En un comunicado fechado en el Día del Médico -3 de Diciembre- la Asociación Argentina de Psiquiatras alerta sobre la gravedad de la crisis de una profesión que, dicen, “atraviesa una situación de fragilidad como no habíamos conocido en nuestra historia”.
“Las dificultades económicas han conmovido las bases de nuestro quehacer hasta límites insospechados -se lee en el comunicado, que lleva la firma de Ricardo Corral y Marcelo Cetkovich, respectivamente presidente y vice de AAP-. El menoscabo del rol del médico y todos los profesionales de la salud en la cadena de servicios ha generado una situación alarmante. El deterioro de la carrera profesional en el sistema sanitario ha provocado una caída en la vocación médica, que se expresa en el hecho tangible de que muchos concursos de residencias han fracasado para completar los cupos.”
El texto también reivindica la historia de la medicina en nuestro país y de los poneros que “sentaron las bases de un sistema sanitario del cual estamos aún hoy orgullosos, pese al deterioro sostenido”; se destaca el lugar que han ocupado nuestro hospitales públicos en el continente.
En el caso de la Salud Mental, “se construyeron instituciones que seguían el modelo que se consideraba más avanzado en ese contexto histórico”.
Respecto de su especialidad, subrayan el hecho de que “fueron médicos quienes se dieron cuenta que las personas afectadas de trastornos mentales severos requerían un abordaje humanitario de su sufrimiento, haciéndose cargo del cuidado de aquellos que la sociedad rechazaba”. Y reivindican el rol de esos grandes hospitales en los que se formaron los profesionales de la psiquiatría.
“Al mismo tiempo -siguen diciendo- se promovió la creación de institutos de investigación neurocientífica que fueron un faro formativo”.
Citan los aportes de Domingo Cabred y Chrisfried Jakob como adelantados de la neuropsiquiatría, y creadores de laboratorios -hoy lamentablemente “abandonados y al borde de la destrucción física”- pese a haber sido los ámbitos en las que “se formaron Borda, Moyano, Orlando, Outes, Goldar, Benítez y tantos otros”.
Ese deterioro no es casual, sostienen, “sino el resultado de la falta de una política de Salud Mental que reconozca a la ciencia como un valor fundante”.
“La defensa de los derechos humanos de las personas afectadas de trastornos mentales se construye desde la base de un conocimiento profundo de sus determinantes”, agregan. Sin embargo, “durante décadas se pensó que se podía ignorar al estudio del cerebro en este camino”.
Lamentan que esa tendencia haya hecho crecer “en forma lenta y progresiva un movimiento antimédico en el campo de la salud mental, que culmina con una regulación ampulosa en sus declamaciones, pero torpe en sus estrategias de resolución de los grandes problemas de la salud mental”.
Denuncian que “una visión miope e ideologizada quiso ver al Médico Psiquiatra y al Hospital Especializado como parte del problema y de esa manera complicando aún más la tarea de ayudar a los que más sufren, agravando la discriminación y generando un doble estigma: hacia las personas que padecen enfermedad mental y a los Médicos Psiquiatras que las tratan”.
Todos esos factores, arrastrados por décadas, desembocan en la actual crisis de la Salud Mental, “con un sistema desarticulado que colapsa ante la demanda”.
Finalmente, ante el cambio de gobierno que se avecina, la AAP hace “una defensa irrestricta y absoluta de la Salud Pública como eje central del bienestar ciudadano”.
Y concluyen con una fuerte advertencia: “Someter a la Salud Mental a los arbitrios de las leyes del mercado con la idea de que puede ordenarse por la ley de la oferta y la demanda, es una creencia sin ningún fundamento empírico y de una inmoralidad supina. La salud no es un commodity y consideramos que es un derecho humano y requiere la solidaridad de toda la comunidad.”
EL COMUNICADO COMPLETO
Buenos Aires, 3 de Diciembre de 2023
Los médicos de nuestro país se encuentran celebrando su día, mientras la Medicina atraviesa una situación de fragilidad como no habíamos conocido en nuestra historia. Las dificultades económicas han conmovido las bases de nuestro quehacer hasta límites insospechados. El menoscabo del rol del médico y todos los profesionales de la salud en la cadena de servicios ha generado una situación alarmante. El deterioro de la carrera profesional en el sistema sanitario ha provocado una caída en la vocación médica, que se expresa en el hecho tangible de que muchos concursos de residencias han fracasado para completar los cupos.
Hacia fines del siglo XIX, cuando nuestro país crecía a un ritmo acelerado, algunos visionarios sentaron las bases de un sistema sanitario del cual estamos aún hoy orgullosos, pese al deterioro sostenido que han sufrido a lo largo del tiempo. En pocas décadas se crearon a lo largo y ancho del país Hospitales Públicos que fueron pioneros en toda Latinoamérica. En el caso de la Salud Mental, se construyeron instituciones que seguían el modelo que se consideraba más avanzado en ese contexto histórico. Como ya hemos señalado en otras oportunidades, fueron médicos quienes se dieron cuenta que las personas afectadas de trastornos mentales severos requerían un abordaje humanitario de su sufrimiento, haciéndose cargo del cuidado de aquellos que la sociedad rechazaba. En esos grandes hospitales se formaban la inmensa mayoría de nuestros especialistas. Al mismo tiempo, se promovió la creación de institutos de investigación neurocientífica que fueron un faro formativo. Domingo Cabred viajó comisionado a Europa con el objeto de contratar un especialista en patología cerebral. Al filo del siglo XX Chrisfried Jakob llegaba a Buenos Aires y, en pocos años se crearon dos enormes “laboratorios de la clínica psiquiátrica”. Fueron durante décadas el orgullo de nuestra neuropsiquiatría. Allí se formaron Borda, Moyano, Orlando, Outes, Goldar, Benítez y tantos otros. Hoy vemos consternados ambos laboratorios abandonados y al borde de la destrucción física.
Esto no es casual, sino el resultado de la falta de una política de Salud Mental que reconozca a la ciencia como un valor fundante. La defensa de los derechos humanos de las personas afectadas de trastornos mentales, se construye desde la base de un conocimiento profundo de sus determinantes. Durante décadas se pensó que se podía ignorar al estudio del cerebro en este camino. Cuando Goldar y Outes publican, en 1976, “los fundamentos neurobiológicos de la significación”, eran los líderes solitarios y heroicos de una muy pequeña avanzada de científicos que luchaba en un contexto adverso donde primaba la afinidad por modelos teóricos especulativos, alejados de la experimentación científica de la experiencia clínica y del conocimiento concreto del sufrimiento de las personas con enfermedad mental y sus familias. Esta tendencia abrevaría en otras fuentes del conocimiento, haciendo crecer en forma lenta y progresiva un movimiento antimédico en el campo de la salud mental, que culmina con una regulación ampulosa en sus declamaciones, pero torpe en sus estrategias de resolución de los grandes problemas de la salud mental. Una visión miope e ideologizada quiso ver al Médico Psiquiatra y al Hospital Especializado como parte del problema y de esa manera complicando aún más la tarea de ayudar a los que más sufren, agravando la discriminación y generando un doble estigma: hacia las personas que padecen enfermedad mental y a los Médicos Psiquiatras que las tratan.
Décadas de deterioro nos llevan al escenario en el cual vemos la necesidad de asistir a la crisis de Salud Mental que afecta a todas las sociedades, no solamente a la nuestra, con un sistema desarticulado que colapsa ante la demanda.
En momentos de cambio inminente sólo podemos hacer una defensa irrestricta y absoluta de la Salud Pública como eje central del bienestar ciudadano. En forma contraria a ciertos mensajes que hemos escuchado azorados, solamente aquellas sociedades que han construido un sistema público sólido y bien administrado han logrado la eficiencia necesaria.
Someter a la Salud Mental a los arbitrios de las leyes del mercado con la idea de que puede ordenarse por la ley de la oferta y la demanda, es una creencia sin ningún fundamento empírico y de una inmoralidad supina. La salud no es un commodity y consideramos que es un derecho humano y requiere la solidaridad de toda la comunidad.
Nuestro sistema de salud y, particularmente la Salud Mental, requieren una reformulación urgente para lograr administrar los extraordinarios recursos humanos con los que contamos.
No hay salud sin Salud Mental, ni Salud Mental sin Médicos Psiquiatras.
Feliz día del Médico
Marcelo Cetkovich, vicepresidente Ricardo Corral, presidente
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSIQUIATRAS -Miembro de la World Psychiatric Association
Fundada el 27 de Octubre de 1972 Personería Jurídica IGJ 1131