La noche del domingo pasado Lautaro Diego Emanuel Alvaredo (19) fue a bailar con tres amigos a un boliche de Gregorio de Laferrere. Cerca de las 2 del lunes, le escribió a su papá, Diego, para avisarle que estaba “todo bien”. Era la “tercera o cuarta vez” que salía y su padre, preocupado, le pidió que se cuidara, que se alejara de los problemas y que la pasara lindo. “Sí, dale pá”, le respondió el joven antes de despedirse y concluir la charla, agradeciéndole las palabras.
Cuatro horas después de esa conversación por WhatsApp sucedió la salvaje golpiza: en medio de una gresca entre sus amigos y otro grupo a la salida de la discoteca, Lautaro fue atacado y recibió una fuerte patada en la cabeza que le provocó la muerte cerebral.
El brutal episodio es investigado por el fiscal Matías Folino, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Temática Homicidios Dolosos del Departamento Judicial La Matanza. Todo comenzó en el interior del boliche del local bailable “Cyrux”, ubicado en Luro al 5700, en el cruce con Pedro Obligado. Allí, uno de los amigos de Lautaro tuvo un altercado con un joven.
“En principio, tuvieron una discusión o un problema típico de boliche que derivó en una pelea y al amigo de la víctima le rompieron los lentes”, contaron a Infobae fuentes con acceso al expediente. El conflicto escaló a tal punto que el personal de seguridad tuvo que intervenir y los expulsó del lugar. Cabe resaltar que Lautaro no participó de esta pelea y se retiró por sus medios. Para entonces, ya había amanecido, faltaban unos minutos para las 6.
“Eran tres o cuatro chicos que estaban molestando a los amigos de Lautaro y les habían dicho que les iban a pagar los anteojos. Los sacamos para evitar problemas. Lautaro y sus amigos salieron por decisión propia y todos se pusieron a hablar en la vereda lo más bien. Nadie iba a pensar que esto iba a terminar mal”, dijo a TN Alberto, dueño del boliche y mencionó que, a esa hora, casi sobre el cierre, en su local “quedaban pocas personas, no eran más de 30”.
Parecía que todo finalizaría allí. Sin embargo, ya fuera del boliche, más precisamente en la Plaza Ejército de los Andes, ambos grupos se enfrentaron en una pelea. Una cámara de seguridad del local bailable registró parte de lo ocurrido.
En las imágenes se observa a tres jóvenes lanzándose trompadas y patadas. Segundos después se suman otros más a la contienda. Hubo corridas, forcejeos y más golpes. Y en el medio, quedó Lautaro, enfrentado con dos personas. En ese contexto, la víctima fue agredida y cayó al suelo, momento en el que le propinaron una patada en la cabeza, de manera similar a lo que le sucedió a Fernando Báez Sosa aquel 18 de enero de 2020 en Villa Gesell.
Los investigadores identificaron a un presunto agresor. Se llama Ian Agustín Noguera Galiano y, al igual que la víctima, tiene 19 años.
La Policía fue hasta la vivienda del sospechoso. Pero no pudieron localizarlo y hacia esta tarde seguía siendo buscado. Mientras tanto, continuaban las tareas para individualizar a los otros involucrados. En ese sentido, las fuentes señalaron que todavía no está claro si fue uno o dos los que golpearon a la víctima cuando ya estaba tendida en el suelo. En las imágenes parecerían que fueron dos.
Lautaro permanece internado con muerte cerebral en la Clínica Mariano Moreno, en el partido de Moreno. El médico Alejandro Cilento contó que el joven fue derivado desde un hospital en Laferrere en ambulancia y en el traslado “presentó varios episodios convulsivos que fueron tratados”, aunque “ingresó con un deterioro de la conciencia profundo”.
“Pasamos a hacerle las imágenes, tomografías de tórax y de cerebro, donde se observaron múltiples contusiones a nivel toráxico, con una contusión pulmonar derecha muy grave y una contusión cerebral grave”, dijo el Cilento en diálogo con la agencia Télam y explicó que ahora “se está tratando de mantener la función de los órganos vitales”.
Diego Alvaredo publicó esta tarde una foto de su hijo en Facebook. “Mi modelo, mi amigo, mi vida entera. ¿Por qué tanto daño?”, escribió junto a la imagen.
Luego de que se difundiera el caso, el hombre reclamó por la demora en la asistencia a su hijo: “Le puse la condición de que fuera y volviera en remís para que no tuviera problema ni le robaran en la calle, pero me lo mataron igual. La ambulancia no venía y un patrullero no lo quería llevar. Estuvo 14 horas esperando que venga la ambulancia de UTA, todo porque faltaba un papel, porque no habíamos hecho la denuncia y que faltaba esto y aquello. Hoy tendría que estar vivo”.
“El culpable es el que le pegó y el segundo culpable es toda la burocracia que hay para mandar una ambulancia de un lado al otro, no se quieren hacer cargo. Me dejaron a mi hijo muerto”, finalizó.