Todos tienen la mirada perdida y el dolor impreso en el rostro. Todos piden un milagro para Janucá y Navidad. Todos son familiares de personas secuestradas por Hamas el pasado 7 de octubre, cuando se produjo la irrupción de los terroristas en los kibutz del sur de Israel.
Este jueves, la embajada de Israel en Argentina organizó una conferencia de prensa con familiares de secuestrados argentinos y brasileños para que brinden sus testimonios y den a conocer sus historias.
Estos relatos están relacionados con los nueve compatriotas que aún permanecen en cautiverio en la Franja de Gaza. Contar la vida que quedó detenida en ese sábado del horror en el que primero sonaron las sirenas por los ataques aéreos. Pero luego, también empezaron las incursiones de Hamas en territorio de Israel.
El primero en enfrentar a las cámaras es Mauricio Shnaider, peruano de 67 años, que emigró a Israel a los 14. Este hombre es tío de Shiri argentina, esposa de Yarden Bibas y madre de Kfir (10 meses) y de Ariel de 4 años.
Narrar el horror
“Mis emociones cambian a cada momento. Vengo a hablar con el corazón, no con la mente –explicó Schnaider, con la voz entrecortada-. No me puedo sacar de mi cabeza la imagen de Shiri con cara de terror con sus hijos en brazos tratando de protegerlos de los terroristas que iban a secuestrarlos”.
A su lado estaban Chen Nisenbaum y Mery Nisenbaum, hija y hermana de Michel, un brasileño también secuestrado por Hamas. Este hombre de 60 años estaba en camino de buscar a su nieta de regreso al kibutz Reim. Nunca llegó a destino. La esperanza de que sigue con vida es que fue encontrado su coche quemado, pero sin rastros de él.
Chen llora todo el tiempo que habla de Michel. “No sabemos si está vivo, no tenemos ningún dato. Sólo la imagen de las cenizas de su auto. No es el mejor papá del mundo, pero es mi papá y quiero que vuelva”, lamentó la joven.
La vida de todos parece haber quedado detenida ese 7 de octubre. Sin embargo, estos dos meses sucedieron hechos de relevancia, que buscan conectar con ese pasado que quedó en pausa. “Mi papá tiene que volver porque tiene un nieto que conocer que lo está esperando y pregunta por él”, afirmó Chen entre lágrimas.
Mery Shohat es hermana de Michel y todo el tiempo mira e intenta contener a su sobrina. “Mi hermano tiene diabetes y la enfermedad de Crohn – contó la mujer-. Y necesita sus medicamentos para poder sobrellevar esas situaciones”.
Mery cuenta cómo era la vida cotidiana de su hermano antes de la irrupción de los terroristas en territorio israelí hace dos meses. Michel es técnico en computación y en sus momentos libres manejaba una ambulancia en forma voluntaria como ayuda a la comunidad de su kibutz. “Nos solíamos juntar todas las semanas con mi madre de 87 años –recordó Shohat-. Tomábamos café y nos contábamos todo lo que habíamos vivido esos días en el trabajo o con nuestras familias”.
Tragado por la tierra
La hermana de Michel grafica con una sola frase esa sensación de no saber nada de un familiar. No tener ningún dato, ni prueba de que sigue con vida. “Es como si la tierra se hubiese abierto y se lo tragó. Esa es la sensación”.
En tanto, Schnaider trata de ponerle palabras a lo inexplicable: la ausencia de Kfir Bibas de 10 meses y de su hermano Ariel de 4 años. “Cómo hacemos para contarle a los primos de estos chicos que no pueden verlos – se pregunta el hombre-. Rezamos porque se cumpla ese milagro de Janucá y de Navidad. Y los secuestrados vuelvan a sus hogares sanos y salvos”.
Sobre las informaciones que surgieron desde la Franja de Gaza en relación a la sobrevivencia de los Bibas, Mauricio intenta ser cauto. “Mi corazón quiere creer que están vivos. Es otro instrumento de tortura. Igual que lo fue el video que circuló de Yarden pidiendo volver a Israel. Ese no era auténtico. El padre de los chicos es un hombre alegre. Y en las imágenes estaba bajo presión de los terroristas”. Schnaider contó que serán recibidos por el presidente Alberto Fernández y que también esperan una posible reunión con el mandatario electo, Javier Milei. “Posiblemente sea el sábado, pero no está confirmado”.
¿Cómo fueron las horas inmediatamente posteriores al secuestro? Lo primero que sucedió fue un ataque de misiles a los que los habitantes de los kibutz cercanos a la Franja de Gaza ya estaban acostumbrados. “Mucho ruido por acá”, dijo Michel en una charla telefónica con su hija. Así solía referirse a los cohetes que disparaba Hamas desde el otro lado de la frontera. Luego, en esa mañana de sábado de octubre ocurrió lo peor. La incursión de los terroristas estaba en marcha. Chen intentó varias veces llamar a su papá. Marcaba su número todo el tiempo, casi sin interrupciones. En una de esas llamadas lo atendió una voz que le habló en árabe: “Hamas está en Israel”, le dijeron en árabe. “Quedé en shock. No pude contestar. Apagué el celular y nunca más me comuniqué.
Guefen Sigal nació en un kibutz en Israel, pero toda su familia emigró a Medio Oriente desde Argentina. La mujer tiene sensaciones encontradas. Por un lado, la semana pasada recuperó a su mamá, Clara Marman, su tía Gabriela Leimberg, y su prima Mía, de 17 años. Las tres mujeres habían sido secuestradas el 7 de octubre. Todavía siguen en cautiverio el tío de la chica, Fernando Marman, y la pareja de su madre, Luis Har.
La chica se mostró emocionada durante toda la conferencia de prensa. Llevaba una remera con la cara de los secuestrados. Guefen no puede sacarse de su cabeza la última imagen que recibió desde el cuarto de seguridad de la casa de kibutz de su familia. “Luis sacó una selfie desde ese espacio en el que esperaban que dejaran de explotar los misiles lanzados desde Gaza”, contó. Lo peor estaba por llegar. Minutos después comenzaron a escuchar que los terroristas entraban a la casa y destruían todo a su paso. Para evitarlos, Luis colocó una silla y un palo contra la puerta. No pudo evitarlo. El secuestro estaba en marcha.
Sobrevivir al secuestro
Sigal también tiene tiempo para alguna sonrisa cuando cuenta el momento del reencuentro con los liberados. “Con mi mamá, mi tía y mi prima nos dimos un gran abrazo de alivio. La extrañé mucho y las necesitaba cerca”.
Tras el fin del cautiverio las mujeres están fuertes y luchando para la liberación del resto de los secuestrados. “Les dieron poca comida y las condiciones de aseo no fueron buenas. Creo que se pudieron bañar cada dos semanas, por ejemplo”, cuenta Guefen en forma escueta por razones de seguridad.
La chica vuelve a la voz entrecortada cuando pide por su familia secuestrada: “Luis tiene 10 nietos que lo extrañan mucho. Fernando tiene un corazón de oro y es el asador de la familia. Lo conocemos como el ‘ soltero eterno’”.
Maia Chmiel es prima de Yair y Eitan Horn, secuestrados por Hamas del kibutz Nir Oz, donde vivían muchos argentinos. Las últimas noticias que tuvieron de los dos hombres es de ese sábado a las 8:30. A la chica le cuesta recordar a sus familiares. Las frases le salen entrecortadas y trata de buscar aire en la sala de la Embajada israelí en Argentina. “Yair es como un hermano para mi. Nos criamos juntos en el kibutz y compartimos la infancia”, contó.
“Lo más complejo es no saber nada de ellos -admitió Maia-. El único dato que tenemos es que otros secuestrados liberados los vieron en cautiverio. Eso es un pequeño alivio, al menos. Pero Yair y Eitan tienen dos sobrinos chicos que lo esperan para compartir los juegos y el fútbol como antes”.
Todos los familiares agradecen poder contar su historia. Al recordar esos momentos de la vida cotidiana de sus familiares secuestrados por Hamas sienten que se acercan a ellos. Así, rememoran algún aplauso para el asador de un tío, el juego de los tíos con sus sobrinos con una pelota o los primeros balbuceos de un bebé de 10 meses capturado y llevado a la Franja de Gaza.
Fotos: Adrián Escandar