Cómo es Silípica, el pueblo natal de Mama Antula donde reinan el orgullo y la alegría por la canonización

La santiagueña María Antonia de Paz y Figueroa será canonizada el 11 de febrero durante una misa en el Vaticano. En el lugar donde comenzó su misión como peregrina sobrevuela un profundo sentimiento de gratitud, en medio de la llegada de miles de personas que viajan desde diferentes puntos de todo el país. Las reflexiones del padre Ramón Tenti y el testimonio del comisionado Carlos Concha

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La Capilla de Mama Antula
La Capilla de Mama Antula en Villa Silípica, inaugurada en 2016, poco después de la beatificación (Fotos: Facebook "Retratando Silipica, Santiago del Estero")

“Mujer fuerte”, “Madre de la Patria”, “Mama Antula”, son algunos de los nombres con los que se conoce a María Antonia de Paz y Figueroa, la beata santiagueña que será canonizada el 11 de febrero en una misa oficiada por el papa Francisco en la Basílica de San Pedro. Según la tradición oral, la primera santa argentina nació en Villa Silípica, localidad del departamento de Silípica, provincia de Santiago del Estero. Son días muy movidos para la población, de aproximadamente 1200 habitantes, por las miles de personas que se acercan a la capilla que se construyó para rendirle homenaje, y desde 2016 –año en que fue beatificada- se preparan para este momento. En diálogo con Infobae, la palabra del padre Mario Ramón Tenti, el cura del lugar, y de Carlos Concha, comisionado municipal de Villa Silípica.

“La canonización de Mama Antula es una gran bendición para Santiago del Estero, y particularmente para Silípica, donde estamos en plenos preparativos, viviéndolo con mucha alegría y paz en el corazón, con espíritu de abundancia y de regalo extraordinario de Dios, con todo lo que este evento de concurrencia masiva conlleva; lo hacemos desde una actitud de servicio y humildad, para que todo el mundo pueda conocer su vida, y la pueda imitar, porque para eso son los santos”, expresa el padre Tenti a este medio. Tal como ha declarado el mismísimo Sumo Pontífice, considera que la beata es un “ejemplo supremo de fe”, y los tiempos en que los que inició su obra realzan aún más su perseverancia, fuera de todas las convenciones de la época y fiel a su misión en todo momento.

Son muchos los hechos que destacan en la odisea que emprendió María Antonia de San José –el nombre que sugirió para sí misma y con el que firmó muchas de sus famosas cartas-, nacida en 1730. A diferencia de lo que solía ocurrir en ese entonces, era una de las pocas mujeres que sabía leer y escribir, hablaba quichua, y tenía conocimientos sobre técnicas de ganadería y agricultura. “El papá de Mama Antula era un encomendador, tenía una encomienda de indios, algunos estaban bajo la tutela de los jesuitas, muy capacitados en construcción y producción agropecuaria”, acota el comisionado de Villa Sílipica. Desde los 15 años, la joven santiagueña acompañaba a los jesuitas en la tarea de evangelización de los pueblos originarios, y lo hizo sin descanso hasta 1767, cuando fueron desterrados de toda América, y decidió no quedarse de brazos cruzados.

Mama Antula también está considerada
Mama Antula también está considerada la patrona de las empresarias argentinas, y a ella se le reza pidiéndole perseverancia en las dificultades

A los 38 años, puso su vida al servicio, renunció a los privilegios económicos de su familia, y en medio de las adversidades y la constante lucha con el contexto sociopolítico, comenzó con la práctica de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola -meditaciones, oraciones y encuentros para orientar a las personas a la fe- que realizaban los jesuitas. “No se puede creer que haya hecho todo lo que hizo, siendo una mujer que salió al mundo sola, sin un hombre, confiando en la providencia divina, en tiempos tan bravos, con gobiernos tan tiranos, y logró algo extraordinario: unir a la alta sociedad con los pobres, porque durante los ejercicios convivían esclavos con personas de la alta alcurnia de Europa, y ahí eran todos iguales, incluso se servían mutuamente”, manifiesta el comisionado, asombrado por los más de 5.000 kilómetros que caminó Mama Antula por todo el actual territorio del noroeste argentino.

A muchos los sorprende aún más el hecho de que pese al hábito negro que usaba, no era monja, sino una mujer laica consagrada. En este sentido, el padre Tenti lo considera un detalle fundamental, y cree que cada una de las acciones de la beata están alineadas con la Iglesia del siglo XXI que el papa Francisco sueña y pregona. “El Santo Padre tiene un amor muy grande por Mama Antula, y por el pueblo silipiqueño; el papa dice: ‘Silípica, el pueblo fiel, el pueblo de la Madre Antula”, porque representa una Iglesia necesitada de salir a evangelizar, de llevar a Jesús a los demás, como lo hacía Mama Antula, quien realizó una tarea evangelizadora única para una mujer y laica de ese tiempo; de sanar las heridas de los que sufren; como ella lo hacía; de tener una mirada más allá de las crisis y los dolores que en sus tiempos provocó la expulsión de los jesuitas; y es un ejemplo de fe para la sociedad en la que vivimos, de no abandonar, no negarse a la vida y a la felicidad aún en esos momentos, de construir la cultura del encuentro, la paz, y un mundo donde haya más justicia y equidad; el papa la elije también para reparar los dos siglos de demora en la canonización de una persona que en vida ya era considerada santa”, indica el padre.

Silípica, el pueblo de Mama Antula

Su historia continúa con su llegada a Buenos Aires en 1779, en pleno inicio del Virreinato del Río de la Plata, donde logró fundar la Santa Casa, un edificio construido a puro esfuerzo y donaciones, situado hasta la actualidad en la Avenida Independencia 1190. Los siguientes ocho años unas 70.000 personas realizaron en aquella casona colonial los Ejercicios Espirituales. Aunque la bienvenida no había sido para nada grata, supo convertirse en una fuente de legitimidad, de habitual consulta, y por eso se cree que muchos de los próceres de Mayo pasaron por el lugar y formó parte de la base de sus valores en el camino a la Independecia. Aún después de la muerte de Mama Antula, el 7 de marzo de 1799, dejó en sabias manos su legado, y el lugar se mantiene activo hasta nuestros días. Nada de eso hubiera sido posible sin sus comienzos como peregrina en su tierra natal, que incluso hoy sigue siendo un pueblo de fe, una característica propia de la provincia de Santiago del Estero.

La entrada a Villa Silípica
La entrada a Villa Silípica en plena peregrinación de San Esteban, otra de las fiestas que alegra a la localidad santiagueña

Villa Sílipica se encuentra a 40 kilómetros de la ciudad capital, y a 25 kilómetros de Loreto, por Ruta Nacional N°9. A modo de referencia, Manogasta, Arraga y Sumamao son localidades vecinas, y se ubica a 6 kilómetros de Simbol, y a 7 del Río Dulce. El comisionado de Villa Silípica es nacido y criado allí, dueño de gran simpatía, y cuenta que la tranquilidad y la paz que sobrevuela no tienen comparación. “A la hora de la siesta hay un silencio infernal, tanto que se dice que a esa hora anda al diablo; y cuando éramos chicos no podíamos salir, porque era tal el silencio que nos daba miedo”, dice con humor. Todavía se mantiene una gran cantidad de población golondrina, por lo que estima que en el núcleo de la localidad viven unas 1200 personas, pero junto a los parajes de los alrededores alcanzan los 2000 residentes.

“La juventud va y viene a trabajar, a las zonas de la papa en Mar del Plata, Otamendi, Balcarce; a Córdoba para la industria del maní, y los arándanos en La Rioja; siempre desde chico se trabaja, porque venimos de familias muy humildes”, indica. Lo sabe de primera fuente, porque hasta los 16 años realizó tareas agrícolas en la zona, y más adelante consiguió empleo en el correo, por lo que enfrentó el desarraigo hasta su regreso como comisionado. “Es hermoso volver al pueblo, tiene sus encantos, la memoria de los recuerdos, y estoy dichoso porque todo se ha construido con mucho esfuerzo: ahora tenemos una ruta asfaltada, una planta de agua, se refaccionó la escuela primaria, se hizo un jardín de infantes, y se rescató una capilla histórica de más de 200 años, la de nuestra patrona, la Virgen de Monserrat, que estaba muy destruida y pudimos hacer una galería museo que quedó hermosa”, relata.

La Capilla de la Virgen
La Capilla de la Virgen de Monserrat, patrona de Villa Silípica, muy visitada por los fieles de enero a febrero

Actualmente hay dos capillas en la localidad, la construcción blanca es la de Mama Antula, que no existía hasta 2016, cuando la inauguró el padre Tenti una semana después de la beatificación, y otra de tonalidad amarilla con rojo, en honor a la patrona del pueblo. Esta última conserva el techo original, de dos siglos de antigüedad, y el adobe de 60 centímetros de ancho, propio de las edificaciones de aquel entonces. “Es historia viva de lo que fue nuestro pueblo, con la influencia de los jesuitas, y que tenemos el saldo pendiente de descubrir nuestra fecha fundacional, algo que estamos en proceso de investigación para llegar a la fecha más concreta posible”, proyecta el comisionado Concha.

Mama Antula no tenía su capilla, solamente había un templete a 1000 metros, donde la gente se acercaba a tocar la tierra sagrada, hasta que pudimos construirla cuando fue beatificada, y eso desembocó en otras obras importantes, como la pavimentación de más de 10 kilómetros de ruta y de las calles del pueblo; un acueducto que recorre casi 30 kilómetros para llevar agua a la población, que carecía de agua, y mejoras en todo sentido, con una presencia cultural y religiosa que antes no teníamos”, explica el padre, quien ha sido fundamental en cada avance de Villa Silípica, e incluso ha escrito libros sobre la vida de María Antonia para registrar su legado. Frente a la imagen de la santa argentina, hay una pequeña reliquia que donó la Santa Casa de Buenos Aires: un pedazo de hueso de la beata, que fue resguardado junto a otras pertenencias.

Las dos capillas atraen el
Las dos capillas atraen el turismo religioso y los visitantes se reúnen en el Patio silipiqueño, donde se puede disfrutar de comidas regionales: empanadas, pasteles, kipi santiagueño, de inspiración árabe, cerdo, y cabrito, entre muchas otras

“Es un signo de su presencia que tiene gran valor afectivo para todos”, destaca el padre, que además es el coordinador de la parroquia. Estos días son vividos por los silipiqueños como un acontecimiento sin precedentes, incrédulos de la cantidad de gente que está llegando al lugar. En vísperas de la beatificación ya habían recibido a más de 15.000 fieles, pero es muy probable que el evento de la canonización supere todo récord previo. “Santiago del Estero tiene espíritu festivo, las fiestas son muy grandes, con cantidad de caballos, grupos de jinetes, bombos, acordeones, cuando hacemos ruido, hacemos ruido en serio”, asegura el comisionado sonriente. Las celebraciones patronales comienzan todos los años el 1° de enero en honor a la Virgen de Monserrat, con variedad de actividades programadas, tales como misas, bailes en la capilla con conjuntos de la zona, y procesiones. El clima festivo no para hasta marzo, porque se unifica con otros acontecimientos.

“Se dio la coincidencia de la culminación de la fiesta patronal de Monserrat con la canonización de Mama Antula, porque justo termina el 11 de febrero”, comentan. También se celebrarán los tradicionales carnavales, y el 7 de marzo se vuelve a festejar, por ser la fiesta litúrgica de María Antonia. Luego, a fines de agosto, el mes en que se la beatificó, se realiza una peregrinación multitudinaria, donde se recorren 40 kilómetros, desde la ciudad capital hasta Silípica. En diciembre, desde el 21 se conmemora a San Esteban, considerado el primer mártir de la historia católica, al ritmo de alabanzas con los vistosos erkes, y una marcha hacia la localidad de Sumamao, con retorno a Silípica el 27 de diciembre y salida al amanecer hacia Maco. Así es el calendario de los silipiqueños, con gran presencia de celebraciones religiosas, y con más razón, este 2024 sienten desde lo más profundo de su corazón, el compromiso de honrar a la primera santa argentina.

El erke o corneta es
El erke o corneta es tradicional de la zona: Don Florindo Acuña fue un poblador muy conocido por haber tocado el instrumento durante toda su vida en la fiestas de la región (Fotos: Facebook "Retratando Silipica, Santiago del Estero")

La canonización, el gran evento

Desde el sábado 10 de febrero habrá una serie de actividades, que comienza con una vigilia en la localidad de Manogasta, a 11 km de la capilla de Mama Antula. “Inicia con un musical sobre su vida, después la llegada de la imagen y el recibimiento de toda la gente acompañada por la Banda de Música de la Policía de la Provincia, la consagración de niños y jóvenes a Mama Antula, de las agrupaciones gauchas de la zona, y luego una cena comunitaria, un fogón artístico, con folklore y danzas tradicionales”, detalla el padre Tenti. A las 2 de la mañana saldrán en peregrinación desde Manogasta hacia Silípica, acompañados por cantos, oraciones, y antorchas. “Al llegar vamos a ver la transmisión de la misa de canonización del Vaticano en pantalla gigante, habrá un desayuno y finalmente la misa de Acción de Gracias a las 8 de la mañana”, indica.

Aunque se han alcanzado muchos logros en Silípica, uno de los sueños por cumplir es construir una Casa de Ejercicios Espirituales en el pueblo. “La queremos llamar Madre Antula, como la llama el papa Francisco, y por supuesto seguir avanzando a nivel religioso y turístico para darle al Camino Real y a la Santa el lugar que se merecen tener”, sostiene. El comisionado coincide y aporta el deseo de que exista un hospedaje en la localidad, algo que actualmente no tienen, y obliga a los peregrinos a hospedarse en la capital o en Loreto. Para todos aquellos interesados en descubrir el pueblo, cabe mencionar que muchas de las actividades y la cultura del lugar las retrata diariamente el santiagueño Walter Ferreyra en la cuenta de Facebook “Retratando Silipica, Santiago del Estero”.

La capilla de Mama Antula
La capilla de Mama Antula por dentro. En 2010 Benedicto XVI ya había dado el primer paso hacia la beatificación cuando la consideró “venerable por su prácticas cristianas en grado heroico"

“Estamos trabajando para ver si la población prepara alguna habitación, alguno que le sobre habitaciones para recibir gente, y si no tendremos que invitar a la parte privada porque nos urge un alojamiento, y también una oficina de informes, que sería muy útil para los turistas que llegan cada fin de semana”, remarca. En el ingreso un cartel indicativo da la bienvenida a Villa Silípica, luego una pequeña plaza con un triángulo, donde se encuentra el destacamento policial y la sala del primeros auxilios. A una cuadra a la izquierda está el Patio Silipiqueño, un pequeño oasis con lagos donde comulga una variada fauna, enormes algarrobos, quebrachos, itines, mistoles, pacarás y un imponente ceibo. “En el patio de comida con arboleda autóctona se puede pasear en kayak, además de otras actividades como cabalgatas, ciclismo por el histórico Camino Real, observación de aves y senderismo”, repasa el comisionado.

Si se camina a la derecha por el asfalto se vislumbra la escuela primaria, a la izquierda la Iglesia Montserrat, y 1500 metros más adelante la capilla de Mama Antula. ”Saber que ella inició aquí su tarea nos llena de bendición, y cuando el papa mandó un saludo a todos los silipiqueños nosotros no entrábamos en la camiseta del orgullo y la emoción; tenemos que hacer ensanchar el camino que ella comenzó”, dice con compromiso. Y conmovido, postula: “Ella nos sigue dando tanto o más que lo que nos dio en vida, porque genera trabajo para el pueblo, desde el que hace artesanías con madera seca caída, le agrega su imagen y las vende, hasta todos los emprendedores que hacen dulces autóctonos, como los arropes de tuna, de mistol, y de chañar”.

La entrada a Villa Silípica:
La entrada a Villa Silípica: desde Buenos Aires se dobla a la derecha en el paraje Simbol, y desde la capital santiagueña a la izquierda por camino de asfalto durante 7 kilómetros por la Ruta Provincial 168

El padre Tenti reconoce que aunque ahora Mama Antula tiene devotos a lo largo y a lo ancho de todo el país, fueron muchos los años en que poco se difundía o se sabía sobre su vida. “Cada vez más personas se preguntaron quién es esta santiagueña que en el siglo XVIII ha vivido la fe de una manera extraordinaria, que entre otras obras fue quien trajo la devoción de San Cayetano al país, el patrono del pan y del trabajo; una mujer laica que vivió su intimidad y su amistad con Jesús de tal manera que su corazón estaba lleno de gozo, y nos hemos dedicado a profesar su obra, al punto que cada año crece más el amor por esta santa que ha cautivado a los argentinos”, indica. Sin embargo, cuando todavía no estaba erigida la capilla, eran muchos los fieles que se acercaban al templete, y existe gran cantidad de testimonios de personas que aseguran haberse curado luego de visitar las ruinas donde se cree que estaba la casa de María Antonia.

“Se comentan muchos milagros, pero lógicamente no están documentados, ni avalados”, comenta el comisionado. Actualmente se le atribuye a Mama Antula un milagro por la sanación de una religiosa de las Hijas del Divino Salvador, que habría recuperado su salud en el año 1900, y de manera más reciente hay un hecho milagroso que le valió la canonización. Se trata de Claudio Perusini, un exalumno del Sumo Pontífice, en tiempos donde el papa Francisco todavía era conocido como Jorge Bergoglio y era superior de los jesuitas. En octubre de 2023, la periodista, investigadora, y escritora Nunzia Locatelli, junto a su colega Cintia Suárez, charlaron con el hombre en una entrevista para Infobae, y las autoras de cinco libros sobre la vida de la beata -el más reciente, Mama Antula. La primera santa de Argentina-, rememoraron aquella asombrosa historia.

Perusini compartió tiempo con quien iba a ser el Santo Padre, cuando decidió entrar en el Seminario de la Compañía de Jesús a fines de los ‘70 en la provincia de Santa Fe. Los primeros años del noviciado era el cocinero, y su profesor Bergoglio lo ayudaba a cocinar, mientras mantenían charlas sobre la fe, y el actual papa no veía en él los atributos necesarios. Tenía razón, y luego de largas conversaciones, le marcó el camino. Claudio dejó el sacerdocio, se fue a vivir a la Patagonia, y se casó con María Laura, con quien tuvo dos hijos. En 2017 el exalumno tuvo un accidente cerebrovascular que lo dejó en estado vegetativo, y las únicas dos opciones eran que permaneciera así el resto de su vida, o muriera. Un amigo jesuita llevó a la clínica una estampita de Mama Antula y empezó a rezarle pidiendo un milagro. Su condición médica se revirtió, y lentamente recuperó todas sus funciones vitales.

El papa Francisco realizará la
El papa Francisco realizará la canonización el 11 de febrero en el Vaticano y Mama Antula se convertirá en santa (Fotos: Facebook "Retratando Silipica, Santiago del Estero")

El 13 de abril de 2018, el monseñor Arancedo les tomó juramento a las personas designadas para llevar adelante la investigación canónica de esta curación y el 18 de diciembre se cerró el proceso con una misa de Acción de Gracias. Luego los sobres lacrados con los documentos del supuesto milagro fueron enviados a Roma para la evaluación de la Junta Médica y de la Comisión para las Causas de los Santos. A todo esto se suman las valiosas cartas que escribió la Madre Antula, donde aseguraba que durante sus caminatas “la lluvia no la mojaba”, la narración de premoniciones y la inexplicable transformación de alimentos en los tiempos más necesitados.

En sus pagos, los silipiqueños están muy agradecidos por formar parte de sus inicios, han incorporado su legado con honor, y el propio comisionado se anima a confesar otro sueño por cumplir. “Si el padre Tenti viaja al Vaticano después de la canonización, nos gustaría mandarle las llaves de Villa Silípica al papa Francisco, para que las cuelgue en Roma, de parte de todo nuestro pueblo”, concluye. María Antonia de Paz y Figueroa murió 11 años antes de la Revolución de Mayo, y fue sepultada con sandalias, para que aquella mujer que recorrió 5000 kilómetros descalza para profesar la fe, tuviera zapatos puestos cuando diera el primer paso en su entrada triunfal al Cielo.

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