En una emotiva Misa por la Unidad Nacional, celebrada en la catedral de San Justo, el obispo de esa localidad bonaerense, monseñor Eduardo García, instó a la sociedad a reflexionar sobre el significado profundo del bien común y su importancia en la construcción de una sociedad justa y armoniosa.
Para monseñor García, “el bien común, desde la perspectiva cristiana, va más allá de meras consideraciones sociológicas y se erige como una expresión privilegiada del amor fraterno”.
“El bien común no es la caótica suma de los intereses individuales, ni tampoco el bien del Estado por encima de los derechos de las personas”, remarcó. Y luego, explicó: ”Es, más bien, el conjunto de condiciones que permiten el desarrollo pleno de todos los ciudadanos en todos los ámbitos de la vida”.
El obispo, citando la Conferencia Episcopal Argentina de 1976, subrayó que el bien común constituye el fundamento de la sociedad y el principio que justifica la existencia del Estado. Sin embargo, reconoció que “a lo largo de la historia, ha habido momentos en los que el bien común no ha coincidido con el bien del Estado, generando conflictos y dificultades”. En este sentido, destacó que “el Estado no debe fijar el bien de la comunidad, sino reconocerlo y servirlo”.
Monseñor García hizo un llamado a la reflexión sobre la importancia de luchar por ideas en lugar de ambiciones personales. Instó a la sociedad a buscar la construcción de consensos a través de un diálogo leal y pacífico, destacando la necesidad de evitar la intolerancia que podría conducir a la esterilización y la inacción.
“¿Qué tal si alguna vez tratamos de luchar por nuestras ideas, más que por nuestras ambiciones personales o de círculo? Tratemos por todos los medios de ser capaces de escuchar al otro y de intentar comprenderlo poniéndonos en su lugar”, aconsejó.
El obispo se San Justo llamó a buscar “nuevo método en la política que surja de la confrontación leal y pacífica de las distintas ideas” para “poder ahondar en las coincidencias que nos permitan construir las sólidas columnas que requiere la edificación de nuestra Nación”. Caso contrario, advirtió, “la intolerancia nos llevará a la esterilización y a la inacción, que no es otra cosa que el camino directo hacia una nueva frustración”.
El obispo señaló la peligrosa opción de caer en los extremos y enfatizó la importancia de evitar posicionarse en ellos. “La vida y las decisiones son más fáciles cuando todo se reduce a blanco o negro, pero solo existimos a partir del enfrentamiento”, advirtió.
En cuanto a la gestión pública, monseñor García pidió que “el afán por equilibrar el déficit” no lleve “a descuidar el sentido social del gasto público”. A la vez, destacó la necesidad de promover el buen crédito para las empresas, asegurando la generación de empleo genuino, y enfatizó la protección del salario real del trabajador.
“Nuestros dirigentes políticos deben saber que la calidad de sus liderazgos va a calificarse por la capacidad de oponerse a los círculos de intereses mezquinos”, enfatizó durante la misa. Y añadió: “Deberán enfrentar a esas élites con gran capacidad intelectual y política, y con una tenaz e inquebrantable voluntad de servicio al país y a su comunidad, en la búsqueda del bien común”.
El religioso también recordó la generosidad de Dios con la Patria, a la que ha dotado de abundantes recursos, y llamó a los argentinos a administrar y concretar esas riquezas en un sentido orientado hacia el bien común.
“La unidad nacional debe ser el motor que nos impulse en la concreción de nuestro destino como individuos y como comunidad”, expresó el obispo García, cuyas frases resonaron profundamente entre los fieles presentes, instándolos a reflexionar sobre su papel en la construcción de una sociedad más justa y unida.