La terrible historia de la Masacre de Oberá: emboscada policial, obreros asesinados y mujeres violadas

El 15 de marzo de 1936, cientos de trabajadores tabacaleros de origen europeo marcharon a esa ciudad misionera para reclamar mejores precios para sus productos. Fueron atacados a balazos por la policía. Los testimonios que se conocieron en el primer libro que se escribió sobre el hecho. Los datos oficiales contabilizaron 4 muertos y al menos 400 heridos

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Los manifestantes reunidos en la ciudad de Oberá, Misiones para protestar los precios de sus productos
Los manifestantes reunidos en la ciudad de Oberá, Misiones para protestar los precios de sus productos

El 15 de marzo de 1936, cientos de trabajadores y colonos rurales tabacaleros marcharon pacíficamente a la ciudad de Oberá, Misiones, reclamando mejores precios por sus productos. A sus reclamos, la Policía de Misiones contestó con balazos y sangre.

El hecho –que hoy en día se conoce como “La Masacre de Oberá”– sucedió en un contexto nacional de mucha inestabilidad económica y política. Dejó a por lo menos cuatro muertos y al menos 400 heridos.

El contexto

La actividad productiva a inicios del siglo XX se concentraba en la explotación de tierras, siendo los cultivos de mayor importancia la yerba mate, el tabaco, y productos como el maíz, el poroto y la mandioca, que eran destinados al mercado interno.

Aunque el cultivo de yerba mate era la actividad productiva principal en la provincia de Misiones, en la década de 1930 surge una situación crítica de superproducción del producto. Como consecuencia, el gobierno terminó prohibiendo la plantación de yerbatales en la región. En 1935, cuando la situación muestra mejoras, el gobierno nacional crea la Comisión Reguladora de la Yerba Mate (CRYM) con la intención de aplicar cupos a ese cultivo.

Al mismo tiempo, el tabaco comienza a adquirir mayor importancia en las décadas de 1920 y 1930, haciendo que en 1923, Misiones se posicione como la tercera productora más grande del país, compitiendo con Corrientes y Salta.

A principios de 1936, la crisis en las actividades agrícolas se agrava, particularmente afectando a los colonos de la zona centro de Misiones. En esa época se habían instalado inmigrantes de varios países europeos. Este fenómeno se empezó a desarrollar en diciembre de 1881, cuando la Ley de Federalización N° 1149 pone a Misiones en condiciones de incorporarse al proyecto de colonización iniciado por el gobierno nacional. El objetivo principal era el crecimiento sostenido demográfico del territorio junto a un proceso paralelo de desarrollo económico sobre la base de la colonización y actividad agrícola.

En esa época, debido a las continuas guerras fronterizas que el territorio tuvo que soportar por períodos prolongados, Misiones quedó casi totalmente despoblada. Esto también motivó al gobierno nacional a promover la repoblación con inmigrantes europeos– principalmente polacos, ucranianos, daneses, alemanes, suecos, rusos, entre otros.

Muchos de estos colonos europeos eligieron países limítrofes como primer lugar de asentamiento pero después, ante dificultades para desarrollar sus actividades económicas y afectados por la inestabilidad política, optaron por trasladarse a Misiones. Los resultados de la ley fueron un éxito: entre los años 1920 y 1947, la población de la provincia se cuadruplicó como producto del aporte migratorio y del incremento de la población nativa.

En medio de la creciente crisis agrícola a principios de 1936, los productores colonos de la zona centro de la provincia se vieron particularmente perjudicados por los impuestos implementados por la CRYM y la prohibición de plantación de nuevos yerbatales. A la vez, una sequía cada vez más prolongada hizo que se deteriorara el tabaco, reduciendo el precio del producto.

Las condiciones de los tabacaleros de Misiones

Oberá es en la actualidad un extenso departamento de la zona centro de Misiones, integrado por nueve municipios. El territorio fue fundado principalmente por colonos suecos, pero también finlandeses, rusos y alemanes. De acuerdo al libro La Masacre de Oberá, 1936 de la historiadora Silvia Andrea Waskiewicz, primero llegaron solo los hombres mientras que sus familias permanecieron en la localidad cercana de Bonpland. Una vez que los hombres habían iniciado el trabajo de las tierras y terminaron la construcción de sus viviendas, se instalaron las primeras familias, dando origen a la nueva colonia.

El libro "La Masacre de Oberá, 1936" de Silvia Andrea Waskiewicz explica en detalle los acontecimientos de la manifestación que terminó con por lo menos cuatro muertos y cientos de heridos
El libro "La Masacre de Oberá, 1936" de Silvia Andrea Waskiewicz explica en detalle los acontecimientos de la manifestación que terminó con por lo menos cuatro muertos y cientos de heridos

La historiadora también destaca que el proceso colonizador en la historiografía local se vio afectado por tensiones hacia la comunidad multiétnica, remarcando que los ucranianos, rusos y polacos constituían el colectivo más afectado por las represiones en el marco de las protestas agrarias.

Para el año 1936 la producción agrícola atravesaba una profunda crisis. Además de la sequía que arrasaba el territorio, el tabaco era clasificado de manera arbitraria por parte de los acopiadores, lo cual afectaba el precio que obtenían los colonos por su producción. Ese mismo año, la CRYM aprobó la Ley 12.236, que establecía que “toda nueva plantación de yerba mate que se efectúe en el territorio de la Nación durante el periodo de cinco años contados a partir de la promulgación de esta Ley, pagará un impuesto de cuatro pesos por cada nueva planta que se incorpore a la plantación”.

Como lo explica Waskiewicz en su libro, ante esta situación los colonos reclamaban un único precio de seis pesos por arroba de tabaco, la distribución equitativa y mensura de las tierras, y la anulación del impuesto sobre las nuevas plantaciones de yerba.

La Tarde, un diario de la época, resume la situación de la siguiente manera: “Los precios muy bajos de ese producto que tanto trabajo y cuidado exige, junto con la prolongada sequía que castiga esta región dejan una situación verdaderamente apremiante a los plantadores de tabaco. Esto cuanto más que los mismos se reclutan principalmente de colonos chicos, para los cuales el tabaco representa casi la única entrada de dinero efectivo durante el año.

Así, los colonos decidieron organizarse y marchar hacia Oberá para reclamar mejores precios por sus productos.

La masacre

El domingo 15 de marzo de 1936, cientos de obreros se dirigieron desarmados hacia la ciudad. No está claro el número exacto, pero los periódicos de la época registraron distintas cifras que variaron entre 200 y 600 manifestantes. Los colonos que participaron de la manifestación provenían de las zonas cercanas de Zamambaya, Los Helechos, Ameghino, Guaraní y Campo Viera.

De acuerdo a los testimonios que Waskiewicz incorporó en su libro, los colonos fueron acompañados de sus familias, poniendo a los chicos primero, después las mujeres, y por último los hombres, con la intención de liderar una marcha pacífica. Cuando llegaron a Oberá, fueron recibidos a balazos por parte de la policía.

Un telegrama publicado por el Diario "El Territorio" sobre los acontecimientos de la protesta el 2 de abril de 1936
Un telegrama publicado por el Diario "El Territorio" sobre los acontecimientos de la protesta el 2 de abril de 1936

En esa época, Carlos Acuña era Gobernador de Misiones, convalidado por Agustín Pedro Justo, quien había asumido como presidente de la nación ese mismo mes. Acuña había designado al Comisario Leandro A. Berón como jefe de policía de Misiones.

Waskiewicz logró encontrar el primer libro que relataba la protesta, titulado La Masacre de Oberá publicado por el escritor Alfredo Varela en 1941. En este texto, Varela alude a los testimonios que toma de aquellos que habían participado en la protesta.

“Hombres, mujeres, niños, a pie, a caballo, en los ´carros polacos´, en sulkys; ucranianos y suecos, blancos-rusos y argentinos y paraguayos. Al pasar frente al cementerio, una descarga cerrada de fusilería, hirió, mató, dispersó. Entre una confusión terrible, los sobrevivientes fueron acorralados y presos, perseguidos por los montes y baleados, violadas las mujeres, las rusitas y polacas de rubias trenzas, las niñas no florecidas aún. Después fueron asaltadas las chacras, saqueadas, robados los animales o dispersos por el monte. Fueron las palizas en la comisaría, el terror”, recuenta Varela en su libro.

Una hoja del libro "La Masacre de Oberá" de Alfredo Varela
Una hoja del libro "La Masacre de Oberá" de Alfredo Varela

La policía local tildó a los manifestantes de “rusos” y “comunistas” agitadores, utilizando esto como pretexto para utilizar violencia y represión como respuesta a la llegada de los colonos.

Era posible que líderes comunistas hubieran participado en la organización de la manifestación, explica Waskiewicz en su libro. Sin embargo, no se registraron testimonios que muestren que esa ideología fuera mayoritaria. La mayoría de los entrevistados aseguraron que los colonos no eran comunistas y que ni siquiera participaban en algún partido porque la barrera idiomática y su estatus de extranjero generaba fuertes obstáculos para poder hacerlo.

De acuerdo a Varela, los colonos habían incluso pedido permiso para realizar el mitin ese día, acordado también por el gobernador. Sin embargo, el día anterior a la manifestación, Berón decidió prohibirlo, limitándose a comunicarlo solamente a los representantes que vivían en distintos pueblos aledaños a Oberá.

“Los hechos fueron fríamente preparados”, cuenta Varela en su libro. “La policía sabía que no era posible que fuesen avisados a tiempo todos los colonos que se intentaría efectuar el acto. Por lo tanto, ultimó los preparativos para el recibimiento”.

El inicio del ataque policial

Antes de cruzar un arroyo que atraviesa Oberá, los manifestantes habían pedido ante el cuerpo policial hablar con el comisario Berón para exponerle las razones de la manifestación. Fue en ese momento que se desató la masacre.

“Entre los desprevenidos manifestantes cundió la confusión y el espanto, Entre los colonos que caían muertos o heridos, los ayes y los gritos, produjo una desbandada. En seguida, las bandas de particulares y los uniformados atropellaron con sus machetes, garrotes y las culatas de sus armas de fuego. La gente se desparramaba huyendo, pero la persiguen en sus autos o con los mismos caballos de los manifestantes”, resumió Varela.

Hasta el día de hoy, no se sabe exactamente la cantidad de muertos que dejó la masacre de Oberá. De acuerdo a lo que pudo entender Varela a través de su libro, algunos testimonios opinaron que el número puede llegar hasta 30. De todos modos, solo fueron cuatro los muertos confirmados. En cuanto a los heridos de bala, Varela registró más de cien, veinte de los cuales fueron a curarse en el Hospital de Posadas. Pero el número de golpeados y masacrados llega a 400.

Waskiewicz, nieta de inmigrantes ucranianos que habían vivido durante toda su vida en Los Helechos, una localidad cercana a Oberá, decidió investigar el acontecimiento poco conocido en la historia local y nacional. A través de sus investigaciones, llegó a descubrir que su bisabuelo había participado de la manifestación de 1936 y que estuvo varios días preso.

De acuerdo a la historiadora, como consecuencia de la represión murieron Nicolás Holifarechuk o Nicolás Aleferzuk, Iván o Juan Melnik y Basilicia Savinski, fallecidos el 16 y el 19 de marzo respectivamente.

El libro "La Masacre de Oberá" por el escritor Alfredo Varela fue publicado en 1941, cinco años después de la protesta
El libro "La Masacre de Oberá" por el escritor Alfredo Varela fue publicado en 1941, cinco años después de la protesta

“La policía no permitió establecerlo, y a los familiares de las víctimas el miedo les impidió reclamar los cuerpos. Se sabe que fueron enterrados en el monte, sin ceremonia, abriendo pozos en cada uno de los cuales pusieron dos cadáveres, sin cajón, sucios de barro y sangre, tal como habían caído”, contó Varela. “Pude recoger el nombre de tres de los muertos: la niña de 12 años Vaselina Savtska, con una bala de máuser del ejército argentino que entró por la cadera y salió por el vientre, dejando un enorme orificio, Juan Melniuk, Nicolás Aleferzuk, herido a puñaladas y muerto cuando conducían a Posadas, y cuya desaparición dejó en la miseria a su viuda y dos hijos, todos argentinos”.

En cuanto a la fuerza policial, no se registró ningún muerto. Según el diario Crítica: “No deja de resultar extraordinario que una masa tan numerosa de colonos deliberadamente dispuesta a asaltar a una comisaría, no haya logrado hacer una sola baja entre los policías y haya en cambio, resultado víctima de los desprevenidos y poco numerosos defensores del orden público. Los supuestos asaltantes, inermes, fueron perseguidos varios kilómetros y heridos por la espalda. Entre los asaltados no hay uno solo que presente un rasguño”.

El Juicio

A la masacre que dejó muertos y heridos, le siguió un juicio contra la policía de Misiones. El 24 de abril de 1936, se difundió la resolución que adoptó el juez Colman Lerner en relación con los implicados en la protesta del 15 de marzo:

“Ha decretado la detención del Comisario D. Leandro A. Berón y del personal de la dotación de la Comisaría de Oberá: Sargento Miguel Toledo, Cabo Francisco González y Agentes Claudio Rodríguez, Ángel Osorio, Cleofe Cantero y Trifón Fernández, habiéndose librado el oficio correspondiente al Sr. Jefe de Policía”.

Foto del comisario Leandro Berón, quien llevó adelante la masacre policial contra los manifestantes en Oberá
Foto del comisario Leandro Berón, quien llevó adelante la masacre policial contra los manifestantes en Oberá

Como resultado del veredicto, Berón fue encarcelado junto con otros cinco policías y diez miembros de la comunidad que los asistieron, mientras que los manifestantes recobraron paulatinamente la libertad.

Berón permaneció detenido durante seis meses en Posadas y, un par de años después, se le condenó a pagar 500 pesos por “faltar a sus deberes de funcionario”. De todos modos, siguió en su puesto y, un tiempo después, se posicionó al frente de la comisaría de la localidad de San Ignacio, Misiones. Además, tres años después del juicio, el agente Cleofe Canteros también continuó en su cargo en el cuerpo policial.

“Así fue aplastado el movimiento de los colonos. Atemorizados, durante mucho tiempo no se han atrevido a participar en ningún movimiento colectivo. Por lo tanto, siguen vendiendo su tabaco a mal precio. Continúan robándoles en el peso, en la clasificación. Para eso fueron las balas. Para eso el escarmiento”, concluyó Varela.

Un mural ubicado en Oberá, Misiones que homenajea a los muertos y heridos de la masacre
Un mural ubicado en Oberá, Misiones que homenajea a los muertos y heridos de la masacre
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