La pareja argentina que participó del descubrimiento de una tumba egipcia: qué encontraron al ingresar

Nora Ponce y Emilio Sessa son un matrimonio de arquitectos, que junto a una veintena de expertos, conforman un proyecto de estudio y conservación en Luxor. Investigan la vida de Amenmose, un noble egipcio que vivió entre los años 1479-1458 A.C. La dupla revela cómo realizaron la tarea, y los 500 objetos que recuperaron

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Una vista aérea, tomada desde
Una vista aérea, tomada desde un globo aerostático, del lugar donde trabajó el equipo argentino en su cuarta campaña (Fotos: Gentileza Proyecto Amenmose)

Por cuarta vez, los integrantes del Proyecto Amenmose, dirigido por la egiptóloga y doctora en Historia Andrea Zingarelli, viajaron a Luxor, Egipto, para continuar con la investigación de la tumba de Amenmose, que data de 3500 años de antigüedad. En 2023 ya habían descubierto los indicios de la entrada original del lugar donde descansa el tebano, quien se cree fue un cantero de Amón que se destacó como trabajador de la necrópolis. Sin embargo, no habían podido excavar los dos metros de sedimentos que tapaban el ingreso, y esta vez no solo pudieron acceder, sino que además diseñaron y colocaron una puerta de hierro, en base a una interpretación de la ubicación y características propias de la época. Los encargados de esta tarea fueron Nora Ponce y Emilio Sessa, una pareja de arquitectos argentinos, que se sumó al equipo en la tercera campaña. La dupla charló con Infobae y reveló los hallazgos que contemplaron las 24 personas que participaron, junto al aporte de los trabajadores egipcios.

Especialistas en el Antiguo Egipto

Amenmose significa “Hijo de Amón”, y habría vivido entre los años 1479-1458 A.C. Su tumba está ubicada a 700 kilómetros de El Cairo, en el sur de la actual Luxor, que en la antigüedad era llamaba Tebas. Como se encuentra en la parte baja de la colina, en lo que se conoce como el “Valle de los nobles”, se estima que era un funcionario menor que realizó varios encargos durante el denominado Reino Nuevo. “Este viaje cumplió ampliamente con las expectativas, trabajamos intensamente, desde que excavamos junto con los arqueólogos el primer día, y la verdad es que no imaginamos que como arquitectos en algún momento íbamos a poder contribuir en un trabajo como este”, expresa Nora en diálogo con este medio. Su marido comparte el mismo sentimiento, y con sinceridad confiesa que cuando estudiaron las construcciones del Antiguo Egipto, jamás pensaron que podría ser material laboral en el futuro.

Todos los integrantes del grupo
Todos los integrantes del grupo junto a los trabajadores egipcios que aportaron sus conocimientos y mano de obra, frente a la flamante entrada a la tumba de Amenmose

La sensación de estar en medio de un documental, o viviendo una aventura de película les parecía muy lejana, y prácticamente utópica. “Es un trabajo muy distinto al que hacemos en general nosotros, que estamos acostumbrados a fabricar cosas, y acá ya está todo fabricado; tenemos el hábito de intentar anticiparnos, de proyectar algo que imaginamos, y acá todo lo que nos imaginamos es distinto a lo que se descubre después”, ejemplifica Emilio, apodado Milo por los miembros del grupo. Siempre tuvieron interés por los misterios de la civilización egipcia, e incluso habían visitado algunos templos por curiosidad en el pasado, pero esta experiencia fue completamente distinta. “Poder convivir durante 23 días de excavaciones, todos profesionales de distintas áreas, pero que van hacia la misma dirección, y trabajar codo a codo con la mano de obra egipcia, compartir sus formas y códigos de trabajo, fue realmente enriquecedor a nivel personal y profesional”, sostienen.

La travesía comenzó el 30 de diciembre de 2023, cuando partieron desde Buenos Aires, y regresaron el 4 de febrero, con mucho material para continuar con la labor durante todo el año. “Como somos docentes, y todo el grupo en general en febrero ya está ocupado con la actividad docente, o de investigación, fue excelente haber podido ir en esa fecha, también por el clima, que fue muy agradable, y no pasamos el calor del año pasado, que dificulta un poco más las jornadas”, indican. El proyecto está integrado por arquitectos, historiadores del arte, arqueólogas, físicos, museólogas, la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de la Plata, miembros del Instituto de Antropología de Córdoba (IDACOR); de la Facultad de Arte de la Universidad Nacional de Tucumán; de la Universidad de Buenos Aires; de la Universidad Nacional de la Pampa; e investigadores del CONICET.

Nora y Emilio durante el
Nora y Emilio durante el paseo en globo, que les permitió capturar imágenes desde el cielo, ya que en el área protegida no pueden usar drones

“Sentíamos una responsabilidad muy grande, porque toda esta gente vino con lo suyo, haciendo un sacrificio para poder costear sus pasajes y la estadía; la iniciativa no tiene financiación más que las ferias de platos, las rifas y la colaboración ciudadana; con lo que se juntó se pudo pagar a los trabajadores egipcios que nos ayudaron, y todo el grupo dependía de que la puerta se hiciera, y que se pudiera entrar para avanzar con las tareas de conservación en el interior”, explica Nora. Sin duda, la parte más compleja del proceso es el financiamiento, porque se trata de profesionales voluntarios, que realizan campañas de recaudación de fondos a través de su cuenta de Instagram, @proyectoamenmose, donde publican un link de colaboración, y sin el “granito de arena” de los seguidores -nunca mejor dicho al tratarse de tareas de recuperación histórica en pleno desierto-, sería imposible llevar a cabo las campañas.

Desafíos y aciertos

Hace casi un año, el 8 de marzo, el Día de la Mujer, que además coincidió con el cumpleaños de la directora del proyecto, descubrieron dos jambas con inscripciones: una era el nombre de Amenmose, y la otra una fórmula de ofrenda con una imagen de él en una mesa de ofrendas. Luego de pasarle cuidadosamente el cepillo a todo el frente, supieron que estaban frente a lo que buscaban hacía tres años, el ingreso a la tumba. “En ese momento ya estábamos por volver, así que no se pudo desmontar todo lo que tapaba el acceso, y no nos imaginábamos cuál iba a ser la posición de la puerta; en cambio esta vez pudimos excavar los dos metros de sedimentos y entender cuáles eran los laterales y la parte superior”, celebran.

Antes la única forma de ingresar al interior era a través de un pasaje muy pequeño desde una tumba cercana, por un túnel de 50 centímetros por 37, y esta dificultad hacía inviable el trabajo de conservación, sin poder entrar de una manera peatonal, llevar los equipos necesarios y realizar las limpiezas correspondientes. Por eso el objetivo central de esta cuarta odisea era liberar la entrada original, y colocar una puerta para resguardar los hallazgos. “No sabíamos cuánto tiempo nos iba a llevar diseñarla y colocarla, pero se pudo hacer en los primeros 10 días, y uno de los miedos era que al abrirla afectara la temperatura del interior de la tumba, que se mantuvo durante todo este tiempo; pero por suerte no se modificó, es decir que tiene una aislación térmica increíble, que permite pensar que no va a alterar las pinturas de escenas cotidianas que se encuentran en todas las paredes”, revela Milo.

El equipo de conservación en
El equipo de conservación en el interior de la tumba: realizaron una limpieza de paredes ennegrecidas que arrojaron nuevas escenas que datan de 3500 años de antigüedad

Ambos se sorprendieron muchísimo cuando fueron testigos de las tareas de limpieza de aquellas paredes, porque vieron cómo emergían los colores originales, de lo que al principio parecían solamente sombras. “No podíamos creer que algo que está ahí hace 3.500 años conserve con tanta intensidad su coloración, y ahí entendimos aún más la importancia de poder ingresar para realizar todo ese relevamiento”, aseguran. Otra de las cuestiones que los dejó anonadados es el método de trabajo local, que les generó mucha admiración, y consideran esenciales los conocimientos de la población del lugar. “Ver a los trabajadores egipcios, cómo cargan las piedras, de manera absolutamente artesanal y manual, ver cómo tallan una piedra maciza solamente con dos piquetas, trabajan con muy pocos materiales externos, solamente cemento y pintura que compramos, todo lo demás era material del lugar; uno ve todo eso y entiende cómo se hicieron las pirámides, porque son trabajadores incansables, muy talentosos”, remarca el arquitecto.

Definen la tumba como “un laberinto de tres dimensiones”, y explican que se convive con incertidumbre en cada amanecer, porque día a día se descubre la lógica del lugar, y la morfología propia de cada sector. Una vez que se encontró dónde debía ir la puerta, comprobaron que el dintel se había desmoronado, y eso requería tener en cuenta ciertas cuestiones estructurales para el nuevo diseño. “Necesitábamos darle rigidez a toda la parte de arriba, en el encuentro con la roca caliza, y decidimos cómo hacerla en constante diálogo con la mano de obra local, y también hay una interpretación de cómo pudo haber sido, que trata de recomponer las condiciones que pudo haber tenido esa puerta en la situación original”, detallan.

Así quedó la entrada reconstruida,
Así quedó la entrada reconstruida, la misma que antes estaba tapada por al menos dos metros de sedimentos y no había sido descubierta hasta el momento

Todo lo que describe la pareja coincide con el testimonio de la doctora Liliana Manzi, directora de la excavación, quien también habló con Infobae. “Los desafíos de esta cuarta campaña, si bien perseguían un mismo objetivo, que era la apertura de la entrada original de la TT318, mediante la remoción de ladrillos y revoque de adobes que la tapiaban desde mediados del siglo XIX, y la colocación de la puerta que actualmente permite y protege el ingreso a la misma, se desarrollaron en simultáneo distintos desempeños grupales”, manifiesta. Por un lado, el equipo de arqueología trabajó en la exposición integran del patio de la tumba, y todavía está en proceso el reconocimiento de la forma del mismo, y la relación que tenga con las prácticas mortuorias de aquellos tiempos y de la época faraónica.

“La excavación del patio permitió exponer una estructura en la roca del sustrato geológico, que podría corresponder a la cámara funeraria de Amenmose, se reconocieron y se vincularon con la tumba otros eventos, tales como la apertura de tumbas de menores dimensiones y al parecer no decoradas; todavía nos falta comprender en qué instancia de uso de este monumento fueron construidas, si podrían relacionarse parentalmente o por vínculos profesionales con Amenmose, y cómo habría sido la circulación ritual en relación a todos estos elementos”, remarca. En la amplia cobertura del terreno comprobaron la existencia de “pozos de saqueo”, que datan diferentes tiempos, y se presupone que tuvieron como fin la remoción de objetos faraónicos, ya sea para el tráfico ilegal de antigüedades, o para datos de investigación.

Los detalles finales de la
Los detalles finales de la pintura de la puerta, realizada por un herrero local y diseñada por la pareja de arquitectos argentinos

Los tres integrantes coinciden en que la civilización egipcia consiguió uno de los anhelos que más persiguieron: la trascendencia. “Después de miles de años seguimos hablando de todo esto, sigue despertando interés, y eso demuestra que por más que estén sepultados, hay vida, porque son documentos vivos de una sociedad que tiene todavía una especie de mito a su alrededor”, argumentan Nora y Milo. El matrimonio se maravilla por la característica de continuidad en las representaciones figurativas, y remarcan que durante 4000 años la civilización egipcia planteó de forma similar en los dibujos y las figuras talladas, aún cuando fue ocupada e invadida por otras culturas, mantuvo su identidad frente a las adversidades.

“El estilo arquitectónico es bastante complejo, sobre todo en los templos, donde asombra la calidad de la construcción, las dimensiones y la inversión de tiempo de miles de personas, porque hay templos donde todos los interiores tienen figuras esculpidas, que tuvieron que haber tallado durante años; y hay algunos que están techados y esculpidos, entonces nos hace preguntarnos si trabajaban con luz artificial, o primero esculpieron todo y después techaron. Es imposible saber cómo funcionó en ese entonces, y ahí está lo místico de todo el asunto”, sentencia el arquitecto.

Andrea Zingarelli junto al Rais
Andrea Zingarelli junto al Rais Ali examinan una estatuilla de “Ba”, un dios representado con cuerpo de ave y cabeza humana

El fin último de las campañas es la apertura al público, y para eso todavía falta, pero cada vez están más cerca de lograrlo. “Tenemos que tener el patio en condiciones, y producir un sistema de escaleras sobre rampas para que se pueda entrar, que sea accesible, y que esté todo debidamente protegido para que la gente pueda visitarlo y ver todos los descubrimientos”, proyectan, y comentan que este 2024 fueron el único grupo argentino en Luxor. Con orgullo, están contentos con los resultados y con formar parte de un proyecto que significa en sí mismo un aporte a la ciencia y al arte, porque además de los informes arqueológicos, se realizaron dibujos de los objetos encontrados, para tener un registro de cada uno, ya que al ser considerados patrimonio de la humanidad, deben dejarlos en Egipto, y es la única manera de generar un catálogo gráfico propio, que se complementa con el registro fotográfico.

Los hallazgos en la tumba

Los 24 profesionales que viajaron se hospedaron todos juntos en un edificio de cuatro pisos ubicado en un sector agrícola, y los días comenzaban a las 5 de la mañana. A las 6 pasaba una combi a buscarlos, para llevarlos al sitio de excavación, y permanecían allí hasta casi las dos de la tarde. Después regresaban a los departamentos para comer, escribir los relevamientos de la jornada y más tarde podían aprovechar para hacer turismo durante un rato, y luego a descansar para volver a empezar la madrugada siguiente. El ajustado cronograma valió la pena, y brindó resultados que los dejaron muy conformes, sobre todo por la cantidad de elementos que encontraron cuando finalmente pudieron ingresar de manera cómoda y viable.

Pierna y pie de momia
Pierna y pie de momia en su sitio exacto de hallazgo original, uno de los muchos hallazgos orgánicos

La doctora Zingarelli, apodada “la Indiana Jones argentina” en virtud de su impecable trayectoria y vocación de servicio, volvió a charlar con este medio, acerca de los 500 nuevos objetos que rescataron. “Primero se recatalogaron los 1000 objetos de la campaña anterior, que habían sido almacenados en cajas, establecimos 19 categorías para clasificarlos; de esa manera sabemos si se trata de material orgánico, madera, figurinas, cuentas de collar o piedra, restos de momias, textiles, conos funerarios que se colocaban sobre las entradas de las tumbas con el nombre y el título, entre otros”, indica. Este método también facilita el estudio de cada pieza recuperada, de una manera más organizada para quien desee investigarlos.

“La cantidad que recopilamos nos motivó a armar estanterías, lo que nos llevó casi la mitad de la campaña, y después hubo algunos objetos particulares, como una figura del Ba, el espíritu que acompaña al difunto en el más allá, que tiene forma de pájaro, en madera pintada”, expresa, y también destaca la recuperación de un fragmento de un sarcófago pintado con la imagen de una diosa con las alas desplegadas. “Otro descubrimiento particular fue un óstracon, un fragmento que en este caso es de cerámica, que tiene una inscripción, y se usaba como modelo para la enseñanza, o se utilizaba para practicar la escritura; pero trata de un capítulo del Libro de los muertos -texto funerario del Antiguo Egipto- de época tardía, y eso es bastante extraño, porque la escritura es de la dinastía XVIII, probablemente, o XIX, y entonces es un hallazgo único, vamos a estudiar por qué está ahí y la mención al dios Osiris -considerado por algunos expertos como el más importante del panteón egipcio, dios de la resurrección, de la regeneración del Nilo y de la fertilidad-”, sostiene.

La directora del proyecto sostiene
La directora del proyecto sostiene un cono funerario, otro de los objetos encontrados
La arqueóloga Liliana Manzi observa un cráneo
La arqueóloga Liliana Manzi observa un cráneo de momia, que luego fue registrado como parte del material encontrado

También descubrieron un fragmento de piedra que dice “cantero de Amón”, el título de Amenmose, por lo que creen que puede haber sido parte del dintel, que actualmente está prácticamente perdido, y por eso se vuelve valioso para la reconstrucción de la tumba. “Hallamos figurinas de dioses de distintos materiales, de cerámica delgada, de madera, muchísimos restos humanos y animales momificados”, describe. En esta campaña pudieron aplicar la fotografía 3D, como técnica para resguardar la información gráfica, y luego de la limpieza de las paredes volvieron a fotografiar, ahora con mayor nitidez, cada una de las escenas retratadas.

“Todavía nos quedan inquietudes, como la profundidad que pueda tener la parte que no llegamos a excavar, si es que ahí está el sarcófago, qué hay en el lugar, y como aparecieron restos de sarcófagos, hay una posibilidad de que haya habido enterramientos superpuestos posteriores”, acota Nora. La arquitecta es compañera de la secundaria de la doctora Zingarelli, se conocen de toda la vida, y así surgió un vínculo que sin saber, las llevaría a Egipto. “Andrea siempre estuvo involucrada en la investigación como egiptóloga, y que me haya tenido en cuenta a mí, y también a Milo, me parece algo increíble, porque realmente nunca creímos que podríamos vivir una experiencia así, con tanto intercambio cultural y la sensación de que hay tanto por descubrir”, confiesa.

El equipo de catalogación en
El equipo de catalogación en plena tarea: en total ya registraron 1500 objetos, en diferentes categorías

La pareja de arquitectos lleva 20 años de amor, son padres de hijos grandes de matrimonios anteriores, y aseguran que este proyecto los llenó de entusiasmo, porque los unió de una manera inesperada. “Fuimos como profesionales, pero también a empujar el carro como todo el mundo, a trabajar a la par, y al ser un área protegida, el único instrumento que se pudo usar para trabajar es un teodolito, un instrumento para medir niveles; no están permitidos otros, hay que manejarse con la cinta métrica y el nivel óptico, no pueden ingresar drones tampoco, pero esta vez pudimos hacer un viaje en globo aerostático que nos permitió sacar algunas fotos desde arriba”, dicen con alegría.

Saben que queda trabajo por hacer, y que cada viaje tiene sus particularidades. “La siguiente va a ser una campaña más cara, porque va se va a necesitar un sistema de excavación para hacer un pozo de cuatro metros que es mucho más costoso, y habrá que ver si se puede, primero por la situación del mundo, porque esta vez la guerra no puso al borde de no ir -por el ataque de Hamas a Israel se suspendieron muchos vuelos a Egipto-, por otro lado por el contexto socioeconómico de nuestro propio país, y el resultado de las campañas de financiamiento colaborativo”, reflexiona Milo.

En cada campaña afinan detalles
En cada campaña afinan detalles pendientes de la anterior y se proponen nuevos objetivos, el fin último es la apertura al público (Fotos: Gentileza Proyecto Amenmose)

Entre los pendientes, resta explorar una superficie de 10 metros por 10, con tres metros de profundidad, gestionar los permisos para explorar las tumbas de terceros, y ampliar el sistema de excavación. “Se va haciendo mediante un sistema de terrazas, y se deja preparado para que no se desmorone al año siguiente, mientras se cataloga todo el material, se sube a una base de datos digital, y el Ministro de Turismo y Antigüedades de Egipto monitorea la actividad cuando estamos allá, y luego cierra la puerta con todo el material adentro”, detallan. A lo largo de este año seguirán trabajando en catalogar y registrar todo el material recopilado, con la convicción de que con tenacidad y dedicación, habrá una nueva campaña, para descubrir más detalles de las casas de memoria de una de las civilizaciones más magnéticas y atractivas de la historia.

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