Sin videoclips y con un naciente “marketing”, cómo se difundían las canciones populares entre los jóvenes de los 70s

Dos programas que fueron hitos fundacionales en la inclusión del nuevo rock a la cultura de masas. El cambio de década y la creatividad de Alejandro Romay de un programa llamado “Música en Libertad”, con jóvenes lookeados bailando y haciendo mímicas. La competencia de “Alta Tensión” y el negocio de la venta de discos con el nombre del programa y joyas entre las listas eclécticas de las canciones

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Pipo Mancera en Sábados Circulares junto a una tribuna joven esperando ver conciertos
Pipo Mancera en Sábados Circulares junto a una tribuna joven esperando ver conciertos

Cuesta mucho imaginar como se difundían las músicas populares jóvenes en los comienzos. Algunos programas de radio, espacios en programas ómnibus de la tele, como los Sábados Circulares de Mancera en canal 13, o Sábados de la Bondad en el 9, y el reparto de discos que los difusores de los sellos repartían en clubes de barrio, boites y salones de bailes, no más que eso, alcanzaron para poner al incipiente rock en un lugar de privilegio en cuanto a difusión hablamos.

Pasaba que los jóvenes ya empezaban a meter mano en los distritos hasta ese momento exclusivos de la vida adulta. Artísticamente casi no había contacto entre la cultura nueva joven y la de los adultos. Tal vez en el interior el folklore no encontraba diferencias en el gusto popular, pero en Buenos Aires el tango y el jazz eran músicas adultas. Solo por eso los chicos miraban para otro lado.

La cosa tropical era como un mazo de cartas distinto al que se jugaba desde lo intelectual. Nadie esperaba un mensaje trascendente o una lección de vida en una cumbia caribeña. Si se podía bailar alcanzaba. Ahí nace el desprecio de los pioneros rockers a Los Wawancó y agrupaciones similares, que eran súper populares en la periferia social. Unos años después se los rescató, por ejemplo en el “Tren Fantasma”, donde pegaban The Specials con los Románticos de Cuba, dando inicio al consumo irónico que décadas después terminaría fundiendo ritmos y recitales.

Esa es otra historia. El consumo irónico, como La Menesunda, no es para cualquiera. Diría Willy Crook.

Veamos.

Foo Fighters puede compartir un escenario con Rick Astley si entramos en el trencito de la joda, y lo han hecho. Igual que una noche en la tele, con Susana Giménez, Charly García y Pedro Aznar tocaron “El Hijo de Cuca” con Pocho La Pantera. Ahora, de ahí a encarar una obra juntos te la debo. Hay límites.

Hay dos hitos fundacionales en la inclusión del nuevo rock a la cultura de masas antes de 1970. Uno es la aparición de un extraño programa de televisión llamado “Sótano Beat”. Sin conductores fijos, esfumados aparecían algunos bailarines que se movían al son de los grupos de moda. Un poco al estilo del Soul Train, el legendario espacio conducido por Don Cornelius en la TV americana afroamericana, que fue histórico para la música Soul. Tengamos en cuenta que Soul Train salió al aire en 1971, y estamos hablando de 1969 con “Sótano Beat”. De manera que acá también primereamos en este oscuro rincón del mundo.

Fragmento de la película musical protagonizada por Los Gatos, sobre todo por Lito Nebbia y La Joven Guardia, quienes había compuesto el tema

El otro hito es la película “El Extraño del Pelo Largo”, protagonizada por Los Gatos, sobre todo por Lito Nebbia. También aparecían en la trama Rómulo y Remo que eran una especie de Simon & Garfunkel criollos, La Joven Guardia que eran los que habían compuesto “El Extraño del Pelo Largo”. También formó parte del elenco musical Carlos Bisso con su Conexión Nª 5, Trocha Angosta y Pintura Fresca. El film fue un éxito y puso en todas las vecindades al incipiente rock argentino.

Con el cambio de década llegaban cambios de programación en canales y radios. A veces merced al afán de progreso artístico de los directivos, a veces porque los militares de turno tomaban de más y echaban a todos esos directores, con el fin de acomodar a algunos amigos al frente de medios exitosos para que inevitablemente los hagan mierda.

Siempre pasó lo mismo.

Al momento de ese cambio de década aparece un genuino intento de renovación de la pantalla. “Música en Libertad”. Creación de Alejandro Romay, quien era director artístico de Radio Libertad hasta que se topó con los susodichos malos. Se llevó entonces a Canal 9 Libertad al productor general de la radio David Raisman y al musicalizador estrella Facundo DiGiacomo para que le den ideas realizables.

Raisman le propone tres programas a Romay. Uno se llamaría “Feliz Domingo”. Entretenimientos y shows musicales, premios y serpentinas toda la tarde conducido por otro de los nombres radiales importantes, Orlando Marconi. Con el tiempo mutaría en “Feliz Domingo para la Juventud” y ahí ya es historia conocida.

Otro de los programas que se le ocurrieron fue “Grandes Valores del Tango”. Ambientado en una escenografía milonguera, con mesas y extras sentados, proponía un desfile de cantantes del estilo, nuevos y consagrados. Generarían en las noches de miércoles más rating que las veladas de “Entre las Sogas”, boxeo en directo desde el Luna Park, que ponía al aire Canal 13.

Disco de Música en Libertad con temas de Raúl Padovani, María Esther Lovero, Christian Andrade y Silvana Di Lorenzo.

El tercero fue “Música en Libertad”. Teniendo en cuenta que todavía no se había inventado el videoclip, y que los grupos modernos sonaban inevitablemente pésimo desde un estudio de televisión (un problema que subsiste increíblemente), la única posibilidad de difundirlos era poniendo un disco. Qué poner en pantalla mientras sonaba el tema era un dilema de difícil decisión. Ya habían probado con poner la tapa del álbum pero quedaba algo horrible, inmirable. Sobre todo porque a menudo la tapa era una porquería. Así que en medio de una reunión el musicalizador radial DiGiacomo propone poner en pantalla un grupo de chicas y chicos bien lookeados bailando las canciones, como si estuvieran en un club barrial o en una boite. Conste que aun no se habían inventado las discotecas. Vaya uno a saber quién, pero alguno preguntó qué tal si ponían a uno de esos bailarines haciendo la mímica del tema en cámara, como si tuvieran a Tom Jones en el estudio. O a Palito Ortega, daba igual.

Cuentan que Romay sonrió de costado, al tiempo que ponía manos a la obra. Así llegaron una bandita de veinteañeros, Raul Padovani, Christian Andrade, Silvana DiLorenzo y María Esther Lovero entre otros, que llenaron la pantalla de nueva sangre televisiva todos los días a las 18hs. El horario ideal para captar a los adolescentes que a esa hora salían de la secundaria o de su trabajo y disponían del aparato. Era temprano para que lo agarrara papá y la novela de mamá ya la habían dado más temprano.

Ignoro verdaderamente si ya existía la oficina de marketing en los canales, pero sería muy probable que haya empezado acá toda esa historia. Una jugada muy maestra.

En poco tiempo esos cuatro que nombré ya participaban de otros programas en la emisora, empezaban a grabar discos de gran éxito y se presentaban en bailes de carnaval al lado de Sandro y Pappo´s Blues ante miles de personas que los adoraban. Después de todo eran jóvenes de apariencia sana y divertida.

Como era de esperar, los del 13 enseguida tomaron cartas en el asunto anunciando “Alta Tensión”. Lo mismo pero con otros similares.

en Canal 13, el programa musical juvenil llegaba para competir con Música en Libertad del 9

El negocio se armó enseguida. Además de los billetes que conseguían con discos y shows de los chicos y las chicas, los sellos discográficos se repartieron los programas para pautarles publicidad y pasadas sin pisarse.

Lo más complicado para el pionero “Música en Libertad” parece, fue encontrar a los conductores, que deberían ser además de jóvenes y enérgicos, buenos profesionales ya que la frecuencia de estos ciclos era diaria y en vivo. Buscaron por las radios y se toparon con Leonardo Simmons y la excelente Maisabé del lado de Música en Libertad, y con Fernando Bravo, un chico que recién llegaba de San Pedro , en “Alta Tensión”. Todos locutores con carnet del ISER como debía ser en esa prehistoria.

Los chicos y las chicas que bailaban eran altos, bajos, flacos, rellenos, negros, blancos, con anteojos, con rulos, porque empatizar con el gran público era la premisa.

Todo fue exitoso, incluso los discos que los sellos editaban con el nombre de esos programas. Eclécticas listas de canciones conviviendo naturalmente, como debió ser siempre.

Por ejemplo en el volumen 1 de “Música en Libertad” estaban un debutante Silvestre haciendo su versión de “Mammy Blue”, espantosa canción muy de moda en su versión original en inglés, Tony Ronald y Sabú. Nada que rompiera le cabeza de nadie, pero acorde a la usanza del momento.

Sacaban por lo menos 4 discos al año, en el volumen 3 de “Música en Libertad” estaba el éxito contemporáneo de Tommy James con “Draggin´ the Line” que hace unos años versionaron REM y también figuraba Badge, un poco de glam inglés barato con “Over my Head”, en el volumen 4 Arco Iris hace “Mañana Campestre” y Bob Christian se convierte en hit con la popular “Son of my Father”.

En el ecléctico listado de canciones aparecían Los Rolling Stones, con "Rip this joint".  (Photo by Robert Altman/Michael Ochs Archives/Getty Images)
En el ecléctico listado de canciones aparecían Los Rolling Stones, con "Rip this joint". (Photo by Robert Altman/Michael Ochs Archives/Getty Images)

En el 5 no sé pero en el 6, en 1972, aparecen The Doors, Badge con “Loco-motion” y sorprendentemente The Rolling Stones. De hecho, la primera vez que escuché a los Stones fue acá, con 12 años, donde aparecen con “Rip This Joint”, traducido como “Rompe esta unión”, de “Exile on Main Street”, quizás la canción más punk de las majestades satánicas.

Lo bueno ciertamente era que eso se reflejaba en la tele, y era uno de los programas más estimulantes que un preadolescente de los 70´s podía mirar en nuestra vernácula pantalla. Viéndolo a la distancia puede sonar todo esto como incomprensible, pero fue así.

Y ante la ausencia de material audiovisual para comprobarlo, valen los testimonios al respecto.

Que la oralidad revalúe la historia y que los debates incluyan estos espacios negros de nuestro acervo cultural, es tarea de todos quienes los presenciaron, no vaya a ser cosa que el gran relato lo escriban los que no saben bien de qué están hablando.

Amén.

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