La obra cumbre del ingeniero civil francés Alexandre Gustave Eiffel, la Torre Eiffel, que se erige como un símbolo distintivo de París, es la más conocida de su legado. Su contribución a monumentos significativos no se limita a esta estructura que lo convirtió en una leyenda. Eiffel también jugó un papel fundamental en la creación de la estructura interna de la célebre Estatua de la Libertad en Estados Unidos y su influencia se extiende hasta las esclusas del Canal de Panamá, una obra de ingeniería que facilitó la conexión entre los océanos Atlántico y Pacífico.
El creador de la torre que inmortalizó su apellido, nació en Dijon, Francia, un 15 de diciembre de 1832 y cursó sus estudios en École centrale des arts et manufactures donde se recibió de ingeniero civil. Antes de levantar su polémica obra para la Exposición Universal de 1889, que celebraba el centenario de la Revolución Francesa, se había hecho un renombre gracias a la construcción de varios puentes de la red de ferrocarriles de su país.
La construcción de famosa torre, se completó en un período de 2 años, 2 meses y 5 días, y marcó un hito en la historia de la ingeniería y la arquitectura por su complejidad técnica y su innovador diseño. Los parisinos no estaban muy contentos con la que se convirtió en su principal postal. No era lo que estaban acostumbrados a ver y la consideraron un adefesio. Hubo una carta de rechazo, firmada por artistas destacados de la época, entre ellos los escritores Guy de Maupassant, Alexandre Dumas Hijo, los pintores William Bouguereau y Charles Garnier, el arquitecto de la Opera de París, por mencionar algunos. Ellos protestaban “en nombre del gusto francés anónimo, en nombre del arte y de la historia franceses amenazados, contra la erección en pleno corazón de nuestra capital, de la inútil y monstruosa Torre Eiffel”. Y terminaron burlándose, de la “torre vertiginosamente ridícula dominando París, semejante a una negra y enorme chimenea de fábrica” que se extendería por toda la ciudad “como una mancha de tinta: la odiosa sombra de esta odiosa columna de hierro forjado”.
Todos ellos no pudieron apreciar la belleza de la estructura, que más tarde sí vio todo el mundo. En la actualidad, el famoso monumento y mirador con vistas privilegiadas de la ciudad, convoca cada año a más de seis millones de visitantes y hoy sería imposible imaginar París sin sus formas. Había sido diseñada para estar de pie durante 20 años, y ahí está inamovible. “Se salvó gracias a los experimentos científicos promovidos por Eiffel y, en concreto, las primeras transmisiones radiográficas, seguidas de las telecomunicaciones: señales de radio de la torre al Panteón en 1898, sirvió como radio militar en 1903, primera emisión de radio pública en 1925 y después la televisión.
Las obras de Eiffel en la Argentina
A pesar de su fama internacional, la obra de Eiffel en Argentina todavía es relativamente desconocida. Estas obras, dispersas y diversas, ofrecen la oportunidad única de explorar otras de las facetas menos conocidas del ingeniero civil. Desde su fábrica, Gustave Eiffel diseminó su creatividad por diferentes lugares del mundo, Chile, Bolivia, Perú, Panamá, México y Estados Unidos
La mayoría de quienes recorren las calles del emblemático barrio de San Telmo en Buenos Aires desconocen que en Perú al 500 se halla una de las obras más significativas de Eiffel en la ciudad: el edificio “El Forjador”. Este inmueble no solo destaca por su diseño, sino que también ha sido reconocido como Monumento Histórico Nacional y Municipal.
Iniciada en 1906, la construcción del edificio que posteriormente se conocería como Museum, un espacio frecuentemente utilizado para eventos y recitales, representa un hito en la arquitectura porteña. Los elementos distintivos de esta estructura, incluyendo columnas, trabajos en hierro forjado, armaduras y capiteles, fueron fabricados en Francia y transportados por barco. La meticulosa labor de ensamblaje en el sitio, realizada artesanalmente con remaches al rojo vivo, logró una simetría impecable, destacando la maestría y precisión en su construcción.
La construcción de “El Forjador” se extendió a lo largo de una década, culminando en un edificio que originalmente funcionó como fábrica de molinos de viento y herramientas agrícolas. A pesar del paso del tiempo, aún conserva en su parte superior la estatua distintiva, un vestigio emblemático de su era original y un testimonio de su rica historia.
Las obras de Eiffel en Córdoba
La provincia de Córdoba aloja varios tesoros del ingeniero quien equiparó al dique San Roque con su torre. “Mi torre y el dique San Roque son las obras más importantes del mundo en este momento, pero mi torre no es productiva y el dique sí”. Allá por 1889 usó estas palabras para referirse a la primera muralla de contención que Carlos Cassaffousth y Juan Bialet Massé montaron en la reserva de agua cordobesa.
Con el objetivo de participar de la Exposición Industrial desarrollada en Buenos Aires a comienzos del 1900, y seguramente motivado por su amistad con el ingeniero Cassaffousth, quien había sido su compañero de estudios en el École Polytechnique de París-, y con Nicolás Paoli –un italiano que lo acompañó en el desarrollo del Puente canal de Briare-, Eiffel tuvo una breve estancia en las sierras, en el lugar hoy bautizado Bialet Massé.
En Córdoba hay cuatro obras atribuidas a Gustave Eiffel, que pueden ser visitadas
La vuelta al mundo diseñada por Eiffel, conocida como la “Rueda Eiffel” asoma entre la arboleda del Parque Sarmiento, en la Ciudad de Córdoba. Aunque inicialmente se planeó para Tucumán, finalmente encontró su lugar entre las sierras. Esta estructura de hierro forjado, con sus veinte cabinas diseñadas para albergar a seis personas cada una, es un motivo de orgullo de la ciudad. Durante 30 años dejó de funcionar, pero en 2003, tras una serie de robos, fue restaurada y en 2023, volvió a ser puesta en valor, tras más años de abandono, esta vez con un nuevo motor para verla girar y luces para disfrutarla de noche. Eso sí, no está habilitada para subirse a los carros.
Los chalets de hierro
El enigma de las casas prefabricadas de hierro en Argentina añade una dimensión intrigante al legado de Eiffel. Una de estas casas se encuentra abandonada en el barrio San Vicente, mientras que otra está situada en Villa María. Conocidas como “chalets ferrocarrileros” por su estructura montada sobre rieles y su semejanza a un vagón de tren, estas construcciones reflejan la complejidad y el estilo innovador asociados a Eiffel. Sin embargo, la autoría de estas obras es objeto de debate, ya que no llevan una firma que las vincule directamente con el célebre ingeniero francés, lo que ha llevado a algunos a cuestionar su conexión con él.
Durante la década de 1920, los chalets de hierro llegaron a Argentina desde Francia, destacando por su avanzado sistema de ventilación, que incluye ranuras en techos y paredes. Las paredes están compuestas por planchas de hierro prensado, con una cámara de aire interna, una característica que subraya su diseño innovador y funcional. Aunque la identidad del responsable de su compra y traslado a Argentina sigue siendo un misterio, algunas leyendas locales sugieren que fue un multimillonario estadounidense de aquel tiempo quien facilitó su llegada, añadiendo un elemento de misterio y especulación en torno a estas estructuras únicas.
Con la iniciativa del ex gobernador cordobés Ambrosio Olmos fueron importados también dos molinos de Eiffel para sus estancias. Presentados en una Exposición Rural en Buenos Aires, llamaron la atención por su impresionante altura de tres pisos, equivalentes a 35 metros. Posteriormente, fueron trasladados a las propiedades de los Olmos, situadas en Capilla del Monte y Río Cuarto. Con el paso del tiempo, estos molinos, parte del patrimonio arquitectónico del país, no lograron conservarse: de uno solo queda la base sin las aspas, que se perdió por una fuerte tormenta y dejó de abastecer agua, y el otro, el de la estancia El Duraznillo, se cree que está en un campo de la provincia de Buenos Aires.