De un duro diagnóstico a remar en equipo: quiénes son las “Rosas del Mar” de Mar del Plata

Tienen entre 40 y 70 y el cáncer de mama atravesó sus vidas. En el remo encontraron una actividad para recuperarse, no solo física sino emocionalmente

“Rosas del Mar”: el grupo de mujeres marplatenses que atravesó el cáncer de mama y hoy reman juntas

Ellas reman. Lo hacen en el sentido literal de la palabra y, también, en un sentido más profundo. Tienen entre 40 y 70 años y son sobrevivientes de cáncer de mama. Cuando arrancaron eran apenas 15. Hoy ya suman 35 y tienen una energía imparable. Se llaman las Rosas del Mar y, el próximo 27 de enero, celebran su tercer aniversario en la ciudad de Mar del Plata.

La fundadora de este grupo es Verónica Cufré. Tiene 49 años y es docente de la Escuela Especial Nº 514 “República Argentina”. En 2020, mientras realizaba su tratamiento en el Hospital Privado de Comunidad, se enteró de que el remo era un aliado para las pacientes con esta enfermedad.

“Evita el linfedema (la acumulación de líquidos) que, habitualmente, suele aparecer luego de que te sacan los ganglios linfáticos axilares. El movimiento repetitivo de la palada genera el drenaje linfático natural”, explica Verónica a Infobae, en referencia a los datos que se desprenden de una investigación realizada por el médico y deportólogo canadiense, Donald Mckenzie.

“Esto se remonta al año 1996, cuando Mckenzie formó un grupo de remo compuesto por mujeres operadas de cáncer de mama. Eligió la modalidad de Bote Dragón porque la palada en este tipo de embarcación requiere de un ejercicio grupal repetitivo que, además de evitar el linfedema, promueve la recuperación física y emocional de las pacientes”, detalla.

Verónica Cufré, Norma Martínez, Lucila Arocena y Mabel Flores

Manos a la obra

Con toda esa información y muchísimo entusiasmo, Verónica se propuso armar un grupo que impulsara el remo en La Feliz. Lo primero que hizo, cuenta, fue averiguar si en Mar del Plata había mujeres que hubieran tenido cáncer de mama y se juntaran a practicar este deporte.

Ante la negativa, comenzó a intercambiar mensajes con equipos de Rosas del Mar de otras partes del país, buscó aliadas, se reunió con ellas en la playa y, finalmente, consiguió un espacio para llevar adelante la actividad que, desde entonces, realizan en el Club Atlantis (Laguna de Los Padres), bajo la supervisión de Román Palete.

“Arrancamos con botes individuales, hasta que le fuimos agarrando la mano. Román, que es nuestro profesor, nos tuvo mucha paciencia. Los miércoles practicábamos remo con él y, los sábados, canotaje con Víctor Gorostiaga. Así seguimos hasta 2022, siempre con la idea de tener nuestro Bote Dragón”, cuenta.

Como lo indica su nombre, esta embarcación, de origen chino, está adornada con una cabeza de dragón en la proa. Tiene lugar para doce personas y, a diferencia de lo que sucede con otro tipo de embarcaciones, acá, la coordinación es clave. “Se trabaja en equipo. Remamos todas juntas y a la par porque, de lo contrario, el bote no se mueve. Esto es algo muy significativo”, dice Verónica y, entre risas, cuenta que lo más difícil no es coordinar sino hacer silencio.

En 2022, la obra social de Capitanes de Pesca (OSPESCA) les donó a las Rosas de Mar del Plata un bote dragón

Encuentro anual y nuevos desafíos

En diciembre pasado, las integrantes de Rosas del Mar de todo el país se dieron cita en Mar del Plata para su Quinto Encuentro Nacional, que tuvo como epicentro la Laguna de los Padres.

“Fue el 9 y 10 de diciembre. Vinieron 244 mujeres de todo el país y fue una fiesta. Hicimos diferentes actividades: charlas, clases de zumba y de flamenco, que también es un drenaje linfático natural. También hubo arquería y, por supuesto, remamos. Después, hicimos la ceremonia de la flor para recordar a las que ya no están. En Mar del Plata, durante 2022, tuvimos dos pérdidas que fueron durísimas”, recapitula Verónica.

Además del Encuentro Nacional, en 2023, las Rosas de Mar del Plata se desafiaron a sí mismas con una regata de Zárate a Tigre. Remaron 64 kilómetros, durante más de 7 horas y media. El resultado fue una inyección de adrenalina.

“Fue increíble. Jamás imaginé que iba a vivir algo así”, resume Lucila Arocena con la emoción aún a flor de piel. Tiene 61 años y le detectaron cáncer de mama en 2019. Cuando finalizó el tratamiento, en 2021, la invitaron a sumarse a las Rosas. Además del trabajo en equipo, ella destaca el contacto con la naturaleza. “Remamos en la Laguna de los Padres, un lugar que está lleno de aves y de animales. Entonces vos estás remando y, de repente, pasa una familia de carpinchos al lado tuyo”, dice.

En sintonía, otra de las integrantes del equipo destaca algo similar. “El momento en que subimos al bote es una experiencia única. Sentís cómo el viento te pega sobre la cara, hablás con tus compañeras, escuchás lo que dicen, te reís… Yo siempre digo que esta actividad me llena el alma”, asegura Mabel Flores.

El año pasado, producto de una recidiva, Mabel tuvo que volver a hacerse quimioterapia. Afloraron todos los miedos. El apoyo de sus compañeras fue clave para transitar ese momento. “Me sentí muy acompañada. Estaban todas aconsejándome y eso me hizo sentir muy bien y con muchas ganas de seguir apostando a la vida”, sostiene.

Verónica Cufré, fundadora de Rosas del Mar de Mar del Plata; Mariana Gérez, vicepresidenta de Rosas del Mar; junto a Germán Palet (a la derecha)

No somos lo que logramos, somos lo que superamos”, dice el tatuaje que Norma Martínez lleva en su antebrazo derecho. Norma es licenciada en Bibliotecología y Documentación y se sumó a las Rosas del mar en mayo de 2021. La experiencia, dice a Infobae, la atravesó. “Jamás imaginé que a los 50 y pico de años iba a remar. La primera vez que me subí a un kayak, me acuerdo de que pensé: ‘Hacía un par de meses creía que me moría y ahora estoy remando’”, cuenta.

Los días que va al Club, Norma dice que los encara de otra manera, como mejor predispuesta. “Me olvido de los dolores, de que tengo que ir a hacerme un control… incluso me olvido hasta de mis temores. Y no me importa el frío, no me importa que llueva, no me importa el calor. Acá encontré con un grupo de mujeres resilientes, un grupo de mujeres que han decidido remar en el sentido literal de la palabra. Esa identificación, que solo conocemos quienes transitamos esta enfermedad, nos marca como equipo. Soy muy feliz de ser parte de las Rosas del Mar”, se despide.

Parte del equipo Rosas del Mar, durante el V Encuentro Nacional que se llevó a cabo en diciembre pasado en Mar del Plata