“Si decía lo que iba a hacer...”: la verdad de la frase que le adjudican a Menem y por qué se alió con Bunge & Born

El 28 de agosto de 1988, el entonces candidato peronista Carlos Menem comenzó una gira por Europa. Su encuentro con los líderes de España, Francia e Italia fueron aleccionadores. Su cambio después del triunfo electoral, la aceptación del plan del grupo económico cerealero y la cercanía de Álvaro Alsogaray

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Carlos Menem en septiembre de 1988. Fotografía tomada por la italiana Manuela Fabbri - Fuente Archivo Tata Yofre
Carlos Menem en septiembre de 1988. Fotografía tomada por la italiana Manuela Fabbri - Fuente Archivo Tata Yofre

A los pocos meses de asumir como presidente de la Nación Mauricio Macri, durante un discurso ante los miembros de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas dijo: “Si yo les decía a ustedes hace un año lo que iba a hacer y todo esto que está sucediendo, seguramente iban a votar mayoritariamente por encerrarme en el manicomio. Y ahora soy el presidente”. De manera casi inmediata la prensa recordó que conceptos similares habían sido pronunciados unos años antes por Carlos Saúl Menem. En realidad el “si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me votaba nadie” no lo dijo el ex presidente riojano, aunque frente a la sentencia guardó silencio. La verdad histórica enseña que dicha frase fue dicha por el tenista Guillermo Vilas después de 1990, durante una conversación con el periodista Bernardo Neustadt a manera de ejemplo de la política que estaba desarrollando Menem. Sin embargo, frente a las consignas de la campaña de 1988 y 1989, el candidato repetía hasta el cansancio y la irritación del radical Raúl Alfonsín “síganme que no los voy a defraudar” a la par que implementaría “la revolución productiva y el salariazo”.

Entre lo que dijo durante la contienda electoral y luego implementó a partir del 8 de julio de 1989 hubo un gran cambio. El economista Manuel Solanet diría que “la gravedad económica y social impulsó a Menem como presidente electo a buscar el diagnóstico correcto y propuestas más serias. Por cierto que frente a la responsabilidad próxima del cargo, el Menem de la campaña electoral o el libreto que llevaron los economistas del peronismo que avanzaron a negociar con el gobierno radical el 15 de mayo de 1989, cambiaron rápidamente. Se esperaba que en tiempo que quedaba para que las soluciones constitucionales permitan la transferencia del poder”. Merece recordarse que Alfonsín abandonó el poder seis meses antes de terminar su período constitucional. Frente a lo que se vivía en la Argentina en ese tiempo el viaje de Menem a Europa como candidato a la presidencia lo ayudó a madurar ciertas decisiones trascendentales. También las imagino el candidato radical Eduardo Angeloz aunque sin posibilidades de implementarlas porque no era el líder de su partido. Menem escuchó a otras voces que lo incitaron a llevar otro plan integral alejado a lo que proponían sus colaboradores personales y las ideas “socialdemócratas” del derrotado Antonio Cafiero. No debe olvidarse que el menemismo llevaba entre sus pliegues un sinnúmero de contradicciones. El 8 de julio de 1988, día de la victoria en la interna, mientras Menem, Zulema y sus seguidores festejaban, Eduardo Bauza, un personaje del círculo del candidato, fue hasta el Hotel Presidente, cuartel de campaña de Cafiero, a saludar en nombre del vencedor y ahí, entre confidencias y pareceres, deslizo “tengo vergüenza de haber triunfado” que con el paso de los meses se traduciría: “Con el menemismo se gana y con el cafierismo se gobierna”. A todo esto se opuso Menem.

Carlos Menem en París, agosto de 1988
Carlos Menem en París, agosto de 1988

El 28 de octubre de 1988, acompañado por Zulema Yoma, Zulemita y varios dirigentes comenzó su gira europea. En Madrid la actividad no tuvo descanso, entre reuniones de trabajo con las autoridades, empresarios y periodistas. Sus entrevistas con el presidente Felipe González, el ex mandatario Adolfo Suárez y el empresario José María Cuevas, el titular de la Confederación Española de organizaciones Empresarias, le fueron aleccionadoras. Con González converso el 2 de noviembre entre las 9.07 y 9.53 de la mañana. Entre otras cuestiones el jefe español observó que “la crisis económica argentina es muy dura, pese al afecto que uno siente por Raúl Alfonsín”. Suarez le comentó el mismo día (a las 16.30) que “Europa siempre recibe las noticias negativas de Latinoamérica y es un acierto que usted haya venido hasta aquí.” En cuanto a su visión de las FF.AA. le hablo a Menem sobre la “incomprensión” de los militares y desaconsejó “sentar en el banquillo permanentemente a los militares… puente de plata y elegir a algunos y juzgarlos. Me preocupa que la Argentina tenga tantos problemas de comprensión política.” Con otras palabras el mandatario uruguayo Luis María Sanguinetti le diría algo parecido al mes siguiente. Todos los españoles le hablaron a Menem de que regularizara la relación entre la Argentina y Gran Bretaña para facilitar la entrada de las exportaciones nacionales en la Comunidad Económica Europea.

Durante su permanencia en Madrid, Menem también visitó al legendario Nicolás Redondo,  secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT)
Durante su permanencia en Madrid, Menem también visitó al legendario Nicolás Redondo, secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT)

En Francia, Menem se entrevisto con Francois Mitterrand y fue a visitar a Jacques Chirac, en ese entonces el Alcalde de París, con el embajador Mario Cámpora, el Ministro Juan Archibaldo Lanús y yo. Me tocó sentarme a su lado y escuchar como Chirac le hablaba de la posición francesa en la Guerra de las Malvinas mientras delineaba la personalidad de Margaret Thatcher e intentaba darle unos consejos. También se encontró con Giscard D’Estaing y atendió sus conceptos sobre “una economía moderna”. Tras París vinieron las visitas de trabajo en Bonn (dialogo a solas con el canciller Helmut Joseph Kohl, conferencia en la Fundación Konrad Adenauer y encuentro con el ministro Hans Genscher), Roma (gobierno, mundo empresario) y El Vaticano.

Menem durante su paso por Roma junto al vice primer ministro italiano Gianni De Michelis
Menem durante su paso por Roma junto al vice primer ministro italiano Gianni De Michelis

Menem volvió cambiado de su gira como candidato presidencial. En plena campaña presidencial, el 17 de marzo de 1989, por ejemplo, Domingo Felipe Cavallo me citó en La Biela y su pregunta fue muy directa: “¿Bauza va a ser el Ministro de Economía? Lo pregunto porque los otros días me dijo que mis ideas no eran acordes con el justicialismo. Es más, dijo que en los dos primeros años habría un equipo económico netamente peronista que él conduciría y que yo me iría a una gran embajada. Pasada esa etapa podía volver porque comenzaría una etapa aperturista. ¿Qué pensás?”. Solo me limite a decirle que Eduardo Bauzá no iba a ser Ministro de Economía porque si lo era “al mes estamos todos presos”. Recuerdo que a Menem la anécdota le causo mucha gracia. “Me levantaste el ánimo” me dijo telefónicamente. Con tanto trajinar, excesivos compromisos y abrazos el candidato a veces se nos caía un poco anímicamente y entonces sus colaborados y amigos me llamaban. Así fue como aparecí en la localidad bonaerense de Junín con el avión privado de Alberto Blaquier Roca. Y conversamos a solas, y le pedí paciencia: “Ya falta menos de un mes y ya ganaste le dije”.

Una pequeña parte de mi archivo, las dos agendas y mis nueve libretas de apuntes de las campañas de 1988 y 1989.
Una pequeña parte de mi archivo, las dos agendas y mis nueve libretas de apuntes de las campañas de 1988 y 1989.

Sin explicitarlo públicamente Menem iba dando pequeñas señales de lo que pensaba intimamente sobre su futura gestión presidencial. Al santafesino Raúl Carignano, en mi presencia, mientras comía unos huevos de codorniz en su cocina de la avenida Callao 240, lo instruyó: “Preparáme un plan para la administración de los ferrocarriles. Yo no podré soportar un millón de pesos diarios de déficit” (algo que me hizo recordar algunas ideas del ingeniero Álvaro Alsogaray). El viernes 12 de mayo recibió en su despacho de Callao a los miembros de la Lista Azul del Sindicato de Prensa. Los “muchachos” le propusieron un diario oficialista, de manera profesional. El candidato les dice que no le gusta la idea y cito los ejemplos fracasados de “Expreso” y “Democracia”. Los “muchachos” insisten entonces en realizar una “limpieza” en los medios bajo administración del Estado y piden las cabezas de los periodistas Sergio Villarruel y Daniel Mendoza. “Aquí no le va faltar trabajo a nadie” respondió sin mayores dudas.

Menem con José Manuel De la Sota en la campaña de 1989
Menem con José Manuel De la Sota en la campaña de 1989

El sábado 13 de mayo de 1989 a la mañana, en las oficinas de Hugo Franco, se entrevistó con el Arzobispo de Córdoba, cardenal Raúl Primatesta, quien le aconsejo que la noche de la victoria se quede en La Rioja festejando con su pueblo y que hable por televisión y radio al resto del país. Es decir que no venga a Buenos Aires. En un gesto de buena voluntad el cardenal le entregó un escrito con algunas “sugerencias” para el discurso de la victoria. Al día siguiente votó en la mesa masculina Nº 43 de la Escuela Normal de Maestros Pedro I. Castro Barrios y a las 10.46 salió hacia Anillaco, su pueblo natal, piloteando un Piper, junto con Ricardo Beale. Atrás íbamos Lorenzo Ortiz y yo. La torre de control lo autorizó a despegar y le dice: “Posición y despegue, tatita suerte. La próxima lo esperamos con el Tango 01.” Al caer la noche Carlos Menem era el presidente electo de la Argentina.

Carlos Menem y señora saludan a la gente desde la Casa de Gobierno el 8 de julio de 1989. (TELAM)
Carlos Menem y señora saludan a la gente desde la Casa de Gobierno el 8 de julio de 1989. (TELAM)

La victoria electoral de Menem no fue una sorpresa, la adelantaban las empresas encuestadoras desde hacía varias semanas. Incluso hasta las que eran pagadas por el oficialismo radical. Ahora venía lo más difícil, el hacerse cargo de un país en estado catastrófico. Solo algunos índices reflejan el estado de postración en que se encontraba la Argentina: El 8 de julio de 1989 (día de la asunción presidencial) el gobierno recibía un Banco Central con reservas inferiores a los 100 millones de dólares; una inflación acumulada de 664.801 % entre el 10 de diciembre de 1983 hasta el 8 de julio de 1989; en el mismo período la devaluación del peso, medida por la relación entre la misma moneda y el valor del dólar, implicó 1.627.429 %, una inflación solo en junio de 1989 de 114,5%. “El pueblo argentino debería saber que el retraso de las tarifas de los servicios públicos equivalió a una política de tierra arrasada”, expresó un informe que con mi firma fue dado a los medios de comunicación el 14 de julio de 1989. Menem y su equipo económico sabían que deberían tomarse medidas muy duras y por eso hablaba de “cirugía mayor sin anestesia”.

El ingeniero Alsogaray, Guillermo Estévez Boero, Eduardo Duhalde y Menem
El ingeniero Alsogaray, Guillermo Estévez Boero, Eduardo Duhalde y Menem

Entre el día de la elección presidencial y su asunción el 8 de julio, Menem recibió todo tipo de sugerencias y consejos. Frente a lo que debía enfrentar se inclinó por un plan que le acercó el empresario Néstor Rapanelli del grupo Bunge & Born y al momento de aceptarlo solo sugirió: “No dejen de hablarlo con Alsogaray y seguimos conversando la semana que viene”. Días más tarde comenzaría a hablar de “economía popular de mercado”. No había mucho tiempo para discusiones, afuera de esa habitación (en la que me encontraba) se escuchaban los primeros estampidos del estallido social. El día de su discurso inaugural comenzó a develar lo que pensaba y lo que encontraba. Dio algunas señales de sus futuros pasos, cuando dijo: “Se terminó el país del ‘todos contra todos’. Comienza el país del ‘todos junto a todos’”. “No existe otra manera de decirlo: el país está quebrado, devastado, destruido, arrasado”. “Si la Argentina no está donde debe estar, no es por culpa del país sino por responsabilidad de los argentinos. De nuestras divisiones, de nuestros lastres históricos, de nuestros prejuicios ideológicos, de nuestros sectarismos.”

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