Se llama “42 escalones en mosaico” y es el nuevo atractivo turístico de Villa Gesell. Se trata de una obra de arte realizada con piezas de vidrio, mosaico, espejo y cerámicas sobre una pendiente que conecta la Avenida 3 con el Paseo 141 bis. Está inspirada en la famosa Escalera de Selarón, en Río de Janeiro, y se volvió un escenario imperdible para visitar y tomarse fotos.
Vista desde lejos, la escalera luce como el degradé de un arcoíris que asoma entre dos edificios de planta baja y tres pisos. La apreciación cambia rotundamente a medida que uno se aproxima, cuando entre esos escalones multicolores y brillantes se distinguen mini figuras que cuentan historias, transmiten la naturaleza de la ciudad balnearia y representan temáticas varias.
Detrás de la intervención hay tres artistas locales: Melisa Sonneborn, Lucía Sicuso y Valeria Maidana. Fueron convocadas en el marco de una iniciativa de la Dirección de Promoción de las Artes de Villa Gesell, dependiente de la Secretaría de Cultura, Educación y Deportes. El proyecto comenzó en 2020, con la intención de poner en valor la zona.
“Ese lugar era una calle muy antigua, estaba sin uso. La intención fue darle identidad artística desde lo visual”, contó a Infobae Hugo Talou, titular de la Dirección de Promoción de las Artes.
La idea surgió de un funcionario municipal que había viajado a Brasil y había quedado encantado con la Escalera de Selarón. En ese entonces, la escalera gesellina ya estaba intervenida con pintura de colores, por lo cual el funcionario propuso agregarle otro valor con el mosaico.
Así, posteriormente llegó el turno de la acción para Melisa, Lucía y Valeria. “Empezamos a trabajar en el diseño, en conseguir los materiales y en la preparación de las piezas. Al final, fue un trabajo que nos llevó dos años y medio”, contaron.
Cada escalón tiene una extensión de ancho de cinco metros. Trabajarlos hasta dejarlos tal cual se ven hoy demandó cerca de dos meses cada uno, desde la elaboración de las piezas hasta su colocación. “Para hacer las piezas de cerámica hay cositas muy puntuales, imágenes pensadas para eso, detalles y eso se cocina, se confecciona, se vuelve a esmaltar. Es todo un proceso muy largo. No es tan sencillo”, explicaron las artistas, que se repartieron la confección de 14 escalones cada una.
También se asignaron colores, respetando una regla: que cada cinco escalones haya uno de espejo que combine el color anterior.
Las piezas las desarrollaron por separado en sus talleres. A veces, solamente se juntaban para hacer las teselas de vidrio. “Hacíamos la camada de amarillos, la camada de verde juntas, cada una con sus formas de lo que ya tenía planteado hacer y después cada una lo armaba en su propio taller. Y cada vez que teníamos tres o cuatro ya armaditos, veníamos y los colocábamos”.
El diseño nació de la inspiración propia. “Así surgieron temas muy diversos, desde algunos puntuales que los gesellinos lo van a reconocer rápido a otros generales, como el feminismo, la ecología, el yoga o la música, todas cosas que nos identificaban. Porque la idea un poco también era esa: poner un poco de nuestra impronta, de nuestra personalidad en cada escalón”.
De esa manera, por ejemplo, figuras del cielo y del mar se reflejan en los azules. O los médanos y el verano en los amarillos. El bosque, además, se dibuja en los verdes, mientras que las piñas, las sudestadas y la leña aparecen en los naranjas y rojos, más relacionados al invierno y al otoño. Pero hay muchos más detalles, frases y trazados que solo se perciben al mirar con atención.
“La intención es que puedas venir una, dos, cinco o diez veces, porque siempre descubrís una frase de un poema, una mención a un dibujito, algo de una tesela que no la habías visto”, indicaron las mosaiquistas. Y agregaron: “Creo que logramos que sea una obra personalizada porque realmente no hay trabajos así. No solo por el volumen, sino por el laburo que le pusimos. A nosotras nos costó y nos llevó tiempo por eso. Hay otras escaleras que se hacen con un trazado del mismo tono y eso es mucho más rápido”.
Durante la charla con este medio, se mostraron felices por la repercusión positiva: “La gente realmente fue súper generosa con la devolución el día de la inauguración y antes también: ya lo notábamos mientras colocábamos los escalones, cuando nos mandaban mensajes en Instagram o personales”.
Luego de revelar que al principio sintieron algunas dudas por el volumen de la obra, también expresaron: “Sabemos que si se cuida, el mosaico puede ser muy duradero y quizá la obra quede por muchos años, para nuestros nietos, bisnietos. Eso nos emociona. Hemos hecho otras cosas, pero creo que esto puede llegar a ser algo muy emblemático”.
El trabajo finalizó su primera etapa. Es que la intención ahora es intervenir parte de los paredones de los costados y los descansos (que son amplios), “para que cuando uno baje también tenga algo visualmente atractivo para ver”. Lo cierto es que, independientemente de ese paso, la obra ya le dio vida a una zona poco transitada comparada con otras de Villa Gesell.
Además de la escalera, Melisa actualmente trabaja en otra intervención artística urbana sobre la fuente de agua de la Plaza de las Américas, ubicada en Paseo 132 y Avenida 3. La técnica que emplea también es el mosaico y comprende una combinación de azulejos y venecitas. Además, se integran piezas especialmente elaboradas por ella en cerámica y vitrofusión, lo que le aporta a la obra una dimensión única y detallada.
El proyecto se denomina “Las Americanas” y busca resaltar la figura de destacadas mujeres que han dejado huella en la historia y la actualidad. En esta primera etapa, la intervención se enfoca en cuatro figuras femeninas significativas: Lola Mora, Frida Kahlo, Nina Simone y Nemonte Nenquimo. En diciembre ya finalizó el primer anillo.
Por su lado, Lucía y Valeria, acompañadas de su colega Delfina Martín, fusionan técnicas innovadoras para dar vida a un mural en un edificio de la zona del muelle, donde era la ex Cruz Roja. Allí, trazan la figura de un cachalote.
La obra es mixta: nace de una combinación de mosaicos, vidrios, espejos y diversas técnicas pictóricas como el mural, stencil, aerosol, paste up y materiales reciclados. Talou también participa del desarrollo artístico: está a cargo de la pintura.
Mediante el imponente cetáceo se pretende ilustrar diferentes escenas marítimas y reflejar la riqueza y belleza del entorno costero, explicaron las autoridades municipales y destacaron: “Este mural no solo embellece el lugar, sino que también será un tributo a la relación intrínseca entre el arte y el entorno marino, capturando la esencia del océano y su conexión con la comunidad gesellina”.
Fotos: Manuela Luján