Las periodistas Nunzia Locatelli y Cintia Suárez presentaron su libro sobre Mama Antula traducido al italiano en la Filmoteca de El Vaticano. El evento se dio unos días después de que la Santa Sede confirmara que el Sumo Pontífice canonizará a la beata argentina María Antonia de Paz y Figueroa el próximo 11 de febrero.
Antula vivió en el siglo XVIII y trabajó con valentía e iniciativa para mantener viva la obra de los padres jesuitas tras su expulsión por los colonizadores españoles. El texto de las periodistas argentinas publicado por la LEV cuenta su historia y su misión.
El título en italiano del libro de Locatelli y Suárez es “La fede di una donna indomita” (La fe de una mujer indomable) y fue editado por la Libreria Editrice Vaticana.
El padre Lucio Adrián Ruiz, secretario del Dicasterio para la Comunicación de El Vaticano, centra su atención en el milagro que ha llevado a la canonización de Mama Antula. El episodio tiene como protagonista a Claudio Perusini. En primer lugar, el protagonista es un ex alumno del Papa que se convirtió en amigo del Sumo Pontífice.
El primer encuentro entre ambos tuvo lugar en Santa Fe, cuando Perusini acompañó a un sacerdote hasta esa ciudad. Jorge Bergoglio, que por entonces era superior de los jesuitas, los recibió a todos con mucha cordialidad y los invitó a comer a su casa. Perusini aún conserva en su retina el recuerdo del futuro Sumo Pontífice cocinando para el grupo una tortilla de papa.
A partir de ese episodio imborrable, Claudio decidió entrar en el Seminario de la Compañía de Jesús. En los primeros años del noviciado, a fines de los años setenta, era el cocinero. Él recuerda que todos los sábados y domingos el profesor Bergoglio lo ayudaba a cocinar, esa era una pasión que los unía. Bergoglio era, además, su confesor y director espiritual. Sin embargo, la relación entre los dos no fue fácil: tenían discusiones que llegaban hasta la pelea, con un lenguaje un poco subido de tono.
Todo eso ocurría porque Claudio quería ser sacerdote, pero Bergoglio no veía en él los atributos necesarios. Jorge Bergoglio le marcó el camino y Claudio tomó su propia decisión: se fue a un lugar de la Patagonia, se casó con María Laura y tuvieron dos hijos.
Durante 2017, mientras Claudio se encontraba en Santa Fe por una cuestión familiar, tuvo un accidente cerebrovascular que lo dejó en estado vegetativo. Podía permanecer así el resto de su vida o morir. Para los médicos, no existía una tercera posibilidad. Pero un amigo jesuita llevó a la clínica una estampita de Mama Antula y empezó a rezarle pidiendo un milagro. De repente, su condición se revirtió, y Claudio recuperó todas sus funciones vitales. Esta sanación que no tiene explicación médica fue considerada un posible milagro.
El 13 de abril de 2018, en Santa Fe, monseñor Arancedo les tomó juramento a las personas designadas para llevar adelante la investigación canónica de esta curación y el 18 de diciembre se cerró el proceso con una misa de Acción de Gracias. Los sobres lacrados con los documentos del supuesto milagro fueron enviados a Roma para la evaluación de la Junta Médica y de la Comisión para las Causas de los Santos.
Locatelli hizo una semblanza desde el nacimiento de Mama Antula hasta su llegada a Buenos Aires. " Mama Antula tuvo que superar adversidades, todo el rechazo de autoridades hasta que consiguió los permisos para volver con los ejercicios espirituales ignacianos en plena prohibición de todo lo jesuita” destacó la importancia de esta mujer laica que llevó adelante una actividad arriesgada en pleno siglo XVIII.
“De niña, Maria Antonia vio el maltrato de indios y esclavos y, con el paso del tiempo, el dolor de estas personas se le hizo insoportable. Los sentía como hermanos y sufría con ellos”, afirma la autora italiana durante la presentación en El Vaticano.
Por su parte Suárez, habló sobre la importancia de Mama Antula como madre espiritual de la Patria Argentina ya que por la Santa Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires pasaron los próceres de mayo Cornelio Saavedra, Alberti, Moreno. La autora explicó el origen quichua del nombre de la santa. Relató hechos prodigiosos que protagonizó Mama Antula en vida. También destacó la emoción de una santiagueña de tener la posibilidad de presentar este libro en Vaticano. “Me siento muy honrada de representar a mi país. Agradezco esta posibilidad al papa Francisco quien hace posible que muy pronto Mama Antula sea declarada santa”.
Mama Antula (1730-1799) fue una laica que llevó a cabo una ardua labor espiritual y social en Argentina, fundando en 1795 la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en Buenos Aires, actualmente un monumento histórico del país.
El peregrinar de Mama Antula comenzó en 1767, cuando el rey Carlos III ordenó disolver la Compañía de Jesús y expulsó a sus integrantes de todos los territorios de la corona española. María Antonia, entonces de 36 años y que se consideraba hija espiritual de la Compañía de Jesús, decidió seguir llevando la palabra de Dios por toda la colonia a través de los ejercicios espirituales creados por San Ignacio.
Su meta era llevar a Dios a donde no lo conocían. Así recorrió las provincias de Catamarca, La Rioja, Jujuy, Salta y Tucumán. Caminó miles de kilómetros descalza por todo el virreinato para preservar el legado jesuítico desafiando la prohibición. En apenas ocho años, consiguió ofrecer los ejercicios espirituales a setenta mil personas.
Su método consistía en llegar a un pueblo, presentar los permisos ante las autoridades y dictar un curso de diez días de duración ante cualquier interesado, sin importar el escalafón social. Llegó a Buenos Aires en septiembre de 1779. El Virrey y el Obispo le negaron el permiso para dictar los cursos de ejercicios, pero cuando éstos empezaron a proliferar, llegando a muchos fieles, el Obispo cambió de opinión.
En paralelo, Mama Antula mantenía correspondencia con los padres jesuitas exiliados en diferentes partes del mundo. Mama Antula murió el 7 de marzo de 1799 a los 69 años. Está sepultada en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced de la calle Bartolomé Mitre de Buenos Aires. A su muerte se calcula que entre setenta y ochenta mil personas se habían beneficiado de la experiencia de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.