Nadie entiende muy bien por qué le dicen “Pancha” si de “Pancha” no tiene nada. María Jesús Fernández Grippo es decidida, aventurera, inquieta. Desde niña le gustó la independencia, algo que muy pronto consiguió gracias a la combinación perfecta entre inteligencia y bohemia, herencia de sus padres, Néstor y Marta.
Madre, amiga de sus amigos y querida por todo el mundo en su Bahía Blanca natal, María Jesús solía quedarse “embobada” en las vidrieras de ropa interior, sobre todo aquella de encaje. De adolescente ahorraba peso a peso para poder comprarse algún conjunto aunque, por entonces, no imaginaba que ella misma podía diseñar. Cuando finalizó la secundaria optó por otro camino, se fue a Buenos Aires a estudiar Traductorado de Inglés, luego se instaló en Estados Unidos, volvió a Capital y consiguió empleo en la parte financiera de una compañía de seguros.
París, la inspiración
Un viaje a Europa fue el puntapié inicial de una empresa que nació y creció con determinación, sacrificio, disciplina y en especial el convencimiento de que, frente a cada caída, había que ponerse de pie. Gracias a eso, asegura, pudo sortear durante 20 años los vaivenes propios de la economía argentina.
“En 2003 fundé mi empresa sin experiencia previa, dinero, inversión ni conocimientos. Todo comenzó con un primer paso: animarme. Estando en París vi unas estatuillas de unos corsets antiguos y supe que era eso lo que deseaba hacer. Siempre amé la ropa interior, pasaba por las vidrieras y cuando veía un corpiño de encaje se me iluminaba la cara. Fue así que regresé a la Argentina y me puse a hacer cursos de lencería. Había pasado por la carrera de diseño de indumentaria, de modo que una base ya tenía. Eso sí, continuaba en la compañía de seguros, así que trabajaba muchísimo”, repasa la mujer.
-¿Qué fue lo primero que hiciste cuando supiste que la lencería era tu pasión?
- Capacitarme. En aquel entonces no había mucho material, las redes sociales recién empezaban y trabajaba más de 10 horas por día, por eso me quedaba poco tiempo para el emprendimiento. Fui a cursos específicos de lencería y corsetería. En cada clase que tomaba recibía una energía impresionante que me confirmaba lo que ya sabía, esa pasión que viene desde las entrañas y que demuestra que ya no hay vuelta atrás, como el primer amor. A las pocas clases, y para sorpresa de mi profesora, armé una mini colección con la inversión de medio aguinaldo, en ese momento 300 pesos, y la llamé “Bataclana”, ya que tenía un estilo retro que, si bien a lo largo de estos 20 años hemos ido cambiando, la esencia permanece. Siempre digo que soy un alma vieja, me atrapa todo lo que venga del pasado.
-¿Es cierto que vendías en la calle?
-Sí, claro. Mientras continuaba con la capacitación fui armando conjuntos de ropa interior, uno por uno, a mano, con puntillas antiguas que venía coleccionando. Al poco tiempo llevé al trabajo un pequeño bolso con piezas únicas y en una mañana vendí todo ¡pero sin querer! Me sacaban los conjuntos de las manos. En la hora del almuerzo salía a la calle a vender. Pero, claro, no tenía idea de hacer costos, y me daba mucha vergüenza cobrarlos. Sentía una mezcla de alegría e incertidumbre, si bien rápidamente me di cuenta de que a las mujeres les encantaba, también sentí que tenía que buscar ayuda para vender mi producto.
-¿Quién comenzó a asesorarte para las ventas?
-En la empresa donde trabajaba funcionaba un programa de gerentes que apadrinaban a alumnos de carreras empresariales de la Universidad de San Andrés. Una de esas gerentes era compañera de trabajo, su oficina estaba cerca de mi puesto y era tutora de un alumno que solía faltar mucho. Viendo esa situación, me acerqué y le conté de mi proyecto. Me prometió que cada vez que su alumno no fuera, en ese lugar estaría yo, me dijo que me iba a “coachear”. Así empecé un camino. Aprovechaba todo el tiempo libre para juntarme con posibles clientas en algún bar o en la calle. A la tardecita regresaba a casa y trabajaba en la lencería hasta la noche, para levantarme temprano y volver a la oficina. Fueron meses de dormir poco y soñar mucho.
-¿Cuál fue la primera meta?
-Participar de una feria. Averigüé y me anoté de inmediato. En aquella primera experiencia la respuesta fue espectacular, no solo vendí casi todo, sino que empecé a sentir la fuerza de lo que me transmitía estar en contacto con gente que amaba mi producto incluso sin conocerlo. Fue allí cuando se sumó Alejandro Lanzetti, mi socio, que se dedicó a los números, costos, logística, y yo al producto.
-¿Cuándo pegaste el salto de dejar tu trabajo?
-A los pocos meses de correr con ferias y talleres me decidí a dejar la compañía para dedicarme de lleno a esto. Y así hicimos un camino de ferias y de tiendas en consignación hasta que ingresamos en El Dorrego, lo más importante en ese momento junto con Puro Diseño. Nos metimos en el mundo del diseño y de la movida de eventos de moda. Hicimos un primer desfile en un boliche y comenzaron a llamarnos de todos lados, inclusive productoras de moda, para vestir a famosas. En 2004 comenzamos a trabajar desde un showroom y cuatro años más tarde abrimos el primer local a la calle en Palermo. Con el tiempo abrimos alrededor de 15 franquicias y mercado en más de 250 puntos de venta en Argentina y el exterior. Hoy contamos, además, con una plataforma online minorista y otra mayorista.
-¿Qué aspecto los diferenció del resto?
-Sin dudas haber nacido globales. Desde el punto de partida no hemos dejado de vender al exterior: Sudamérica, Norteamérica, Europa y Asia. Hemos participado de varias misiones comerciales en Japón, Chile, Brasil, Estados Unidos, Paris, Austria, Alemania, Italia, etc.
-Hubo muchos logros, está claro ¿Y caídas?
-Muchísimas y muy fuertes a lo largo de la historia. Cada logro nos daba la fuerza para seguir a pesar de todas las crisis y todas las caídas, el aprendizaje que necesitábamos para armarnos de experiencia. Salimos al mundo presentándonos en contests de moda, y ganábamos. Así nos fuimos desde Chile a Tokio, con Cancillería Argentina y Gobierno de la ciudad. Teníamos que cumplir ciertos requisitos, y nuestra determinación era tal que cada meta que nos poníamos hacia allá íbamos.
-¿Qué crees que hay detrás del éxito?
-Más allá del esfuerzo que le ponemos a esto, han pasado cosas maravillosas, y muchas veces teñidas de un manto divino. Siempre sentí que detrás de este proyecto había un objetivo más grande que era generar valor, trabajo digno y superación, nuestra y de los colaboradores. Es muy impresionante ver el crecimiento de empleados, su compromiso, su camiseta puesta.
-¿Qué tipo de ropa interior diseñan y comercializan?
-Todo lo referido a lencería y corsetería. Tenemos líneas que son más de “nicho”, y otras más fuertes. Hacemos lanzamientos mensuales de edición limitada y eso le da un movimiento y circulación importante a todas las colecciones. Nuestras líneas están formadas por soutiens, bombachas, bodies, corsets, bustiers, camisolines, batas, portaligas, ligas, accesorios, cosmética sensorial, sex toys, entre otros. Tenemos líneas de básicos tales como puntilla, algodón, microfibra y calces americanos (hasta el talle 42D), y líneas más trendy como pueden ser ecocuero, velvet y colores más de moda. Contamos con una línea sexy, denominada “Les Fleurs” que apunta más hacia un uso especial, para ocasiones especiales.
-¿Cuál es la esencia de la marca?
-Pienso que el ADN de “Jesús Fernández” es su personalidad. Nunca me dejé llevar por las masas y eso requiere trabajo pero da grandes resultados. Generar laburo es muy gratificante, así como ver crecer generaciones, morir gente grande que laburó de oficio con nosotros durante años… En síntesis, tenemos carisma y eso se traduce con la gente, los productos, la estética y siempre hemos sido fieles a seguir apostando a la creatividad, a ir por otro lado. Ser diferente fue la base del éxito. Hemos sido precursores en el país llevando el diseño a pasarelas, locales y campañas. Los buenos valores, el manejarse bien en la vida, ser honestos, mantener la reputación impecable, todo eso, a lo largo del camino, sumó. En 2019 recibí un correo electrónico que me marcó para siempre, era una revista de París que me comunicaba que estábamos entre las 100 lencerías más destacadas del mundo.
-¿Cuál es el consejo para alguien que, al igual que vos, desea cumplir un sueño de abrir un negocio en un país inestable?
-Que arme un plan de negocios, que vea un poco el escenario, elabore un estudio de mercado y analice costos. Pero también le preguntaría si tiene la suficiente determinación. Sin ese componente, ningún plan de negocios funciona. Es decir, la fuerza del espíritu y de voluntad para levantarte después de las caídas, porque uno se cae muchas veces y pega fuerte. Pero si uno mantiene el foco, la valentía y la frente alta, se puede seguir. Necesitamos jóvenes que vayan tras sus sueños y lleven la bandera argentina al mundo. Todo comienza con el primer paso, y a pesar de que las piernas tiemblen, hay que darlo igual.
-¿Qué suele inspirarte para crear un diseño?
-¡Todo! Siento pasión por la vida, los viajes, las comidas, las flores, los paisajes, las personas, la música. Tengo pasión por la moda también y en este sentido apunto al glamour interior.