Hace ocho años, Jesús Aníbal Tapia y su esposa, María Fernanda Nieto, eran empleados municipales en Capilla del Monte. Trabajaban en la conocida zona turística de El Zapato, una curiosa formación rocosa. Para la época de Navidad, decidieron hacer una cena para gente en situación de calle del pueblo. Ambos son evangelistas, y están juntos desde hace 21 años. Se entusiasmaron con la respuesta y decidieron abrir un merendero, el primero de esa localidad. Dos meses después, cuenta Jesús, ya no tenían trabajo en la municipalidad, pero nunca dejaron su emprendimiento solidario, al que llamaron Adonai (uno de los nombres de Dios), que lleva nueve años y está a punto de constituirse como una Fundación.
Hoy concurren al mismo 80 niños, 18 jubilados y 40 adultos, enumera Jesús. Y como todos los años, preparan una gran cena de fin de año para unos 400 chicos, que tendrá lugar el 30 de diciembre. Para recaudar la mercadería para la comida, la mesa dulce y también recibir ropa y juguetes para regalar, recorren Córdoba capital con un coro de niños que canta villancicos e incluye a seis de sus ocho hijos. Así, la primera parada de esta gira solidaria será hoy, 6 de diciembre, en Rivera Indarte entre 9 de julio y Colón, y luego irán por distintos lugares. Cuenta Jesús: “Vamos a cantar desde hoy hasta el 24 de diciembre en la calle. Esta vez estaremos en Córdoba capital, pero hemos cantado en Rosario, en Río IV, en todos los lugares que podamos. Donde nos invitan a cantar, vamos. Y no sólo en Navidad, sino cuándo y dónde se pueda hacer una campaña para continuar con nuestra obra”.
“Nosotros salimos encantados en diciembre. Cantamos y ponemos carteles de lo que se necesita. Y un número de cuenta para la gente que no puede traer algo. Pero cuando con esa plata compramos algo, pedimos el ticket para que cada uno sepa en qué hemos gastado su dinero. Hacemos todo lo más transparente posible porque no necesitamos de la gente una sola vez. A las personas las necesitamos siempre, porque esto se hace gracias a las personas que nos ayudan, muchos de ellos que ya nos conocen, como la gente de las automotrices por ejemplo”, explica.
Capilla del Monte tiene unos 20 mil habitantes. Y según Jesús, detrás de los paisajes y el color que le imprimen los turistas, allí hay necesidad. Él describe la situación: “Es una zona turística. Se trabaja mucho en verano, en vacaciones de invierno… y después es muy cruel. No hay fábricas, no hay nada fuera de temporada, cuando hay mucho trabajo en las cabañas, por ejemplo. Además, todos pagamos el precio turístico. La mercadería, vivas o no vivas ahí, es muy cara, tiene un precio abusivo. Es muy bonito para pasear, pero para vivir todo el año es jodido”.
Jesús, que tiene 57 años, es maestro de cocina, y luego del traspié laboral se dedicó a preparar catering para fiestas junto a su esposa, de 42. El último sábado, por ejemplo, llevó adelante un casamiento para 110 personas. También hacen cocina naturista para una Fundación llamada Códigos Solares, que se dedica a la sanación holística. “Con eso, gracias a Dios, tenemos nuestro sueldo y pudimos generar Adonai. Porque a nosotros hubo un tiempo que nos fue mal; quedamos sin casa y yo me enfermé mal. Después recibimos una casa hermosa del gobierno provincial y tres meses después dijimos ¿por qué devolver lo que Dios nos dio a nosotros?”.
La parte más oscura de su historia sucedió cuando la pareja vivía en Córdoba Capital, donde durante cinco años funcionó su primer comedor. Allí, hace 12 años, también instalaron una rotisería. Pero el esfuerzo terminó mal cuando sufrieron un robo violento. “Me ataron con alambres, se llevaron todo: las heladeras, la balanza, mucho dinero. Yo estaba pagando todavía todo lo del negocio y me enfermé”. Fue en esa época cuando decidieron radicarse en Capilla del Monte.
Aunque ambos tienen una profunda relación con la iglesia evangélica, aclaran que nunca mezclaron sus creencias con su labor solidaria. Es más, Jesús le anunció a su pastor que “el diezmo no se lo daría a la iglesia, sino a la gente que necesita. Antes que tuviéramos el merendero, nosotros ya ayudábamos con parte de nuestro sueldo: cobraba y le compraba una caja de mercadería a un necesitado, o remedios. Siempre quisimos que el merendero Adonai funcione con todas aquellas personas que quieren trabajar por los demás, con aquellas personas que tengan ganas de hacer algo. A nosotros, desde hace cinco años que nos visitan, desde Buenos Aires, un colegio de Lanús, un profesorado de gimnasia. Todas las personas que tienen ganas de hacer cosas son bien recibidas”.
En la casa donde viven en la actualidad aún están terminando un salón que pueda albergar a las personas que reciben a diario. Allí, además de dar de comer, organizan actividades artísticas, un taller de tejido de frazadas donde concurren tejedoras de todo el Valle de Punilla, otro de bordado y uno más de tallado de madera. En el verano también ofrecen cine para niños. Jesús, entre tanto entusiasmo, también pide que lo ayuden a conseguir un nuevo horno pizzero, porque el que tiene en la actualidad -con el que prepara pan, factura y “criollitos” para los más necesitados- ya está próximo a terminar su vida útil.
Jesús y María Fernanda sienten que son los fundadores de una obra pequeña, pero necesaria. Como dicen “el motor al que siempre le van a hacer falta otras partes, como la correa, el aceite, el carburador, y esa es la gente que trabaja y colabora con nosotros”.
Para ayudar a la Fundación, Comedor y Merendero Adonai: alias MARI.NIETO. o CBU 0110181830018112750415 o acercarse a Chaco 829, Capilla del Monte, Córdoba