Comenzaré con una temeraria afirmación.
Lo que está pasando con el consumo de funk en este momento, me suena a esos locos años 90´s cuando el blues era todo lo que había que escuchar.
Las circunstancias son distintas. La distancia artística entre las músicas son diametralmente opuestas. El cambio de siglo que vivimos debe haber sido de los mas rupturistas de los que se tenga noticias.
Para los que venimos del siglo pasado, la diaria, entre el XX y el XXI fue de lo que mas cambió. Digamos que económicamente, deportivamente o arquitectónicamente el salto de una centenia a otra fue paulatino, a veces hasta previsible. Pero nuestras vidas personales, domésticas, sexuales, saludables, por donde se las observe, son absolutamente diferentes.
Casi diría que las culturas jóvenes de ambos siglos están en las antípodas. Sus músicas, sus lecturas y sus modales están totalmente alejados de los precedentes hoy. Pero en cualquier momento se van a encontrar. Porque en lo profundo los seres humanos buscamos siempre lo mismo. Mas alla de religiones, políticas, pandemias y otras discutibles eventualidades, todos buscamos lo mismo.
La arrogante rebeldía juvenil que en Woodstock gritaba Paz, Amor y Música mutó en los días punk una década después a Sexo, Droga y Rock´n Roll. SIDA mediante y crisis económicas gigantes por todo el mundo llegábamos en los 90´s al tridente Masturbación, Crack y Madonna y asi siempre, hasta hoy que los chicos ponen al frente en sus músicas populares la trilogía Pastillas, Fama y Dinero. Eso es lo que se desprende de las canciones que millonean likes en los teléfonos post adolescentes actuales.
El rock mismo ha mutado en demasía, convirtiéndose hoy en una amalgama de psicodelia, computadoras y distorsiones sónicas que dejan a los Beatles y a Frank Sinatra en los tronos al costado del salón, no en la pista. Los acomodamos en las plateas VIP, lejos del campo.
Ni mejor ni peor. Lógico. Nos puede sonar insólito a los del siglo XX curtido, y es insólito, pero es lógico.
El rock es una mezcla de estilos. El blues no. El blues es una música genuina, como el jazz, como el flamenco, como el vals y el tango. El rock es una fusión. Su gran aporte a la cultura en general, es que desde aquí una fusión es pureza.
El funk, a diferencia de lo otro, es una deformación.
El primero en usar la palabra FUNK en una canción fue James Brown. El funk era el sudor de los afroamericanos en la pista de baile. En el Jazz el genial líder de los Jazz Messengers había escrito canciones con esa palabra, pero eran instrumentales. Quiero decir que la palabra ya existía pero era casi una mala palabra. Hasta que JB la cantó a los gritos en medio de ese ritmo vertiginoso y pura dinamita que lograba con su banda maravillosa de los 60´s. Cuando la música negra se debatía entre el soul ATP de Motown Records y los reclamos raciales de Curtis Mayfield o Al Green, que nunca firmaron con Motown.
El funk fue casi un grito de liberación. Fue el genuino Rock´n Roll de los negros.
A diferencia de todo, el funk era combativo pero con humor. Con buen humor.
El rey del funk fue James Brown, el canciller fue George Clinton de Parliament/Funkadelic, el bufón es Bootsy Collins y el monje negro, el rasputín del funk, el rey de sus tinieblas fue Gil Scott Heron. Todos ellos bastante disímiles entre si, pero justamente lo bueno era eso, lo abarcativo del término.
Por acá nada pasaba ni cerca, hasta que volvió Jorge Navarro a Buenos Aires después de unos años en la USA afroamericana, a fines de los 70´s, y graba “Navarro Con Polenta”, obra ya desglosada por aquí. Un disco que sentó las bases del mejor funk porteño. Instrumental, con una etiqueta en su portada que decía “Jazz/Rock”, porque lo que la mersa no entendía en las disquerías, había que ofrecerlo de alguna manera que no sonase peligroso.
Algunos coqueteos funkys intentaron Los Abuelos de la Nada, mismo el “Fanky” de Charly, ciertos discos del Negro Rubén Rada, hasta que aparece el mundo Willy Crook en nuestros corazones, Illya Kuryaki & The Valderramas que venían fuerte, y ya la mesa estaba servida.
El funk se abalanzó sobre nosotros.
Hoy la escena funky está tomando los distritos de quienes necesitan algo nuevo.
Willy Crook quería tocar en Sumo, pero se ubicó con su saxo endiablado en Patricio Rey y los Redonditos de Ricota. De allí unos años en Europa terminaron de foguearlo hasta su vuelta con un disco propio grabado en España, “Big Bombo Mama”, un derroche de buen gusto y ritmos funk que le dió marco a ese cantante rebuscado. Sus Funky Torinos son la banda soñada, Valentino, Timothy Cid, Patán Vidal, Deborah Dixon cantando y haciendo coros aun hoy, esperando la edición de su disco, son todavía, lo más granado del estilo.
De Córdoba llegan De La Rivera, por acá cerca andan Palta & The Mood, también en la víspera de nueva obra, saben hacer muy bien lo suyo. Dante Spinetta a punto de su consagración en el Gran Rex el mes que viene, sumado a su parceiro Emmanuel Horvilleur, mas algo de Nafta alcanza para vislumbrar la movida funk que cada vez tiene mas adeptos. Algunos chicos del trap asoman por el barrio, como Trueno que con su “Tranky Funky” va por las 14 millones de vistas.
El funk llega a lo inabarcable con facilidad.
Hace unos meses con Kike Prosen volvimos a pinchar discos en vivo después de 30 años de separarnos. Largas noches disco en Paladium, Bajo Harlem y boliches del conurbano paralelos a 20 años trabajando mano a mano musicalizando Rock&Pop sirvieron de excusa para una exquisita vuelta en una inolvidable noche del invierno pasado. Todo ocurrió en el Centro Cultural Richards de Palermo. El cierre fue un impresionante show a todo funk con Palta & The Mood. Vi gente cayendo de culo ante tamaña demostración de genial destreza rítmica.
Palta & The Mood lleva ya diez años en lo suyo. Funk de pura cepa, con algo de jazz en los arreglos y una demoledora sección de vientos, son en escena la puesta ideal para el lucimiento del inimitable frontman australiano/argentino Axel Mark Gotlieb, la mezcla exacta entre Michel Hutchence de INXS y Sandro de América.
Un show de Palta & The Mood supera toda expectativa previa. Catarata de energía urbana que se transmite desde el escenario hasta el último de la fila.
Ellos son Axel mas Baltazar Clusellas en el saxo alto, el guitarrista Tomás Seigelshifer, la base rítmica de Juani Farías con Pablo Ramos al bajo y batería respectivamente, Benjamin Rampoldi con sus teclados, el saxo tenor de Rodrigo Balbín y los coros de Penélope Cúneo y Vinchy Fernández.
Llevan ya dos discos, Guacamole de 2017 y Resistencia del 20, su debut fue un EP de 2016 que se llamó Más Adelante. Agreguemos sus audiovisuales, la edición del single “Under” en plena pandemia y gran cantidad de shows y performances que están en Youtube.
Eso no es todo.
Estamos en la víspera del lanzamiento de su tercer disco, y Baltazar me cuenta todo al respecto: “Estamos contentos básicamente porque después de un par de años de no sacar música, desde Resistencia que salió en la pandemia, sacamos ya un tema que se llama En Una. Salió con videoclip que es nuestro primer video hecho por la banda en una gestión y conquista que nos costó un montón. Venimos muy del palo de la música, entonces encarar el laburo y la concepción estética de un video nos puso en una difícil. Estuvimos muy apuntalados por Gabriel Bustos que es el director del clip con un montón de gente que laburó para que eso salga”.
“Ahora a punto de sacar nuestro nuevo disco, el tercero, que obviamente tiene un montón de diferencias respecto de los anteriores. Obvio porque nos encuentra en un momento donde estamos todos más grandes, no más maduros necesariamente, más experimentados podríamos decir”.
“Contamos con la producción de Matías Méndez apostando a lograr un sonido más ecléctico, mas minimalista. Intentando corrernos un poco del rol de banda de funk en pos de encontrar más la canción. Una canción que sea de Buenos Aires hoy, con elementos del jazz, del groove y el funk, todo lo negro, que es lo que nos gusta. Hasta ahora lo único que salió es el primer sencillo “En Una”. El impulso esencial fue tratar de encarar la canción por si misma, intentando incorporar el español en las letras. Eso lo buscamos porque Axel es autraliano, y haciendo las líricas en los discos anteriores sentía y escribía en inglés, de manera que a medida que pasó el tiempo él también se acomodó. Pensando en lo que sucede con la escena soul y funk porteña, tenemos un contexto y un paratexto que nos contiene bastante. Eso hace que algunas canciones que en otro momento no nos sonaban acordes en español, hoy tengan mas sentido”.
“Palta es una familia gitana que a todos nos sirvió para hacer nuestra historia músical. Siempre rodeados de un rancho de gente amiga curtiendo la misma frecuencia. Es una locura cuando pensás cómo en diez años la escena de Buenos Aires ha crecido. Una escena que a partir de unos cuantos mártires, empezando por el sr Crook entre tantos otros, han hecho del funk y el soul en Buenos Aires una opción verdadera”.
“La ambición nuestra con este disco es infinita, lo vamos a presentar el sábado en Ciudad Konex en una gran fiesta de nuestro fin de año. Siempre nos sale bien ahí todo, aunque en este contexto social es muy complicado planear divertirse. Igual vamos a ir con toda la banda a tocar temas nuevos y viejos, con algunos enganchaditos que estamos ensayando. La idea es convocar a toda la escena y la familia groovera a vivir una noche distinta. El año que viene ya nos encontrará con disco nuevo y las ganas de que todo lo de Palta & The Mood se expanda. Soñar no cuesta nada.”
El funk está para quedarse, como alguna vez fue el blues. Que entre las diferencias está la época, el cambio de siglo, los medios de comunicación, la redes y las nuevas plataformas. La expansión de un estilo ahora es más veloz, aunque menos fervorosa.
También aclaremos que cuando el blues llegó a la Argentina, nosotros teníamos a Pappo que se la peleaba a cualquiera, en Halley o en el Madison Square Garden. Era nuestro crédito nacional con corazón negro.
En el funk teníamos a Willy Crook, que ya le había ganado el corazón a James Brown, que ponía su disco en la previa de sus shows brasileros.
Pasó, que en el único alarde de mal gusto que tuvo, Willy se murió en la pandemia.
Pero acá seguimos, con una escena funk que será la envidia de toda nuestra patria grande, de eso no dudo.