Pasaron quince minutos de las cuatro de la tarde del domingo 8 de enero de 2024. Lautaro y Demian caminan por la arena mojada de Punta Mogotes, en Mar del Plata, donde nacieron, donde viven, donde veranean. Parten desde el balneario 21 en un ritual que, aunque sea transgeneracional y de dominio público, también les pertenece: surcan la orilla paralelo al mar, de espalda al sol, llegan a un confín equis, se detienen, coinciden tácitamente que ya está, giran y vuelven de frente al sol. El umbral es el balneario 1. Pero esta vez no será una ceremonia más. Aunque la completan como si lo fuera. Sabrán, a la noche, que un recorte de 25 segundos de su paseo fue capturado por un filmmaker, que lo subió a sus redes y los elevó al estatus de contenido viral.
No se les ven las caras. El ángulo enfoca sus espaldas. No es antojadiza la perspectiva. El video -como repiten los comentaristas de las redes y sintetizan con un cigarrillo- es cine. No es en blanco y negro, pero sus ropas parecen haberse apropiado del color del entorno. Son ellos caminando, yéndose. No hay sol. Todo el fondo es orilla y nubes. Otros se cruzan por delante de la cámara, los tapan y los develan. Ellos hablan, interactúan, algo están debatiendo. Uno simula el movimiento de un futbolista pateando. El otro no lo ve, pero entiende lo que hace. El video tiene, al momento de escribirse esta nota, un millón de visualizaciones y 230 mil likes.
La matriz de su penetración y propagación cultural no radica esencialmente en ellos, sino en lo que visten. Uno camina con desgano -los futboleros dirán que reproduce el tranco cansino de los más distinguidos enganches-, el otro se para de zurdo para patear una pelota invisible. Uno tiene una camiseta retro. El otro también. Uno tiene el número 10 en la espalda. El otro también. Uno luce los colores de uno de los clubes más grandes del país. El otro también. Hasta la publicidad de la cerveza comparten. Son amigos y lucen camisetas de equipos históricamente enfrentados.
Lautaro tiene la remera de River tricampeón de 1996, el maravilloso equipo dirigido por Ramón Díaz, la última que usó Enzo Francescoli, la extraña y añorada de los escuditos sublimados. Demian viste la de Boca con el “Román” escrito en la parte de abajo, con la que ganó la Copa Libertadores en 2001 y la que eternizó Diego Armando Maradona el 20 de noviembre en su partido despedida. Ambas casacas, un abono para los nostálgicos, fueron regalos pedidos para las fiestas. Están de estreno.
Lautaro la recibió en Navidad. Abrió el regalo, la sacó de la bolsa y se la puso. La transición de obsequio en bolsa a ropa de uso fue automática. Había sido un pedido expreso de él. Quería esa, solo esa. “La pedí principalmente porque es la época que más me gusta de River, la de Francescoli, Salas, Ortega, el Muñeco”, cuenta el nacido en 2009, trece años después de esa triple coronación. Él mismo le enseñó a Andrés, su papá hincha de Ferro -el amor por los colores se transmitió por vientre-, cuentas de instagram de camisetas retro que ofrecían este modelo icónico. El envío demoró dos días y fue directo al arbolito.
Damián la recibió en Reyes. “Él hace rato venía pidiendo la camiseta de Román y no se podía conseguir”, dijo Walter, su papá, en diálogo con el portal Planeta Boca Juniors. El deseo se aceleró cuando el 17 de diciembre pisaron el césped de la Bombonera en el marco de las elecciones a presidente y le exigió: “Papá, por favor, conseguime la camiseta de Román”. El socio de 57 años cumplió y la sorpresa llegó la mañana del sábado con los Reyes Magos.
Sus padres coinciden en que no se las sacan ni para dormir. Coincidieron, los amigos y las camisetas, el domingo en Punta Mogotes. Coincidió, por casualidad, que las familias reservaron carpas en pasillos diferentes en el mismo balneario, el 21. Pasó lo que pasa siempre: después del almuerzo, Lautaro fue a buscar a Demian para jugar a la pelota en la orilla. Hacen pases y juegan partidos. Al plan se suman Andrés y Mirko, papá y hermano menor de Lautaro. Después del fútbol de playa y de un rato de agua, los amigos emprenden su marcha hacia algún lado.
Se conocen desde sala de tres. Completaron el jardín y la primaria juntos. Pasaron a tercer año de la secundaria. Lautaro tiene catorce años, Demian trece y se sientan uno al lado del otro en el mismo banco del instituto Sagrada Familia, ubicado en las inmediaciones del puerto de Mar del Plata, el mismo del que se egresó el arquero campeón del mundo Emiliano Martínez. “Es mi mejor amigo -dice Lautaro-. No me importa que sea bostero. Obvio que hay cargadas, hay chicanas, pero eso no cambia nada. Nos vivimos jodiendo y está todo bien”.
El primero que vio el video fue Demian. Era de noche. Estaba scrolleando en TikTok cuando se descubrió en una publicación de Valentín Salom. “Vi a los pibes pasar por la playa con la camiseta de sus equipos y me pareció un momento lindo, único”, constató el filmmaker y cofundador de la productora audiovisual Haustar. Subió el contenido a su cuenta con una edición mínima: un retazo de la canción Toco y me voy de la Bersuit para accionar la fibra íntima, sensible y romántica del futbolero. Funcionó: Demian se acercó llorando a su papá para mostrarle el video. El papá tampoco pudo evitar conmoverse.
“Yo siempre le digo a mi hijo que Boca es lo más importante de las cosas menos importantes. Para Demian, las tres cosas más importantes son su familia, la salud y el colegio, y después viene la camiseta de Boca. Lo que se ve es un orgullo para mí y un mensaje para él -aportó Walter-. Mis grandes amigos de la vida son de River. Y mirá que yo por Boca me muero, pero jamás me pelearía con alguien de River. Adoro a La 12, adoro la fiesta y el folklore, pero no soy un animal”.
Demian después le transmitió la noticia a Lautaro, y él a su familia. Los mensajes de amigos y familiares comenzaron su derrotero habitual. Todo se había desbordado en la dinámica de dos familias marplatenses. Pero lo que el video no cuenta es la discusión que estaban teniendo en ese preciso instante. El debate era -¿cuándo no?- futbolero. Hablaban de goles de tiro libre en partidos entre River y Boca. El video registra el momento en que Demian recrea la ejecución de Edwin Cardona en el superclásico jugado en el Monumental el 5 de noviembre de 2017. Era el 1 a 0 para Boca en un partido que terminaría 2 a 1 para el xeneize (empate transitorio de Leo Ponzio y grito de Nahitan Nández). Lautaro le recordará después el tiro libre perfecto de Marcelo Gallardo en el superclásico también jugado en el Monumental del 26 de octubre de 2009. Era el 1 a 0 para River en un partido que terminaría empatado por el tanto de Martín Palermo. Hablaban de cuál había sido más lindo. No se pusieron de acuerdo y siguieron caminando.