Antonella no quiere dar su apellido, ni mostrar su cara. La chica sufrió varios golpes en los últimos tiempos y la viralización de uno de sus tuits la puso en el centro de la escena de los haters y las redes sociales.
La mujer, de 23 años, embarazada de 7 meses, trabajaba de camarera en una clínica privada. “Ganaba bien para mi edad, me podía dar mis gustos”, recuerda la chica en diálogo con Infobae.
La caída de Antonella
Entonces cayó en lo que ella grafica como un “pozo negro”. Pero no podía quedarse en la cama mucho tiempo. Enseguida llegó el embarazo, el papá del bebé que se borra y Antonella que empieza a buscar alternativas para criarlo en soledad.
De un día para el otro su vida cambió en forma radical. Antonella fue despedida sin aviso.
La situación de esta chica del conurbano sur es la de miles de jóvenes argentinas. En el país, los datos oficiales indican que 7 de cada 10 hombres no se hacen cargo de la cuota alimentaria de sus hijos.
María Becerra mostró esa problemática en su último show. “Las madres solteras tienen que trabajar embarazadas, con una criatura, ir a la escuela nocturna, estudiar, haciéndose completamente solas cargo de uno o más bebés”.
Corazón Vacío es un sencillo que Becerra lanzó en junio de este año y cuyo video clip narra, precisamente, la historia de una joven mujer que da a luz una niña y tiene que criarla sola, retratando la cotidianeidad del cansancio luego de las largas horas de trabajo, la tristeza, la soledad y también la alegría del fuerte vínculo con su pequeña.
Así, Antonella con el tema de Becerra como bandera intentó buscar trabajo. “Empecé de ayudante de cocina en un bar, pero apenas se me empezó a notar la panza me dijeron que no vaya más”, explica la joven que vive con su mamá, su hermano y su padrino en Lanús.
“Yo me muevo, trato de buscar trabajo. Pero en mi situación es difícil. Nadie toma a una mujer embarazada a punto de parir”, resalta la chica.
La resurrección de Antonella
Su familia tiene una fábrica de churros en el fondo de su casa de Lanús. Entonces, a la chica se le ocurrió comenzar a vender esos productos. “Empecé con reventa porque mi padrino me financiaba y me esperaba hasta que yo conseguía el dinero –relata Antonella-. Pero, después me empezó a gustar la pastelería y elaboré mis primeras creaciones”.
Antonella armó un Instagram @antosantiago.bakery, con su nombre más el de su futuro hijo. La siguiente idea es llevar algo de comida para vender en un puesto callejero en la Marcha del Orgullo que se realizó en Buenos Aires el pasado sábado 4 de noviembre.
Rumbo a la Marcha del Orgullo
Se subió al tren Roca en la estación de Lanús con una amiga que la acompañó. Llevaba la comida en bolsas, una tabla y caballetes para armar su local ambulante. Compartió el viaje con cientos de personas que iban a la marcha. Chicas trans montadas en tacos altísimos, chicos maquillados con glitter que se reían fuerte y dos chicas que compartían auriculares mientras miraban un video en el celular.
Antonella y su amiga bajaron en Constitución con la marea humana que iba para la marcha. Por la zona, también cruzaron algunos hinchas de Boca. Esa misma tarde su equipo jugaba la final de la Copa Libertadores contra el Fluminense en Río de Janeiro.
Allí llevó los churros de su familia y unos sándwiches caseros. “Hice desde el pan hasta la carne y el pollo cocido. Todo casero para que esté más rico y para abaratar costos”, explica la joven pastelera.
Tomaron el subte C, combinaron con el A y bajaron en Plaza Congreso. Todo el tiempo veían a su alrededor los protagonistas de la Marcha del Orgullo que bajaban del subte de a miles bailando y saltando.
Pusieron el puesto muy cerca de la plaza y esperaron. La movilización llegaría más tarde desde la Plaza de Mayo. “Al principio pasaba muy poca gente. Capaz elegimos mal el lugar”, recuerda la chica.
En ese momento, mientras intentaba vender algunos de sus productos, pensaba que la jornada estaba perdida. Otro problema que se sumaba. Qué hacer con tantos sándwiches. Al otro día ya se pondrían duros. Otra vez el pozo negro que se acercaba a la vida de Antonella. Entonces, agarra el teléfono y empieza a saltar de Instagram, al whatsapp y el TikTok como cualquier joven. Abre el Twitter y con una foto que ya tenía guardada del puesto postea un mensaje.
El viral que cambió todo
“¡Hola! Hace unos meses me quedé sin trabajo y estoy embarazada, por lo que se me complica más conseguir trabajo. Estoy a unos pasos del Congreso así que si tienen hambre y quieren ya saben, tienen para almorzar o el mate con amigos”. El mensaje era corto, contaba la historia en forma concreta e invitaba a ayudar. Toda una pieza del marketing viral que escribió Antonella sin saberlo.
Enseguida empezaron a sonar las notificaciones en su celular. La chica no podía creerlo. Eran mensajes que le preguntaban el lugar exacto en el que se encontraba o le pedían por favor que le guarde unos churros porque “estaban con mucho hambre”. La Marcha del Orgullo empezó a llegar al Congreso cuando caía la tarde. Con los camiones coloridos al frente, música y glitter se ubicaron frente al Palacio Legislativo.
Decenas de chicos y chicas se acercaron al puesto de Antonella. Todos la saludaban, algunos hasta le preguntaban cómo iba el embarazo y se llevaban paquetes con los sándwiches o churros. “Fue un aluvión de personas que hasta en un momento hacían cola para comprar”, dice la joven de Lanús. Esto le dio un envión al emprendimiento de pastelería. “Me dio fuerzas para seguir. Después de la marcha, la chica llevó sus productos y su puesto móvil a una feria de comida de Pompeya.
“Después del tuit viral, también, tuve una serie de pedidos en mi Instagram de varios productos -se entusiasma la joven pastelera-. Ahora, me queda mucho que aprender sobre los costos y el manejo de stock de las materias primas. Más en un contexto inflacionario como el de Argentina”.
Pero la viralización también tiene su contacto negativo. Entre tantos elogios y mensajes de aliento, Antonella también recibió insultos y críticas. “Una usuaria me preguntó mi CBU porque quería ayudarme. Yo lo difundí y enseguida me empezaron a llegar esos posteos con insultos de gente que ni me conoce, ni sabe quién soy”.
La chica decidió no responder ese tipo de mensajes de odio y seguir para adelante. “Había otros que hasta me ponían como votante de Milei o Massa. Cuando yo nunca hablé de política en mi cuenta”, argumenta la chica de Lanús.
Así, Antonella da sus primeros pasos en el mundo de los emprendimientos. Por ahora, aprovecha el horno industrial de la churrería familiar. “Lo uso de noche para no molestar”, explica. Y buscando nuevos caminos para encontrar clientes que prueben su pastelería, “en especial los budines”. Así, se promete que intentará no caer más en el pozo negro. Lo hará por ella, pero también por Santiago su bebé.