La iniciativa que hizo florecer a cuatro pueblos olvidados y le cambió la vida a unas 120 familias

La ingeniera agrónoma Alejandra Tuma ideó un proyecto de floricultura que generó puestos de trabajo y un efecto dominó de oportunidades. Empezó en Obispo Trejo, provincia de Córdoba, y luego se replicó en Juárez Celman, Despeñaderos e Isla Verde. La producción de especies que antes no se conseguían en nuestro país hizo la diferencia

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A la derecha, la ingeniera
A la derecha, la ingeniera junto a varias trabajadoras, en el marco de la iniciativa Despeñaderos Florece, con la producción de tulipanes (Fotos: Gentileza Alejandra Tuma)

En menos de cinco años un proyecto de floricultura generó un impacto social en la vida de 120 familias. Comenzó en Obispo Trejo, localidad del norte de Córdoba, con alrededor de 3000 habitantes. Al principio muy pocos creían que fuese a tener éxito, por las condiciones del suelo y las inundaciones que caracterizan la zona, pero con perseverancia y capacitaciones, llegaron las primeras flores al pueblo, a las que le siguieron muchas más, con variedades de producción propia. Luego se replicó en Juárez Celman y Despeñaderos, también con favorables resultados, y por último se sumó Isla Verde. Participan personas desde los 18 años hasta los 80, que luego de adquirir conocimientos apuestan a emprendimientos que funcionan de manera complementaria a la iniciativa. La mujer que está detrás de la propuesta es la ingeniera agrónoma Alejandra Tuma, directora del programa Córdoba Florece. En diálogo con Infobae, cuenta cómo surgió la idea, la importancia del estudio del mercado y cada una de las etapas del proceso.

Alejandra tiene una gran vocación social, la define la gratitud por cada oportunidad que tuvo en su formación, a lo largo de más de 20 años de trayectoria. La naturaleza siempre formó parte de su vida, y cuando comenzó su carrera en la Universidad Nacional de Córdoba se maravilló con los dos invernaderos de producción de flores de corte donde hacía las prácticas. En segundo año ya estaba a cargo de varios proyectos, y luego obtuvo una beca para cursar una Maestría en Marketing en España, vivió en Portugal, conoció el mercado de flores de Holanda, y finalmente visitó Japón para otra capacitación. “Esas experiencias me dieron una mirada integral de la situación de la floricultura, hablar también con los primeros productores de Córdoba y conocer muy bien cuáles son las necesidades”, comenta.

En Juárez Celman, en plena
En Juárez Celman, en plena preparación de la tierra para continuar con la producción, que se realiza todo el año

En 2017 se postuló a una convocatoria del Ministerio de Educación, que consistía en proponer ideas para mejorar el desarrollo de alguna localidad, y uno de los requisitos era que incluyera la participación de alguna universidad. El proyecto resultó ganador, y en 2018 se lanzó la convocatoria a todos los habitantes de Obispo Trejo. “El lugar era conocido por sus inundaciones, el clima árido y seco, el agua de mala calidad, las altas tasas de desocupación; no había buenas referencias y por eso muchos se preguntaban para qué producir flores ahí si nadie las iba a comprar; ni siquiera estaba la cultura del vivero instalada, había que empezar de cero”, indica la ingeniera, que sonríe porque superaron aquel desafío y dejaron boquiabiertos a aquellos que descreían del potencial de la floricultura.

Que florezcan mil flores

En conjunto con la Fundación Potentia, la Fundación 20 de noviembre, los gobiernos locales, y un equipo de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Córdoba, encararon la tarea. Durante un par de semanas recibieron a todos los interesados para contarles de qué se trataba la iniciativa y los motivos por los que veían posible un diferencial de comercialización. “Todos podían inscribirse, incluso los que no tenían terminado el secundario, no hubo limitación de ningún tipo, justamente porque es un negocio rentable que requiere mano de obra y uno de los principales problemas es la falta de acceso a la educación para adquirir los conocimientos y la experiencia necesaria”, explica.

En cada una de las
En cada una de las localidades tuvieron que construir invernaderos porque no había sedes disponibles ni primara la cultura de la comercialización de flores

Estudiar para ser pioneros

Después de las inscripciones, comienza una etapa de capacitaciones que dura un promedio de seis meses. Para Alejandra este punto es una de las claves para que el proyecto perdure. “No sólo es saber cómo producir flores de corte, sino también cómo administrarlas, cómo comercializar, tener conciencia del desarrollo local, la gestión y la cuestión administrativa para comprender cómo pueden surgir otros negocios rentables”, detalla. El uso eficiente de los recursos, el conocimiento del mercado y el cuidado de cada una de las facetas de la producción, se vuelve indispensable.

“A veces se invierte en un invernadero para seguir una tendencia, pero después no saben cómo venderlo y como no se acompaña hasta el final del proceso, lamentablemente esos proyectos caen, y esa es la explicación de los invernaderos abandonados que uno ve en la ruta, de algún emprendimiento que no funcionó”, ejemplifica. Una vez que se completa la formación, le sigue la ejecución, con la nivelación de los terrenos, la elevación de canteros, la preparación de la tierra, los sistemas de riego y evaluar qué especies se adaptarían mejor a la zona mediante la construcción de invernaderos.

El armado de ramos de
El armado de ramos de flores mixtas, coronas de novia y arreglos florales son los principales pedidos que sostienen la rentabilidad del proyecto

En Obispo Trejo se capacitaron 50 familias, y una de las condiciones era que tengan un 80% de asistencia a las clases. “Nos sorprendieron porque casi todos tuvieron un 100% de presencia”, revela. De esas 50, actualmente unas diez conformaron una cooperativa para llevar las riendas, y guiar a los trabajadores. La producción es continua, principalmente de girasoles ornamentales de distintos colores, una especie que antes se debía comprar en el exterior porque no había en nuestro país, además de lirios y otras variedades que conforman despampanantes ramos. Hoy son referentes, considerados un caso de éxito por el impacto social que tuvo en las vidas de cada uno de los que participan.

“Nosotros seguimos yendo al territorio, pero como en Trejo ya están muy avanzados después de tres años, empezamos a espaciar las visitas cada 15 días, porque el propósito es que sean independientes y que nos puedan contratar como asesores externos de manera ocasional, mientras el programa sigue creciendo en otras localidades”, manifiesta. Son muchos los testimonios de personas que capitalizaron esta vivencia, y en paralelo desplegaron su espíritu emprendedor. Un maestro creó un invernadero en su casa para producir plantines florales y se convirtió en otra fuente de ingreso; una joven abrió dos confiterías en la localidad e incluyó la novedosa propuesta de comercializar flores en ese rubro; tres mujeres terminaron el secundario por el deseo de estudiar carreras afines; familias que se fueron por primera vez de vacaciones; y la lista continúa.

El programa Córdoba Florece se
El programa Córdoba Florece se está replicando a lo largo de la provincia gracias al impacto positivo en cada una de las comunidades

“Cuando nos comparten sus historias nos emociona mucho, hay mujeres que eran víctimas de violencia doméstica y lograron salir de ese círculo al poder independizarse, tener sus trabajos y una red de apoyo”, confiesa Alejandra. La demanda de las especies que producen es tan grande que la cantidad que plantan no les alcanza para cubrir la capital de Córdoba. “Son flores de muy buena calidad, las están vendiendo en todo el país, pero se les termina toda la producción en el norte, y solo un día a la semana llevan a la capital cordobesa, donde se siguen exportando flores semanalmente de Colombia y Ecuador”, revela.

Aunque ahora el panorama es más que alentador, hubo varios desafíos que sortear hasta llegar al presente. La construcción de los invernaderos se inició en enero de 2020, y al poco tiempo la pandemia de coronavirus paralizó todo. Con la ayuda de la tecnología, videollamadas mediante, el proyecto siguió, y no solo eso, sino que decidieron resignificar lo negativo con una experiencia que llamaron “Viernes, día de plantas y flores”. “Era una situación muy negativa, ver las caras de tristeza de los floristas y viveristas, con sus producciones tiradas, porque como nadie salía, no les compraban, y se nos ocurrió pedir una autorización para ir a repartir flores a los hospitales, policías, bomberos y todo el personal esencial que tenía que salir a trabajar si o sí”, relata.

"Al principio nadie nos compraba
"Al principio nadie nos compraba una flor y ahora no damos abasto", aseguran en Obispo Trejo

Lo hicieron durante todo el 2020, y con el paso del tiempo esa acción generó una mejora de la comercialización. “Hay que tener en cuenta que la compra de un ramo de flores se caracteriza por la impulsividad, no es algo tan planificado, es verlo y pensar en dárselo a alguien o tenerlas en casa, y esa tradición no estaba en la cultura de estas localidades; entonces cuando alguien vive la experiencia y percibe el impacto positivo que tuvo en su día, incorpora esa sensación a su vida”, sostiene.

Tulipanes en Despeñaderos

En 2021 Alejandra Tuma ganó el Premio Abanderados de la Argentina Solidaria, por su aporte como agente activa de cambio, generación de oportunidades de empleo y dedicación a la floricultura. “La iniciativa viene creciendo mucho, tenemos varios municipios en fila de espera, el año que viene iniciaremos con otros, y esperamos de acá a dos años tener un mercado concentrado en Córdoba capital”, dice con alegría. El efecto dominó se esparció más allá de esas primeras 50 familias de Obispo Trejo, y hoy son 120 personas las que están dedicadas al programa.

Los tulipanes, una variedad traída
Los tulipanes, una variedad traída de Holanda, la estrella de Despeñaderos por la amplia gama de colores que ofrecen

En Despeñaderos, localidad del departamento de Santa María, ya están comercializando las rosas, lavandas, liliums y los famosos tulipanes, que en agosto florecieron con un amplio abanico de colores: rojos, amarillos, blancos, rosas, y naranjas. “Los tulipanes de Holanda se adaptan muy bien a la zona de Despeñaderos, y producen bastantes especies para poder armar ramos mixtos”, cuenta la ingeniera, que aclara que el lugar tampoco parecía el más adecuado, pero con el correcto cuidado y la generación de condiciones apropiadas para su producción, la comercialización fue posible. Otra de las cualidades que llama la atención es que todas las plantaciones son orgánicas, alineadas con la economía circular.

“En Despeñaderos se ve mucho la vuelta del adulto mayor, hay realmente personas de todas las edades, desde chicos que terminan el secundario y encuentran un lugar donde quedarse y mejorar, hasta personas de 80 años que participan”, indica. En Juárez Celman también avanza viento en popa la venta de flores, y en Isla Verde todavía se está capacitando a los integrantes que luego trabajarán en la iniciativa. “Hay una mayoría de mujeres, eso es algo que estamos notando mucho, que hay empoderamiento femenino, la característica de querer que sus familias salgan a flote, y dar todo para que eso suceda”, expresa.

Alejandra Tuma junto a varias
Alejandra Tuma junto a varias integrantes del proyecto en Juárez Celman, donde apuestan a producir más de diez variedades de flores

Algunas unidades de negocio que al principio no eran centrales, como los arreglos florales para eventos, se posicionan cada día más. “No estaba contemplado por ejemplo las coronas fúnebres, y hoy se están eligiendo en estas localidades; antes no pasaba porque tener producción propia no estaba en el imaginario cultural, ni mucho menos que la comunidad comprara flores; al igual que un mercado emergente de flores secas para servicios de casamientos, ramos de novia, cumpleaños, y todo tipo de ocasiones sociales”, indica.

Otra arista compatible que se anexa a la perfección es el turismo de experiencia. En el marco del programa Córdoba Florece varios productores organizan desayunos campestres, invitan a conocer el vivero, pasar el día, recorrer todo el lugar y cosechar un ramo de flores en el tramo final. “Hay una casa en construcción que va a ser el primer punto en el país donde los quieran van a poder dormir y levantarse en un campo de flores, ver cómo es la cosecha y pasar todo un día en un campo de flores”, anticipa Alejandra, que se entusiasma porque aquella idea generaría más puestos de trabajo y atracciones turísticas locales.

Lisianthus, celosía, aster lavandas, rosas,
Lisianthus, celosía, aster lavandas, rosas, tulipanes y girasoles son algunas de las especies que comercializan en las cuatro localidades cordobesas (Fotos: Gentileza Alejandra Tuma)

Los beneficios de la propuesta no solo atañen a los trabajadores, sino también a todos los actores secundarios, como los distribuidores, los transportistas y todos los emprendimientos circundantes. Cuando le preguntan si este modelo se puede aplicar en otros puntos del país, e incluso en Latinoamérica, la ingeniera responde que sí, con la salvedad de que en cada lugar se deben considerar los factores particulares, y adaptar la hoja de ruta a esas necesidades. En marzo vino un grupo de japoneses a visitarla, para conocer en persona los invernaderos, y demostraron gran interés por el método. “Se está trabajando muy bien y ojalá que se replique en muchas partes más, porque es una muestra de cambio social de calidad, de lo que sucede cuando la educación llega y el trabajo se sostiene”, concluye.

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