Luis Sandrini, la entrevista, los admirados y los miserables

En el tercer episodio del podcast “Medio siglo de periodismo” Alberto Amato recuerda un reportaje que le realizó al emblemático actor argentino del siglo pasado. Habla de cómo preguntar, cómo escribir y cómo fijar cada detalle de la escena en la que se lleva adelante la entrevista

Una de las tantas tareas del periodista es entrevistar. Se puede entrevistar a alguien desconocido o a una persona célebre. Se puede hacer una entrevista de dos minutos o de dos horas. La entrevista es uno de los pilares que sostiene al periodismo.

En la gráfica, en radio, en televisión, en la web, siempre hay entrevistas. Las hay buenas, malas, regulares o pésimas. Hay punzantes, complacientes, profesionales, militantes. Las hay intrascendentes para quien las hace y también hay entrevistas que inevitablemente quedan en la memoria del periodista.

En el tercer episodio del podcast “Medio siglo de periodismo”, Alberto Amato recuerda una entrevista de las inolvidables, realizada en marzo de 1979. Fue un reportaje mano a mano con Luis Sandrini.

Tal vez no haya necesidad de explicar quién fue Sandrini a los mayores de 50 años. Los más jóvenes deben saber que fue una figura notable de la escena nacional. Fue una estrella de cine, teatro, radio y televisión del siglo pasado. Según sus contemporáneos, el mejor actor del país. Protagonizó decenas de películas y su personaje Felipe formó parte de la vida de los argentinos. Sandrini, que estaba casado con la actriz Malvina Pastorino, padeció un accidente cerebro vascular (ACV) en 1976. El actor se había recuperado y, pese a sus dificultades, seguía a pie firme en cine y teatro.

Luis Sandrini, gran actor, entrevistado por Alberto Amato.

En ocasión de su regreso a la actuación, después de tres años, Amato lo entrevistó. La idea del reportaje era “hablar de la vida y de la muerte”. El actor tenía 74 años. El periodista, iba a cumplir 30 años. El encuentro fue en la casa donde vivía Sandrini en la localidad bonaerense de Martínez.

En el tercer episodio del podcast, Amato recuerda cómo fue la escenografía de la entrevista: “Me recibió en su despacho, su escritorio, que estaba lleno de premios, de copas, de trofeos, de platos, de algunos, de algunos sables, de la Armada, del Ejército, porque él había filmado algunas películas. A mí no me alcanzaban los ojos para ver, porque además tenía que describir la escena y demás. Era un tipo muy hábil. Era un hombre muy inteligente. Bajó la persiana de manera que el sol no entrara al escritorio. Dejó una persiana americana un poco entreabierta, de manera que en la medida que el sol caía, la luz creaba una intimidad impresionante. Yo sentí que me estaba metiendo trampa, claro, pero se creó un clima espectacular…”.

En el podcast Amato también habla de cómo debe entrevistar un periodista, de cómo pararse frente a un personaje admirado y ante un miserable. Todo con la excusa que brindó el recordar aquel reportaje realizado a Sandrini.

En el año 1998, los académicos Sylvia Saítta y Luis Alberto Romero, publicaron el libro Grandes entrevistas de la Historia Argentina (1879-1988). En la compilación aparecen entrevistas realizadas por diversos medios de comunicación a Julio Argentino Roca, Alfonsina Storni, Eva Perón, Juan Domingo Perón, Julio Cortázar o Astor Piazzolla. Y en aquella selección fue incluida la entrevista que Amato le hizo a Sandrini en 1979 y fue publicada en la revista Gente.

Amato, en el podcast “Medio siglo de periodismo”, agradece la distinción de los compiladores y aclara que el reportaje aparece en el libro:“…obviamente por lo que dijo Luis Sandrini, no por lo que yo pueda haber preguntado, está por lo que contesta, no por lo que se pregunta”.

Alberto Amato pudo cumplir con los objetivos que se había propuesto cuando se encaminaba a realizar la entrevista. Quería hablar con Sandrini de la vida y de la muerte. Y lo logró. El actor habló de lo hecho sobre los escenarios y frente a las cámaras y también de la muerte que lo llevaría el 5 de julio de 1980. En un fragmento de ese reportaje se lee:

-Amato: Hace dos años y unos pocos meses, en un piso más arriba de donde ahora estamos hablando, usted se debatía entre la vida y la muerte. Un domingo, una semana después de su ataque, yo lo escuché hablar y bromear sobre la muerte. ¿Ha vuelto a pensar en ella?

-Sandrini: –Sí. ¿Sabés?, no le tengo miedo. Pienso... La imagino... Mirá, de antes de nacer no me acuerdo nada. Creo que tampoco te vas a acordar de nada después de que te morís. Cuando nacés lo primero que hacés es llorar. Cuando te morís, lloran los demás, si es que alguno llora. No tengo ningún testamento escrito. No hace ninguna falta.

Carnet de periodista profesional de Alberto Amato extendido por el ministerio de Trabajo

-Amato: Un testamento que sirva para legar ese escritorio, esos libros, esta casa, un testamento para eso tal vez no haga falta. Pero, ¿qué hay del testamento que no se escribe, el que habla de las cosas que no se ven, que no se tocan?

–Sandrini: Tampoco hace falta. Creo que no dejo nada. Tal vez algún consejo. Pero no me gusta dar consejos. Hay que estar muy seguro para dar un consejo. Pitigrilli decía que hay que saber equivocarse solo. Si me muero dejo lo más importante para mí: mi familia. Tengo una linda familia. A Malvina la encontré cuando más la necesitaba. Hace veintisiete años que estamos casados. El actor también necesita una familia. Y, además, la mujer es el mejor amigo del hombre. Los hijos, prácticamente, son patrimonio de la madre. Malvina me ayudó mucho, mucho, y un actor también necesita que lo ayuden, necesita un clima feliz. Sobre todo un actor cómico. Es muy difícil repartir humor, buen humor, no siendo feliz”.

Aquella nota firmada por Amato llevó el siguiente título: “De pie, señores. Es nuestro Chaplin”. Y de ella habla en este episodio del podcast.