David Gernant, un ex juez estadounidense de 80 años que se encontraba recorriendo el mundo, murió de malaria en el Hospital Fernández. El hombre, cuya última parada antes de llegar a la Ciudad de Buenos Aires fue Ushuaia, antes había pasado por destinos como Turquía, Etiopía e India.
Desde el Ministerio de Salud porteño, le informaron a Infobae que Gernant había decidido retornar a la ciudad desde la capital fueguina el 7 de enero porque “durante su estadía en el sur del país comenzó a presentar fiebre muy alta”. Una vez que fue atendido en el Fernández, decidieron su inmediata internación, pero ya no había mucho por hacer para salvarlo.
“El paciente llegó en un grave estado de salud, con fiebre alta, fuerte anemia y un cuadro de hipoglucemia. Fue intubado y falleció al cabo de una hora”, detalla el parte.
A raíz del cuadro y el repentino fallecimiento, se ordenó un estudio en profundidad en el Instituto Malbrán. El mismo determinó que la causa de muerte fue la malaria.
De juez a activista político, de defensor de los derechos LGTBQ+ a turista, Gernant encontró su fin en Buenos Aires. Nacido en Kalamazoo, Michigan, el 4 de noviembre de 1943, se graduó en la Universidad de Western Michigan y se licenció en la Facultad de Derecho de Harvard.
Ya en su rol de juez en el Tribunal del Distrito de Portland, Departamento 9, ejerció el cargo asumiéndose como “el primer juez abiertamente gay en Oregon”.
En un ensayo que escribió en 1994, en el que relató parte de su vida, Gernant, quien se había casado a los 29 años con “una mujer inteligente y bien educada”, contó que a los 32 años fue un amigo cercano el que le hizo dar cuenta de que era gay. A partir de allí comenzó su proceso hasta convertirse en un ferviente activista que incluyó la lucha por la derogación de la legislación sobre el VIH en Michigan.
Qué es la malaria y cuáles son sus síntomas
La malaria -también llamada paludismo- es una enfermedad causada por el parásito Plasmodium, que es transmitido por la picadura de un mosquito infectado. Sólo el género anófeles del mosquito transmite la malaria.
Los síntomas de esta enfermedad aparecen entre 10 y 15 días después de la picadura, y suelen asemejarse a los de la gripe: fiebre, dolor de cabeza y escalofríos. El cuadro puede incluir sudoración y vómitos, y derivar en una enfermedad grave y la muerte si no se trata a tiempo.
Para diagnosticar la malaria, se le toman muestras de sangre al paciente que son examinadas con un microscopio. El parásito es detectado dentro de los glóbulos rojos. En tanto, las pruebas de diagnóstico rápido (RDTs) son usadas para diagnosticar la malaria en áreas remotas, donde el microscopio no puede ser utilizado.
El tratamiento temprano de la malaria -según la OPS- reduce su duración, previene las complicaciones y evita la mayoría de las muertes. El objetivo del tratamiento es curar al paciente, más que reducir su número de parásitos.
Los parásitos Plasmodium vivax y Plasmodium falciparum son los más comunes en la malaria, mientras que las variedades malariae y ovale son parásitos menos conocidos. De todos estos, la infección adquirida por Plasmodium falciparum es la más fatal si no es tratada a tiempo.
La cloroquina fue históricamente el tratamiento de elección para tratar la malaria y es aún usado en la mayoría de los países para el tratamiento de P. vivax. Sin embargo, el parásito P. falciparum desarrolló una muy diseminada resistencia a este medicamento, y actualmente se recomienda una terapia de combinación basada en la artemisinina, como tratamiento principal contra este parásito.
En este punto, el potencial creciente de resistencia del parásito a estos medicamentos está socavando los esfuerzos por controlar la malaria, advierten los expertos.
Finalmente, las medidas de prevención de la malaria es la misma que para otras enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue, el zika o la fiebre Chikungunya: los especialistas recomiendan usar repelente de insectos, vestirse con ropa clara, pantalones y mangas largas, y utilizar mosquiteros en las ventanas, entre otras precauciones.
Asimismo, antes de viajar a otros países, se debería tener en cuenta el riesgo de malaria en el destino y coordinar con el médico de cabecera las medidas preventivas.