[El podcast “Medio siglo de periodismo” puede escucharse clickeando acá]
El juicio a las Juntas de 1985 fue un hito en el país. Se conocieron las aberraciones cometidas durante la dictadura que había finalizado en 1983 y los comandantes militares fueron juzgados y condenados por la justicia civil. Pero no solo fue histórico en lo colectivo, también produjo enormes transformaciones en lo personal.
Alberto Amato da un ejemplo en primera persona. En el episodio 9 del podcast “Medio siglo de periodismo”, cuenta cómo se transformó su perspectiva periodística tras haber realizado la cobertura del juicio.
Hasta ese entonces su carrera había estado relacionada con el mundo del espectáculo y una que otra vez se escapaba de esa temática para abordar algún caso internacional. En 1985 trabajaba en editorial Perfil y fue convocado para integrar el equipo encargado de hacer El diario del Juicio.
“Cambió mi vida. Cambió el sentido que yo creía que le tenía que dar a mi profesión -explica Amato-. Mi manera de ejercer la profesión tenía que ser más seria, más responsable, eludir en la medida de lo posible la farándula, esquivar un poco ese periodismo que había sido mi vida y que a veces me gustaría volver a hacer porque era muy divertido, pero que mi profesión tenía que ir por otro camino”. Y así fue.
Las audiencias de la Cámara Federal porteña no se transmitían en directo por televisión ni por radio. Solo había un resumen diario de imágenes sin sonido. Por aquel entonces el “Partido Militar” tenía poder y la falta de televisación en vivo se había leído como una concesión del poder político a los uniformados. La cobertura realizada por El diario del Juicio brindó información abundante y detallada.
Entonces Amato concurrió todos los días a la Sala de Audiencias de la Cámara Federal, en la planta baja del Palacio de Tribunales. Fue uno de los periodistas que aprendió a cubrir juicios orales con el -sin dudas- más trascendente de todos ellos. Debió conseguir tutores que le explicaran el funcionamiento de la justicia penal federal que, hasta entonces era -como casi todos los tribunales- un tanto inaccesible para el periodismo.
Los periodistas debían obtener información además de presenciar el juicio. Para ello tuvieron que relacionarse con personas que les habían resultado desconocidas hasta ese momento: los camaristas, sus secretarios, los integrantes de la fiscalía y los defensores.
Amato explica que: “Fue casi la primera vez que entraba al Palacio de Justicia en un ambiente que todavía era muy recoleto, muy ceñido a los periodistas que cubrían justicia y nada más. El juicio a los Comandantes es el que abre la puerta del Poder Judicial al periodismo. Una vez que el periodismo se mete de lleno a cubrir el Juicio a las Juntas Tribunales nunca volvió a ser lo mismo. El periodismo judicial tampoco volvió a ser lo mismo. Los colegas que hacían periodismo judicial, que además reflejaban las sentencias con los latinazgos del Poder Judicial tuvieron que renunciar a ese tipo de redacción porque el Poder Judicial, la Justicia como concepto, se había metido en la cotidianeidad”.
En el podcast Amato detalla cómo era la tarea: “Nuestro trabajo consistía en cubrir todas las sesiones todos los días y seleccionar los testimonios más impactantes, tarea que era muy difícil porque todos los testimonios eran tremendos. También había que entrevistar a los protagonistas. Eso se volcaba después en cuatro páginas del Diario del juicio, dos al inicio y dos al final. Y el resto de la publicación eran las actas del juicio con los testimonios más relevantes”.
Amato señala que desde aquel momento su carrera viró hacia la temática política y social y desde entonces no hace más “farándula”. Aquella experiencia periodística de convivir día a día con las atrocidades de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura lo cambiaron para siempre. Y de eso habla en el noveno episodio de podcast “Medio siglo de periodismo”.