Rody Piraccini y Pirincho Mazor -un sobrenombre que le habían puesto su hermano mayor, por el remolino que se le hacía en el pelo-, se conocieron, como todos los chicos que vivían cerca de la plaza 25 de Mayo de Pergamino, jugando al fútbol. La vida los mantuvo unidos hasta el 4 de julio de 1973, cuando Mazor tenía 24 años y Rody 17. Luego, sus caminos se bifurcaron. Y cómo.
Ese día, Basilio José Mazor tomó el vuelo 58 de Aerolíneas Argentina, y antes que iniciara el despegue, se levantó de su asiento -el B de la fila 9- caminó por el pasillo hasta la cabina y apuntó con la escopeta de dos caños recortados calibre 16 que llevaba bajo un poncho contra las 80 personas que viajaban a bordo. Y luego, le ordenó al comandante Edgardo Dursi que pusiera al Boeing 737 matrícula LV-JTO rumbo a Cuba. A 50 años de convertirse en un pirata aéreo, Mazor se recupera de dos infartos cerebrales en su casa de Artemisa, a 66 kilómetros de La Habana.
Rody Piraccini, con el tiempo, se dedicó al periodismo. Trabajó en medios de Pergamino y Colón. Luego de 40 años, se jubiló. Hoy tiene 67 años, 2 hijos y 4 nietos. Y continúa viviendo en la misma ciudad. Alguna vez, por puro oficio, buscó una fotografía de Pirincho de joven. “Decían que había una, de un cumpleaños de otro amigo, apodado Chiquitín. Pero jamás la vimos. Y Chiquitín murió”. Luego del suceso que conmovió a Pergamino, pudo ver las fotografías que tomó el reportero gráfico Rodolfo Lo Bianco y la nota que publicó en Siete Días el periodista Roberto Vacca, involuntarios pasajeros de aquella pesadilla.
Recuerdos de la adolescencia
Cuenta Piraccini: “Yo vivía a tres cuadras de la plaza, que de chico era una distancia importante. Llegué ahí en 1965. Era un lugar de convocatoria multitudinaria, se llenaba de pibes. Jugábamos al fútbol todo el día, digamos que con carácter épico, bajo cualquier circunstancia climática. Y Pirincho era un personaje más de una barra muy grande. No el que se destacaba, porque además, era malo en el fútbol, aunque se había probado en las inferiores de Racing Club de Pergamino. Lo curioso es que en Cuba fue entrenador. El tuerto en la tierra del ciego, digo yo”.
Pedro San Martino era otro de los integrantes de aquella barra. Ahora tiene 71 años, tres menos que Mazor. Y continúa al frente de su negocio de repuestos de autos frente a la misma plaza 25 de Mayo. La casualidad hizo que el 3 de julio, la noche previa al secuestro del avión, se encontrara con Pirincho: “Yo no sabía lo que él iba a hacer. Con mi amigo Chiquitín nos fuimos a dar la vuelta del perro con el auto. Bajamos por Merced y en la puerta de La Vieja Barraca iba él, con una chica, que no era la novia, y otro amigo. Se paró en el cordón y nos saludó. Nos fuimos y al otro día estábamos escuchando a Leo Rivas por Radio Rivadavia y dieron la información. Después estuvo en todos los diarios”.
Su memoria le trae otro dato: “Él mandó a que recortaran la escopeta en la armería Galetti. Y a las granadas que llevaba debajo del poncho las compró en una juguetería. No le creíamos nada porque era bastante mentiroso, pero esa vez lo hizo en serio”.
Mazor, dice Rody, iba a la Escuela 1. Piraccini recuerda bien a los cuatro hermanos de la familia. El mayor era Arturo, que falleció. El segundo era Basilio. El tercero Ítalo Daniel, “un chico tenía un brazo mucho más corto que el otro y mucha afición por la química. Le decíamos ‘El Profe’, estudió ingeniería y se fue a vivir a La Plata. Y por último la hermana, Mercedes Clotilde, bastante más chica, que se fue a Córdoba luego del hecho. De los padres, que tenían una carpintería, recuerda que la mamá, Clotilde, era “una señora muy robusta”. Y el papá, Basilio, “un hombre trabajador, muy sencillo, opacado por la esposa te diría”.
Las preguntas sobre aquellos años (pasaron 50) a veces no tienen respuesta. Pero hay un dato curioso que Piraccini guardó fuerte en su memoria. Según la nota de Siete Días sobre el secuestro, durante el vuelo hacia La Habana, Basilio Mazor le dijo a Roberto Vacca que era el “Comandante Ciro”, del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Y aparece escrito así, con “C”. Sin embargo, hay un error allí: era con “S”. Rody sonríe cuando lo cuenta: “Pirincho tenía dos aficiones: la naranja Crush, y su ídolo, un cantante de boleros llamado Siro San Román, con “s”. Él nos decía que era Siro San Román, y nosotros le decíamos Siro San Mazor”.
¿Política o locura juvenil?
Lo que niega por completo es que Mazor haya tenido inclinaciones políticas. “Pirincho invocó al ERP, pero hay que ponerlo en el contexto de aquellos febriles años 70. Él no tenía ninguna formación política. Había asistido a algunas reuniones de la Juventud peronista, porque en los años 70 peronistas éramos todos, como dijo el General (ríe). En Pergamino había un dirigente llamado Amadeo Inocente Viglierchio Biscayart, que en 73 fue diputado provincial, y comandaba la Juventud Peronista. Pirincho participó en algunas reuniones como un muchachito más, sin ninguna relevancia”.
Sin embargo, Mazor no dijo que pertenecía a la JP, ni a Montoneros, sino al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). En la esquina de la calle San Nicolás y Pinto, de Pergamino, vivía la familia de Rubén Pedro Bonet, uno de los muertos en la masacre de Trelew del 22 de agosto de 1972. Fue parte de los que no pudieron subir al avión de Austral que secuestraron seis guerrilleros de los altos mandos del ERP, FAR y Montoneros (Roberto Mario Santucho, Marcos Osatinsky, Fernando Vaca Narvaja, Roberto Quieto, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna) que huyeron a Cuba con escala en el Chile de Salvador Allende. Rudy no cree en una relación, pero conoce la historia. “Al Indio Bonet no lo conocí, pero sí al resto de su familia. Para mí, lo de Pirincho fue otra cosa. La habrá estudiado, organizado, pero para mi tiene una impronta explosiva, casi espontánea”. La coincidencia es llamativa: un avión secuestrado rumbo a Cuba -en el que iba Santucho- y el ERP como identidad política de un guerrillero pergaminense.
El golpe familiar
Lo que sí sabían los amigos es que tenía un hijo, aunque casi no conocieran a Mirian, novia de Mazor y madre de Basilio (h), que hoy tiene 52 años y vive en Córdoba. “Estábamos al tanto de su historia con esa chica que había quedado embarazada, creo que fue su primera novia. Pero no era del barrio. Lo que recuerdo es que cuando sucedió todo, el comentario fue que la chica había ido a hablar con el padre de nuestro amigo Chiquitín, para pedirle algún consejo, asustada por una situación que la desbordaba totalmente”. No obstante, desconocen que Mazor haya tenido otro niño, que murió por el Mar de los Rastrojos, como Mazor le contó a Vacca y fue el argumento de su extorsión a Aerolíneas Argentinas: 100 mil dólares al Hospital de Niños y otros 100 mil a la Comisión de Lucha contra el Mal de los Rastrojos.
Para la familia de Mazor, señala Piraccini, la noticia fue un mazazo. “Sintieron la mirada inquisidora del vecindario, y de la ciudad. Fue una carga muy grande ser el hermano o el padre o la madre del secuestrador del avión. Paulatinamente la familia se disgregó y se fueron de Pergamino excepto el padre y el hermano mayor, Arturo.
-¿Sentían vergüenza?
-Son cosas que uno no puede mensurar de afuera, pero me da la sensación que sí, que no fue gratuito, ni fue una anécdota. No fue divertido para la familia. Pero Pirincho también lo sintió como un peso. Cuando vino a Pergamino y alguien le mencionaba en términos triunfales la epopeya del secuestro, desestimaba los elogios y atribuía el caso a un error de juventud. No estaba orgulloso. Creo que se arrepintió a poco de haber subido a ese avión, apenas tomó conciencia de lo que estaba haciendo. Fue una locura, y siempre se culpó por el dolor infringido a la familia.
Entre las habladurías más duras que debieron soportar los Mazor está la que refiere San Martino: “Dijeron que algunos compañeros de trabajo en la Municipalidad le pidieron que les fuera a cobrar el sueldo al Banco Provincia un día antes de irse. Y que él se quedó el dinero y con eso pagó el pasaje y se llevó la guita”. A Vacca, Mazor le mencionó que llevaba “150 mil pesos”.
Piraccini insiste: “No estaba orgulloso del hecho. Siempre se sintió incómodo de ser ‘el loquito’.
Idas y vueltas
Mazor estuvo muchos años sin regresar a la Argentina. Para Rody, tiene una clara explicación: “Cuba solía ser un destino habitual para los vuelos secuestrados, pero eso cambió con la asunción de (Héctor) Cámpora (el 25 de mayo de 1973). El peronismo restableció las relaciones diplomáticas con Cuba. Si Pirincho lo hubiera hecho antes, lo habrían recibido como a un héroe, y eso pensó que le iba a suceder. Pero como ya había relaciones, lo agarraron como a un delincuente, lo pusieron a pelar caña. Y, además, Aerolíneas le reclamó que se hiciera cargo de los costos adicionales de llevar un avión que iba a Jujuy hasta Cuba, y haber tenido que repatriar a la gente que dejaba bajar en las paradas intermedias. Era un montón de dinero. Por eso no volvía. No se si habrá prescripto o se habrá solucionado de otra forma, pero en los 90 pudo venir.
-El hijo sostiene que fue amnistiado por Menem.
-No, no tiene nada que ver con eso. Habrá prescrito su delito.
Como aquella ocasión en que hurgó una fotografía de Mazor, cada vez que el pirata aéreo regresó a Pergamino, Rody buscó una charla periodística con su amigo. “Nunca quería hablar del tema. Siempre daba vueltas. Lo más que avanzamos fue arreglar una entrevista con Enrique Sdrech para TN. El Turco tenía su programa propio de casos policiales. Lo íbamos a hacer en el bar de Castro, una pizzería. Con algunos amigos armamos una escenografía, todo listo para que cuente su historia. Creo que la habíamos pactado para un sábado, y el día anterior, Pirincho me pidió plata para hablar. No a mí, sino que yo le pidiera a Sdrech 500 pesos. A mi me pareció una traición, pero igual llamé a Sdrech para explicarle la situación. Me dijo que no pagaba, se enojó y no hicimos nada”.
De esos reencuentros, guarda dos momentos especiales. “Una vez vino a casa, se acordó de cuando la policía nos corrió porque jugábamos al fútbol en la plaza. Y nos metimos todos en casa. Tocaron el timbre, mi papá salió y les dijo que no había nadie. Pero nos habían visto entrar, y arregló que después pasaría por la seccional… Pero más allá de eso, mi recuerdo es otro: le ofrecí un café y se sirvió una cucharita de azúcar. Revolvió y se sirvió otra. Y en la mitad del vuelo de la cucharita al pocillo se frenó y dijo para sí: ‘Si me vieran en mi familia’. Lo dijo con culpa, como si la segunda cucharita estuviera por encima del racionamiento que vivía en Cuba”.
Sin embargo, Mazor jamás intentó volver en serio. “No sé por qué, Pirincho tenía la pretensión de que en Pergamino lo ayudaran a resolver su situación económica -señala Piraccini-. Tenía como una demanda hacia sus conocidos y sus amigos. O les pedía plata o casi que les exigía que le dieran un buen trabajo que lo salvara. Pero él decía que quería traer a su familia. Yo creo que nunca terminó de encajar en sus regresos a Pergamino”.
La última vez que Piraccini lo vio fue un 1 de enero. No puede precisar el año, pero dice que ya pasaron “más de 20″. “Yo me alistaba con mi padre para ir a comer en familia. Y lo vi a Pirincho cruzando la plaza 25 de Mayo en soledad, con un andar muy lento, muy reflexivo. Nos vio y se puso a conversar, pero se notaba que estaba muy, muy triste”.