A unos escasos 20 minutos de La Feliz, sobre la Ruta 11 en dirección hacia el Sur, está Chapadmalal. “Chapa”, como le dice la mayoría, comenzó siendo la meca de los surfers y, por tercera temporada consecutiva, se postula como una suerte de José Ignacio de Mar del Plata, donde llegan los más jóvenes para disfrutar de los afterbeach.
Hasta allí, más precisamente hasta el kilómetro 42, viajó Infobae para conocer el Club de Playa “Casa Pampa. El Calamar Loco”: el spot elegido por el público joven para llevar adelante el clásico ritual de todas las tardes, con DJ’s y shows en vivo hasta la medianoche.
Lo frecuentan turistas y locales que, en promedio, tienen entre 25 y 35 años. La mayoría lo elige por su exclusividad y comodidad. A eso se suma la variada propuesta musical con la puesta de sol de fondo.
“No hay otro parador así. Venimos casi siempre porque nos encanta: combina playa, con bandas en vivo. Es como que te transportás a Tulum”, dice Sofía a este medio. La acompaña su amiga Pilar: ambas son de Mar del Plata y se consideran habitués del lugar. “Nos gusta porque es muy versátil. Por un lado conviven familias con grupos de amigos; por el otro, artistas de toda índole: DJ’s y músicos independientes”, agrega la otra.
El Club de Playa está abierto de lunes a domingos de 8 a 00. Además de pileta y hamacas, ofrece una decena de pérgolas de madera y palapas, que pueden alquilarse para pasar el día por $40 y $30 mil pesos, respectivamente.
La zona del bar, que a la noche se convierte en un VIP, está ambientada con lámparas y sillones de mimbre, deck de madera blanco y luces que se encienden cuando cae el sol. Para “picar” ofrecen rabas ($6.000), papas fritas ($5.000) y langostinos ($7.000); además de todo tipo de bebidas y tragos. Los más pedidos son la cerveza Corona ($4.000) y las jarras: de limonada ($6.000), tinto de verano, sangría y clericó ($8.000).
“Recibimos cerca de 1.500 personas por día. Vienen de todas partes del país: Rosario, Córdoba, Buenos Aires y Mendoza. Por lo general, durante la mañana y hasta la tardecita, lo aprovechan las familias. Y, desde las 17 en adelante, se llena de jóvenes. Algunos eventos son ATP y otros tienen venta anticipada de tickets”, contó a este medio uno de los encargados del lugar.
El día de la visita de Infobae, estaba previsto un concierto de bandas “indie”. La tarde anterior hubo “cachengue” y para el resto de la semana se esperan varios DJ’s, entre ellos, Jero Almela, Toto Chiavetta y Meme Bouquet. En las redes de @elcalamarloco está disponible el line up de la segunda quincena de enero y el link para comprar las entradas. El early bird arranca en $5.000.
Son pasadas las 18 y el show en vivo se retrasó una hora ante un posible chaparrón que no llega. En el escenario, los músicos cubren parlantes e instrumentos, para evitar que se mojen en caso de lluvia. Para Manu, Nano y Tata no es un problema. Los tres amigos están instalados en una pérgola desde temprano y toman mate mientras esperan que arranque el concierto. Tienen entre 30 y 40 años y son de San Juan. Desde que llegaron, a principio de mes, es la segunda vez que van al parador. Los motivos, coinciden, son la “tranquilidad” y las fiestas que se arman cuando se pone el sol.
A metros de ellos, otro grupo de jóvenes -de entre 25 y 30 años- comenta algo similar. “Nosotros estamos parando en Mar del Plata y fuimos a otros lugares, pero ninguno es tan tranquilo como este. Nos gusta porque está ambientado como Uruguay. Durante el día estamos cómodos y, más tarde, nos quedamos a ver las bandas y a bailar”, dicen a Infobae.
“Esto funciona así: venís, tomás algo tranqui y cuando ‘se pica’ un poco más, arranca el baile”, explica a Infobae un grupito de marplatenses que frecuenta seguido el lugar. “Venimos desde que abrieron. Lo que más nos gusta es la música y cruzarnos con conocidos”, agregan.
En los afters el dress-code es variado. Están los que siguen de largo después del día de playa y los que llegan específicamente para la puesta del sol, que van un poco más producidos. El punto en común: todos tienen ganas de divertirse. Lo harán hasta la medianoche, momento en que se encienden las luces y se apaga la música.
Es que, según explicó Bernardo Martín, el Club de Playa tiene una “autorización especial” para la nocturnidad plena. “Funciona hasta las 23.30. A las 00 horas apagan la música, para no entorpecer la vida de los que veranean en Chapadmalal, en su mayoría familias y deportistas, que llevan adelante una rutina más diurna”, dijo a Infobae el presidente del Ente Municipal de Turismo y Cultura de Mar del Plata.
Acerca de Chapadmalal
Su historia se remonta a la antigua Estancia Chapadmalal, de donde toma su nombre, y que significa en araucano “entre arroyos”. El lugar, un gigantesco campo de 20.000 hectáreas, pertenecía a la familia Martínez de Hoz. Allí veraneaban familias con prosapia como los Zorraquín o los Bullrich, y así se construyó el único country, el golf Marayui, por donde pasaron hasta mandatarios nacionales e internacionales.
Un tiempo después, con la llegada del peronismo y a finales de los ‘40, la postal fue otra. Desembarcó el turismo social -chicos que veían el mar por primera vez- y los gremios. Hasta que la zona fue descubierta por los amantes de surf por sus playas vírgenes.
Actualmente, y desde hace tres años, vive un boom que atrae a inversores del turismo de lujo.
Fotos: Christian Heit