[El podcast “Medio siglo de periodismo” puede escucharse clickeando acá]
En la tapa del diario Clarín del lunes 5 de noviembre de 1979 se leían cuatro títulos. Tres de ellos referidos a noticias provenientes del exterior y una de deportes.
“Ganaron Boca, Talleres y San Lorenzo” resumía los resultados de los partidos de fútbol jugados el día anterior. Otros dos titulares aludían a situaciones sucedidas en América latina: “Ametrallan una manifestación en Bolivia”, “Bogotá: Comienza la reunión de ejércitos americanos”. Había uno más, que informaba acerca de un hecho en un lugar más alejado: “100 Rehenes. Ocuparon la embajada de EE.UU. en Irán”.
Aquella noticia fue muy relevante en todo el mundo. Es que el 4 de noviembre de 1979, un grupo de estudiantes, seguidores del ayatolá Ruhollah Khomeini, líder espiritual, religioso y político de la flamante “República Islámica de Irán”, había tomado la embajada de Estados Unidos en Teherán. Como consecuencia de aquella toma, unas 90 personas que trabajaban en la Embajada de Estados Unidos pasaron a ser rehenes. Aquel episodio -por el cual el se podría decir que islamismo “irrumpió” en el mundo- se conoció como “La crisis de los rehenes”.
El objetivo de la extrema medida era protestar porque Estados Unidos -presidido por el demócrata James Carter- había dado asilo y tratamiento médico al ex Sha de Irán: Mohammed Rezah Pahlevi, quien estaba exiliado y padecía un cáncer que estaba a punto de matarlo.
Veinte días después de iniciada la crisis, Alberto Amato llegó a Teherán -enviado por la revista Gente- para contar lo que sucedía allí. Iba con un fotógrafo y no había muchas expectativas. Varios medios de comunicación montaban guardia en la puerta de la sede diplomática donde estaban retenidos los secuestrados. Había que ir y ver qué pasaba.
En el nuevo episodio del podcast “Medio siglo de periodismo”, Amato recuerda qué le sucedió apenas pisó suelo iraní. Y también qué fue lo que lo impresionó no bien dejaron el aeropuerto de Teherán: “Lo primero que vimos en camino al Hotel Intercontinental fue los supermercados asaltados por decenas de personas, cientos de personas. La gente se apoderaba del alcohol y tiraba las botellas a la calle. Entonces no se podía circular porque toda la calle estaba regada de vidrios. Todo el ambiente olía a alcohol. Lo extraño es que nadie se llevaba una botellita. Todo lo que había de alcohol en los grandes supermercados se tiraba al centro de la calle”.
Durante la primera semana en Irán, Alberto Amato solo pudo llegar hasta la puerta de la embajada sin mucho más que contar que lo que allí sucedía cada día. La escena se repetía todas las tardes: los iraníes paseaban a los rehenes -que tenían sus ojos vendados- cerca de la puerta para que toda la prensa internacional los filmara y fotografiara y enviara esa imagen al mundo. No había nada más que hacer.
El periodista, perdido por perdido y atribulado por no tener mucho que contar, hizo un último intento para ingresar a la embajada tomada por los mujaidines. En el podcast explica qué hizo para conseguirlo y, una vez en la sede diplomática, cómo fue quedar cara a cara con los secuestradores que desafiaban a una potencia mundial como Estados Unidos.
Cuando comenzó la toma el número de rehenes era impreciso. Se hablaba de cerca de cien. Los estudiantes que organizaron y ejecutaron la operación liberaron a los no estadounidenses y a las mujeres. Y se quedaron con un número de secuestrados que no estaba claro. Había que precisar cuántos eran y allí fue Amato y preguntó, entre otras cosas, cuál era la cantidad exacta.
Los estudiantes mantuvieron cautivos a los rehenes durante 444 días. La situación terminó el mismo día que asumió el republicano Ronald Reagan como presidente de los Estados Unidos. Horas después de finalizado el mandato de Carter, se produjo la liberación de todos los que habían permanecido dentro de la embajada.
Amato, el único cronista argentino que entró a la embajada cuenta cómo fue haber estado allí en el podcast Medio siglo de periodismo.