El tatuador que luchó contra sus adicciones y hoy ayuda a otros en una fundación que está en riesgo de desaparecer

Juan Pablo Rodríguez fundó “Un tatuaje por una sonrisa” en 2011 y desde entonces brinda capacitaciones y da trabajo a adultos mayores. Hace unos días logró que la familia de un niño con cáncer accediera a un auto nuevo tras un terrible robo, pero ahora le toca pedir ayuda para seguir con su labor

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Juan Pablo Rodríguez se dedica desde hace 13 años a servir (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)
Juan Pablo Rodríguez se dedica desde hace 13 años a servir (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)

La historia de Bruno, el pequeño que pelea contra un cáncer y que padeció el robo del vehículo en el cual su papá lo trasladaba para recibir quimioterapia, conmocionó a toda la provincia de Córdoba. El caso de viralizó y el pedido de socorro tuvo final feliz cuando llegó a Juan Pablo Rodríguez, un hombre que desde hace 13 años dedica su vida “a servir”. Así define la inmensa tarea que montó sobre sus hombros porque tiene el sueño de sacar el hambre del país y que todos los niños y personas adultas que hoy padecen algún tipo de carencia, vuelvan a sonreír.

Su vida no fue fácil. Conoció la inclemencia del frío, el hambre que hace tronar las tripas y las adicciones. No había notado qué generaba con su consumo problemático de sustancias en su familia hasta que hojeando el cuaderno de su hijo, sin saber qué hacía, leyó: “odio a mi papá”. Cuatro palabras que lo golpearon como nada lo había hecho antes y en ese instante decidió dar un giro a su vida para que su niño se sintiera orgulloso de él.

Comenzó el camino de la rehabilitación y a relacionarse “con otras personas inmersas en la problemática, desarrollando acciones de apoyo, contención e inclusión social”, cuenta. “Así surge todo el trabajo realizado con problemáticas emergentes como las adicciones, pobreza, exclusión, integración, reinserción, educación, etc., de jóvenes de la ciudad y provincia de Córdoba”.

Entregando donaciones en un barrio (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)
Entregando donaciones en un barrio (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)

Su labor comenzó como algo ocasional regalando tatuajes, pero no pudo parar (la realidad no lo dejó) y sus acciones comenzaron a hacerse notar; en 2015 logró inscribirse como asociación sin fines de lucro. Desde ahí la ayuda se extendió a talleres de capacitación y generación de empleo, comedores, merenderos, escuelitas de fútbol y una panadería que emplea a mujeres mayores de 50 años que estaban desocupadas.

En 2017, recibió un mensaje del Papa Francisco que al saber de su tarea lo invitó a viajar a Roma. En marzo de 2023, recibió un video del expresidente de Uruguay, José Mujica, que le dijo que lo conocía y que quería estrecharle la mano; lo visitó y nació un vínculo que lo conmueve.

Renacer por medio de la solidaridad

Haber leído aquellas palabras en el cuaderno de su hijo cambió su vida. Fue tal el impacto que decidió ser otra persona. O, mejor dicho, dejar salir al tipo bueno que se escondía en la coraza que lo llevó a hundirse en las adicciones.

“Fue un clic que necesitaba hacer. Quería que mi hijo piense: ¡Quiero ser como mi papá!, y no que me odie”, recuerda emocionado. Juan Pablo es tatuador y estaba vinculado a la hinchada de Belgrano de Córdoba, a la que le propuso realizar una campaña solidaria: les haría un tatuaje a cambio de un juguete para los niños y niñas de barrios vulnerables.

“Quería que mi hijo viera que el papá había vencido la adicción y que ahora hacía alguna acción linda. Esa campaña se hizo viral y, como yo era tatuador, adicto a las drogas, un tipo al que la familia lo odiaba, que la mujer lo estaba por dejar, que se fundió (porque fue una época de los saqueos de Córdoba) se hizo viral y tenía cantidad de micrófonos haciéndome nota, y lo supe aprovechar. A esa campaña le quedó el nombre Un tatuaje con la sonrisa. Después comenzamos a hacer acciones con todos los hinchas, llevamos los juguetes al norte de la provincia y así empezó todo”, resume el nacimiento de la fundación.

Juan Pablo Rodríguez tuvo la necesidad de cambiar por su hijo , que en lugar de odiarlo se sintiera orgulloso (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)
Juan Pablo Rodríguez tuvo la necesidad de cambiar por su hijo , que en lugar de odiarlo se sintiera orgulloso (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)

Encaminado en las acciones solidarias, también comenzó a ayudar a otras personas que estaban atrapadas en el círculo vicioso de las adicciones. “Digo que una persona adicta siempre es adicta, se puede tentar todos los días, pero elige no hacerlo. Ese es mi caso, elijo no volver a consumir”, afirma y al repasar su presente se siente emocionado porque hoy la gente lo reconoce en la calle. “Se dan vuelta a saludar cuando me ven, me saludan porque me siguen en las redes”, dice el hombre nacido en San Vicente, y que creció en barrio Empalme. También estudió la carrera de Gestión Pública en la Universidad Católica de Córdoba (UCC).

Dejó de ocuparse de él para dedicarse de lleno a la nueva tarea que fue ampliando según las necesidades que veía. Cuando ya estaba encaminado, en 2013, sufrió el robo de las donaciones recolectadas en su local de tatuajes y todas las máquinas que usaba, a fin de ese año, el 5 de diciembre, a su mamá le diagnosticaron cáncer ý falleció el 13 de enero siguiente.

“Fue muy duro, me preguntaba: ‘¿Por qué mi mamá?’ y un día me crucé con Jorgito, un chiquito de 8 años que también tenía cáncer, eso me conmovió mucho y cambié la pregunta: ‘¿Por qué no mi mamá?’, si le dio a ella y a ese nene... Hacer algo por ellos también me dio fuerzas. Desde ahí, el Hospital de Niños para mí es sagrado”.

Desde aquel primer viaje, hubo más de 150, asistió desde la fundación (creada en 2015) a 180 familias. A esa ayuda le sumó una campaña para conseguir y entregar otras cientos de sillas de rueda en todo el país. Comenzó a enseñar a tatuar a chicos judicializados, armó un hogar para familias que tienen a sus hijos en tratamiento oncológico al que nombró “Patch Adams”, en honor al médico estadounidense Hunter Doherty “Patch” Adams, el que creó la risoterapia. Fundó comedores, merenderos, una escuela de fútbol para niños amputados a la que asisten unos 90 chicos. Abrió una panadería que elabora entre 5 mil y 6 mil pizzas congeladas.

La panadería de la fundación que elabora pizza para vender (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)
La panadería de la fundación que elabora pizza para vender (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)

“Nuestro objetivo es diseñar y ejecutar programas y proyectos para la promoción humana, social y laboral de personas mayores de edad que se encuentren en situaciones de riesgo y vulnerabilidad social. Tenemos talleres de capacitación en oficios, charlas sobre adicciones, salud reproductiva, violencia familiar, equidad de género, talleres artísticos y culturales, deportivos, educación formal y no formal, campañas y eventos solidarios; 20 talleres de arte y oficio dictados por profesionales que, por medio de los cursos y capacitaciones, brindan fuente de trabajo a personas en situación de vulnerabilidad social y/o sostén de familia que se encuentran sin trabajo, entre otras actividades”.

“Todo esto está en riesgo porque estoy solo con todo, sin contención económica. Esta fundación está a punto de cerrar. No cuento con apoyo estatal para hacer todo esto. No me tomo vacaciones, no tengo casa propia... Con mi familia nos dedicamos a ayudar a los demás. No quiero nada para mí sino que llegue la ayuda de la provincia para seguir con esta labor que ya conocen. Sino no podés seguir sosteniendo los talleres. La gente viene y recibe todo de manera gratuita, pero yo pago todo y nada me sale gratis. Hay cuestiones internas que la gente no sabe, pero la ayuda que necesita la fundación es la contención que necesitamos. No digo que me den sino que se que se fijen, que bajen los recursos que la fundación necesita para estar tranquilo en mi cabeza. Y que después que hagan auditorías y se fijen que las cosas funcionen”, explica.

El 23 de marzo de 2023 visitó al Papa Francisco (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)
El 23 de marzo de 2023 visitó al Papa Francisco (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)

Dos “fanas” especiales

El Papa Francisco supo de la tarea que realiza en Córdoba y por medio de su secretario lo invitó a verlo en una audiencia en Roma “con orden de privilegio en la que está el Papa a cinco metros”, recuerda sobre el encuentro del 6 de diciembre a las 8 de la mañana al que llegó junto al productor José Palazzo, su amigo y quien costeó los pasajes.

“Fue emocionante. Cuando lo saludé, le pedí que me devolviera la fe... y le conté el trabajo de la fundación. Él se me acercó y me dijo: ‘Por cada niño o enfermo que ayudes estás acariciando a Dios. No bajes los brazos’”, recuerda todavía emocionado.

Quien también lo invitó a visitarlo fue el exmandatario de Uruguay, “Pepe” Mujica. “Un día conté en un video que soñaba con conocerlo y una chica uruguaya que me sigue se lo hizo llegar y recibo un mensaje en el que él me dice que sabe quién soy, lo que hago y que será un placer que lo visite en su casa... Pensé que era un chiste. Fui y estuve dos horas con él, tomando mate cocido en su casa. Lo sigo mucho, me gusta como piensa... Yo me compré un saco nuevo y él estaba re de entrecasa. Es un genio el viejo”, define.

En la casa de Pepe Mújica (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)
En la casa de Pepe Mújica (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)

Feliz, recuerda sus palabras: “Rodríguez, usted tiene un gran potencial, es una máquina de hacer cosas. Nadie dice que no podría ser presidente de la República. Vaya paso a paso, pero vaya”, me dijo. No se siente lejos de esa idea.

El auto de Bruno

Nueve meses atrás, la familia de Bruno supo que el pequeño de 5 años tenía cáncer. Comenzaron con los estudios que revelaron que tenía un tumor avanzado. Se trasladaron a la capital de Córdoba para comenzar su tratamiento en el Hospital de Niños.

Bruno quedó internado y sus padres, Paula y Marcelo, se hospedaron en una casa alojamiento para familias en esa situación. El camino no fue fácil, pero hace unas semanas recibieron la buena noticia: podían volver a casa y regresar sólo para controles. La alegría se opacó el 29 de febrero cuando les robaron el auto que los trasladaría de la puerta del hospital.

Bruno y su familia (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)
Bruno y su familia (Fundación Un Tatuaje Por Una Sonrisa)

La noticia se hizo viral, llegó a Juan Pablo que no paró hasta lograr por medio de una campaña reunir más de 2 millones de pesos. Habló con los dueños de una concesionaria quienes en lugar de ofrecer un vehículo por ese dinero aportaron la misma cantidad. Gracias a tremenda acción, Bruno pudo regresar con sus padres a su casa. “En unas pocas horas, gracias a la solidaridad de cientos de personas, pudimos juntar más de dos millones de pesos para que Brunito tenga su auto. Me junté con el dueño de la agencia Ferez, que supo del caso y se puso a disposición. Donaron más de 2 millones de pesos y le entregamos un Chevrolet Vectra 2009 full, con gas, aire acondicionado, impecable. Y además contrataron a un Hombre Araña para que esté con Bruno. Todo se hizo en conjunto”, cuenta.

La familia, que había perdido un Duna no sabía qué vehículo los esperaba y al verlo se mostraron muy felices y agradecidos.

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