desinfectaba todo el mantel de punta a punta, también las sillas que subía a la mesa y aspiraba todo, trapeaba y lavaba como si se tratara de una limpieza general”, recuerda la mujer que está casada hace 20 años y asegura que su marido agarró algunas de sus mañas. Lo describe como bastante ordenado y limpio. Hoy es quien le dice que al fin descansa de que su cabeza no esté girando todo el tiempo alrededor de la limpieza. “Está bueno ser limpio y ordenado, pero no irse al extremo”, afirma la mujer.

Preocupada por su conducta, inició un tratamiento y fue su psicóloga la que le recomendó volcar todo eso que le venía sucediendo en su trabajo. “De hecho ya lo venía volcando, pero empecé a darle otra forma y así empezó el tema de acumuladores compulsivos”, cuenta la mujer de 50 años que se crió en Fiorito y actualmente vive en Villa Celina. Se animó a este tipo de limpieza desde el momento en que fue contratada por una mujer para que se ocupara de la casa de su madre. “Esa señora tenía 17 perros y esa fue mi primer casa de acumuladores compulsivos. A partir de ahí arranqué y no paré nunca porque empecé a subir las fotos del antes y después”, explica quien a partir de este primera experiencia se hizo su propia publicidad con las publicaciones en redes, un “trabajo hormiga” que le funcionó. Sus trabajos pueden verse en Instagram (@acumuladorescompulsivosarg), FB y TikTok (acumuladorescompulsivo).

Actualmente Luján va a terapia cada 15 días y desde hace un tiempo cambió de profesional. Pero su emprendimiento de limpieza sigue en pie y le trajo muchos clientes. Al principio la llamaban familiares de acumuladores y hoy en día asegura que lo hacen los propios acumuladores compulsivos. “Es algo como inusual, porque ningún acumulador te dice vení, tírame las cosas. Es que tengo una manera de llegar muy buena. No es agresiva. No es invasiva y ellos se sienten seguros. La idea no es tirar cosas, sino soltar. Así que se terminan enganchando con la limpieza, con el orden”, expresa la mujer que trabaja junto a un equipo de personas que como a ella, les gusta hacer este trabajo, más allá de la remuneración. “Ningún acumulador compulsivo me llamó para hacer de vuelta la limpieza porque no quieren vivir así. Se dan cuenta de ello. Así que una vez que le sacás todo eso que está tapado de de mugre, de desorden y ven como todo más ordenado, más limpio, les cambia la vida un montonazo”.

Luján Mere con sus hijos
Luján Mere con sus hijos

Cada vez que termina el trabajo en casa de un acumulador, ya contabilizó que se ocupó de unas 100, Luján siente que impacta emocionalmente. Le afectaba mucho y ahora cree que lo controla mejor. Atribuye el diagnóstico de su fibromialgia a esta situación. “Me daba mucha angustia, mucha impotencia. Me preguntaba… ¿”por qué la gente llega a esa situación? ¿Qué le pasa a la familia que no se mete?’ Pero estás adentro de las casas te das cuenta que la familia no tiene la culpa. A veces, hay gente que se atrinchera. Hubo un caso de una persona que se atrincheró y el familiar quería entrar pero él se negaba. Tuvimos que llamar a la policía, llamar a un cerrajero, abrir la puerta este de una manera bastante brusca porque no quería. Había muchas cucarachas, muchas ratas. No es fácil, no es fácil limpiar la casa de un acumulador”.

Su deseo es conseguir un sponsor, alguien que quiera auspiciar su trabajo porque cree que es una buena idea que lo costee otro, que sea un servicio gratuito para el acumulador. Considera que hay personas que no la llaman por una cuestión económica. “Yo no cobro caro, pero imaginate que un volquete sale 60 mil pesos”. Y agrega: “no hice esto pensando en llenarme los bolsillos de plata, sino lo hice para dar este servicio que sé que no lo hacen en ningún lado”, explica. Su otro anhelo es la creación de un 0800 para que “la gente pueda volcar las denuncias, que haya talleres de prevención, folletos en las escuelas, la municipalidad, que se les enseñe a los chicos a ser limpios y tener una materia de higiene y de orden. Porque esto viene de arrastre, más allá que se terminan haciendo acumuladores por depresión o estrés, o ponele el nombre que quieras. También esto viene de chico”, dice dejando en claro que ella no es profesional de la salud, ni psicóloga, ni psiquiatra. Y tiene una idea más. La creación de Uber carrero, que permita al acumulador ubicar a los carreros a 10 cuadras y sacar las cosas a la calle. “Así se benefician todos”.

Otro de los departamentos de un acumulador compulsivo que llamó para que lo ayudara

Después de la limpieza, llenar varios volquetes en muchos casos, hace un seguimiento por teléfono. Les pregunta por su vida. Se hace un tiempo para eso. Le pregunta si va a terapia, si retomó su trabajo, si le buscó la vuelta a algún problema. “Yo soy una persona que ayuda al acumulador a que pueda encaminar su vida. A darle un empujoncito, levantarlo del piso, ayudarlo a que se pare y después que continúe con su vida. Es como si estuvieran atrapados por un muro y no pueden salir. Entonces cuando vos le rompes ese muro y le mostrará la salida, ellos ya después toman las riendas de su vida. Y se animan”, asegura.

A la hora de recordar la casa que más le impactó menciona la primera, la de la mujer de los perros. “Dormía entre medio de la materia fecal en un colchón. Tenía 17 perros y ellos hacían sus necesidades sobre el colchón y ella dormía arriba”, contó. También el último trabajo que hizo. Un departamento “impregnado de ratas. Muchas, muchas ratas sacamos de ahí. Del bidet, del inodoro. Estaban todos los bichos ahí, vivos y muertos. Era un asco”, recuerda impresionada. Ese departamento, lo pudieron vaciar en cinco horas este y todavía esta sorprendida de haberse encontrado con esa suciedad extrema. En el video completo en su TikTok pueden verse a las ratas (vivas y muertas), el baño lleno de papel higiénico sucio cubriendo el piso, la heladera con comida putrefacta. La gente le pide la segunda parte del video, como si se tratara de estos programas norteamericanos que van mostrando el trabajo paso a paso, que hacen en estas situaciones. “Lamentablemente no se pudo hacer ni la segunda, ni la tercera parte, porque no había luz y no había agua”, precisa por la situación. Otra experiencia dramática fue el ingreso a una casa de una persona con Síndrome de Noe, que vivía con 31 gatos. Limpiando encontraron 17 gatos muertos entre medio de las cosas”.

Muchos seguidores le preguntan sobre las diferencias entre un acumulador compulsivo y una persona con el síndrome de Diógenes. Dice que jamás hizo un vivo sobre este tema porque dice que eso no le corresponde a ella, sino a un profesional de la salud. Pero menciona los síndromes, el de Diógenes, personas que abandonan su higiene personal y acumulan basura; el de Noé, que juntan animales; el de Babilonia, que se llenan de plantas; el de Harry Potter, los que apilan libros. Para sus seguidores, engloba a todos bajo un denominador común, acumuladores compulsivos, para simplificar.

Una mujer deja en manos de Luján Mere la limpieza de su casa

“Por lo general, todos los acumuladores compulsivos que visité en sus casas en lo personal son limpios, se bañan, salen a comer, a tomar un café. Yo trabajé con personas de los medios, no voy a decir quién, porque no corresponde. La ves en la tele o en la calle y no podés creer que esa persona sea acumuladora compulsiva”, asegura.

La limpiadora también es organizadora y mucho más. Está en todo los detalles pensando en el día a día de la persona. “Le organizo todo, con etiquetas en los muebles, donde va cada cubierto, las tazas, los vasos, el ropero. Pego una fotocopia para que sepa cómo ir manejándose en la semana. Que eso lo tiene que hacer un acompañante terapéutico, con un cronograma sobre lo que tiene que hacer, como por ejemplo por la mañana: lavarse la cara, cepillarse los dientes, hacer la cama, lavar los platos, limpiar el baño para que la persona se vaya guiando. Pero acá, en la Argentina eso no existe, y por ahora, lo estoy haciendo yo. Se hace lo que se puede Por ahí, más adelante, de acá a 30 años eso se haga como en Estados Unidos donde hay un acompañamiento”, concluye.

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