A diferencia de otros vendedores de pochoclos, que van recorriendo las playas tocando la campanita de su carrito para atraer a los clientes, Facu Chocobar utiliza su carisma y su talento para llamar la atención de los turistas y aumentar su ganancia. ¿Cómo lo logra? Promociona su producto con un show de ritmos brasileños que le pone diversión a las tardes de Mar de Ajó y San Bernardo.
Facu camina alrededor de cinco kilómetros por jornada y va alternando ambas ciudades balnearias por día. “Acá se trabaja de lunes a lunes, bajo el rayo del sol sin parar. Es un trabajo agotador pero supe encontrarle la vuelta para hacerlo menos pesado, más entretenido y rentable”, remarcó al ser entrevistado por Infobae antes contar cómo fue que surgió esta idea que lo convirtió en el vendedor ambulante más popular del verano.
Convencido de que sus estudios de baile y su pasión por la música brasilera también podían complementarse con los pochoclos pensó en una forma de fusionar su necesidad de ganar plata con su profesión de toda la vida.
“Un día se me ocurrió preguntarle a la gente: ‘Si bailo una coreo me ayudan con las palmas’. Todos dijeron que si con la mejor onda y se coparon. Hicieron un círculo alrededor del carrito, encendí el parlante e hice una coreografía con el tema Olha a Explosão, de Kevinho”, recordó el bailarín, quien se especializa en un ritmo llamado Pagodão Baiano y el es referente número uno de la Argentina.
“A diferencia de la Samba, donde se mueven los pies; o el Funky, donde se mueve más la cola; el Pagodão Baiano es mucho más urbano. Es como un hip hop pero de estilo brasilero”, precisó al respecto.
El joven, de 24 años y oriundo de Quilmes, se formó en una escuela de Porto Seguro, Brasil, y es cinco veces campeón mundial de especialidad. Actualmente integra la compañía de baile Paula Amoedo y se desempeña como profesor en Maravillarte Studio, en Capital Federal. También trabaja como instructor en un gimnasio y es personal trainner.
Llegó a La Costa para hacer temporada el 1 de febrero y tiene pensado quedarse hasta la primera semana de marzo. “Me lo propuso un amigo, que tiene una empresa llamada Marea Dulce Pochoclos. Salgo con el carrito todos los días a partir del mediodía y trabajo hasta las 19 o 20 horas, dependiendo del clima”, detalló Facu, quien en su cuenta de Instagram acumula casi 30 mil y sus videos de los bailes en la playa acumulan más de 40 mil me gusta cada uno.
“Todo esto que me está pasando es una locura, todavía no lo puedo creer. Agradezco a cada persona que se quiere sacar una foto conmigo o que comparte mis bailes en sus redes. Trato de responder todos los mensajes que me dejan en el Instagram @facuchocobar porque son ellos los que me ponen en esta posición”, reconoció Facu con humildad.
Cuando al pochoclero bailarín le toca recorrer las playas de Mar de Ajó arranca en la Avenida del Libertador y termina con su caminata en el Hotel Silvio. Y cuando está en San Bernardo parte de la avenida San Bernardo hasta llegar al muelle de Mar de Ajó. Si bien la convocatoria de público y el éxito del show depende exclusivamente del clima y de la cantidad de personas que vayan a la playa, Facu siempre sale a trabajar con la mejor energía y buena onda para contagiar a los demás.
“Mientras pongo a hacer los pochoclos en la máquina, arranco con la animación. Enciendo el parlante, agito a la gente y a medida que se van sumando a la ronda arranco con los primeros movimientos”, contó Facu, quien también suele utilizar el tema Bunbun Tantan, de Reiner Fonseca, para hacer sus coreografías.
“Como siempre la gente pide más, tengo dos coreos preparadas. Todos quedan muy contentos con el baile y se me hace más fácil venderles”, admitió sobre su técnica de persuasión comercial. La bolsita cuesta $1500 y carga en su carrito 140 unidades para comercializar por día.
“Si no hago el show, tengo que caminar mucho más e ir buscando a los clientes. En esos casos, suelo vender entre 80 o 90 bolistas como máximo”, reconoció. En cambio, de esta manera, es la gente la que se acerca a él: “Escuchan la música, las palmas y vienen a ver qué está pasando por curiosidad. Se quedan hasta el final y terminan consumiendo”. Y añadió: “Si hago el show vendo un 50% más y termino el stock en menos tiempo”.
Aunque asegura que no suele “pasar la gorra” al terminar cada performance, dijo que hay muchos espectadores que le dejan una propina luego de quedar maravillados con su baile. “Es aproximadamente el 2% del público. Son los que me piden fotos y me felicitan por haber entretenido a toda la familia”, indicó Facu.
Debido al éxito inesperado, su amigo empresario decidió capitalizar la repercusión playera del pochoclero bailarín para llevar el espectáculo también a los eventos sociales. “La idea es ofrecer el servicio con animación en cumpleaños, casamientos y fiestas de 15. Combinar el catering de los pochoclos con el show de ritmos brasileros. Una vez que termine la temporada nos vamos a poner manos a la obra para ofrecerlo”, se entusiasmó Facu sobre este nuevo proyecto laboral que lo tendrá como protagonista principal.