Elisa Forti, de origen italiano, pero residente de Argentina desde sus 14 años, se describe como una mujer fuerte, osada y con muchas ganas de vivir y salir de su zona de confort diaria. Desafía el paso del tiempo y continúa participando de cada evento deportivo al cual la invitan. Y es que ya se ha vuelto una celebridad muy querida en el mundo del running.
Al trotar causa admiración, ternura y motivación. En sus ojos se puede observar brillo cada vez que habla de sus hazañas, esas que recuerda con emoción: “A mi correr me da fortaleza interior”.
Lo asombroso de su historia es que sus ganas de adentrarse en el mundo deportivo aparecieron a los 72 años. A pesar de que siempre practicó tenis y vóley, el running se puso en su camino de pura casualidad, cuando su hija le comentó que se iría a Villa La Angostura a correr una maratón.
Inquieta y aventurera de inmediato le dijo, “yo te acompaño”. Simplemente con la idea de conocer el paisaje y vivir la experiencia se sumó y su vida dio un giro de 180 grados.
“Me gustó el ambiente, la parte social y la energía que se vive ahí. El compañerismo es algo increíble que tiene la carrera de aventura”, expresó recordando sus inicios.
Al volver del viaje decidió comenzar a entrenar en un “team de running”, pero temía que los prejuicios no se lo permitan: “Dije pucha, una vieja entrar en un grupo de chicos tan jóvenes…Pero me abrieron la puerta y me recibieron como si hubiera sido su amiga de toda la vida. Ahí dije ́es acá, este es mi deporte´”, manifestó.
Desde ese entonces a hoy su rutina es la misma de siempre y sus entrenamientos son sagrados. Comenzando el día a las 7:30 de la mañana con un buen desayuno a base de té con leche y tostadas con queso y miel, se calza las zapatillas y encara para el vial costero de Vicente López, donde reside hace más de 50 años.
“Hago una hora de caminata y trote escuchando la naturaleza. Me gusta escuchar el sonido de los pájaros, el viento y las hojas entre los árboles”, aseguró.
Sus entrenamientos de running son intercalados con ejercicios de equilibrio y fuerza, ya que su hija es kinesióloga, con lo cual va a visitarla tres veces por semana para mantener en forma su musculatura y así poder seguir trotando.
- ¿Qué te motiva a levantarte todas las mañanas parar salir a entrenar, luego de 16 años?
- Sentirme viva. Lógico. Siento qué si puedo hacer esto, puedo con todo. Elijo salir a moverme… podría estar tirada en la cama o sentada con un televisor delante mío.
- ¿Conoces gente de tu edad que haga lo mismo que vos?
- Mira, cuando yo empecé a los 72 años, había mujeres hasta los 55. No es común… Las categorías de las carreras son hasta los 60, imaginate. Sin embargo cada vez hay más personas adultas que se animan.
- ¿Y con el diario del lunes, te hubiese gustado iniciar a correr antes?
- No, yo estoy muy conforme con mi vida así cómo se dio. Aparte vos no sabes como lo aproveché… me hice cinco cruces de los Andes y miles de carreras en Montaña. Hasta en Londres corrí.
Más de 200 medallas colgadas
En un pasillo de su casa atesora todas las medallas que se colgó luego de cruzar cada arco de llegada. Perdió la cuenta de las mismas, pero con orgullo cada vez que se va a acostar las mira.
- ¿Te acordás cuál fue la primera carrera en la que te anotaste?
- Si, en Tandil. Mis primeros 10 kilómetros. Mi entrenador me dio permiso y fui, pero me quedé con ganas de más y dije ´al demonio, yo sigo´ y ahí completé, no me acuerdo si 21 o 25 kilómetros.
- ¿Y cuando pasas el arco, que sentís?
- Yo no miro el reloj. Cuando me preguntan ´¿Cuánto tardaste?´, le digo, ´Qué sé yo´. Lo importante es llegar, y cada vez que lo hago siento una alegría inmensa, única. Me llena de orgullo. Me da una fortaleza interna muy grande y me hace afrontar la vida mejor.
- ¿Cómo viviste el Cruce de los Andes, 100 kilómetros divididos en 3 días?
- Increíble. Fue hermosa. El famoso cruce que tanto escuché mencionar cuando inicié. El primero lo hice allá por el 2013, con tanta insistencia de mis compañeros me animé y me anoté, y después me volví a inscribir en el 2015, 2017, 2018 y 2021. Este año voy de vuelta a colgarle las medallas a quienes pasen el arco de llegada.
La vida después del running
Elisa cuenta que el running no solo le dio la oportunidad de conocer gente y lugares increíbles. Y es que hace seis años un joven al cual describe como “un ángel” apareció en su vida y le propuso la idea de hacer un documental corriendo en su tierras, donde ella nació, Como, Italia.
“Un día me llamó por teléfono y me dijo si quería correr en Roma y filmar mi película. Le dije que correr en Roma me daba igual… para eso que sea en Como. Así del alma me salió”, comentó, sin imaginar la propuesta que se venía delante.
“Volvió a comunicarse a los 10 días y me dijo ´el 26 de mayo se corren en Como 25 kilómetros, todo sobre el lago. Ya estás invitada. Así nació mi documental Como Corre Elisa”, explicó y agregó que tuvo una cantidad de emociones inexplicables al volver a su pueblo natal acompañada de sus nietos.
Recordó que se encontró con gente de su infancia que la saludaba emocionada. Inclusive pasó por el aula del colegio en el cual había estudiado. “Para mí fue un llanto. Fue algo que nunca voy a olvidar. El documental quedó hermoso. Me movilizó mucho ver el resultado final”.
Elisa cuenta que este es el verdadero legado que quiere dejarle a sus nietos y bisnietos, que en total son 16: “Yo quiero que ellos se queden con este ejemplo que a mi también me inculcó mi papá. Él me forjó con un carácter fuerte, de no tener miedo a nada y animarse afrontar todas las situaciones que se antepongan en la vida”.
Así logró sobrevivir al abandono de sus tierras para huir de la guerra en Italia, sin saber que años más tarde uno de sus hijos sería llamado para luchar en Malvinas, lo que le generó mucho temor.
“Cuando me enteré no podía creerlo. Yo había escapado de una guerra y ahora mi hijo partía para pelear... Tenía miedo, pero yo soy muy pragmática, y durante toda la guerra me mantuve haciendo cosas, hasta un curso de enfermera hice”, explicó y detalló que así es como afronta las situaciones difíciles, “haciendo”.
Justamente fue la pérdida de su marido y la soledad, lo que la motivó una vez más a salir de la zona de confort y crearse una rutina diaria llena de energía, deporte y una vida saludable.
Así es como Elisa hace 16 años va por la vida con sus zapatillas bien puestas, una vincha que sostiene su cabello blanco, siempre lookeada con ropa deportiva, y “muchas ganas de vivir”.