La historia de la Virgen de Luján y su carreta milagrosa es ampliamente reconocida. Sin embargo, el desarrollo posterior del relato, tras el evento milagroso en Zelaya, partido de Pilar, es menos conocido. En 1629, el hacendado portugués Don Antonio Farías de Saá, establecido en Sumampa, hoy parte de la provincia de Santiago del Estero, tenía el deseo de erigir una capilla en honor a la Virgen.
Farías de Saá, casado con una descendiente de Don Pedro Villalba y beneficiario de una encomienda en Sumampa, solicitó a un amigo residente en Pernambuco, Brasil, una imagen de la Virgen para su oratorio. Para asegurar una elección adecuada, su amigo le envió dos imágenes: una de la Inmaculada Concepción y otra representando a la Virgen con el Niño Jesús durmiendo en sus brazos.
Las dos figuras, de origen brasileño, fueron transportadas en un barco comandado por el capitán Andrea Juan, junto con una variedad de mercancías. Estos bienes permanecieron retenidos aproximadamente tres meses en la Aduana del puerto de Buenos Aires. Don Bernabé González Filiano Oramas realizó el pago de los sellados necesarios para que el capitán Andrea Juan pudiera desembarcar la mercancía en el puerto.
Al llegar al paraje de Zelaya, la carreta que transportaba las imágenes se detuvo y no pudo avanzar hasta que se retiró el cajón que contenía la imagen de la Inmaculada. Tras esto, la caravana logró continuar su viaje. Debido a este acontecimiento considerado milagroso, la estatua de la Inmaculada se quedó en la estancia de Don Rosendo. Junto a ella permaneció un esclavo llamado Manuel, conocido actualmente como “el negro Manuel”, a quien se le encomendó el cuidado y protección de la imagen. Actualmente, se ha iniciado el proceso de canonización de Manuel.
Mientras tanto, la estatua de la Virgen con el Niño en brazos prosiguió su viaje hasta llegar a Sumampa. La distancia entre Zelaya y Sumampa es de aproximadamente 900 kilómetros, un trayecto que, en carreta, se estima en unos 10 días de viaje.
Santiago del Estero es reconocida como la madre de todas las ciudades de la actual República Argentina. Durante aquellos tiempos, tanto el poder civil como el eclesiástico residían en esta ciudad. El primer obispado del país fue creado en Santiago del Estero. En 1592 se estableció la parroquia de Sumampa y, en 1621, se fundó el Curato de Sumampa, que abarcaba territorios de Santiago del Estero, la Provincia de Córdoba y parte de Santa Fe.
La llegada de la imagen a su destino estuvo acompañada de una tradición piadosa. Una mula, adelantándose al cargamento que esperaba Don Antonio, llegó con un pequeño cajón y se detuvo frente a un corpulento tala. Don Antonio, sorprendido por este acontecimiento, corrió junto con algunos peones para abrir el cajón. Al encontrar la imagen de la Virgen, la trasladaron y la depositaron en su casa, situada en lo que hoy se conoce como “Sumampa Viejo”.
Antonio erigió una ermita para albergar la imagen, en un acto que se caracterizó por un extraordinario fervor y una notable concurrencia. El primer cura párroco de la región, Don Juan de San Miguel y Arévalo, participó en la ceremonia. Poco tiempo después, estableció su sede parroquial en este lugar, junto a la capilla de Nuestra Señora. Desde ese momento, esa pequeña escultura comenzó a ser conocida como “Nuestra Señora de la Consolación”.
La imagen original de Nuestra Señora de la Consolación no presentaba el montículo de tierra o símil piedra que se observa hoy, sino que estaba sobre una pequeña banqueta. Esta figura mide no más de 20 centímetros y está confeccionada en arcilla cocida. La realización de la cara es detallada, con una frente amplia, nariz recta y boca delicada, destacándose bien la línea del mentón. Con el paso de los siglos, la imagen ha adquirido un tono pálido, ligeramente amarillento, similar al marfil envejecido. Aunque el autor de esta imagen no era un artista consumado, demostraba cierta habilidad para crear figuras con un estilo algo “naif”.
La imagen muestra una toca blanca que cubre su cabeza, ligeramente inclinada hacia su derecha, y un pañuelo grande que cae hasta poco más abajo de los hombros. La túnica de la Virgen en la imagen de Sumampa es de un rojo oscuro. Un ceñidor dorado rodea su cintura. El manto, de un azul oscuro, cubre ampliamente hasta las rodillas, ocultando gran parte de la túnica roja, y está adornado con hojas sueltas de color oro viejo, agrupadas de a tres. Sobre sus rodillas reposa un niño Jesús, representado con pocos meses de edad. Para acomodar al Niño Jesús, se extiende un lienzo blanco sobre su regazo. En 1934, se añadieron como basamento dos piezas de madera de quebracho colorado, típico de Santiago del Estero.
En 1692, el Pbro. Diego de Corbalán describió el templo y la imagen de la siguiente manera: “El sitio de la capilla cuenta con paredes de barro y cal; el techo es de tejas y posee dos puertas de tablas con sus herraduras. En su interior, tres altares, siendo el altar mayor adornado con un dosel de colchas y un cielo raso verde. Sobre el altar, un tabernáculo de madera, todo pintado al óleo, y dentro la imagen de Nuestra Señora de la Consolación, un sagrario y un sagrario de plata, dos campanas buenas y una quebrada. Todo el ornato de esta iglesia ha sido donado en limosna por aquellos que acuden a la romería de dicha iglesia”.
Existen registros históricos que mencionan el templo de Sumampa. Por ejemplo, en las cartas del gobernador de Tucumán, Alonso de Mercado y Villacorta, se hace referencia a la construcción de una capilla para la Virgen en 1652. En otro documento de 1670, el gobernador Ángel de Peredo señaló que se recogieron limosnas para la reedificación de la iglesia de Sumampa. Durante el siglo XVIII, el santuario estuvo asociado a la reducción de Nuestra Señora de Concepción de Abipones, establecida en 1752 y dirigida por los Jesuitas. En 1782, el templo tuvo que ser reconstruido debido a un fuerte terremoto, obra a cargo de Miguel Gerónimo Soberan. Posteriormente, en 1808, el templo fue nuevamente levantado por orden del Obispo Nicolás Videla del Pino.
La fachada del templo se caracteriza por un techo de tejas, molduras sencillas y reforzadas con guardapolvos curvos sobre las puertas. El interior, de diseño simple, consta de una única nave de 40 metros de largo y 10,5 metros de ancho. Cuenta con un coro alto con barandilla de madera, que se extiende a lo ancho de la iglesia, y el altar mayor tiene un nicho en la pared donde se sitúa el sagrario y, encima, un nicho de madera que alberga la pequeña imagen de Nuestra Señora de la Consolación. Según relatos locales, los nativos de la tribu Abipones intentaron robar la imagen, pero un milagro, en forma de una espesa niebla que cubrió completamente el lugar, impidió que encontraran el templo. El Santuario de Nuestra Señora de la Consolación es el único edificio del período virreinal que aún se mantiene en pie en todo Santiago del Estero. Fue declarado monumento histórico provincial por el decreto “A Nº11″ del 18 de agosto de 1972 y monumento histórico nacional por el decreto-ley Nº 1180 del 12 de noviembre de 1973.
En 1938, Monseñor Audino Rodríguez y Olmos, obispo de Santiago del Estero, junto al gobernador Castro, tomaron la decisión de construir un templo mucho más grande e imponente que el existente. Los planos originales de la basílica se diseñaron siguiendo un estilo colonial puro, con tres naves, siendo la central de 55 metros de largo y una cúpula de 45 metros de altura.
Sin embargo, este ambicioso proyecto nunca se concretó, ya que la construcción se detuvo poco tiempo después de haber comenzado. Actualmente, los muros en ruinas, que permanecieron expuestos a la intemperie durante casi 70 años, han sido cubiertos por un techo a dos aguas. Aunque no se trata de la grandiosa obra de estilo neocolonial que se había planeado, este espacio proporciona refugio a los cientos de peregrinos que, con creciente frecuencia, acuden para venerar a la virgen.
El 21 de noviembre de 2009, se llevó a cabo la coronación pontificia de la imagen de Nuestra Señora de la Consolación. Las coronas y las rayeras, utilizadas en la ceremonia, fueron confeccionadas en plata, donada por los fieles. Las rayeras consisten en dos aureolas en forma de ocho, colocadas detrás de la imagen. La más grande se extiende desde los pies hasta los hombros de la Virgen, mientras que la otra va desde los hombros hasta por encima de su cabeza
La aureola de la cabeza de la Virgen, parte de la rayera, cuenta con 12 medios soles, cada uno con tres potencias, al igual que la rayera inferior. La corona de la Virgen y la del Niño Jesús son de estilo imperial. La misa de coronación, a la que asistieron más de cuarenta mil personas, fue presidida por el nuncio apostólico Adriano Bernardini y concelebrada por el obispo de Santiago del Estero, Mons. Francisco Polti, y el obispo auxiliar, Mons. Ariel Torrado Mosconi. Entre las autoridades presentes se encontraban el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, y el prefecto local, Luis Antonio Galván, además de otras autoridades nacionales, provinciales y locales.
La corona colocada a la Virgen fue bendecida por el Papa Benedicto XVI durante la Visita “ad limina” que los obispos de Santiago del Estero, Mons. Francisco Polti y su auxiliar, Mons. Ariel Torrado Mosconi, realizaron en mayo de 2007.
El cardenal Jorge Bergoglio, había dicho sobre la centenaria imagen cuya fiesta patronal se celebra cada 23 de noviembre: “Mirala a Ella, la Virgen de la Consolación de Sumampa. Pero mirá un solo detalle, que te va a dar mucha paz, con su mano agarra los pies de su Niñito. Es que los pasos del hijo, están en las manos de su Madre”.