Este sábado tuvo lugar la ceremonia de beatificación del cardenal Eduardo Francisco Pironio. Esta celebración fue presidida por el enviado papal, cardenal Francisco Vérgez Alzaga, quien fue secretario de Pironio desde 1975 a 1998. Por otro lado, la misa Acción de Gracias por la Beatificación será este domingo 17 diciembre, a las 11.00, en el interior del santuario y estará a cargo por el cardenal antes citado.
“Viva la Virgen de Luján, viva el cardenal Pironio, viva la Iglesia”, se escuchó entre los vítores de los fieles durante la misa sumado a distintas plegarias en nombre de Pironio.
“La Conferencia Episcopal Argentina pide al Papa Francisco que se digne inscribir en el número de los beatos al Siervo de Dios, Eduardo Francisco Pironio”, dijo el sacerdote y obispo Monseñor Oscar Vicente Ojea.
A continuación, a cargo de Toni Witwer, postulador de la causa de canonización de Pironio, presentó una breve semblanza del cardenal. Luego, el cardenal Francisco Vérgez Alzaga dio lectura a la Carta Apostólica en la que el Sumo Pontífice inscribió en el Libro de los Beatos a Pironio.
“Acogiendo el deseo de Angelo De Donatis, vicario de la Diócesis de Roma, cardenal de la Santa Iglesia romana, de Jorge Eduardo Scheinig, arzobispo de la Diócesis Mercedes-Luján y de los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina, así como de muchos otros hermanos en el episcopado y de muchos fieles, después de haber recibido el parecer del Dicasterio de las Causas de los Santos con nuestra autoridad apostólica concedemos que el venerable Siervo de Dios, Eduardo Francisco Pironio, cardenal de la Santa Iglesia Romana, humilde pastor según el espíritu del concilio vaticano, testigo de esperanza y esperanza evangélica, infatigable defensor de las causas de los hermanos más pobres, de ahora en adelante sea llamado beato y que sea celebrado cada año el 4 de febrero”, se escuchó ante un aplauso cerrado de los presentes. Luego se destapó la imagen del nuevo beato.
El caso por el cual Pironio fue beatificado
La curación extraordinaria reconocida como milagro por el Vaticano sucedió a principios de diciembre de 2006 en Mar del Plata. Según sus padres, gracias a los rezos que le enviaron, Juan Manuel Franco, de 15 meses, salvó su vida. Había ingresado al hospital en graves condiciones luego de haber inhalado purpurina, un polvo extremadamente tóxico que la madre estaba utilizando para un trabajo manual.
Los médicos no les dieron esperanzas a Laura y Mariano Franco, los padres del pequeño, y les dijeron que era imposible que sobrevivieran a ese tipo de intoxicación. “Si saben rezar, recen”, les dijo. En ese momento, Laura sacó de entre sus cosas una estampita que le regalaron de Eduardo Pironio, el ex obispo marplatense. Se aferró a ella e imploró con el dolor de madre que teme que el último aliento de su único hijo llegue pronto. Sucedió el milagro.
El miércoles 8 de noviembre pasado se supo que el Papa Francisco había firmado el decreto en el que se aprobó el milagro atribuido al cardenal Eduardo Francisco Pironio y el religioso argentino, fallecido en 1998, fue proclamado beato.
Su vida
Eduardo Pironio nació en Nueve de Julio, provincia de Buenos Aires, el 3 diciembre de 1920. Se ordenó como sacerdote en 1943 en la ciudad de Luján. Fue rector del Seminario Metropolitano de Villa Devoto en la Arquidiócesis de Buenos Aires, fue también decano de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de La Plata y participó de las últimas sesiones del Concilio Vaticano II. También fue secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y obispo de la Diócesis de Mar del Plata desde 1972 hasta 1975.
En 1972 fue elegido Presidente del CELAM y 1975 se trasladó a Roma como Prefecto de vida consagrada y sociedades de vida apostólica durante el pontificado de Pablo VI, quien lo había elegido como su confesor. Ese traslado sucedió luego de que Pironio fuera amenazado durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón.
El 24 de mayo de 1976 fue declarado Cardenal y durante el pontificado de Juan Pablo II fue designado presidente del Pontificio Consejo para los Laicos. El Cardenal Pironio fue el cofundador de la Jornada Mundial de la Juventud y fue elector en los dos cónclaves de 1978.
Falleció en el Vaticano el 5 de febrero de 1998 a raíz de un cáncer óseo. Sus restos fueron repatriados y descansan en la Basílica de Luján.
Sobre él habló el presidente del Celam y arzobispo de Porto Alegre (Brasil), monseñor Jaime Spengler: “Espero que el Espíritu de Dios siga suscitando a hombres y mujeres con tanto amor a la Iglesia y a la autoridad humana y cristiana como el nuevo Beato. Los tiempos actuales necesitan mujeres y hombres con ese temperamento”.
Para Spengler, Pironio “era un hombre que demostraba que le gustaba lo que era y amaba lo que hacía. Se le reconoce como un hombre afable, atento y acogedor. Al mismo tiempo, tiene fama de haber sido un buen hombre. Esto me recuerda lo que dice San Pedro sobre la persona de Jesús: ‘Era un hombre que pasaba entre nosotros haciendo el bien’. Se puede entonces decir con seguridad que el Cardenal Pironio fue un buen discípulo del Crucificado-Resucitado”.