Las comunidades terapéuticas del país viven uno de sus momentos más críticos de los últimos años. La falta de financiamiento a los centros, sumado al duro contexto económico que atraviesa Argentina -donde en diciembre se registró una inflación mensual superior al 25%- se convirtió en un combo letal para su supervivencia. “Llegamos a un momento de quiebre”, coinciden al respecto referentes de distintos establecimientos.
En varios de los espacios dedicados a la asistencia y prevención de trastornos psicofísicos y sociales, el cierre de las instituciones pasó a ser una de las posibilidades más evaluadas. Es el caso de la Posada del Inti, de Mar del Plata, cuyo presidente Fabián Messina advirtió haber llegado a un punto donde no tienen ningún tipo de posibilidad de seguir funcionando.
En diálogo con Infobae, el encargado del lugar relató que la crisis que hoy los asfixia comenzó hace ocho años, cuando el poder adquisitivo a nivel general empezó a deteriorarse. “Fue un proceso que repercutió sobre el valor de la prestación que recibimos de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar)”, detalló sobre el inicio del problema.
Desde entonces, no le quedó más opción que comenzar a reducir gastos de la forma que sea, buscando priorizar la medicación clínica y psiquiátrica a los usuarios residenciales. El primer recorte fue luego de la pandemia, cuando debieron cerrar las puertas de varios de sus espacios distribuidos en la ciudad. Allí, al igual que en su sede central, ofrecían programas que alcanzaban problemáticas como el uso problemático de drogas, la vulnerabilidad social, cuestiones de género y la promoción en salud mental, entre otras.
“Nosotros teníamos tres comunidades terapéuticas, tres ambulatorios y un hogar de niños. Hoy en día tenemos una comunidad terapéutica en la que trabajamos con el Estado (el organismo de niñez de la provincia y la Sedronar); otra comunidad terapéutica que trabajamos con obras sociales, prepagas y pacientes particulares; y un centro de día que es mixto en términos administrativos”, comentó Messina al respecto.
De acuerdo a la información pública que brinda la institución, la Posada del Inti llegó a contar con un equipo integrado por cerca de 90 personas, entre operadores socio-terapéuticos, psicólogos, psiquiatras, médicos clínicos, trabajadores sociales, nutricionistas, personal administrativo, talleristas y otros profesionales.
Sin embargo, de ese total, una veintena hizo extensiva su renuncia en las últimas semanas debido a la insostenible situación compuesta por los malos salarios y sobrecarga laboral. Un combo que también se volvió una complicación a la hora de reponer los recursos humanos del establecimiento, dado que la propuesta económica que ofrecen a los postulantes no es competente dentro del mercado laboral.
“No podés sostener a los que están y no podés reponer. Porque al que viene y le decís lo que pagás, se te ríe y te dice ‘me encantaría trabajar en Posada del Inti porque es una institución con prestigio, pero en definitiva no me sirve’”, reveló el presidente del lugar sobre la conversación que tiene con posibles interesantes. Y agregó: “En este momento tenemos 135 pacientes y una lista espera de 10 o 12 por no tener camas”.
En números
Para hablar de números concretos, Messina hizo referencia a la beca que reciben por parte de la Sedronar, de la cual actualmente atienden a 49 pacientes en internación y 20 en centro de día.
“El valor de la beca que nos dan es de $153.000 al día de hoy. Pero trabajamos con esquemas de medicación con los usuarios más complejos que, hace dos días, nos costaban $40.000 y $60.000. Hoy ya nos aumentaron un 20%, o sea que, del valor total que nos dan, nos queda menos de $100.000 en promedio. Hablamos de 3.000 pesos por día para brindar alojamiento, desayuno, colación, almuerzo, colación, merienda y cena”, señaló.
En este sentido, Messina contó que en el último año tuvieron un aumento de Sedronar del 60% con la promesa que iba a ser acorde a la inflación, algo que no se cumplió. “Fue un 60% contra un 211% de inflación en el 2023, sumado a que en el 2022 recibimos 70% contra 100% de inflación anual. Todos los años hubo una erosión del valor y del poder adquisitivo de esa beca. Si le agregas que en el último tiempo se sumaron las exigencias (en cargas horarias de trabajador social), el quiebre casi es un final anunciado”.
La situación que sufre la Posada del Inti y el relato de su presidente es un reflejo del contexto que atraviesa la mayor parte de las comunidades terapéuticas actualmente. Se trata de una crisis que arrastran hace años y cuyas consecuencias están a la vista: según indicaron fuentes oficiales a Infobae, hace seis años existían unas 95 comunidades terapéuticas habilitadas por el gobierno. “La cifra hoy se redujo en un 30%, 40%”, aseguraron.
A Fabián Messina aún le queda la esperanza de ser escuchado por las autoridades y así evitar el cierre definitivo del centro. “Nos confirmaron que el licenciado Roberto Moro asumió en la Sedronar, así que por lo menos ya tenemos un interlocutor. Ahora ya presentamos una nota de pedido de reunión y vamos a llevar un esquema de costo”, adelantó.
Y concluyó: “Necesitamos un ajuste acorde a la realidad de los valores que van de la mano, también de las exigencias. El sentido común te dice que hay que hacer un aumento importante en las becas para poder dar una atención de calidad”.