
Ubicado sobre la Ruta N°11, a 45 minutos en auto de la ciudad de Mar del Plata, entre Chapadmalal y Miramar, “El Marquesado” surgió a mediados de la década del ‘70 como un ícono playero. Para construirlo, cuenta la historia, hicieron un boquete gigante dentro de un acantilado, y lo dinamitaron a cielo abierto. Se inauguró el 15 de noviembre de 1977. En aquella época, debido a su arquitectura monumental -un balneario de tres pisos, con forma de anfiteatro y vista escalonada al mar- era un proyecto atrevido e innovador. Sin embargo, su esplendor duró poco: pasó de ser un referente turístico a caer en el abandono y la ruina.
¿Por qué se vino abajo? ¿Cómo está hoy el lugar? Para contestar esta última pregunta, Infobae se trasladó hasta allí y, con un drone, logró hacer un registro fotográfico tanto del balneario, como de su playa. Las imágenes son impactantes. Casi 50 años después de su apertura, los restos de “El Marquesado” se deterioran frente al mar.
Desde que se inició el proyecto -construido por la firma Sierra Leona S.A.- hasta su finalización transcurrieron poco menos de cinco años. De acuerdo con algunos artículos periodísticos de aquellos años, el balneario venía a completar un nuevo barrio privado, que se levantaba del otro lado de la Ruta N°11, y que llevaba el nombre de “El Marquesado Country Club”.
“En esa época Mar del Plata lo publicitaba muchísimo, como una inversión inmobiliaria. La idea era que esa parte del Sur creciera. En ese contexto, uno de los primeros emprendimientos que se construyó, en 1948, fue el ‘Parador Ariston’, diseñado por el arquitecto Marcel Breuer, de la Bauhaus. Más adelante, en 1955, se inauguró el ‘Complejo de Hoteles de Chapadmalal’. Como querían impulsar toda esa zona, el objetivo fue que hubiera ‘algo más’ camino al Sur. En el caso de ‘El Marquesado Country Club’, la gente compraba terrenos porque eran económicos, pero muy pocos pudieron escriturar”, explicó a Infobae el Maestro Mayor de Obras, Pablo Javier Junco, y creador del el sitio Fotos Viejas de Mar del Plata.
Del orgullo al abandono
Además de los tres niveles de terrazas circulares “únicas en todo el continente sudamericano”, sombrillas, carpas, parrillas, vestuario y juegos infantiles, “El Marquesado” contaba con una confitería, centro comercial, iluminación a vapor de mercurio y una playa de estacionamiento para 250 coches. “Totalmente terminado y habilitado, con rango y jerarquía internacional”, decían los anuncios.
Incluso, un artículo del diario La Capital, publicado en septiembre de 1976 y que figura en el sitio Fotos Viejas de Mar del Plata, lo equiparaba con reconocidos balnearios de otras partes del mundo, como “la Costa Azul, Palma de Mallorca y la Costa Dálmata”.
Pero tras su primera temporada, en el verano de 1978, las luces del éxito inicial de “El Marquesado” comenzaron a apagarse. Los motivos fueron varios: desde los cambios en la gestión de la concesión, pasando por las preferencias turísticas, hasta la modificación que sufría la playa en esa zona, que año tras año tenía menos arena.
Para mediados de 1990 el balneario quedó completamente abandonado. “El mar se comió los muros de contención y el edificio principal empezó a llenarse de mugre. La falta de mantenimiento hizo que el vandalismo terminara por hacer agonizar el lugar”, contextualizó Junco.
Y agregó: “El balneario de Playa Chica, también ubicado en Mar del Plata, tuvo el mismo problema. Lo habían concesionado y después empezó a venirse abajo por falta de manutención. Al final lo demolieron por completo”.
Así, el sitio que alguna vez vibró con la risa de los veraneantes, hoy yace en el olvido, cubierto de grafitis, entre escombros y yuyos, y corroído por la sal.

Una película y una investigación
Las ruinas de “El Marquesado” sirvieron para que el director de cine Pablo Reyero utilizara el lugar como locación para su película La cruz del sur (2003). La ficción, premiada en el Festival de Cannes, es un policial negro sobre tráfico de drogas, que en una escena muestra al padre del protagonista, cuidador del balneario, desenterrando un hueso humano. La escena luego da pie a un diálogo que refiere a los militares.
“Equivocadamente, en las críticas al film se afirmó que esos hechos habían sucedido realmente y el error se multiplicó. Toda esa zona estaba bajo el dominio de la Marina (la Armada Argentina) y se están investigando hechos, pero no los mencionados. Sí se puede confirmar que en 1977, en la Confitería del balneario ‘El Marquesado’, hubo una reunión de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), probado en varias causas judiciales de lesa humanidad, mediante un informe elaborado por la División de Contrainteligencia de la Base Naval de Puerto Belgrano”, escribió Paula Viafora en un artículo de junio de 2021, que publicó en la Agencia Paco Urondo.
Y agregó: “Ese tema forma parte de una investigación que vengo desarrollando desde hace más de diez años junto al prestigioso abogado marplatense Carlos Bozzi, autor del libro: ‘Luna Roja, desaparecidos en las playas marplatenses’, obra que cuenta con varias ediciones. Como la investigación está en curso, no haré mayo referencia al tema”.

El balneario, hoy
Aunque está totalmente venido abajo, al llegar a “El Marquesado” unos diez vehículos y un par de motos dan cuenta de la presencia de turistas. Incluso, en el estacionamiento, un letrero pide “cuidar la playa” y “llevarse la basura”. El camino para acceder a la orilla del mar es incómodo y vertiginoso. Primero hay que descender por escaleras empinadas y sin barandas; luego, caminar entre las piedras.
Al llegar a la playa, bajo una sombrilla blanca, está Javier Vidal, guardavidas desde hace dos décadas, quien cumple funciones en el balneario por tercera temporada de verano consecutiva.
“Acá hay muy poca afluencia de gente pero, cada tanto, hago algún rescate. La característica de este lugar es que tiene playa con fondo de piedra. Esto hace que sea un mar ‘tétrico’, donde también hay muchas algas y conchillas”, describió Vidal a Infobae.
A sus espaldas están los acantilados. Por tratarse de paredes arcillosas, explicó el guardavidas, pueden desmoronarse debido a la erosión generada por las olas y el viento. También después de varios días de lluvia. Un cartel blanco y rojo advierte acerca de ese riesgo: “Cuidado, peligro de derrumbe”.

Fotos/Christian Heit.
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