El microcentro porteño se convirtió últimamente en la meca de los motochorros. Las víctimas son mayormente turistas extranjeros, a quienes les arrebatan preferentemente celulares de alta gama y relojes muy costosos. Quienes trabajan sobre la calle Florida dicen que de lunes a viernes hay 30 robos en promedio entre las 10 de la mañana y las 6 y media de la tarde, sin contar a los ladrones del turno noche. Un funcionario boliviano, un científico de la NASA, un grupo de amigas de San Pablo y una pareja de mochileros de Estados Unidos fueron cuatro de los tantos casos que hubo el pasado martes, 9 de enero, en el centro porteño, visitantes que Infobae encontró desesperados recorriendo las comisarias céntricas.
“Salí del Hotel NH, ubicado en el Centro Histórico, iba caminando en la cuadra mirando mi celular para encontrar algún restaurante y apareció un ladrón en una moto con una campera. Había alguien detrás mío, me arrancó el teléfono y escaparon”. Todo pasó sobre la calle Bolívar, a metros de Plaza de Mayo y la Casa Rosada. El hombre, de unos 70 años, es el norteamericano Lawrence Kuznetz, científico de la NASA, quien vino pocos días a Buenos Aires en un crucero. En la Comisaría Vecinal 1-D, de Lavalle 451, pedía internet y le decían que no había. Lo único que quería era abrir rápido su MacBook para poder rastrear su teléfono celular. Otra persona, que estaba también para radicar una denuncia, le compartió wifi. La ubicación del teléfono robado le daba Florida 124. En un inglés muy cerrado, el científico, que ya llevaba una hora en la dependencia sofocado de calor, pedía a la policía que hiciera un allanamiento. Nadie entendía nada de lo que decía. Apenas una oficial contaba con conocimientos limitados del idioma. Ella fue la que le tomó la denuncia. Pero luego un policía me pidió que le dijera en inglés que para hacer un allanamiento hacía falta la orden de un juez. También que le aclarara que si la dirección es una casa era fácil de encontrar, pero si es un edificio son muchos los departamentos y es muy difícil de rastrear. Su desesperación iba en aumento. Encima eran las 22.45 y quería volver caminando al hotel con la computadora en la mano. Nadie tenía una bolsa, aunque sea de supermercado para camuflarla, hasta que le pedí a un policía si lo podía acompañar porque lo iban a asaltar de nuevo. Sólo había que hacer cuatro cuadras y cruzar la Plaza de Mayo. Kuznetz es un veterano del programa espacial, controlador de vuelo del Apolo, ayudó a construir el trasbordador espacial y realizó investigaciones sobre el agua en Marte. Además, fue invitado entre otros programas de Estados Unidos a The Tonight Show, de la NBC, y a Good Morning America. “Yo también soy famoso”, me dijo. A esa altura, el científico tenía más miedo a caminar por Florida y la Plaza de Mayo que a llegar al planeta Marte.
Vanilda Dos Santos Oliveira llega desesperada a la comisaría junto a su hija Poliana y una amiga. Son de San Pablo, Brasil. Salieron del restaurante Mercado del Centro, en Lavalle al 500, y se detuvieron en la esquina de Florida a ver a unos bailarines. “Me robaron la cartera recién, estábamos viendo un show de tango en Florida y me llevaron todo, el dinero, las tarjetas, todo. Era una sola persona que salió corriendo”, cuenta la señora, muy angustiada, a Infobae. Una pareja de jóvenes mochileros norteamericanos, de unos 25 años, aparecen después. Dicen que les robaron el celular entrando a un restaurante. Los oficiales enseguida les piden que pasen para adentro, al sector de las oficinas. Ya es demasiado notoria la cantidad de turistas que van llegando en tan poco tiempo.
Un funcionario boliviano, que prefiere dejar en reserva su nombre, vivió un momento más violento que el científico norteamericano y los otros turistas. Acompañado de su esposa con rasgos del norte de Europa, el hombre muestra a Infobae las marcas que le quedaron en la muñeca de su mano cuando dos motochorros le robaron un Rolex valuado en 10 mil dólares en Tucumán y Florida, cuando salía del Hotel Claridge, donde están parando de paso antes de ir unos días de vacaciones a Mar del Plata. “Sentí un forcejeo en mi brazo izquierdo, un joven gordito y con pelo corte hongo me agarró con sus dos manos y me lo arrancó. En ese momento se me cayó el iPhone 15 al piso y también me lo llevó. Subió a una moto donde lo esperaba uno con un casco y escaparon en sentido al tránsito. Agradezco estar vivo”, cuenta con angustia. “Le ofrecí 1000 dólares que tenía en el bolsillo para que me devolviera el reloj porque era un recuerdo de mi abuelo y me dijo que no. Estaba sesgado con el reloj, evidentemente me venía siguiendo porque yo había ido a comprar un cargador acá a la vuelta”.
Esto fue a las 6 y cuarto de la tarde, frente a la hamburguesería Extremas. “Estaba lleno de gente y nadie hacía nada, realmente me quedé en estado de shock”, describió. A partir a ahí el visitante comenzó el periplo por las comisarías y en ninguna lo atendían. “Primero vinimos con mi esposa a la tarde a la comisaría 1-D de Lavalle al 400. Fue imposible hacer la denuncia porque había muchísima gente. Estuvimos casi dos horas. Me fui porque me di cuenta que no iba a lograr nada. Tuve que bloquear el teléfono, mis cuentas para que no se filtre mi información personal”. El hombre fue luego a la Comisaría del Turista en Avenida Corrientes 436 y le dijeron que no le tomaban la denuncia “porque no había sistema”. Esta cronista resolvió acompañarlos para que la denuncia quedara asentada y volvimos a esa dependencia donde una oficial nos dijo “vayan a la comisaría de Lavalle porque acá es sólo para extranjeros que no saben hablar español. Hay traductores de inglés y otros idiomas”. Volvimos a la comisaría de la calle Lavalle. Ya eran casi las 10 de la noche. En ese momento sí se pudo radicar la denuncia, aunque estuvo casi hasta las 12 de la noche. “Si nos hubieran atendido de entrada hubieran podido rastrear el celular más rápido”, dice el turista, ya agotado. En la comisaría hacía un calor terrible. Comenzaron a tomarle la denuncia en los escritorios del salón de adelante próximos al mostrador, pero luego el subcomisario nos hizo pasar a su oficina donde había aire acondicionado. Mientras veía Duro de Domar en C5N, el policía impartía órdenes a la brigada para que rastrearan la zona. Así pasó casi una hora. Hasta que al último le dijo al hombre y la señora que ahora tenían que terminar de escribir la denuncia por lo que volvimos nuevamente al sector de adelante para terminar de hacer el trámite. Fue eterno. El jueves, la policía llamó a su mujer y a esta cronista también para decir que el celular había sido detectado en un edificio de la Avenida Corrientes al 2900 pero que “tenía que ir a hacer la denuncia de nuevo a la Brigada”. El teléfono y el reloj aun no aparecieron.
En Tucumán y Florida hay un cartel sobre el semáforo que dice “Espacio monitoreado por la Policía de la Ciudad”. La mitad de los comercios tienen cámaras. Los empleados de la hamburguesería de la cuadra le contaron a Infobae que vieron cuando le robaron al turista, pero a nadie le llamó la atención porque “pasa todo el tiempo”. La mayoría de los negocios de la cuadra tiene cámaras: la Galería Jardín, la casa de alfajores, la Federación de Empleados de Comercio, el famoso restaurante de la casa colonial de la otra esquina, el Hotel Claridge, pero los ladrones no parecen estar muy preocupados. “Andan los marcadores. Los ves tipos normales. Es una banda cortarelojes”, cuenta Osvaldo, un comerciante de la peatonal. “En Moreno tienen una concesionaria de autos, lavaderos de autos, y una peluquería. Son tres hermanos, dos que andan con tobillera electrónica, los conocemos todos”, agrega en referencia a los motochorros. “No busquen los relojes en Marketplace porque no los van a encontrar, los venden en Flores. Pero no te metas con ellos porque son igual que los narcos. ¿Te queda claro, no?”, agrega un cuevero de la zona que me pide que ya no investigue más el tema porque la policía no lo va a hacer. “Nosotros vemos entre 20 y 30 robos por semana a turistas extranjeros. Hay motochorros y también hay carteristas, la mayoría mujeres. Es lo normal, lamentablemente”, añade a Carlos, empleado de un kiosco de diarios.
Las denuncias son muy pocas por las demoras que hay en las comisarías del centro y la realidad es que la mayoría de casos quedan impunes. Saben que el turista no tiene tiempo de ir a la comisaría, en pocos días u horas se irá y tampoco podrá seguir la causa. El turista extranjero es la víctima ideal. Desde el Ministerio de Seguridad porteño informaron que el año pasado recibieron 239 denuncias de robos y hurtos en el Microcentro y en los principales corredores turísticos de la Ciudad y agregaron que desde el 10 de diciembre “se tomó la decisión de reforzar la seguridad de la zona del Microcentro y principales corredores turísticos de la Ciudad con incremento de presencia policial, patrullaje y monitoreo mediante cámaras”. El 8 de enero, el Juez Nacional en lo Criminal y Correccional N 47, Osvaldo Daniel Rappa, ordenó a la Policía de la Ciudad la detención de un delincuente que habían robado a un turista extranjero un Rolex en Roque Sáenz Peña y Florida. Ese día capturaron a otros tres ladrones en operativos realizados en Corrientes y Florida y Florida y Tucumán, casualmente en la misma esquina donde al día siguiente los motochorros asaltaron al funcionario de Bolivia con total impunidad y a la vista de todos.
Por su parte, la ministra de Seguridad nacional, Patricia Bullrich, anunció que el Gobierno presentará un proyecto de Ley al Congreso para cambiar algunos artículos del Código Penal en la búsqueda de agravar las penas para los motochorros. Consultada por Infobae, la funcionaria nacional aclaró que la zona donde ocurrieron los robos a los turistas narrados en esta crónica es jurisdicción de la Policía de la Ciudad, pero insistió en que en febrero o marzo enviará el proyecto a Diputados y Senadores. “Nosotros estamos para cambiar el código y penalizar el acto a quienes lo cometan”, agregó.