En nuestro país, cada 21 de diciembre se celebra el Día Nacional del Gemelo, fecha elegida por su simetría -entre 21 y 12- y por ser capicúa. Algunos meses atrás un par de hermanos recién nacidos, Valentín y Lorenzo, captaron la atención en las redes sociales. Su mamá, Sofía Rodríguez, confesó en Twitter que no podía distinguirlos, porque durante una larga madrugada y pocas horas de sueño, les sacaran las pulseritas que los diferenciaban. El mensaje se viralizó, y todos estaban pendientes de cómo se iba a resolver. La identidad se reveló cuando un equipo de Renaper (Registro Nacional de las Personas) fue a tomarle la huellas dactilares a los bebés y descubrieron quién era quién. Hoy tienen 11 meses, siguen siendo casi idénticos, y la incertidumbre que vivieron quedó como una anécdota inolvidable. En diálogo con Infobae, la madre de los gemelos cuenta su historia, cómo fue el momento en que se enteró de que esperaba a sus dos hijos, la crianza, los desafíos que afrontaron, y cómo hace para reconocer a cada uno.
Los niños apodados Tino y Lolo verdaderamente fueron estrellas del mundo virtual en el mes de marzo, cuando los usuarios se mantenían en vilo para saber cómo iban a descifrar el misterio. En el día que homenajea a las personas que nacieron por la fecundación de un mismo óvulo que se dividió en dos embriones, vuelven a ser protagonistas, pero esta vez con las identidades resueltas. Sofía es profesora de educación física y de patín artístico, su gran pasión, y cuenta que aunque había algunos antecedentes genéticos en la familia, de embarazos gemelares o múltiples, cuando ella supo que estaba en la dulce espera no se imaginó que también iba a ser su caso. “De mi lado tengo a mi abuela, que es melliza, y Leo -el papá de los bebés- tiene a su abuelo y a su tío, que tuvieron también mellizos, pero nosotros ni siquiera habíamos tocado el tema, pensábamos que era una nena y se iba a llamar Olivia”, expresa.
En la primera ecografía no supieron la gran noticia, porque al parecer fue cuando la concepción era muy reciente y solo detectaron un embrión, pero en la segunda visita, cuando ya tenía cuatro meses de gestación, se vio claramente que eran dos. “Fue un shock, no lo podíamos creer, siempre fue mi sueño, pero nunca creí que me iba a tocar”, asegura. En ese entonces los futuros papás vivían en España, y lo primero que hicieron fue una videollamada con la mamá de Sofia para contarles. ”Estaba súper feliz, y también tenia muchos miedos porque pasaba a ser un embarazo de riesgo: los gemelos comparten una sola placenta, así que uno podía desnutrirse y el otro sobrealimentarse; pasé todo el embarazo y cada ecografía con ese miedo”, rememora.
Todo por dos
Saber que iban a tener gemelos los hizo cambiar los planes, y decidieron organizar la vuelta a Argentina lo antes posible, para estar acompañados de su familia. “Allá estábamos muy solos, así que hicimos los papeles de la perrita que habíamos adoptado, todos los trámites necesarios para poder viajar y nos vinimos”, comenta Sofía. Y agrega: “Afortunadamente los bebés fueron creciendo siempre iguales y bien, no tuve ningún problema y llegaron a las 35 semanas, tal como fue planificado”. Llegaron al mundo por cesárea el 6 de enero de 2023, como regalo de los Reyes Magos. Los siguientes 18 días estuvieron internados en neonatología, y la joven recuerda esos momentos como “muy difíciles”, porque ella estaba en pleno posoperatorio, viviendo adentro de un auto en el hospital, para acudir a alimentar a los gemelos todas las veces que fuese necesario.
“Creo que la sociedad debería ser más considerada con la recuperación de una cesárea, porque es una cirugía donde cortan siete capas de piel, a las pocas horas la mamá tiene que alimentar y atender a un bebé, o como en mi caso, a dos, y se nos exige a las mamás que nos recuperemos rápido, por eso creo que la licencia de paternidad debería ser por más tiempo, para que el padre pueda ayudar a la madre en ese proceso, porque es muy difícil no dormir nada, alimentar, cuidar y baar a los bebés, limpiar la casa y cuidarse uno”, reflexiona, entre la impotencia y el recuerdo de aquellas primeras semanas de vida de Valentino y Lorenzo.
Cuando por fin llegaron a su casa, la adaptación a la nueva rutina no fue sencilla, y fue durante una de esas madrugada llena de despertares nocturnos que ocurrió el percance de las pulseritas de colores que los identificaban. “La pulsera ya les quedaba chica, les estaba apretando el pie, así que las cortamos, se las saqué pensando que al otro día iba a saber cual era cuál, pero no, nos levantamos toda la noche para darles de comer y cambiarlos, en momento se nos confundieron; y ya no sabíamos cuál era cuál”, explicó a principios de marzo. En aquel entonces, había escrito en tono de humorada en su cuenta de Twitter: “Mañana tengo que ir a la policía para que le tomen la huella digital a mis gemelos y me digan cuál es cuál, el premio a la madre del año me gané”.
Aunque en las fotos algunos internautas aportaban algunas leves diferencias para tratar de diferenciarlos, los papás aclararon que en persona los bebés son prácticamente iguales, algo que se mantiene hasta la actualidad. “A uno le decimos Beto, porque ‘ve tu a saber’, y al otro Nino, porque ni nombre tiene”, le respondían a los usuarios en ese entonces. Mientras el hilo de comentarios seguía creciendo, la pareja recurrió al humor en todo momento, y concentraron sus energías en identificarlos, para que cada uno pudiera tener su respectiva historia clínica y llevar un control individual. A raíz de lo ocurrido no podían contemplar la evolución del peso y vacunación, hasta que la incógnita se resolvió cuando el Renaper acudió a su domicilio con una oficina móvil.
Como ya habían iniciado los trámites del DNI, los datos biométricos de los bebés estaban en la base de datos del Registro Nacional de las Personas, y una vez que se lo tomaron las huellas dactilares a los bebés, se analizaron las coincidencias de los registros, y revelaron quién era quién. “Gracias a ellos hoy sabemos nuevamente la identidad de nuestros hijos, y ganamos la apuesta, ¡al final no somos tan malos padres!”, sentenció Sofía aquel día de gloria, junto a una captura del chat que había mantenido con su pareja la noche donde todo comenzó, y allí dejaba constancia de que pese a las pocas horas de sueño y el nerviosismo por el malestar de los bebés, ella había acertado sobre cuál era cada uno.
Cuando lo analiza en perspectiva, asegura que lo vivieron con tranquilidad, confiados en que pronto encontrarían una solución. “Para nosotros nunca fue un problema, sabíamos que de alguna manera íbamos a saber cuál era cuál, siempre lo tomamos como algo gracioso y ahora es un recuerdo único para los cuatro”, sostiene. Y aclara cómo hacen hoy para distinguirlos: “Siguen siendo súper parecidos, los diferenciamos porque Lolo tiene una venita en la sien”.
De día juegan mucho entre ellos, duermen la siesta juntos, y están atentos el uno del otro todo el tiempo. “Tienen personalidades diferentes, Lolo es el más dado con la gente y Vale tiene que entrar en confianza, pero son súper sociables, van a la guardería, a la casa de los primos, tíos y abuelos; mientras ellos estén juntos, están contentos”, comenta Sofía. “Y en cuanto al comportamiento son bastante similares, hacen casi lo mismo: comen, duermen, juegan, se ríen, lloran, casi todo al mismo tiempo”, ejemplifica. A la noche, por el contrario, se turnan para despertarse, y aunque se adaptaron a dormir en su cuarto, los papás se levantan varias veces para calmarlos y volverlos a acostar.
Establecieron una organización familiar, y cuentan que a partir de los seis meses de los gemelos contaron con la ayuda de una niñera, para poder trabajar ambos. “Nosotros vivimos en Córdoba porque Leo es de San Francisco, pero mi familia y yo somos de Mendoza, así que me recuperé muy de apoco de todo el embarazo, volví a entrenar, a hacer patín artístico, que es mi mi deporte desde que tengo cinco años, y empecé a dar clases”, comenta. El papá de los niños trabaja como perito en siniestros y vende repuestos de autos, y tiene horario full time.
“Confirmo la teoría de que llegando al año todo mejora, porque ni siquiera sé cómo hacíamos para ocuparnos de todo, porque también pasé por los cambios hormonales, físicos y psicológicos que atravesamos todas las mamás; y es muy difícil también la vida en la pareja, que se transforma, y no encontrábamos nuestros momentos como novios”, manifiesta. Hoy en día siente que disfruta mucho de la maternidad, después de atravesar varios desafíos como familia. “Creo que está bueno que se visibilice ambas partes de ser papás, para que sepan que es difícil, que lo están haciendo lo mejor que pueden, y que todo padre es perfecto para sus hijos”, remarca.
Estas fiestas las van a pasar en la provincia de Mendoza, y en enero se van a ir de vacaciones a Bariloche. Con una valija repleta, y muchos aprendizajes a cuestas, se preparan para unos merecidos días de vacaciones. Mis hijos fueron lo mejor y más lindo que me pasó, los veo y no puedo creer que esos bebitos sean mi familia, son tan buenos y simpáticos que hacen que todo sea un poco más fácil”, concluye Sofía.