La singular historia de tres primeras damas que fueron artistas: Regina Pacini, Eva Duarte e Isabel Perón

Las tres mujeres, surgidas del ambiente artístico, estaban casadas con los presidentes (Marcelo Torcuato de Alvear la primera y Juan Domingo Perón las dos siguientes) cuando alcanzaron el poder. Su origen y su carrera

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Regina Pacini, Eva Duarte e Isabel Martínez, tres primeras damas con pasado artístico
Regina Pacini, Eva Duarte e Isabel Martínez, tres primeras damas con pasado artístico

La inauguración fue en enero de 1938, el día en que cumplía 67 años. Regina Pacini, quien hacía mucho había resignado para siempre una espectacular carrera como soprano para casarse con Marcelo T. de Alvear, veía su viejo sueño hecho realidad: la Casa del Teatro, un alojamiento y apoyo económico para artistas jubilados sin medios.

Nació en Lisboa el 5 de enero de 1871. Su padre, el barítono italiano Pietro Pacini, era director del Teatro Real de Lisboa y autor de innumerables óperas. Siendo muy niña, la llevaron a un circo y quedó impresionada por un artista que, con un silbato, imitaba el canto de los pájaros. Ya en su casa, ella hizo lo mismo, pero con su voz. El padre vio el talento de su hija y la mandó a tomar clases de canto.

El talento de la joven Regina la convirtió en una verdadera diva en los escenarios europeos
El talento de la joven Regina la convirtió en una verdadera diva en los escenarios europeos

En la gran gala en el Teatro Real de San Carlos de Lisboa, a la que asistiría la familia real, fue la reemplazante de último momento de la cantante que debía interpretar la ópera La Sonámbula, de Vicenzo Bellini. Esa noche, el día que cumplía 16 años, se lució como soprano ligera y se llevó todos los aplausos. Fue el inicio de una exitosa carrera que la llevó a cantar en los mejores teatros del mundo y la crítica la había colocado el status de diva.

El destino quiso que en 1889 viniese al Río de la Plata. Cantó primero en Montevideo y luego en el Teatro Politeama de Buenos Aires. Esa chica pequeña, delgada y rubia flechó al soltero más codiciado de Buenos Aires, que la miraba embelesado desde su palco, Marcelo T. de Alvear.

Alvear no se perdió ninguna función. Le mandaba descomunales ramos de flores y costosos regalos que ella, invariablemente, devolvía, como una pulsera de oro y brillantes. Félix Luna, uno de sus biógrafos, contó que cuando ella cantaba alguna de sus arias, él se retiraba al antepalco y, entre el cortinado, lloraba dulcemente.

Alvear había nacido en 1868 y venía de una familia patricia: nieto del general Carlos María de Alvear e hijo de Torcuato, ese intendente porteño que dio vuelta la ciudad de Buenos Aires como una media.

Cuando llegó el momento de dejar el país para emprender una gira europea, él la siguió. Iba a todas sus funciones y ya no era para ella un ilustre desconocido, ya que coincidían en embajadas y recepciones.

En 1901 ella volvió a Buenos Aires y dos años después Alvear le propuso matrimonio. Ella aceptó pero que antes la dejase cantar cuatro años. El accedió con la condición que una vez que fueran marido y mujer, ella ya no actuaría más en público. La que no quería saber nada con esta unión fue la madre de Regina, quien veía cómo su hija tiraba una carrera por la borda.

El anuncio del casamiento fue un verdadero escándalo. El soltero más codiciado se casaba con una extranjera, que era artista, y lo haría en Europa y en contra de los deseos de su familia y de la elite porteña. Los diarios demoraron la publicación de la noticia a pedido de la propia familia.

Marcelo T. de Alvear y Regina Pacini vivieron un romance  de película, luchando contra las rígidas convencionales sociales de entonces
Marcelo T. de Alvear y Regina Pacini vivieron un romance de película, luchando contra las rígidas convencionales sociales de entonces

En la despedida de soltero, en París, el novio tuvo una amarga sorpresa. Recibió de Buenos Aires un telegrama firmado por 500 personas para que recapacitase y que no se casara.

El no dio el brazo a torcer. Se casaron en Lisboa el 29 de abril de 1907 en la iglesia Nuestra Señora de la Encarnación y, si bien fijaron la hora de la ceremonia a las 9 de la mañana, decidieron hacerlo dos horas antes, con una criada y un agente de policía como testigos. La noche de bodas la pasaron en el Royal Hotel en Estoril y el regalo de bodas de Alvear fue el Manoir de Couer Volant, un castillo normando cerca de Versalles.

Hasta 1911 vivieron en Francia y cuando regresaron a Buenos Aires, en los círculos en los que se movía Alvear, las mujeres le hicieron el vacío a Regina, y ninguna le hablaba. El asunto lo destrabó el astuto Julio A. Roca, quien organizó una fiesta en su casa, y nombró al matrimonio Alvear como los invitados de honor.

Regina siempre acompañó a su marido, tanto cuando fue embajador en Francia, donde impulsó obras de beneficencia como cuando fue presidente, en acciones solidarias y en procura de un mejor bienestar para los que integraban el ambiente artístico.

Cuando en 1942 murió Alvear, Regina donó las pertenencias de su marido, origen del Museo de la Casa Rosada. Remató todos sus bienes, se quedó con unas pocas alhajas y muebles y vivía de una pensión. Hasta su fallecimiento el 18 de septiembre de 1965 a los 94 años en Villa Elvira en Don Torcuato, la casa que su marido había mandado a construir dos años de su muerte, respetó el mismo ritual todos los 23 de cada mes: iba al panteón de los Alvear, en la Recoleta. Luego de colocar rosas blancas y rojas -colores característicos del Partido Radical- en la sillita plegable que llevaba se sentaba junto al féretro del que había sido su marido. Y le hablaba sobre lo que había ocurrido en el último mes y por qué no de sus recuerdos de cuando era una diva en los escenarios europeos.

Eva Duarte en 1939, cuando trabajaba para hacerse un lugar en el ambiente artístico porteño. Fotografía de Annemarie Heinrich
Eva Duarte en 1939, cuando trabajaba para hacerse un lugar en el ambiente artístico porteño. Fotografía de Annemarie Heinrich

Eva Duarte

En la lectura de Sintonía y El alma que canta, dos revistas del mundo artístico local, la niña Eva, primero en Los Toldos y luego en Junín, soñó su futuro en la actuación. Se acercaba a la casa de música de Primo Arini, en Junín, donde una vez por semana, entre las 19 y las 20, sacaba un parlante a la vereda e invitaba al programa “La hora selecta”, a desplegar sus talentos a los que se animasen. A la chica le gustaba recitar e iba habitualmente a hacerlo.

Cuando terminó sexto grado viajó con su mamá a Buenos Aires a hacer una prueba en Radio Belgrano, pero no la contrataron y regresó a Junín.

Cuando Agustín Magaldi estuvo en la ciudad como parte de una gira artística, ella quiso conocerlo ya que bien podría ser quien la presentase en el ambiente artístico porteño. Lo encaró en un entreacto en el teatro donde cantaba y tanto insistió en que la llevase a Buenos Aires, que accedió a hacerlo luego del visto bueno de la mamá. El 2 de enero de 1935 viajó en la segunda clase del tren. Vivió en varias pensiones y pasaba los días yendo de un lado para otro con las cartas de recomendación del cantante.

Su primer papel tuvo una sola línea. “La mesa está servida”, decía como mucama en la obra “La señora de los Pérez”, y no apareció en el reparto. Después vendrían otras intervenciones y papeles secundarios. Con algunas compañías teatrales hizo giras por el interior y si la recaudación no era la esperada, los actores que no eran protagonistas no cobraban.

Uno de sus primeros papeles en el cine fue en “Segundos afuera”, estrenada en 1937. Como su hermano Juan trabajaba en la empresa Guereño, le consiguió un contrato de locutora para los avisos publicitarios. El 20 de mayo de 1939 su foto salió por primera vez en la tapa en la revista Antena. Tenía 20 años.

Carnet de afiliación de Eva Duarte a la Asociación Argentina de Actores en 1939
Carnet de afiliación de Eva Duarte a la Asociación Argentina de Actores en 1939

De ahí en más, alternó papeles secundarios en películas y actuaciones en radioteatro. Cuando fue el golpe militar de 1943, los actores y actrices debían ir al Palacio del Correo a buscar la autorización para trabajar, ya que el gobierno de facto buscaba que solo se difundiesen piezas nacionales, priorizando el foklore sobre el tango y cuidando la pureza del idioma. En radio Belgrano integró el elenco donde se contaba la vida de personalidades célebres de la historia. El contrato era bueno, al punto que abandonó la vida en las pensiones y alquiló un departamento en la calle Posadas 1557.

Después vendrían las películas “La cabalgata del circo”, como actriz secundaria y su última cinta, que protagonizó, fue “La pródiga”, que entonces no se estrenó.

Es que en enero había conocido al coronel Juan Domingo Perón.

A las 20:49 del sábado 15 de enero de 1944 la ciudad de San Juan sufrió un sismo de 7,4 en la escala Richter y 9 en la Mercalli. Murieron alrededor de diez mil personas y miles quedaron sin nada, en una ciudad que quedó sumida en escombros. Desaparecieron el 90% de las casas -la mayoría de adobe- los edificios públicos, fábricas y talleres.

El país se movilizó. Perón, en su condición de secretario de Trabajo y Previsión, organizó un operativo para recaudar fondos y recibir donaciones para los damnificados.

En el festival que se organizó en el Luna Park en favor de los damnificados, se conocieron Perón y Eva
En el festival que se organizó en el Luna Park en favor de los damnificados, se conocieron Perón y Eva

Los que tomaron la delantera fueron los artistas de radio y de cine. Figuras de la talla de Libertad Lamarque, Nini Marshall, Enrique Muiño, Pepe Arias, Olinda Bozán y Eva Duarte, entre otros, recorrieron las calles porteñas con alcancías. Se planeó un festival solidario en el Luna Park para el sábado 22.

Eva fue acompañada de la cantante Rita Molina. Homero Manzi fingió no ver que las mujeres tenían ubicaciones en la fila 15, muy lejos de las autoridades.

Según lo que relató Roberto Galán, presentador del festival, éste les allanó el camino al sector de butacas que ocupaban las figuras del gobierno nacional. Y cuando el vicepresidente Edelmiro J. Farrell, en primera fila, se levantó para irse, Galán le indicó a Eva que ése era su asiento. Al lado de Perón.

Otra versión indica que cuando los números artísticos estaban llegando a su fin, fue el coronel Aníbal Francisco Imbert, un amigo íntimo de Perón, quien le presentó a Eva, y la rapidez de reflejos de Domingo Mercante, al ver el asiento libre, hizo que la ubicasen junto al coronel.

Desde 1939 Perón era viudo de María Aurelia Tizón. En el viaje que hizo a Europa ese mismo año tuvo un intenso romance con la italiana Giuliana dei Fiori, a la que no vería nunca más, a pesar de que años después mandó a ubicarla.

Ya como funcionario se presentaba en público con María Cecilia Yurbel Peña, una mendocina de 20 años. Perón, de 47 años, que conocía a su padre, solía presentarla como su hija, sobrina o ahijada. Le había puesto “Piraña”, porque un día la vio comer por demás. Todos sospechaban que era su novia.

22 de julio de 1947: Eva representó a su marido en una gira europea que incluyó Europa, Italia y Suiza (Getty)
22 de julio de 1947: Eva representó a su marido en una gira europea que incluyó Europa, Italia y Suiza (Getty)

Cuando ocurrió el terremoto, María Cecilia viajó a Mendoza, porque quería estar junto a los suyos, ya que tenían familiares en San Juan. Cuando regresó ya no pudo entrar al departamento de Posadas. “La fleté”, ella le avisó a Perón.

Cuando Eva estuvo sentada a su lado la noche del festival, percibió su sorpresa. “Atiné a decirle con mi mejor palabra: si es, como usted dice, la causa del pueblo su propia causa, por muy lejos que haya que ir en el sacrificio no dejaré de estar a su lado, hasta desfallecer”. Es la versión oficial escrita en “La razón de mi vida”.

Desde entonces Juan Domingo y Eva no se separaron más. El dijo que “Eva entró en mi vida como el destino” y ella sostuvo que “aquel fue el día más maravilloso”.

El lunes 22 de octubre de 1945 fue la unión por civil. “Ya está, chicas, lo pesqué. Nos acabamos de casar”, les dijo eufórica a sus hermanas. Unos dicen que el enlace fue en el departamento de Posadas y otros que fue en la escribanía Ordiales, en la calle Arias 171 de Junín, con Domingo Mercante y Juan Ramón Duarte, hermano de la novia, como testigos.

La ceremonia religiosa fue planeada para el 29 de noviembre en la Iglesia San Francisco de Asís, en la calle 12, entre 68 y 69 en La Plata, pero como el dato se filtró él no se quiso casar ese día. Se reprogramó para el lunes 10 de diciembre a las 20:25, oficiada por Fray Francisco Sciammarella. El 24 de febrero de 1946 fueron las elecciones que lo consagraron presidente y recién en 1947 ella tuvo su prueba de fuego, cuando su marido la envió a Europa, en respuesta a una invitación oficial. A su regreso, motorizó la fundación que llevaba su nombre.

A Eva Duarte la consumió un cáncer y quedó trunco el proyecto impulsado por la CGT de que fuera candidata a la vicepresidencia en las elecciones de noviembre de 1951; fallecería el 26 de julio del año siguiente.

Isabel Perón en su época artística
Isabel Perón en su época artística

Isabel

El 12 de octubre de 1973 María Estela Martínez de Perón juró como vicepresidente, mientras su marido presidente, de 78 años, luciendo por primera vez su uniforme militar desde 1955, permanecía a su lado. Imaginaba para ella funciones protocolares y representaciones en viajes al exterior. De todas formas se opuso a que ocupase una oficina en Casa Rosada, quería que se instalase en el senado, y aprendiera a hacer política.

En 1955 Perón, cuando fue derrocado por un golpe militar, emprendió un largo exilio. En Panamá vivía en el Hotel Washington. Allí conoció a Eleanor Margaret Freeman, una norteamericana que trabajaba en una cadena de restaurantes en Chicago. Se hicieron más que amigos. Con ella, practicó el inglés y él devolvía el favor con lecciones de español. Iban a la playa, a cenar y ella no se quería volver cuando terminaron sus vacaciones. Hubo presiones del Departamento de Estado para que la familia denunciase un presunto rapto por parte de Perón. A la chica no le quedó más remedio que volver a su país.

Isabel Martínez tenía 24 años cuando conoció a Perón en Panamá, cuando pertenecía a una compañía artística que hacía una gira por latinoamérica
Isabel Martínez tenía 24 años cuando conoció a Perón en Panamá, cuando pertenecía a una compañía artística que hacía una gira por latinoamérica

En la Navidad de 1955 Perón asistió a un local nocturno que ofrecía un espectáculo de ballet folklórico argentino. Al final de la actuación saludó a los artistas, todos bailarines jóvenes que estaban en una gira que debía terminar en Estados Unidos. Una chica de 24 años quedó encandilada con Perón. Era María Estela Martínez Cartas, a la que todo el mundo conocía como Isabel, su seudónimo artístico. Había nacido en La Rioja el 4 de febrero de 1931. Profesora de piano y de francés, había bailado en el ballet estable del Teatro Cervantes, con el que hizo diversas giras.

Ella comenzó a visitarlo a Perón, y le confesó su idea de dejar la compañía. Le preguntó si no necesitaba una secretaria. El le respondió que sí, pero que no tenía dinero para pagarle. A ella no le importó. El la desafió: si se animaría a probar todos los días su comida, ya que temía ser envenenado. Ella aceptó y desde entonces vivió con Perón.

A Isabel la describieron como una chica muy linda y extremadamente discreta, aunque para el entorno de Perón era un servicio enviado por los militares que lo habían derrocado. Según Ramón Landajo, uno de sus incondicionales, el general también sospechaba de ella.

En el exilio español, en 1972, poco antes de regresar a la Argentina (Getty Images)
En el exilio español, en 1972, poco antes de regresar a la Argentina (Getty Images)

Cuando debió dejar Panamá, país que le prohibía ejercer actividades políticas, se volcó por Venezuela. Isabel protestó porque conocía el país y consideraba que la seguridad de Perón estaría en peligro. Se establecieron en agosto de 1956 y la chica debió soportar la resistencia del entorno, quien quería desplazarla. Tuvo la suerte de hacerse amiga de Olga, la esposa de Roberto Galán, quien le insistía a Perón que legalizase su situación con Isabel.

Primero fue un atentado contra su vida y luego un golpe contra el gobierno de Pérez Jiménez, lo que lo convenció de dejar el país e instalarse en Ciudad Trujillo, en República Dominicana. Perón e Isabel vivieron en el Hotel de la Paz y luego se mudaron a una casa. A esa altura, Perón la mencionaba como “Chabela” y compartían salidas a la playa, al cine o a cenar.

El 26 de enero de 1960 partieron a España. El 5 de enero de 1961 se casaron y, como ocurrió con Eva, no se sabe si fue en la iglesia de la Virgen de la Paloma o en la casa de Francisco José Flores Tascón, médico y amigo de Perón.

En abril de 1964 compraron una quinta en el barrio Puerta de Hierro. Ella tuvo su prueba de fuego en octubre de 1965 cuando su marido la envió a la Argentina para neutralizar los esfuerzos del sindicalista Augusto Vandor de armar un peronismo sin Perón. Viajó con un manual de instrucciones que su esposo le escribió. Estuvo nueve meses en el país y su misión tuvo éxito.

Isabel, ya presidente, en 1975, acompañada por Raúl Lastiri y el presidente de la Corte Suprema
Isabel, ya presidente, en 1975, acompañada por Raúl Lastiri y el presidente de la Corte Suprema

El 17 de noviembre del año siguiente regresó al país y el resto es historia conocida. Las elecciones del 11 de marzo de 1973, el cortísimo gobierno de Cámpora, su renuncia y la consagración en las urnas, el 23 de septiembre, de la fórmula de Perón-Perón.

Cuando su marido murió, se convirtió en la primera mujer en llegar a la presidencia, en tiempos de descontrol económico y por la imparable violencia que se vivía. La insólita influencia de José López Rega fue clave en el rápido desgaste de su gestión que un golpe militar puso fin el 24 de marzo de 1976.

Isabel Perón, luego de que fue liberada por la junta militar, se radicó en Madrid, donde vive alejada a la exposición pública. En el 2000 obtuvo la ciudadanía española.

Podríamos incluir en esta lista a Fabiola Yáñez, primera dama durante la gestión que termina de Alberto Fernández. Licenciada en periodismo, fue periodista radial, conductora y panelista en diversos programas de televisión y compartió escenario con Manuel Wirtz en la obra “¡Otra vez papá! Después de los 50″. Desde el 2020 es la presidenta honorífica de la Fundación del Banco Nación.

Fátima Florez, pareja del presidente electo Javier Milei tiene una carrera como actriz, bailarina e imitadora. Y no descarta que en pocas semanas encare la temporada artística de verano en la costa atlántica.

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