Obispos y empresarios latinoamericanos, reunidos en el XV Simposio de la Unión Cristiana Internacional de Ejecutivos de Empresas (Uniapac) y el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), pidieron “diálogo y escucha”, cuestionaron la corrupción y la inseguridad jurídica y defendieron a las empresas y emprendedores “esenciales para el desarrollo”.
Del encuentro, que tuvo lugar el viernes y sábado en la ciudad brasileña de Brasilia, participaron más de 150 personas de 16 países, principalmente de América Latina, consolidando un legado de más de 35 años de encuentros.
En un momento histórico del mundo marcado por un cambio de época, sus integrantes remarcaron: “Privilegiamos la escucha, el diálogo y el encuentro, basados en la conversación en el Espíritu, dinámica esencial de la Iglesia sinodal”.
“A través de esta rica experiencia, hemos podido escuchar, reflexionar y expresar nuestras ideas y sentimientos frente a los desafíos comunes, buscando nuevos caminos de vivir la paz, de crear y distribuir riqueza, de reconstruir el tejido social, y fortalecer las instituciones de nuestros países”, agregaron.
Al finalizar el evento, difundieron un documento donde identificaron los principales desafíos de la realidad latinoamericana. Remarcaron que el relativismo que alimenta el individualismo y el consumismo, generando una crisis de valores; que las diferencias sociales e intergeneracionales dificultan las relaciones y la toma de decisiones; que es necesario fortalecer y profundizar las relaciones de confianza entre las empresas y las instituciones eclesiásticas; y que la inseguridad jurídica y la corrupción afectan principalmente a los más pobres.
Tanto los obispos como los empresarios se mostraron convencidos de que las empresas son esenciales para lograr el desarrollo y el bienestar de las personas y de la sociedad. “Debemos actuar guiados por los valores y principios del pensamiento social cristiano, en busca del bien común y de la reconstrucción del tejido social”, señalaron en el comunicado.
Entre sus propuestas para hacer un transformación positiva para los países de América Latina y la sociedad en general, tanto los obispos como los empresarios renovaron su sentido de propósito y esperanza y se comprometieron a establecer una agenda de acciones concretas para el bien común, la justicia social y la paz.
En ese contexto, llamaron a renovar el esfuerzo para poner a las personas en el centro de las actividades de la empresa, garantizando condiciones de trabajo y de vida dignas para los empleados y sus familias. También a fomentar la formación en ética empresarial y participación política cívica para luchar contra la corrupción y promover la justicia.
Pidieron impulsar el emprendedurismo, centrándose en la autonomía e impulsando el desarrollo de las personas para lograr una vida plena, reduciendo el asistencialismo; y por último, establecer una agenda de encuentros periódicos a nivel local y regional entre las asociaciones UNIAPAC y los líderes eclesiales.
Entre los compromisos que se propusieron figuran: crear talleres y programas de capacitación, basados en las enseñanzas del Pensamiento Social Cristiano que refuercen la ética empresarial; y poner en marcha proyectos de cooperación, en alianza con instituciones gubernamentales y sociales, para luchar contra la corrupción.
La promoción de programas de educación financiera y gerencial que utilicen tecnologías modernas para el emprendedurismo social, especialmente para los jóvenes; y el fomento de una mayor participación de los empresarios en la vida de la Iglesia, aportando sus conocimientos y experiencias en diferentes ámbitos; fueron otros de los puntos que destacaron en el documento.