Fabricó una alarma para piscinas para evitar accidentes y regaló los planos: “Lo puede hacer cualquiera”

Alejandro es técnico electromecánico, y a raíz de un susto que vivió con su familia hace 7 años, se propuso crear un aparato sencillo, con los materiales que tenía en su casa, que detectara las ondulaciones en la pileta y diera aviso con un sonido en caso de que alguien se cayera. Lo probó, funcionó y lo compartió en su cuenta de TikTok

Alejandro es técnico en electrónica, siempre tiene inventos en mente y se le ocurrió hacer una alarma con materiales que tenía en su casa, que ayude a evitar accidentes en las piletas (Video: TikTok @inventos.argentos)

Alejandro tiene 52 años, vive en Cañuelas, Provincia de Buenos Aires, y lo caracteriza su alma inquieta, siempre con alguna idea en mente por concretar. Suele decir que necesitaría cinco vidas más para llevar a cabo todos sus proyectos, y casi no hay cosa que no sepa hacer. En su cuenta de TikTok, @inventos.argentos, comparte algunas de sus creaciones, y tiene casi 100.000 seguidores. Hace poco se le ocurrió saldar un pendiente y fabricó una alarma para piscinas, que tiene un aviso sonoro, y en caso de detectar una ondulación en el agua, puede evitar un accidente trágico, especialmente en el caso de los niños y las mascotas. Sueña con que algún día haya “cero casos” de muertes por ahogamiento en las casas de familia, y por eso puso a disposición los planos del aparato, de manera gratuita, para todo aquel que lo necesite.

“O hablo mucho o no hablo nada”, advierte con humor en los primeros minutos de conversación con Infobae, y despliega su personalidad auténtica. “Locura, electrónica, ionizadores, domótica, impresoras 3D”, figura en la descripción de su perfil, y engloba algunas de las áreas a las que más se dedica. Cuando algo le entusiasma, el hilo de la charla puede hacerse infinito, porque se motiva como si fuese la primera vez. Asegura que ese deseo de hacer, que es constante en su vida diaria, tiene su lado negativo, porque a veces le cuesta que su cabeza baje las revoluciones. Difícil que su mente frene, pero cuando se va de vacaciones procura desconectarse de todo para recargar energías.

El invento viral

“Hice algo que puede hacer todo el mundo, realmente lo puede hacer cualquiera, porque el conocimiento ya estaba a disposición, y no es algo que no exista, solamente que vieron mi video en vez del de alguna otra persona”, dice con humildad. En muy poco tiempo ese clip donde mostró el invento tuvo medio millón de reproducciones en TikTok, y se replicó sin parar en Instagram y otras redes sociales. Algunos creerían que le llevó meses planificarlo y que hubo una fase de pruebas previas, pero pasó todo lo contrario. Fue algo espontáneo, rápido, y con espíritu lúdico.

Alejandro junto a su creación casera, una alarma sonora que avisa en caso de que alguien caiga a la pileta (Fotos: Gentileza Alejandro)

“Fui a la ferretería, compré una batería de 9 watts que no tenía, y el resto lo tenía todo porque tengo mi taller de electrónica; el transistor lo tenía un cajón, la lucecita, el cobre, la batería, la cajita, la sirena de una alarma vieja; la armé, flotaba, la probé y la filmé”, revela. Fue casi como cuando era niño y jugaba a ser inventor, con una creación improvisada antes de almorzar, y se sorprendió cuando vio el éxito que tuvo. “Desde que nací soy así, mi mamá me contaba que cuando yo tenía 8 años agarraba el rollito del papel higiénico cuando se terminaba, le ponía dos pilas a una lamparita y hacía una linterna”, confiesa. A esa misma edad implementó un mecanismo en que al abrir un cajón se prendía la luz y al cerrarlo se apagaba. “Eso es muy fácil ahora, pero hace 40 años no existía”, indica.

El azar hizo su parte cuando llegó el momento de estudiar el secundario, porque ya lo habían anotado en un bachiller comercial que quedaba cerca de su casa, pero no salió sorteado y hubo que buscar otras opciones. “Una tía mía le dijo a mi mamá que me anotara en bachiller electromecánico porque había conseguido ahí mi primo, y estudié ahí”, cuenta. Casi que la vocación lo encontró a él, y fueron épocas doradas, donde aprendió mucho y confirmó que eso era lo que quería hacer.

Ya egresado trabajó en una casa de electrónica, que fue el puntapié para muchos de sus proyectos. “Era como estar en Disney, por todo lo que tenía al alcance, y ahí estuve ocho años y medio, hasta que a mis 28 años abrí mi primer negocio de electrónica”, relata. Arrancó su camino independiente, y supo reinventarse según lo que los clientes necesitaban. “Trabajé en el furor de los cibercafé, con las máquinas, el servidor, preparaba cosas de electrónica, y cuando apareció la palabra ‘Wireless’, eran los albores de lo que iba a ser el Wi Fi, la comunicación inalámbrica, era increíble llevar internet de mi local a dos cuadras; después a la casa de los vecinos, después a una manzana, y me metí de lleno en el internet inalámbrico”, repasa Alejandro.

Cuando dice que incursionó en casi todo, tiene manera de comprobarlo, porque en su currículum ya no quedan espacios libres. “Si se rompe algo en casa sé cómo arreglarlo, sé soldar, hacer mesas, sillas, muebles, revocar, poner cerámicas, azulejos, lo que haga falta, todo lo aprendí; me dediqué a venta de impresoras 3D hasta que arrancó la pandemia; construí casas rodantes con techos elevables con amortiguadores; hice enlaces de telecomunicaciones con torres, fui binguero, casinero, y hace 20 años arranqué con la venta de paneles solares, mi emprendimiento de energía solar, que ahora estoy vendiendo ionizadores para piletas”, señala.

El mecanismo detecta ondulaciones, por el oleaje que se genera ni bien cae algo al agua calma

Nuevamente, se trata de una ingeniosa creación en base a los conocimientos que acumuló. “Los iones de cobre tienen barras que permiten la electrolisis, que hace que haya sulfato de cobre en el agua, evita que las algas se reproduzcan y ahorra gasto de productos químicos”, sostiene. El día de la charla con este medio, realizó entregas a domicilio desde las 8 de la mañana hasta las 20, porque en estas épocas de altas temperaturas, recibió muchos pedidos, y como lo fabrica de manera artesanal, tuvo que dedicarle muchas horas para llegar a cubrir la demanda.

La alarma casera de piscinas

Hay clientes que lo conocen hace más de 15 años, y cada tanto le vuelven a escribir para preguntarle algún presupuesto. “Siempre estoy ayudando, a algún vecino, alguien que me consulta, pero también hay que saber hacer valorar el tiempo de uno”, reflexiona. También tiene que hacer tiempo para su vida personal, como padre de dos niños, uno de 4 y otro de 8, en pareja hace 15 años, con ocho perros, dos gatos y tres tortugas. Cuando su hija menor tenía un año, vivieron un gran susto con una de las tortugas, que se cayó a la pileta, y cuando la buscaron por todas partes la encontraron en el fondo de la piscina, dada vuelta. “Me había acostado a dormir la siesta, y cuando me desperté la vi, me tiré para sacarla, y la puse estirada bajo el sol, pero daba por hecho que había muerto”, comenta.

Para su sorpresa, a la hora el animal abrió los ojos y volvió a respirar. Hasta el día de hoy sigue formando parte de la familia, junto con las otras dos que heredaron de un vecino. “Desde ese momento yo pensé que había que hacer algo para evitar este tipo de casos, y recién siete años después me puse a fabricarlo”, explica. Una semana antes había mostrado en un video cómo calentar el agua de la pileta con un calefón, y como la temática ameritaba, el siguiente clip fue el de la alarma casera.

“Hice un sistema de péndulo con unos cañitos de cobre, le puse una alarmita, un botón de encendido con una luz roja, y le agregué la batería y un twistor”, indica. El funcionamiento es sencillo: cuando el agua está calma, no suena, y si un splash genera ondas, comienza a sonar. “Ahora estoy trabajando en hacer una alarma más avanzada, con placa digital, que va a ser un detector de ondulaciones con aviso sonoro, es decir, un prototipo de alarma a bajo costo con muy buenas prestaciones, que va a cumplir la misma función mil veces mejor”, anticipa. Y aclara: “El plano que hice a mano alzada de la alarma, y la explicación, se la paso por privado a quienes me la pidan, porque el que se da un poco de mañana o entiende algo, la puede armar sin problemas; pero también hay otros aparatos que vendo, porque de algo tengo que vivir”.

Alejandro está en proceso de fabricar otra alarma, más sofisticada, que estará a la venta a bajo costo (Fotos: Gentileza Alejandro)

“Si cada uno de los 20 millones que vio el video me aportara solamente un peso, yo saldaría todas mis deudas”, dice con humor. Estos días está haciendo pruebas para hacerle otro regalo a la sociedad, que será aún más simple, y de menor costo. “Va a ser un un sistema de alarma sin electricidad, para que toda la población pueda fabricarlo en su casa”, anticipa, y no quiere dar más detalles hasta tener la comprobación de que funcione, cuando haya hecho todos los prototipos necesarios. En su mente es como si ya lo hubiera hecho, porque sino sale como espera, probará otras alternativas hasta encontrar la manera adecuada.

El inventor generoso

“Esto, que es una producción manual y artesanal, les ahorra entre 100.000 y 300.000 pesos, que es lo que cuestan estas alarmas”, asegura. Entre el asombro y la impotencia, revela que ya vio su mismo modelo publicado en plataformas de venta digital, donde lo ofrecen como producto, e incluso utilizan sus imágenes. “Por ese motivo me daba cierto temor regalar los planos, pero lo sigo haciendo en privado porque esto lo padecen las criaturas más que nada, los chicos son inocentes y no se puede lucrar con eso, o al menos yo lo veo así, y cuanta más gente tenga estas alarmas en su casa, mejor, para prevenir y estar más atentos a si suena, si pasa algo, actuar a tiempo”, sentencia.

Muchos le preguntan el motivo por el que no patentó el invento, pero Alejandro está convencido de que ese no es el camino. “Primero que ya existe, y segundo que con diferentes nomenclaturas pueden registrar productos muy similares, ya sea como vibrómetro acuático con alerta, alarma de ahogamiento, o alarma acuática, y son distintos, pero muy similares, así que yo no le veo el sentido de invertir en la patente en este caso”, aclara.

Cuando se propone algo, lo concreta, y lo que más le importa es que tengan cierta utilidad. Durante la pandemia montó un estudio de radio en su casa, con una torre de 50 metros, una sala de transmisión con micrófonos, consola, programa automatización de radio, y él se puso al frente como conductor de un ciclo nocturno donde transmitía lentos románticos. “Es de verdad que hago de todo”, repite entre risas. Eso sí, le falta un pendiente por cumplir: quiere aprender a coser, para sumar otro conocimiento y habilidad. “Mi mujer tiene una máquina recta sencilla, y yo compré lonas de tela de carpa, y una máquina para hacer ojales, porque no me voy a poner a coser un vestido de novia, pero me gustaría saber cómo fabricar una carpa, o un bolsito para guardar algunas herramientas”, proyecta. Así es Alejandro, no para, y siempre está en proceso de renovar sus proyectos.

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