Miguel Suárez vive en General Deheza, Córdoba, y está detrás de la búsqueda de su identidad. Tiene 35 años y siempre supo que sus papás lo adoptaron cuando era un bebé de pocas horas de nacido. Se animó a grabar un video donde cuenta que quiere conocer a su madre biológica, y lo compartió en redes sociales, donde rápidamente se viralizó. En los últimos dos meses llegaron algunas pistas, pero todavía no pudo dar con la mujer que le dio la vida. Su sueño es tomar un café con ella, y conocer más de su historia familiar. Tampoco sabe quién es su padre biológico, y es otra incógnita que quisiera descubrir. En diálogo con Infobae, repasa todo los detalles que recopiló hasta ahora, y comenta cuándo empezó a sentir que quería más respuestas. “Lo encaré desde el respeto, no le guardo ningún rencor ni siento que me haya abandonado, todo lo contrario, yo le estoy sumamente agradecido”, expresa.
La búsqueda
“Mamá, te estoy buscando”, comienza el clip que filmó en noviembre de 2023 y publicó en su cuenta de Instagram. “Nací en el hospital zonal de Oliva, aparentemente ibas de viaje rumbo a tener mi nacimiento en otra ciudad, pero las circunstancias hicieron que tuvieras que frenar en Oliva para que yo naciera; me llevaste a la terminal donde te esperaba mi papá adoptivo, me entregaste en sus brazos, me diste un beso, te diste media vuelta y te fuiste, y nadie supo más nada de vos”, relata en el video.
También brindó otros datos, como su fecha de nacimiento, 4 de junio de 1988, y la participación de una partera llamada Clara Norma Ortiz de Mana, que según pudo saber, ya falleció. “La búsqueda no es algo que haya empezado ahora, siempre supe que soy adoptado, desde muy pequeño, y mi papá me contó todo lo que recordaba de cómo había sido: había hecho un contacto un tío mío, cuñado de mi papá, con una mujer que era amiga de la partera y a raíz de eso se entera de mi mamá biológica, que iba a dar a su bebé, y fue algo imprevisto porque se estaba trasladando en un colectivo hacia la ciudad de Córdoba cuando rompe bolsa y el micro tuvo que frenar de emergencia en Oliva, donde la internan a ella en el hospital de la zona y ahí es donde nazco”, explica.
La mujer habría estado internada menos de un día, y pidió ser dada de alta. “Fue caminando conmigo hasta la terminal de ómnibus donde a mi papá adoptivo le habían indicado que tenía que esperar en un vehículo, que la mujer se iba a acercar y le iba a entregar al niño en sus brazos, tal como sucedió”, relata Miguel, que pone en palabras todo lo que alguna vez le dijeron sus padres de crianza. “Mi papá se baja, me recibe, y mi mamá me da un beso en la frente y ella se da media vuelta y se va”, narra.
Nuevas pistas
Gracias a la viralización, recibió cientos de mensajes, en algunos casos de personas que le brindaban ánimos, otros le contaban sus propias historias de vida similares, y entre esos comentarios llegó el testimonio de dos mujeres, que le contaron que estuvieron internadas el día de su nacimiento en el mismo hospital. “Hice ese video porque ya no podía avanzar en la búsqueda, siempre quedaba trunco en un punto, hablé con médicos, con todos los que pudieron haber estado en aquel entonces, pero se me empezaban a cerrar puertas y por eso exponer mi búsqueda fue la última y única opción que encontré”, indica. Primero lo contactó una señora de una ciudad cercana, y pudo confirmar que había estado en la misma habitación del hospital, y por ende, conoció a su madre biológica.
“Ella tuvo un hijo el mismo día que yo nací, y después apareció otra señora que corroboró lo mismo, porque eran tres mujeres en ese cuarto: ellas dos, y mi mamá; resulta que ellas toda la vida se preguntaron qué habría sido de la vida de ese niño que sabían que iba a ser dado en adopción”, revela. Se acercó para hablar personalmente con las dos mujeres, se reunieron, y le contaron que se acuerda nítidamente del momento en que una joven llegó al hospital de urgencia para dar a luz.
“Me dijeron que yo nací a las 2 de la tarde, que mi mamá no llevaba absolutamente nada, porque iba a tenerme en Córdoba, donde tenía todo listo, así que como fue de emergencia en Oliva, no tenía ni el bolso con los pañales ni ropa para mí, así que una de las ellas tuvo que prestarle ropita, otra de las mujeres que fue mamá a las 3 de la tarde, le dio pañales, y también me amamantó, porque mi mamá no quería darme la teta porque me iba a dar en adopción”, relata. Además le dijeron que aunque no se acuerdan el apellido, sí saben su nombre: Nora, que era una de ciudad al este de Villa María, y que era maestra.
“Hoy ella debe tener entre 65 y 70 años, cuando me tuvo a mí aparentemente ya tenía otros hijos, y por una situación forzosa de su familia tenía que deshacerse del bebé, porque sus familiares no sabían del embarazo y por eso se las arregló para tenerme sola y darme en adopción”, explica Miguel. La describieron como una mujer “muy elegante y desenvuelta”, y que sabía expresarse muy bien. Con todos los nuevos detalles, empezó a afinar la búsqueda por nombre, profesión y zona geográfica, y a averiguar todas las Noras que vivieran en zonas cercanas al parámetro que le brindaron las dos mujeres.
“He estado en contacto con una mujer que creíamos que podía ser mi mamá, fuimos con mi esposa hasta su casa, mi señora fue la que hizo el primer contacto para que no fuese tan brusco, y le explicó que yo no estoy enojado ni quiero generar ningún inconveniente, y ella nos invitó a pasar; pero nos dijo que había dado en adopción un niño en el año 1985 y no en 1988, que es el año que yo nací”, indica. Confiesa que en sus adentros siente que cuando tenga enfrente a su madre “su sangre va a hablar”, y sentirá algún tipo de presentimiento para reconocerla, y que con esta señora no tuvo aquella conexión. “Sin embargo tampoco lo descarto, le dejé mi contacto porque si en algún momento ella me dijera: ‘Soy yo, pero no me animé a decirte’, también sería bienvenido; yo creo que no debe ser fácil que tu hijo te busque después de 35 años, y que es todo un proceso, porque yo mismo necesité procesarlo todo este tiempo”, expresa.
Pone como ejemplo que cuando grabó el video donde iba a dar a conocer su historia, si bien lo hizo de un tirón, después de filmarlo sintió un nudo en el estómago, porque supo que el comienzo de una etapa de mayor exposición. “Publiqué el video el 29 de noviembre a las 11 de la noche, no me voy a olvidar nunca, porque fue el momento en que se lo conté al mundo entero”, sostiene. Resalta el rol de su señora, su compañera de vida desde que tiene 24 años, y madre de sus tres hijos. “Es de fierro, es mi pilar, mi ayuda, mi oído, y mi empuje porque muchas veces en esto uno se paraliza un poco, y cuando yo no sabía ni cómo encarar a los médicos o a las personas que estuvieron cerca de mi madre, ella me apoyaba y me tiraba para adelante”, dice con gratitud.
Sus tres hijos, de 10, 7 y 5, también lo acompañan en estos momentos, y saben perfectamente la búsqueda que emprende. “Desde su inocencia me han acompañado, porque no se lo iba a decir a todos sin que ellos supieran, y siempre quise ser papá, sentí esa vocación toda mi vida, y hoy los disfruto mucho”, celebra. A modo de reflexión, cuenta que tuvo mucho que ver el cambio interno que sintió cuando se convirtió en padre. “Los tres son muy parecidos a mí, prácticamente iguales, y ahí me surgió mucho más la curiosidad de dónde es mi genética, que es tan fuerte que nacieron iguales a mí; y a medida que los chicos van creciendo aprenden el árbol genealógico en la escuela, preguntan por los abuelos, todo eso me fue moviendo por dentro, y son dudas que no me las puedo sacar con el diccionario ni con internet”, manifiesta.
Agradecimiento y esperanza
Durante la pandemia de coronavirus su papá adoptivo murió, y agradece que desde siempre fue sincero con él y le contó todo lo que sabía de la adopción. “Aunque mi partida de nacimiento es apócrifa, todo lo que sé es gracias a él, a mis tíos, a la partera, y a estas dos mujeres que aparecieron recientemente”, expresa. Incluso su padre le contó que lo primero que hizo fue llevarlo a un control médico, y le dijeron que era un niño muy saludable. “Evidentemente mi mamá me cuidó muy bien en su vientre, pese a la dificultad que estaba atravesando, los nueve meses que me tuvo que cuidar lo hizo, y aunque nunca supo la historia de mis padres adoptivos, que hacía 10 años estaban intentando tener un hijo y por cuestiones de salud no podían tener, creo que ella quiso asegurarse de entregarme en buenas manos”, sostiene.
En este último tiempo leyó muchas historias parecidas a la suya, y aunque no hay dos iguales y todas tienen sus particularidades, por momentos se preguntó el motivo por el que recién a sus 30 años comenzó a dar los primeros pasos hacia la búsqueda materna. “Creo que no me puedo me puedo culpar ni pensar que empecé tarde, porque cada uno lo vive de la manera que puede, y espero que Dios me dé la luz para poder encontrarla y cerrar esta parte de mi historia; hago todo esto para acercarme a ese café con ella, porque no creo que se olvide tan fácil de ese niño que tuvo, y siento que me va a reconocer”, proyecta Suárez.
Durante su infancia sabía de la adopción, y todos sus vecinos también, y nunca fue algo que le molestase. Solamente en los chequeos médicos no sabía qué responder cuando le preguntaban antecedes de padre y madre, que resultan importantes para sentar precedentes genéticos en el caso de algunas patologías y enfermedades. Se pregunta qué tipo de situación estaría viviendo aquella mujer que tomó la decisión de entregarlo a otra familia, y quisiera charlar con ella desde el absoluto respeto. “Tengo una vida maravillosa desde que ella me dejó nacer, solamente tengo palabras de agradecimiento porque me dio a unos padres maravillosos, que me amaron hasta el infinito, sigo viviendo en la misma ciudad a la que me trajeron mis padres adoptivos; tengo todos mis amigos, mi familia, y soy muy agradecido a la vida por todo lo que tengo”, asegura Miguel.
Está dispuesto incluso a que el café suceda en completo hermetismo, porque desconoce cuál es el contexto familiar y personal de quien le dio la vida. “Quizá tiene que ordenar las cosas en su familia para contactarme, y yo estoy abierto a la posibilidad, dependo de lo que ella quiera; no le quiero exigir nada, no hace falta tener una relación si ella no quiere, pero sí creo que nos merecemos el café para charlar sobre qué fue de nuestras vidas después de ese 4 junio de 1988, la historia de quién soy, de dónde vengo, cómo fue su vida después de mí y antes de mí; también mi papá es una incógnita que si no encuentro a mi mamá, mucho más difícil sea conocerlo a él”, se lamenta.
Miguel actualmente trabaja en una empresa agroindustrial, y por esos sincronismos de la vida, da clases en el nivel superior. “No podía creer cuando me contaron que ella era maestra cuando me tuvo a mí, porque yo estoy como profesor del nivel terciario del Instituto 25 de mayo, así que evidentemente hay algo de la vocación que se ha transmitido, y lo mismo me pasa con la personalidad, porque mis papás adoptivos son más bien tímidos y reservados, y yo nunca supe a quién salí tan extrovertido y de dar charla”, reflexiona. Algunas piezas del rompecabezas empiezan a encajar, algo está sanando en su interior, y le gustaría que aquella mujer sepa que tiene un hijo feliz, que no la juzga ni la sentencia, que anhela desde el más supremo respeto conocerla, y que la seguirá buscando, porque así lo demanda su corazón.