Clarita Segura, una adolescente que podría ser canonizada como santa, vivió solo 17 años, pero dejó una huella perdurable. Era divertida, independiente y tenía una personalidad marcada, pero sobre todo se destacaba por su generosidad y su falta de apego a las posesiones materiales, llevaba paz y armonía a su entorno. Algunos la llaman “la Carlo Acutis Argentina”, por las similitudes con el beato italiano conocido como el “influencer de Dios”, debido a que ambos vivieron vidas cortas pero significativas y tienen gran llegada e inspiran a adolescentes. No vivió la era de internet, pero tiene avatar propio.
Hoy es la primera fiesta litúrgica de Mama Antula como Santa. Que la figura de la primera santa argentina ayude a impulsar a esta otra laica en su proceso de canonización.
Santos de jeans y zapatillas
Clarita Segura nació en Buenos Aires el 15 de mayo de 1978, fue la más joven y única mujer en una familia de seis hijos. Su madre, Clara, es ama de casa, y su padre, Diego, era ingeniero. Desde su infancia, demostró una combinación única de independencia y docilidad, con un carácter fuerte y obediente, además de ser generosa y desprendida de sus posesiones. A pesar de vivir en un entorno moderno, lograba mantenerse conectada sin perder su autenticidad.
En 1992, la familia se trasladó desde Bella Vista a Capital Federal y Clarita ingresó al Colegio Los Robles. Desde entonces hasta su fallecimiento en 1995 participó activamente en peregrinaciones a pie a Luján y San Nicolás, caminando hasta 200 kilómetros en cuatro días.
Clarita se destacaba como líder natural entre sus compañeras, aunque procuraba no resaltar demasiado. Siempre abogaba por lo que consideraba justo, con respeto y convicción. Su personalidad era contagiosamente divertida, irradiando una alegría genuina. Aquellos que la conocieron la describen como una joven coherente entre sus creencias, los valores del Evangelio, y su forma de vida.
“Clarita era una adolescente que vivió con suma normalidad su adolescencia y su fe, a la vez que se santificó en su vida ordinaria, como estudiante, como hija, amiga y hermana. No hay que buscar en su vida hechos extraordinarios sino la forma de vivir extraordinariamente bien su vida cotidiana”. Así expresa a Infobae, Juan Francisco Reinoso, postulador de la Causa de beatificación y canonización de Clarita y rector del Colegio Los Robles.
Reinoso, quien además está casado y es padre de cuatro hijos, dice: “Pienso que ella puede ser un modelo sumamente actual para los jóvenes y adolescentes de este momento histórico, porque es alcanzable, porque encarna los valores propios de esa edad como la lealtad a sus amigas, su honestidad y fidelidad a sí misma y sus creencias y valores, su valentía al compartir y proponer su fe, su capacidad de confrontar cuando era necesario, sin miedo a decir lo que pensaba, con fuerza y respeto. Su rebeldía frente a lo que todos hacen”. Así la define el postulador.
Diarios íntimos
En 1988 empieza a mantener una costumbre de muchas adolescentes y jovencitas de esa generación, registrar su día a día en diarios íntimos. Uno de sus escritos extraídos de sus cuadernos dice:
“Gracias, Dios, por hacerme tan feliz. Diosito, sos lo mejor de mi vida. Me quiero acercar a vos, por favor, hablá un poco más alto que mucho no te oigo. (…) Dame fuerzas y ganas para poder llevar con amor y cariño mi cruz. Prendeme igual que el fósforo a la vela y consumime con tu fuego de amor y cariño. Enseñame, yo estoy dispuesta a aprender y luchar por mis principios”. (03.11.1993)
La totalidad de estos cuadernos escritos por Clarita son parte del material escrito que forma parte de su Causa y serán enviados junto a otro material al Vaticano a la brevedad.
Un primer amor en el boliche familiar
Clarita nunca tuvo un novio, pero desde joven expresaba su deseo de casarse y formar una familia, una meta que lamentablemente no pudo alcanzar debido a la fugacidad de su vida. A pesar de ello, siempre estuvo rodeada de amigas y solía disfrutar de salidas a bailar. La familia organizaba matinés los fines de semana para adolescentes en el boliche Tasmania de Recoleta. Ramón, uno de los hermanos de Clarita, era DJ, mientras que su madre atendía la barra, que solo ofrecía gaseosas, sin nada de alcohol. Clarita se encargaba de distribuir las entradas para los eventos, gracias a su habilidad para comunicarse y hacer amistades.
Entre las anécdotas de la vida de Clarita, se encuentra el testimonio de un joven que en su momento le declaró su amor:
“Nunca olvidaré esa noche del ´94 en Tasmania, donde la conocí. Yo estaba en segundo año del secundario del colegio Newman, tenía 14 años, y la vi ahí, preciosa, era la belleza en persona. Cuando llegaron los lentos junté todo mi coraje y la saqué a bailar, lo que aceptó. Fue mágico. Pasaron ya casi 30 años, por eso no recuerdo los detalles, pero fue gracioso cuando le pregunté ¿venís mucho por acá? y Clarita me dijo algo como “sí, es el boliche de mi familia” jajaja”
El testimonio del caballero continúa diciendo: “Soy muy alto como le gustaba a Clara, morocho, ahora ya con muchas canas, y también con el mismo anhelo de santidad que Clarita. Quizás también nos atrajo eso mutuamente, son cosas que se transmiten sin hablar. (…) Estoy convencido que ella también sentía algo por mí.... pero en ese momento y a esa edad hicieron que la cosa no prosperara. Luego de tres o cuatro veces de vernos, charlar, reírnos y bailar juntos, un día “me cortó el rostro”. De nuevo, no recuerdo los detalles de su “por qué”, pero creo recordar que la diferencia de edad fue un factor importante”, concluye el escrito. Este es uno de los tantos testimonios de amigos y conocidos que llegaron a la postulación de la Causa.
Síntomas e internación
El 27 de septiembre de 1994, dos días después de la última peregrinación de Clarita hacia el Santuario de la Virgen de San Nicolás, estando en perfecto estado de salud escribe a la Virgen María en su cuaderno espiritual: “Ya sé que tengo que ser paciente y que me están preparando para algo enorme y muy duro, pero lo único que pido desesperada es ayuda, algo o alguien en quien apoyarme, a quien abrirme, explayarme. Estoy como ciega ante tus pedidos, no puedo oír y eso me pone más nerviosa y sorda todavía. Por lo menos ya tengo una pista luego de una larga caminata. Es más o menos así: siempre que recemos y adoramos, Vos nos vas a guiar. Te tengo que entregar mi corazón y rezar y Vos me guiarás a donde yo debo ir”. Así se expresaba la joven.
Casi seis meses antes de su muerte, Clarita dejaba por escrito lo que nadie esperaba.
El 21 de febrero de 1995 comienzan los primeros síntomas de su enfermedad y es internada en el Sanatorio de la Trinidad. Una bacteria se había alojado en su corazón.
El doctor Gerardo Lorenzino, un prestigioso galeno, la recibió en la clínica porteña. Acostumbrado a tratar un promedio de 2.500 pacientes por año, recuerda en particular el caso de Clara, sobre todo por lo que, luego, significó en su vida: “No sentí en ella el desafío del enfermo grave. Apenas la vi le tomé las manos porque tenía que explicarle que tenía que ir a terapia para ser controlada. Recuerdo que tenía una mirada dulcísima. Sonreía. En Clarita también fue invadida totalmente [por la enfermedad], como si ella hubiera bajado sus defensas voluntariamente. No había una situación de stress; era como algo que ella esperaba. Nada que fuera exógeno le dio posibilidad de recuperarse, o no la usó, casi volitivamente. En muy poco tiempo todas las maniobras sólo la llevaron a complicar la situación. No sé cómo sobrevivía. En una insuficiencia respiratoria nunca vi en ella la sed de aire, la desesperación por vivir. Era como si todo hubiera sido esperado”.
Clarita falleció el 7 de marzo de 1995 a las 22:15 horas. Sus restos descansan el cementerio Memorial, ubicado en la localidad bonaerense de Pilar.
Camino a los altares
Tras su muerte su Causa de Beatificación y Canonización se inicia cuando un sacerdote amigo de sus padres solicita leer los escritos plasmados en las agendas y los cuadernos escritos en los que registraba sus vivencias durante sus retiros espirituales. El sacerdote, luego de leerlos, comenta que en esos escritos veía elementos suficientes para iniciar una causa de canonización.
“Tuve el regalo inmenso de conocer personalmente a Clarita. Creo que Clarita es santa por dos motivos: primero, porque su mirada, su coherencia de vida hablaban de Dios. Y segundo, porque supo aceptar con amor y con absoluta resignación la voluntad de Dios cuando meses antes de su enfermedad intuyó en lo profundo del corazón que algo doloroso y difícil le tocaba vivir… Abrazó el dolor”. Así lo expresó a Infobae el Padre Santiago Aduriz Berro, un párroco porteño.
La Causa de Clarita comienza cuando Jorge Mario Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires. Él fue el encargado de designar a los miembros del tribunal para la instrucción de la Causa. Posteriormente, siendo ya el papa Francisco, se comunicó con los postuladores para estar al tanto de esta Causa, como de las otras Causas argentinas.
Actualmente Clarita es Sierva de Dios, el primer reconocimiento en un proceso de Canonización. En breve finalizará la fase diocesana de la Causa y se enviará al Vaticano toda la documentación de esta instancia. Las gracias por las cuales le piden intercesión a Clarita son desde la salud para los enfermos y embarazos hasta ayuda para estudiantes con dificultades de aprendizaje. Para informar una gracia, se puede contactar a claritasegura@claritasegura.org
Es llamativo ver el entusiasmo y la devoción que ha generado la vida ejemplar de Clarita entre los jóvenes de Argentina y de otros lugares del mundo. El hecho de que lleven pancartas y material de difusión en cada encuentro pastoral juvenil muestra el impacto profundo que ha tenido en ellos. Además, la presencia de devoción en países como Estados Unidos, Brasil, Italia, Eslovaquia y otros, destaca el alcance global de su legado y la inspiración que brinda a personas de diferentes culturas y contextos. Este tipo de testimonios de vidas de mujeres y hombres, individuos ejemplares, parecen ser muy inspiradores para los adolescentes y jóvenes de este tiempo.
Hoy, 7 de marzo de 2024, en ocasión de la primera fiesta litúrgica de Mama Antula como Santa, las autoras de este artículo queremos homenajearla con la historia de otra mujer ejemplar y laica como ella. Mama Antula y Clarita Segura fallecieron un 7 de marzo.
Crédito de las fotos: Colegio Los Robles