Más de 200 líderes políticos y cívicos de 40 países participantes de la V Cumbre Transatlántica coincidieron en impulsar el rescate del sentido original de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH).
En el evento, que tuvo lugar entre el 17 y 18 de noviembre en la sede de Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, se acordó trabajar para establecer entornos propicios para la formación y estabilidad de la familia; para proteger a los niños, tanto antes como después del nacimiento; y para que se respete la libertad de los padres y tutores legales de brindar la educación religiosa y moral de sus hijos conforme a sus propias convicciones.
Los presentes también se comprometieron a promover el respeto de los diversos valores religiosos y éticos, antecedentes culturales y convicciones filosóficas de los pueblos del mundo.
“Estamos aquí para traer al presente, en su sentido original, aquel acuerdo de 1948, debemos volver a la persona humana y, desde allí, garantizar sus derechos fundamentales. Es precisamente aquí, en Naciones Unidas, que es necesario que se escuche nuestra voz. Nosotros reivindicamos los principios básicos que inspiraron la DUDH, son principios atemporales y trascendentes”, dijo José Antonio Kast, presidente de Political Network for Values, organizadora del evento.
El Compromiso de Nueva York 75 por los Derechos Humanos Universales da visibilidad a un amplio consenso que existe en todos los continentes sobre la necesidad de afirmar la dignidad de la persona y los valores fundamentales, en especial, la vida, la familia y las libertades.
“Somos muchos los que pensamos así y estamos muy activos en lo social, en lo político y lo cultural y creemos que siempre se puede dialogar. Es nuestro deber recordar el sentido original de la DUDH a quienes la olvidan o quieren desvirtuarlo”, afirmó.
Entre los participantes estuvo Santiago Santurio, diputado nacional argentino, quien declaró: “No puede ser que hoy en el mundo el lugar más peligroso sea el vientre materno, donde más riesgo corre la vida humana. Es ahí donde tenemos que defenderlo con más fuerza, con más convicción. Y que el Estado tiene que proteger. Y que las familias lo tenemos que promover”.
Santurio, que tiene una clara postura antiabortista, llamó a proteger a las familias de los abusos de los Estados y de los gobiernos, y puso como ejemplo el caso de Beatriz de El Salvador, “donde corremos el riesgo de que algunas personas desde Costa Rica quieran legislar sobre todas las Américas el aborto”.
“Es muy grave para la defensa de los derechos humanos y la soberanía de los Estados. El caso Beatriz tiene que ser el ejemplo de que los derechos humanos se tienen que defender en los organismos internacionales y no abusar de estos organismos para incidir en la voluntad de los Estados y de los Parlamentos”, afirmó el diputado.
Por su parte, Ito Bisonó, ministro de Industria y Comercio de República Dominicana, señaló que “nunca fue más oportuno reafirmar los principios que dieron origen a la DUDH ante las amenazas que hoy sufren, en especial, la vida, la libertad y la dignidad de las personas”.
Samuel George, miembro del Parlamento de Ghana, subrayó que en la Carta Magna de la ONU están consagrados el derecho a la vida, la protección que debe darse a la familia fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, la protección a la maternidad y a la infancia; el derecho preferencial de los padres a elegir la educación de sus hijos; a la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión, de opinión y de expresión, por lo que resulta incomprensible que desde organismos internacionales se les vulnere.
En tanto, Margarita de la Pisa, miembro del Parlamento Europeo, señaló que estos derechos, lejos de ser regresivos, son la base del verdadero desarrollo humano. “Defender la vida, por ejemplo, significa un compromiso político con la prosperidad”, dijo.
En el mismo sentido, Hafid El- Hachimi, oficial de la Comisión Permanente Independiente de Derechos Humanos de la Organización de Cooperación Islámica, afirmó que las familias son la unidad fundamental para el desarrollo sustentable, cultural y económico de la sociedad, por lo que buscar redefiniciones de la familia significa comprometer el futuro.
Otra de las que alzó su voz al respecto fue Neydy Casillas, experta en organismos multilaterales y vicepresidente del Global Center for Human Rights (GCHR), quien se refirió al caso Beatriz, la joven salvadoreña cuya hija, Leilani, murió horas después de nacer por una anencefalia, y cuyo caso fue aprovechado por grupos abortistas y llevado a la Corte IDH.
“Al ver este trágico caso, grupos abortistas que dicen proteger a la mujer, obtuvieron ilegalmente el expediente médico de Beatriz, su dirección y fueron a su casa, la acosaron, la llenaron de miedo sin importarles su enfermedad (padecía lupus) y la convencieron de que moriría si no abortaba”, relató Casillas.
Luego, se dirigió a los legisladores de varios países, a quienes advirtió que se les está “dañando la autoridad, ya que tienen la legitimidad del pueblo, quien les confirió la voz para que hablaran a su nombre, por lo que se está terminando la democracia al silenciarlos”, señaló.
También el diputado paraguayo, Raúl Latorre, denunció que se está buscando cambiar el consenso y concepto que representó originalmente la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Organismos de derecho internacional están atentando abiertamente contra el derecho de quienes no pueden defenderse, de quienes no pueden hablar” en referencia al niño por nacer.
¿En qué consiste el compromiso de Nueva York?
En el Compromiso de Nueva York los participantes del encuentro se comprometieron a formar una alianza global en favor de los derechos humanos y las libertades fundamentales consagrados y universalmente reconocidos en la DUDH.
Trabajarán para establecer entornos propicios para la formación y estabilidad de la familia; para proteger a los niños, tanto antes como después del nacimiento; y para que se respete la libertad de los padres y tutores legales de brindar la educación religiosa y moral de sus hijos conforme a sus propias convicciones.
También se comprometieron a promover el respeto de los diversos valores religiosos y éticos, antecedentes culturales y convicciones filosóficas de los pueblos del mundo, así como la soberanía de los Estados en los asuntos que son de su jurisdicción interna.