Janio Quadros, el presidente de Brasil que hizo campaña con una escoba para barrer la corrupción y duró 7 meses

Asumió el 31 de enero de 1961 y a pesar de los apoyos que recibió de la derecha, al llegar al poder tuvo un acercamiento a Fidel Castro. Sus excentricidades, que lo llevaron a ser calificado incluso por sus aliados como “un presidente loco”. La relación con Frondizi y la insólita reunión que se iba a hacer en Argentina y tuvo lugar en Brasil porque el Congreso no lo dejó salir de su país

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Quadros con su escoba en
Quadros con su escoba en plena campaña presidencial

Janio da Silva Quadros fue el 22° presidente que gobernó apenas siete meses la República Federativa de Brasil (del 31 de enero al 28 de agosto de 1961). No salió de la nada, ya había transitado por cuatro partidos distintos, fue gobernador del Estado de San Pablo y diputado federal cuando lanzo su candidatura presidencial por la Unión Democrática Nacional (UDN) para competir con el ex Ministro de Guerra, Mariscal Henrique Teixeira Lott, candidato señalado por el presidente en ejercicio Juscelino Kubitschek con el apoyo del Partido Social Democrático (PSD), Partido Trabalhista Brasileiro (PTB), los comunistas y socialistas, a pesar que exponía públicamente su “horror al comunismo”. Eran los tiempos de la fundación de Brasilia como capital de Brasil y el abandono de la imperial Río de Janeiro, eran también los tiempos de la Guerra Fría entre los Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Soviética. A diferencia de Lott, Quadros hizo una campaña bastante ascética porque sostenía que llegaba para combatir la corrupción, por eso en sus actos se presentaba con una escoba mientras el público le cantaba “varre varre vassourinha/varre varre a bandalheira/que o povo esta cansado/de sufrir dessa maneira” (barre barre escoba/barre barre el desorden/que la gente está cansada/de sufrir de esta manera).

No se puede decir que Quadros era el candidato de la izquierda pero no se puede negar que su estilo extravagante e impredecible lo convirtió en el candidato del hartazgo de la sociedad y en un mandatario de corta vida. Los militares brasileños no esperaban demasiado del presidente que lucía todos los días su pijanio (una suerte de camisa pijama) con el que rompía el rígido protocolo del Palácio da Alvorada. A decir verdad, no solo era una cuestión de pijama, ni de sus continuas excentricidades, no le perdonaban que en plena campaña electoral (1960) haya contratado un Super Constellation de Varig y viajado, al frente de una gran delegación, a La Habana para “aprender qué está sucediendo allí” y encontrarse con Fidel Castro y Ernesto Guevara. En algunos archivos quedan, como mudos testimonios, las fotos que Janio, Fidel y el Che Guevara se sacaron en la recepción dentro de la Embajada de Brasil. Una ocasión que el embajador Vasco Leitao da Cunha nunca olvidaría, simplemente porque esa noche a Fidel Castro le robaron su pistola y cinturón. ¿Cómo? Sí, Fidel llego de un viaje por el interior de la isla y concurrió a la recepción sin su custodia y en el zaguán de sacó su cinturón militar con su pistola que usaba en la Sierra Maestra. Durante tres horas Castro, Janio y su delegación hablaron y bebieron, escuchando la acostumbrada monserga revolucionaria y brindando con ron por “la amistad de Brasil y Cuba”.

Janio Quadros en La Habana
Janio Quadros en La Habana junto a Fidel Castro y Ernesto Guevara

Cuando todo termino el embajador y Castro caminaron hacia la salida del salón el dueño de casa le pidió al encargado del zaguán que trajera el arma y el cinturón. Con un susto que reflejaba en su rostro el encargado no encontró el arma. “Comandante, disculpe, alguna cosa sucedió” dijo Leitao da Cunha con la voz pastosa después de tantos mojitos y champagne. Sin perder la calma Castro comento: “Bueno, espero que quien se la llevo haga un buen uso de ella, como nosotros en la Sierra Maestra.” Independiente de este incidente, el embajador Vasco Leitao da Cunha fue el que dos años antes le dio asilo en su residencia a “Juanita” Castro en los tiempos de Fulgencio Batista y más tarde, cuando Castro se sacó la careta y se manifestó marxista-leninista, la introdujo en la CIA americana.

El último día de enero de 1961 Quadros asumió la presidencia acompañado por Joao “Jango” Goulart como vicepresidente (era candidato a vice de Lott pero el colegio electoral descarto al compañero de fórmula del presidente electo) y once días antes, en Washington, había jurado John F. Kennedy como 35″ mandatario de los Estados Unidos de Norteamérica. En la Argentina, desde mayo de 1958, Arturo Frondizi (con el apoyo electoral del exiliado Juan Domingo Perón, tras un pacto) se mantenía en el poder sorteando todo tipo de planteos militares porque nunca consideró ser un presidente de una transición.

Castro y el Mariscal Lott
Castro y el Mariscal Lott en Río de Janeiro en mayo de 1959

En abril de 1961, mientras la URSS y sus aliados del Pacto de Varsovia consolidaban sus bases de apoyo en Cuba, desde donde saldrían poco después las guerrillas que habrían de aguijonear a los EEUU y los gobiernos de toda Latinoamérica hasta la década del 80, Arturo Frondizi y su cancillería se preparaban para reunirse en Uruguayana con el mandatario brasileño Janio Quadros y considerar una posición política y económica común ante una estado de cosas cada día más convulsionado y también la cuestión cubana. El mandatario brasileño con su pijanio recibió al enviado especial del presidente Kennedy, Adolph Berle Jr, y al embajador americano en Brasil, John Moors Cabot, durante más de dos horas. El enviado le adelantó algunas ideas sobre la Alianza para el Progreso y sondeó el pensamiento de Quadros para el caso que los Estados Unidos tomaran una “drástica” decisión sobre la cuestión cubana. Berle Jr no se llevó ninguna respuesta placentera de la conversación en el Palácio do Planalto.

Se hablaba en ese tiempo del “neutralismo” brasileño que chocaba con la clásica posición mantenida durante la Segunda Guerra Mundial. Para las fuerzas armadas argentinas y brasileñas Janio Quadros no era de fiar. Lo consideraban un tanto “progresista” o cuanto menos impredecible, mientras la Argentina intentaba mediar entre Washington y La Habana. La Guerra Fría se había colado por los entresijos de las propias contradicciones de los estados nacionales de Latinoamérica y la “cuestión cubana” profundizó las diferencias en todas sus sociedades abriendo un amplio cauce para gobiernos de fuerza, gobiernos militares.

Goulart, Quadros y Juscelino Kubitschek
Goulart, Quadros y Juscelino Kubitschek

En la Argentina, Arturo Frondizi, El Lobo de Gubbio (pueblo italiano originario de su padre) como se lo trataba en algunos sectores de las Fuerzas Armadas, estaba cada día más jaqueado por su política interior y exterior. Y la Administración Kennedy veía con creciente desconfianza una política alternativa entre Buenos Aires y Brasilia que podía llegar a tomar distancia de lo que se proponía en los altos estamentos del gobierno de los Estados Unidos. Primero intentó bloquear el naciente mecanismo de la Reunión de Uruguayana con la participación uruguaya como “observador”. Cuando no pudieron agitaron el ambiente interno en uno y otro país y todo terminó en un camino sin salida. Los autores argentinos del proyecto de Uruguayana terminaron todos perseguidos y algunos en la cárcel: Rogelio Frigerio, Oscar Camilión, Arnaldo Musich, Carlos Florit. Tal como lo habían acordado el Palacio San Martín e Itamaraty las reuniones se iban a desarrollar en Paso de los Libres, Corrientes, Argentina (la ciudad natal de Frondizi) y Uruguayana, Estado de Río Grande del Sur. Sin embargo todo se desenvolvió en Uruguayana porque el Congreso brasileño no autorizó a su presidente a abandonar el territorio nacional. No era un viaje de ultramar sino tan solo de dos kilómetros fuera de Brasil pero Janio Quadros debió obedecer y ya se especulaba con su derrocamiento. Arturo Frondizi se hospedó en Paso de los Libres e iba todos los días a Uruguayana. Se llegó al ridículo que la comida que debía brindar Frondizi en el lado argentino se realizó en Uruguayana y todos parodiaban que estaban en territorio rioplatense. Así tuvieron que entenderlo el presidente argentino; Diógenes Taboada, su canciller; Carlos Manuel Muñiz, el embajador argentino en Río de Janeiro (todavía no se había mudado a Brasilia) y Oscar Camilión, el Ministro Consejero de la Embajada, el hombre de mayor peso político argentino en Brasil, tanto es así que los grandes detalles del documento que se firmaría en el próximo encuentro pasaban por su despacho. Tenía línea directa con la Usina (asesores externos encabezados por Rogelio Frigerio). Años más tarde, Camilión le reconocería al diplomático e historiador Guillermo Gasió que el Acuerdo de Amistad y Consulta era de su total autoría y la participación del ex canciller Carlos Florit.

Quadros con Arturo Frondizi en
Quadros con Arturo Frondizi en la Cumbre de Uruguayana de abril de 1961

La parodia no fue sólo por el ámbito geográfico en el que se desarrollo la cumbre, fue también porque casi todo lo que se convino en el Acuerdo de Amistad y Consulta, del 22 de abril de 1961, nunca se plasmó en los hechos. Quadros renunciaría el 25 de agosto de 1961 y cuando Frondizi elevó al Senado el Acuerdo para su ratificación solo recibió como respuesta el silencio. Los senadores no tomaron ninguna decisión, lo que obligó al Poder Ejecutivo a echar mano -- el 24 de noviembre de 1961-- a un intercambio de cartas reversales.

Muchos años más tarde el periodista brasileño Flavio Tavares conversó con Frondizi sobre esas horas que pasó con su colega brasileño en Uruguayana. En su sobrio departamento de Buenos Aires, en la calle Beruti, Frondizi le confesó que en esa ocasión había tenido mucho miedo por las propuestas que le hizo su colega bandeirante. En plena guerra fría, Janio le propuso a Frondizi “una alianza en todos los frentes” (político, económico y militar) a partir de una postura “nítida y de total autonomía” de los Estados Unidos, que debería comenzar en la OEA y llegar a Naciones Unidas. Los dos países formarían un bloque aparte, autónomo e independiente, entre Washington y Moscú. Frondizi analizó que podría haber sido una mise en scene de Quadros y el periodista le dijo que Janio Quadros era un especialista en “sembrar en medio del viento” (“um especialista em semear ao vento”).

Los tiempos se acortaban en la Argentina y en Brasil. En agosto de 1961, luego de una conferencia del Consejo Económico y Social de la OEA en Punta del Este, Uruguay, el Che Guevara viajó secretamente a Buenos Aires y se entrevisto en Olivos con Frondizi, provocando un clima de malestar en las Fuerzas Armadas. Entre otras razones porque muchos altos mandos de las Fuerzas Armadas no concebían como “un atorrante” como Guevara llegara a hablar con el Presidente, según las palabras del teniente general Juan Bautista Picca, jefe de Estado Mayor General del Ejército. El matutino La Prensa llegó a decir que Frondizi “mantenía reuniones esotéricas con líderes del comunismo internacional.”

Durante la reunión Guevara se explayó sobre algunas cuestiones que con el tiempo se demuestran que no eran verdaderas. En especial cuando dijo que Cuba quería permanecer en el Sistema Interamericano y que estaba dispuesta a entenderse con los EEUU y “construir un Estado socialista con autonomía absoluta de la Unión Soviética”.

Acuerdo soviético cubano de agosto
Acuerdo soviético cubano de agosto de 1961

El acuerdo sobre provisión de armas que Castro había firmado con la URSS dos semanas antes del encuentro tiraba por la borda todo tipo de “autonomía. Guevara reconoció que “el reparto de tierra había fracasado” y se olvidó de decir que él, al frente del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), era el principal responsable. De todas maneras, lo que sostuvo hasta aquí no es grave desde la mirada argentina. Lo más grave y delicado fue cuando estimó frente al Presidente de la República Argentina que “la forma de llegar al socialismo (según él) entendía que no había otro camino para los países chicos y pobres que el de la violencia”. En esta oportunidad no le contó a Frondizi lo que les decía a los argentinos que lo visitaban en Cuba. Una muestra está en la charla del lunes 4 de enero de 1960 en la que enseño cómo inciar la guerra de guerrillas en Córdoba, Argentina. Tampoco dijo que en esos momentos el régimen castrista inauguraba el centro de entrenamiento de guerrilleros de Punto Cero y que el primer alumno era el argentino Jorge Ricardo Masetti.

En un racconto de aquellos días se cuenta que Rogelio Frigerio y Oscar Camilión salieron a caminar por Olivos para aflojar las tensiones, después de la cumbre con Guevara. En un momento, el lúcido Oscar Camilión le dijo:

--Rogelio, creo que estamos sufriendo el síndrome de la mosca.

--¿De qué habla?

--Es una enfermedad que ronda a los poderosos y les hace creer que tienen más poder que el real. Es este síndrome que tenemos de protagonismo permanente, de mediar o intentar hacerlo en todos los conflictos. No estamos en condiciones de meternos entre los Estados Unidos y Cuba.

--Frigerio lo miró extrañado: Somos un país soberano. Tenemos que hacer cosas que demuestren que la soberanía nacional no puede estar atada a las opiniones de las potencias.

--Camilión: Humildemente opino que la reunión con Guevara fue un error. Perdimos totalmente la confianza de los pocos militares que todavía nos apoyaban.

La enfermedad de protagonismo o “protagonitis” también la tuvieron el general Lanusse cuando intento mediar entre Salvador Allende y Richard Nixon. El almirante Emilio Massera, durante los setenta, y los presidentes constitucionales Raúl Alfonsín y Carlos Menem. Los tres, en distintas instancias, imaginaron mediar en el conflicto de Medio Oriente.

Guevara con Janio Quadros
Guevara con Janio Quadros

En su viaje de retorno a La Habana, Guevara hizo una escala en Brasilia para dialogar con Janio Quadros. Llegó el 18 de agosto y del aeropuerto partió al Brasilia Palace Hotel. Estaba exhausto por los ataques de asma y el esfuerzo de trabajo de los días anteriores. El sábado 19 a las 7 de la mañana se encontró con el presidente de Brasil. A diferencia de otras oportunidades, Quadros no lo esperaba con su habitual pijanio. Esta vez lucía traje y corbata: “Me vestí condignamente para recibir a un hombre libre”, exclamó el dueño de casa, e inmediatamente llamó a Carlos Castelo Branco, su jefe de prensa, para que convocara al periodismo. Cuando hubo de parase con el invitado frente a los fotógrafos dijo en voz alta: “¡Sáquenle mil fotos, este hombre es un héroe de la libertad!”. A renglón seguido el periodismo fue llevado a otro gran salón donde se realizó la ceremonia de condecoración. Le entregó a Guevara la Ordem do Cruzeiro do Sul. Como todo fue sorpresivo, también fue improvisado. Cuando se pensó en condecorar a Guevara el Ceremonial de Estado se dio cuenta que no tenían una copia y echaron mano a la que le pensaban dar al mandatario peruano Manuel Prado. La ceremonia causó un gran revuelo. El líder de la derecha liberal Carlos Lacerda –que lo había apoyado en las elecciones presidenciales—tomó distancia entregándole al líder anticastrista Manuel Varona las llaves de la ciudad de Río de Janeiro. Varona, en la intimidad, insinuó que “el Presidente está loco.”

John Kennedy, Frondizi y Camilión
John Kennedy, Frondizi y Camilión en Palm Beach el 24 de diciembre de 1961

La iniciativa de Quadros se realizó en los días que mantenía un gran enfrentamiento con el Senado. El 24 de agosto de 1961, Lacerda declaró que el presidente intentaba realizar un golpe blanco para obtener más poder y convertirse en un dictador. Las Fuerzas Armadas exigían su renuncia. Eran momentos de gran confusión, se sostiene que Quadros intentó un autogolpe y presentó su renuncia en la búsqueda de doblegar a la Cámara Alta. El 25 de agosto, después de presidir las ceremonias del Día del Soldado, Quadros envió al Congreso su renuncia, a la espera que le fuera rechazada. Era viernes y los legisladores se preparaban para escapar de Brasilia en dirección a sus estados. Hubo que impedirles salir y prohibir que los aviones comerciales decolaran. Finalmente el Congreso se limitó a tomar conocimiento del texto de la renuncia y no hizo falta ningún debate. Janio Quadros había quedado fuera del poder. Arturo Frondizi, el otro gran protagonista de Uruguayana, comenzaba a recorrer sus últimos ocho meses en el poder. El 24 de diciembre de 1961 se encontró con el presidente Kennedy en Palm Beach, Florida. Dos días antes Fidel Castro revelo su secreto al diario Revolución y demostró su “pragmatismo”: “Desde luego, si nosotros nos paramos en el Pico Turquino cuando éramos “cuatro gatos” y decimos: somos marxistas-leninistas desde el Pico Turquino, posiblemente no hubiéramos podido bajar al llano. Así que nosotros nos denominábamos de otra manera, no abordábamos ese tema...”. El 29 de marzo de 1962, Arturo Frondizi fue derrocado y conducido a la Isla Martín García detenido.

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